Militares españoles poetas del siglo xv

El Coronel Medico  Dr. D. Jose Ramón Navarro Carballo, miembro de la Junta Directiva de AEME, publica en la web de  la Academia de las Ciencias y las Artes Militares, esta Nota histórica de los militares españoles del siglo XV que  cultivaron el arte de la poesía.

 

Militares españoles poetas del siglo xv

 

Nada nace de la nada ni de un grupo de hombres mediocres surge el genio, sino que éste emerge de entre una masa de hombres sobresalientes.
Esto viene a colación en el momento en que se desea deducir el papel que juegan en la historia de la civilización y la cultura los poetas españoles vivientes durante el tiempo que se expresa en el título del artículo.
Los poetas de aquel siglo lo son y, si es cierto que todos no fueron militares, más cierto es que los más señeros sí que lo fueron. Y, siguiendo el hilo de las primeras líneas que vamos escribiendo, diremos que nuestros compañeros, junto con los civiles cultivadores del arte, representan el antecedente inmediatamente anterior al Renacimiento literario español.
Los autores de este siglo XV tienen mucho de común: su deseo y esfuerzo por crear una poesía culta y la persecución de un objetivo religioso: la unidad cristiana universal; siendo uno de los medios para conseguirlo la inmortalización de los héroes españoles por medio de la literatura.  De los militares poetas elegimos:

 

 
El Marqués de Santillana

 

Nacido Íñigo López de Mendoza en 1398, hijo del Almirante Mayor de Castilla, vivió antecedido y rodeado de discretos poetas, como lo fueron su padre y su abuelo. Y en casa de su abuela materna se empapó del tesoro de cantigas gallegoportuguesas que ésta guardaba en la biblioteca y que despertaron en él inquietudes profundamente poéticas.
Decidido partidario del rey Juan II, va en 1438 a la guerra de Granada con el cargo de Capitán Mayor, preñando su biografía de conquistas de villas y plazas.
Enzarzado en continuas disputas con familiares que tratan de usurpar tierras y propiedades inmuebles de lo mucho que ha heredado y acrecido, después de victoriosos o fracasados litigios se retira al palacio de Guadalajara que había construido su abuelo. Y en 1466 era aquél un emporio de hombres de ciencias y letras. De todos modos, la vida pública de don Íñigo está constituida por su constante intervención en la política y sus frecuentes cambios de pertenencia a los importantes bandos rivales. Termina volviendo a su primera militancia al lado de Juan II y cuando en 1445 la batalla de Olmedo le proporciona a éste los laureles de la victoria y su consolidación en el trono, le concede a don Íñigo los títulos de Marqués de Santillana y Conde del Real de Manzanares.
A sus 60 años, lleno de achaques, habiendo sufrido la muerte de un hijo y luego la de su esposa, fallece en su palacio de Guadalajara.
Fernando del Pulgar trazará de don Íñigo un preciso y emotivo retrato:
Fue hombre de mediana estatura, bien proporcionado en la compostura de sus miembros y fermoso en las facciones de su rostro…Era ombre agudo y discreto… fue capitán principal en muchas batallas que ovo con christianos y con moros, donde fue vencedor y vencido… Governaba asimismo con gran prudencia las gentes de armas de su capitanía y sabía ser con ellos señor y compañero…Tenía gran fama y claro renombre en muchos reinos fuera de España, pero reputava mucho más la estimación entre los sabios que la fama entre muchos.
En la recopilación que hace de sus obras, Santillana la encabezó con un pequeño tratado de teoría poética, que tituló Prohemio o carta, donde expone sus ideas sobre la poesía, a la que concibe como una verdadera ciencia que trata de los asuntos de mayor importancia y transcendencia, con la peculiaridad de que son expresados de forma armoniosamente bella. Tal vez así pueda resumirse la literatura de don Iñigo, forzados como estamos a mantenernos dentro de estrechos límites

 

 Gómez Manrique

 

