La loable intervención de la Marina de Guerra Argentina al inicio de nuestra Guerra Civil.

Nuestro asociado el Capitán de Navío, r  Juan Angel López Diaz,  pública en La Critica este interesante artículo sobre el ejemplar comportamiento de la  Marina de Guerra argentina en las primeras semanas de  la guerra civil de 1936.

 

La loable intervención de la Marina de Guerra Argentina al inicio de nuestra Guerra Civil.

 

Los problemas de la representación diplomática argentina en España a comienzos de la Guerra Civil, llevaron a que, el 5 de agosto, el presidente argentino General Agustín P. Justo dispusiera el envío de un buque en respaldo de sus diplomáticos en territorio español. La nave designada fue el crucero 25 de Mayo, al mando del C.N. Miguel Ferreyra.

 

El 25 de Mayo zarpó de Buenos Aires el 8 de agosto. Cuando el embajador argentino García Mansilla logró cruzar a Francia, se cambió el puerto de destino al crucero, de Guetaria a Alicante. El 22 de Agosto, arribó a la bahía de Alicante, donde ya se encontraban buques de Italia, Alemania, Francia, Portugal e Inglaterra. Se establecieron contactos entre el buque y la misión diplomática en Madrid, quien al tener más de 400 personas alojadas en la Embajada, pidiendo asilo, coordinaron con el buque la evacuación de este personal. El 27 de agosto inició el crucero los viajes de evacuación. El 25 de Mayo operó durante 115 días en aguas españolas. Realizó un primer viaje el 27 de agosto, previa escala en Barcelona, llevando 119 evacuados a Génova. El segundo, el 12 de septiembre a Lisboa, con 72 evacuados. El tercero, el 15 de octubre a Marsella, con 66 evacuados. El cuarto, el 11 de noviembre nuevamente a Marsella, con 77 evacuados. El quinto y último, el 8 de diciembre a Marsella, previa escala en Valencia, con 109 evacuados, donde permaneció hasta el 14 de diciembre. El 15 de diciembre, desde Alicante, emprendió el regreso a la Argentina, donde tomó muelle en el puerto de Buenos Aires el 1 de enero de 1937.

Ante la grave situación bélica en territorio español y, en particular, la situación de la embajada argentina en Madrid, el 13 de octubre el gobierno argentino ordenó que el torpedero Tucumán se sumara al 25 de Mayo en las tareas de protección a nacionales y asilados. El 17 de octubre, el Tucumán, al mando del Capitán de Fragata Mario Casari, zarpó desde Buenos Aires con 180 tripulantes. El buque se reunió con el 25 de Mayo en Alicante el 5 de noviembre de 1936. Entre el 20 y el 29 de noviembre, el Tucumán pasó por los puertos de Gibraltar, Almería y Valencia, y llegó en su primer viaje a Marsella el 30 de noviembre con 37 evacuados. Regresó a Alicante el 5 de diciembre. El 21 del mismo mes, el Tucumán emprendió el segundo viaje a Marsella con 86 evacuados embarcados en Alicante, la mayoría provenientes de la embajada en Madrid, y 41 más embarcados en la escala que efectuó en Valencia. Sin desmerecer la labor del 25 de Mayo, el torpedero Tucumán, por su más rápida maniobra, su tripulación y, especialmente, por el trato llano y simple y el temperamento campechano pero decidido de su comandante, Capitán Mario Casari, se adecuaba a los momentos decisivos de las masivas evacuaciones de asilados.

Entre el 2 y el 4 de enero, embarcaron numerosos asilados emblemáticos de la embajada en Madrid. Más tarde, en Almería, el Tucumán embarcó otros asilados y pasó nuevamente por Alicante el 6 de enero, donde completó el embarque con más asilados madrileños y con 77 evacuados arribó al puerto de Marsella. Regresó a Alicante el 14 de enero. A mediados de enero, el gobierno republicano autorizó la salida de todas las mujeres, niños y hombres fuera de edad militar que estaban en la embajada. El control de embarque en Alicante, demandó casi 72 horas, y se necesitó, inclusive, recurrir a la amenaza de que la Argentina rompería sus relaciones amistosas con la República Española. El Tucumán, al atardecer del 23 de enero zarpó con 136 evacuados hacia Marsella. Entre los personajes políticos a quien los diplomáticos y los marinos del Tucumán ayudaron a poner a salvo fue Ramón Serrano Suñer, quien estaba asilado en la legación holandesa. Llegó en automóvil al consulado argentino en Alicante desde donde, vestido de marinero argentino, pudo embarcar en el Tucumán.


