Nota biografica de Francisco Magdalena y Murias Médico Militar en Cuba y en África

Nuestro asociado  numero 122,  D. Rafael de Madariaga Fernández, publica esta interesante Nota Biográfica sobre el Teniente coronel Medico  Militar D.Francisco Magdalena y Murias Médico Militar en Cuba y en África 

 

Entre los ascensos y destinos que aparecían en los periódicos de la época, se podía encontrar esta noticia: «Los Médicos Mayores D. Francisco Magdalena y Murias, ascendido, con destino en la isla de Cuba, á secretario de la Inspección de Sanidad militar del Sexto Cuerpo de Ejército, y en comisión en dicha isla,» (Diario de Burgos, jueves 26 de marzo de 1896). Algo más tarde, en La Voz del 3 de enero de 1899, noticias de la derrota, con la llegada del Ciudad de Cádiz, uno de los vapores en que regresan los supervivientes del desastre de aquel año. Entre la gente conocida que arriba a La Coruña se encuentran los Médicos Mayores D. Narciso Núñez de Prado, natural de Santiago y D. Francisco Magdalena y Murias. Este último llegó como Médico del Batallón de Cazadores de Reus.

El diario La Voz de Galicia de marzo de 1905, se hacía eco de la curación complejísima pero exitosa de un caso de gangrena con trasplante de piel en el hospital parisino de Saint Louis. Pero la revolución médica no era tan única ni revolucionaria por esos años. A los pocos días el redactor recibió una carta. Le advertía que unos años atrás se había llevado a cabo en Galicia una intervención similar, aunque de mayor complejidad. El informador se mantenía en el anonimato, pero daba una pista: La Coruña, Hospital Militar, Señor Magdalena. El caso se remontaba a 1900. El enfermo era Manuel Bascoy Barreiro, soldado del Regimiento de Caballería de Galicia. Tenía entonces 21 años. Padecía una caries dentaria en dos muelas inferiores del lado derecho que le provocaban frecuentes odontalgias. Su mal derivó en un flemón gangrenoso que se desplazó al cuello y al tórax, lo que dio lugar a consejo de médicos y a que se adoptasen enérgicas medidas. Fue tremenda la brecha que el bisturí abrió en el pecho del pobre soldado para evitar la propagación de la gangrena… La herida era horrible; la carnicería espantable; el olor nauseabundo. De todos modos, la enfermedad siguió avanzando. Decía el doctor: «Conceptúo difícil forjarse en la mente un proceso tan destructor, de más rápida invasión».

Entonces ¿Cómo pudo salvar a Bascoy?, ¿de qué modo ayudó el medico al proceso restaurador de la naturaleza? Aquí aparece la simpática figura de dos modestos y abnegados sanitarios, enfermeros del hospital, que sin que nadie pensase en someterlos al cruento sacrificio, ofrecieron sus cuerpos jóvenes, sanos, robustos, para que el bisturí del cirujano extrajese cuantos injertos de piel fuesen necesarios. Se obtuvieron de la cara interna de las piernas de los dos. Acto seguido los trozos de piel fueron aplicados al enfermo y la ciencia triunfó. La cura fue realmente prodigiosa. A los siete meses de esto Manuel Bascoy abandonaba el hospital.

El cirujano que había llevado a cabo la intervención era el médico militar Francisco Magdalena Murias, de 47 años por aquel entonces. Las había visto de todos los colores— decía el diario La Voz de Galicia de noviembre de 2017— ya que había sido Médico del Batallón de Cazadores de Reus y había estado en Cuba en 1895. En 1912 sería nombrado Director del nuevo Hospital Militar de Vigo y ese mismo año asumiría el mando del de Melilla, donde se hizo acreedor a otra Cruz de Segunda Clase del Mérito Militar, con Distintivo Rojo. Antes de retirarse alcanzó el grado de Teniente Coronel. La edición de La Voz del 25 de noviembre de 2017 llegó a manos de Segismundo Parga Pérez-Magdalena en su casa de Ribadeo. Las fotografías de la última página eran idénticas a dos originales que reconoció de inmediato.

Durante años, conservó hasta los historiales clínicos que el doctor guardaba en su casa de la cercana Villa de Castropol. Tenía multitud de recuerdos y papeles de su bisabuelo. Como el de tantos oficiales de su época, el periplo del cirujano, Médico Mayor y luego Subinspector Médico de 2ª, había tenido parada en África. En septiembre de 1911 se encuentra en Melilla, desde donde elogian los excelentes servicios que prestan los médicos del Hospital del Buen Acuerdo, y especialmente los del Médico Jefe, Francisco Magdalena y Murias. Por aquellos días, ingresa un coronel con un hombro luxado y un orificio de bala en un pie: Don Miguel Primo de Rivera, el que más tarde fue jefe del Directorio en 1923. Se hicieron amigos y años después en 1928, el General, al pasar en un recorrido por el Norte, se detuvo unas horas a saludar al viejo amigo; magníficas fotos del evento en el Parque, junto al Monumento casi único en España, al Marino Fernando Villaamil, y al lado del Casino y Biblioteca Pública del pueblo, todavía decoran varias casas de la hermosa y culta Villa de Castropol. 

Rafael Madariaga Fernández
Correspondiente de la Academia de las Ciencias y las Artes MiIitares
Sección de Historia Militar

Fuente:

https://acami.es/portfolio/francisco-magdalena-y-murias/