Global Policy Perspective Report LA BIPOLARIDAD DUAL: La ecuación geopolítica del siglo XXI

Documento sobre Perspectiva  Geopolítica Global elaborado por el Instituto Europeo de Estudios Internacionales, cuya Catedra de Estrategia dirige el General de División del ET. r D. Jesus Argumosa Pila, Presidente de AEME

LA BIPOLARIDAD DUAL: La ecuación geopolítica
del siglo XXI

Published by Chair for Strategic Studies at the European Institute
of International Studies Press Salamanca-Stockholm
2 de mayo de 2021

INDICE
Introducción
Pasado reciente
La bipolaridad dual
Los grandes dilemas geopolíticos
Mirando al futuro
Referencias

LA BIPOLARIDAD DUAL
La ecuación geopolítica del siglo XXI

Introducción
Hace poco más de un siglo – 1899 – que el término geopolítica se usó por primera vez por el politólogo sueco Rudolf Kjellen aunque los modelos geopolíticos formales ya existían en los trabajos y doctrinas de Friedrich Ratzel en Alemania o estaban en
desarrollo como es el caso de las ideas de Halford Mackinder en Inglaterra. En estos
primeros años, la idea central de su significado se entendía a esta disciplina como el
estudio de relaciones e interacciones entre el Estado y la geografía.
En el periodo entre guerras del siglo pasado, el general alemán Karl Haushofer
introdujo la teoría geopolítica que incluía la doctrina del espacio vital o lebensraum
preconizada por Ratzel – en el partido nazi que fue utilizada como base ideológica por Hitler para llevar a cabo su plan de expansión territorial con objeto de apoderarse del Este de Europa.
Después de acabada la II GM, y como consecuencia de su estrecha relación con la
ideología nazi, la geopolítica sufrió un ostracismo hasta los años 60 del siglo pasado
cuando empezó a resurgir en diferentes trabajos de nítido carácter propio de esta
disciplina. Con un enfoque tradicional, sobresale en estos años el papel de Henry
Kissinger aplicando el término en aspectos globales de las relaciones internacionales y Colin S. Gray en una orientación dirigida a la política exterior de Estados Unidos.
Años después, Yves Lacoste en Francia y Peter J. Taylor en el Reino Unido
introdujeron pautas geopolíticas más modernas tratando las relaciones entre los
fenómenos políticos y las configuraciones geográficas físicas y humanas, así como la
rivalidad entre las grandes potencias ya sea desde el punto de vista Este-Oeste o ya
sea desde el prisma Norte-Sur.
Llegando ya a los años a caballo sobre el cambio de siglo, aparece el tratadista
estadounidense John A. Agnew, ampliando el campo de la disciplina geopolítica
ligándola a la práctica política mundial con una visión universal que incluía los ámbitos académicos, las políticas exteriores y los medios de comunicación.
En concreto, Agnew provoca un cambio en el enfoque del término ampliando tanto el número de puntos de vista desde los que se pueda analizar la disciplina como de los actores reales que la pueden configurar. Así, la geopolítica tradicional apostaba por el Estado como principal ejecutor de la misma y a un conjunto de factores del espacio geopolítico como pueden ser la extensión, la posición, los recursos o la dimensión de las Fuerzas Armadas, entre otros.
Sin embargo, en los inicios del siglo XXI se ha producido una evolución en la que
además del Estado tradicional, aparecen también pseudo-estados, organizaciones
supraestatales y actores no estatales al mismo tiempo que se utilizan nuevos factores de análisis como ocurre con las tecnologías emergentes, las grandes empresas digitales, la energía, el ciberespacio o el espacio geopolítico distendido que modifican las condiciones en que se desarrolla la geopolítica mundial.
A mayor abundamiento, y en relación con los factores de análisis del espacio
geopolítico, con la globalización se ha generado una visión universal e integral de
todos estos factores y una mayor interrelación entre ellos. Algunos de estos factores y otros nuevos se pueden contemplar como nuevos entornos complejos, amplios y con personalidad propia. Es el caso del ciberespacio, del medio ambiente, del ámbito sanitario, del contexto económico-financiero o del campo espacial, que demandan la necesidad de contar con modernas estrategias sectoriales.
Al inicio de este siglo había cuatro principios básicos a los que siempre se recurría. La visión del mundo como un todo, la catalogación de las diferentes partes del mundo como modernas o atrasadas, la división del mundo en Estados territoriales y la interpretación de que estos Estados están en perpetua pugna por el predominio en el poder. Se trataba de construir un mundo menos estadocéntrico y, en consecuencia, menos peligroso1.
En la actualidad, después de haber visto una amplia intervención de organismos e
instituciones internacionales durante la primera veintena de años del siglo XXI, al
hacer frente a amenazas globales como la COVID-19 o a tensiones estratégico-bélicas como las existentes en diferentes partes del mundo, principalmente, en el Este de Europa, en Oriente Medio, en el Mar de China Meridional o en el Sahel ampliado, que afectan al sistema de seguridad internacional, el Estado ha vuelto a tomar un fuerte protagonismo.
En el próximo futuro todas las tendencias apuntan a que seguiremos con la
incertidumbre, con la competición geoestratégica entre las grandes potencias o con la inestabilidad producida por diferentes crisis y conflictos que conducen a un desorden estratégico de dimensiones globales. En este contexto resulta necesario buscar un equilibrio entre el protagonismo de los Estados y el de los organismos, instituciones y actores internacionales.