El 13 de febrero, embarcados ya 161 asilados, de los cuales casi la mitad había llegado al buque burlando el control del puerto, el Tucumán estaba listo para zarpar, pero Pérez Quesada el encargado de negocios argentino, pidió demorar la partida para un embarque nocturno de otros 25 jóvenes, obviamente en edad militar. A las 3 de la mañana siguiente, con el concurso de personal del sindicato de transporte, estuvieron todos a bordo. Ese 14 de febrero, poco menos de una hora después, a las 4 de la madrugada, el Tucumán zarpó con 196 asilados a bordo, mientras Pérez Quesada regresó a Madrid, donde se enteró de su nombramiento como enviado extraordinario y ministro plenipotenciario. El 28 de febrero, Pérez Quesada informaba al canciller Saavedra Lamas: “acabo de terminar el embarque en el Tucumán del último grupo de asilados que quedaba en Madrid” y también él embarcaba para ir a París a reuniones diplomáticas. En este viaje, fueron evacuadas un total de 52 personas.

El 14 de marzo, con 162 evacuados, el Tucumán volvió a zarpar de Alicante para arribar el 15 de marzo a Valencia. Allí, en solo 3 horas, fueron embarcadas 56 personas más, y el 17 llegó a Marsella. El 22 de marzo, ya zarpado de Marsella, en demanda de Alicante, el Tucumán recibió la orden de regresar al puerto francés a fin de alistarse para su regreso a la Argentina. De allí zarpó para pasar el 28 de marzo por Alicante hacia Lisboa antes de cruzar el Atlántico. Sin embargo, ese día 28, al llegar a Alicante, la orden de retorno fue nuevamente suspendida a petición del gobierno de Chile para participar en la evacuación de parte de los más de 1400 asilados en su representación de Madrid. Después de dos semanas en Alicante, el 14 de abril zarpó con 26 evacuados hacia Valencia, donde embarcó a 99 evacuados más, la mayoría españoles provenientes de la embajada chilena, y atracó en Marsella el 16 de abril. El 23 de abril zarpó de Marsella, pasó 5 horas por Alicante embarcando a 25 evacuados y, el 24 de abril, llegó a Valencia, donde embarcó a 158 evacuados de la embajada chilena y a otros 16 de varios países. En la tarde del 27 de abril, zarpó y, al día siguiente, llegaba a Marsella, donde permaneció para realizar otro viaje a partir del 3 de mayo. En esta oportunidad, primero pasó por Valencia el 6 de mayo, pero las personas que debían embarcarse no estaban todavía. Fue a Alicante donde, entre el 7 y el 11 de mayo, embarcó a 51 evacuados (11 en forma clandestina y uno a petición del gobernador, por ser perseguido de muerte por elementos comunistas). En Valencia, el 12 de mayo embarcaron 35 evacuados y el 13, otros 69 más. Bolivia completaba sus necesidades de evacuación, pero Chile no pudo enviar, en esta oportunidad, a ninguno de sus asilados. Entre el 23 y el 26 de mayo, se realizó otro viaje. En Alicante, se embarcó a 51 evacuados, y en Valencia, a 42 más. Las autoridades navales dispusieron, el 31 de mayo, el regreso del Tucumán, previo pasaje nuevamente por Alicante, y por fin el 3 de junio de 1937, el Tucumán zarpó de Marsella entre los vítores de los refugiados que se acercaron a despedirlo, no sin antes volver a entrar entre el 4 y el 7 de junio, en Alicante, donde embarcó a 75 evacuados que trasladó a Lisboa, donde permaneció entre el 9 y el 12 de junio fondeado en el río Tajo. Tras hacer escala en Cabo Verde puso rumbo a Buenos Aires, donde arribó el 30 de junio en medio de una multitud que se aproximó a recibirlo[1].