Perteneciente a una estirpe de hombres de letras y de rancia nobleza, pronto aprendió latín y humanidades y muy joven participó en el sitio de la fortaleza de Huéscar, acompañando a su tío el Marqués de Santillana. Tomó parte activa en la alta política de su tiempo, llegando a servir a Isabel la Católica antes de su acceso al trono. Consumado el matrimonio de ésta con Fernando de Aragón, los Reyes le premiaron nombrándole Corregidor de Toledo, cargo que desempeñó ejemplarmente hasta su muerte. Gonzalo Fernández de Oviedo dedica en una de sus obras, en forma de diálogo entre distintos personajes, los siguientes elogios:
Fue un caballero muy valiente…uno de los estimados caballeros de Castilla e valiente lanza por su persona e de los muy sabios e bien hablado e muy ombre en todos sus fechos…gentil poeta y de sutil ingenio.
Poseedor de una nutrida biblioteca, fue autor distinguido en diversos campos de la literatura: original poeta del cancionero y uno de los primeros dramaturgos en castellano, así como sobresaliente en la sátira. Y hasta en alguna de sus obras se muestra decidido defensor de la mujer en contra de la postura misógina medieval.

 

 

Jorge Manrique

 

Es el autor de la celebérrimas Coplas a la muerte de su padre, cuyo título despierta en la memoria de los que estudiamos aquel bachillerato, único y de siete años, los versos “nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar, que es el morir”; ejemplo capital de la lírica cortesana del siglo XV, de la que nos atrevemos a decir que de las mejores elegías de nuestra literatura. Hijo del Maestre de la Orden de Santiago, hizo paralela la carrera de las armas con la dedicación a la literatura. Combatió junto a su padre en contra de doña Juana la Beltraneja, partidarios que eran de los Reyes Católicos.
Sus composiciones poéticas menores están inmersas en la corriente del cancionero propio de su siglo. Son de corta extensión y en su mayor parte domina el tema amoroso, cual hicieron trovadores y cortesanos de la Edad Media, que le precedió. De más mérito son sus composiciones burlescas, pero la celebridad que llegó a alcanzar se debe a las Coplas de Jorge Manrique a la muerte de su padre, el Maestre Don Rodrigo, publicadas en 1494.
En ellas no abandona la ascética cristiana, que se muestra en contra de la mundanidad de la vida, postulando la aceptación resignadamente tranquila de la muerte, que no es más que el tránsito a la vida perdurable; siendo ciertamente original cuando añade la vida de la fama: la permanencia en este mundo en la memoria de los vivos por causa de una vida ejemplar. De este modo se pasó del concepto abstracto y macabro de la muerte a su presencia histórica, de honda emotividad.
Sus obras escritas a medida del progreso de su maduración intelectual destacan por estar desprovistas de todo exceso retórico, resultando de una serena elegancia, merced al empleo de los vocablos más sencillos y populares.
No llega a ser un místico o un asceta, pero se empeña en exhortar al lector del carácter efímero de la vida y de su corta temporalidad, que termina con la muerte, que iguala a “los que viven por su mano/ e los ricos”. Alcanzaremos la felicidad en el más allá mediante la práctica de la virtud y el cumplimiento de la moral cristiana.

 

Juan de Tapia

 

En Juan de Tapia se reúnen, como era frecuente en sus coetáneos, dos personalidades: la de hombre de armas y la de poeta, que caminan juntas durante toda la vida. Sustancialmente, es reflejo del ideario cultural de la tardía Edad Media.
El corpus poético de Juan de Tapia está reunido en tres cancioneros que representan la trayectoria geopolítica de su autor por cuanto que acumula estilos, modas y modismos de las zonas geográficas por las que va transcurriendo su vida. El Cancionero de Palacio constituye la producción poética en la corte de Juan II, en la que su autor permaneció hasta que salió para Nápoles, mientras que en el Cancionero de Estúñiga y en el Cancionero de Roma se reúnen las materias poéticas napolitano-aragonesas de la corte de Alfonso el Magnánimo, donde trabajó muchos años.
Si se quiere resumir las características de la literatura de Tapia hay que declarar la frecuencia con que acude a los artificios retóricos y resaltar las peculiaridades léxicas de sus composiciones, así como enfatizar su tendencia a la imitatio, llenando sus textos de citas y espacios intertextuales. Finalmente, se distingue por infringir el sistema métrico

 

José Ramón Navarro Carballo Coronel Médico (R) . Vocal de Cultura y Convenios de la Asociación Española de Militares Escritores y Numerario de la Academia de las Ciencias y las Artes Militares

Fuente:

https://acami.es/portfolio/militares-poetas/