El teniente coronel Prieto, nació en Valladolid en 1840, de joven estudió en el Colegio de Caballería., en dicha Academia quedó destinado al finalizar sus estudios como teniente auxiliar de profesor, siendo ya patentes sus ideas revolucionarias con respecto al fin de la monarquía y a la llegada de las ideas republicanas. Durante su permanencia en dicho centro tuvo lugar la Guerra de África y la decisiva batalla de los Castillejos, 22 de octubre 1859.
Durante los años de la Iª República fue profesor en la Academia Militar creada en Madrid. Ascendido a Capitán como premio a sus trabajos sobre la guerra franco-alemana, que materializo en su primera obra importante: Cartas con motivo de la guerra franco-alemana en 1872. Durante su empleo de comandante luchó en el Norte contra los carlistas, fue citado en la orden general del Ejército por su actuación en Allo, Arellano y Discantillo, en los combates de Lacar en compensación a sus méritos es promovido al empleo de teniente coronel.
Su trabajo de investigador de aspectos militares y sobre algunos de los grandes escritores militares que le precedieron, dieron lugar a dos obras; El libro escrito en 1876 titulado Bocetos y perfiles de la vida en campaña y el folleto, La guerra en Cataluña y Juicio sobre” las reflexiones militares” del marqués de Santa Cruz de Marcenado, que vio la luz en 1884 y fue premiado en el certamen convocado en ocasión del segundo centenario de su muerte.
Sin duda el teniente coronel Emilio Prieto forma parte del movimiento intelectual militar que invade toda Europa y que se manifiesta en España a lo largo de 1872. y que se sustancian entre otras actividades en la creación del Ateneo Militar y la fundación de las publicaciones Memorial de Caballería en 1869 y la Correspondencia Militar posteriormente, este ultimo como afirma el Doctor en Ciencias de la Información y teniente coronel Veterinario, Pablo Gonzales-Pola en su tesis doctoral: ”Fue el periódico político más influyente durante el largo periodo de más de treinta años que estuvo en la sala de banderas de los regimientos”. Durante sus destinos en Madrid nuestro autor fue un diligente y activo promulgador de sus ideas republicanas que le llevaron a exilarse con el ministro Ruiz Zorrilla en París al final del sexenio revolucionario de donde regresó tras la amnistía concedida en 1891 por el gobierno del momento.