Clara Campoamor y Federico Fernández Castillejo reflejaron en un libro Heroísmo Criollo. La Marina Argentina en el drama español numerosas acciones de los tripulantes de las dos naves argentinas. Al explicar por qué huyó de Madrid en septiembre de 1936, Campoamor escribe que: la anarquía que reinaba en la capital ante la impotencia del gobierno y la absoluta falta de seguridad personal, incluso para los liberales, o quizás sobre todo para ellos, me impusieron esa prudente medida. Se sabe también que los autores de los excesos, o los que han tolerado que se cometan, siempre encuentran excusas, aunque sólo consistan en pretender que hay que juzgar las revoluciones en su conjunto y no en sus detalles, por elocuentes que sean. ¡Y yo no quería ser uno de esos detalles sacrificados inútilmente!, añade Campoamor con amarga ironía[2]. Como ejemplos de lo realizado por las dotaciones argentinas, comparto de las páginas de Campoamor las siguientes anécdotas:

“En agosto de 1936, en Alicante residía, escapado de Madrid, con toda su familia, uno de los hombres públicos más conspicuos de la República. El ministro de Defensa, amigo íntimo del prócer republicano, sentía honda preocupación. Alguien informó al cónsul argentino en Alicante, y este a su vez a la representación argentina en Madrid. Pérez Quesada visitó al ministro de Defensa, eran las 10 de la mañana, y tras unas llamadas telefónicas, a las 10:30 esa familia embarcaba sorpresivamente en el 25 de Mayo[3].

“En un local nocturno, un marinero argentino notó que un hombre estrafalario que se hacía llamar don Pancho daba muestras evidentes de querer hablarle en secreto: ‘Estoy en peligro de muerte, sálveme…’, el marinero respondió: ‘Espérenos aquí esta noche; volveremos’. Cuatro horas más tarde, los cinco marineros que habían vuelto a entrar al local salieron así: primero tres, luego los otros tres, y se dirigieron al barco. Al pisar la cubierta, aquel estrafalario don Pancho, tras los abrazos, quedó abatido. ‘No se preocupe, si es que nunca se ha embarcado’, lo animaban los marineros. ‘Sí que he embarcado muchas veces’, respondió. ‘¿En un buque de guerra? ¿Cómo lo dejaron entrar?’, preguntaron los marineros. ‘Rindiéndome honores, como ministro de Guerra del gobierno de España…’”[4].

“A los oficiales del Tucumán llegó la noticia de la angustia de dos damas: la hija de un viejo prócer republicano y una monárquica ferviente que coincidieron, huyendo en Alicante. Al anochecer, dos marinos, jóvenes y alegres, salieron a tierra. Al cabo de una hora, los milicianos los ven llegar alegres y con paso vacilante y cada uno del brazo de una mujer. Los oficiales cuando pasan al lado de los milicianos, les guiñan un ojo a los guardias y pasan sin detenerse. Suben al Tucumán, los dos oficiales se cuadran erguidos ante el comandante quien informa a las señoras: Señoras, están ustedes en territorio argentino”[5].

Al mes siguiente de regresar a Argentina El C.F Casari cesó como Comandante y dos años después falleció a la edad de 45 años. En febrero de 1940 se organizó un homenaje en Madrid por su heroica labor de evacuación de centenares de españoles durante la guerra. Dicho acto fue organizado por Serrano Suñer, entonces ministro de La Gobernación, también asistieron otros refugiados que fueron evacuados a través del citado buque, entre otros el futbolista Ricardo Zamora[6].

El crucero 25 de Mayo, al mando del C.N. Miguel Ferreyra.

 

Juan Ángel López Díaz

Coronel de Infantería de Marina ( Ret.)

Miembro de la AEME y del Centro de Pensamiento Naval (EGN)

 

Fuente:

https://lacritica.eu/noticia/3488/nuestras-firmas/la-loable-intervencion-de-la-marina-de-guerra-argentina-al-inicio-de-nuestra-guerra-civil..html