Pasado reciente
En los inicios del año pasado, comencé a hablar en estas páginas de que en esta
situación actual de incertidumbre, volatilidad e inestabilidad puede ser un momento
muy oportuno para definir un nuevo modelo geopolítico que sea creíble, coherente y
sólido, en el que, con independencia de la disputa por los territorios y por los recursos, adquiera un lugar preferente la lucha por el dominio de la energía, de las empresas digitales o de las tecnologías emergentes en campos tales como el Big Data, las redes 5G, el internet de las cosas, la robótica, el radar cuántico o la biotecnología, entre otros.
También decía que una de las principales virtudes de este moderno modelo debiera
tener como apoyatura la plena voluntad y capacidad de la comunidad internacional
para sintetizar lo consuetudinario y tradicional con el espíritu innovador que debe
impregnar el cambio de mentalidad de sus integrantes. Su bondad debiera descansar tanto en su vocación de permanencia como en su continua adaptación a los requerimientos y necesidades de los nuevos tiempos2.
La evolución pragmática o ejecutiva del sistema geopolítico desde el orden mundial
establecido en la segu da mitad del siglo XX, se ha materializado, inicialmente, en la
oposición entre dos grandes bloques, bajo el liderazgo de EEUU y de la desaparecida Unión Soviética, imperando el modelo geopolítico de la bipolaridad, siendo sustituido en los inicios de los años 90 de dicho siglo por una unipolaridad tutelada por Estados Unidos como único hegemón. Dicha unipolaridad fue reemplazada, desde la guerra de Georgia de 2008, por el inicio del cambio a un modelo geopolítico de la multipolaridad que no ha llegado a cristalizar por lo que puede dar paso a otro modelo distinto.
En el panorama geopolítico mundial que se avecina podemos establecer dos grandes
niveles de países en la más alta jerarquía de poder. En el nivel principal se hallan
Estados Unidos, China, Rusia y la Unión Europea. Serían los países de primer orden
por el peso específico que tienen en el establecimiento y definición del orden
internacional.
En un nivel inmediatamente debajo se encuentran los países de segundo orden en el
que podemos considerar, a su vez, dos categorías, la primera que incluye a India,
Japón y Brasil y la segunda, compuesta por México, Turquía, Irán, Egipto, Nigeria,
Pakistán, Bangladesh, Indonesia, Corea del Sur, Vietnam y Filipinas – los señalados
por Jim O`Neill como el Grupo de los 11, en 20113 – que están cerca o pasan
claramente de los 100 millones de habitantes.
No parece haber duda de que cuando estamos entrando en una nueva era –
caracterizada entre otras cosas por el ascenso de China, el mundo cibernético, el
escenario del ciberespacio, la revolución energética, el cambio climático o el
protagonismo de las empresas digitales – parece lógico que aparezca una
configuración geopolítica que se distingue por responder a unos innovadores factores geopolíticos mezclados con otros tradicionales.

La bipolaridad dual
Es en este contexto donde está tomando cuerpo una nueva dimensión de las
relaciones de poder, caracterizada fundamentalmente por la rivalidad geoestratégica entre las potencias de primer orden o grandes potencias continentales – China y Rusia – y las grandes potencias marítimas – Estados Unidos y la Unión Europea – en torno a los cinco elementos o factores geopolíticos más importantes que en la actualidad definen con mayor propiedad a esta disciplina: el PIB, los gastos de defensa, las tecnologías emergentes, la energía y la dimensión militar.
Estas modernas relaciones de poder se distinguen por la aparición de un nuevo
modelo geopolítico, el de la bipolaridad dual, en el que aparecen dos grandes polos
enfrentados, cada uno de ellos compuesto por dos centros de poder. El polo
transatlántico integrado por Estados Unidos y la Unión Europea, que descansa en el
vínculo transatlántico actualmente en proceso de rehabilitación; y el polo euroasiático integrado por China y Rusia, apoyado en la asociación euroasiática, cuya influencia está creciendo cada vez con más fuerza. Es la respuesta a una nueva doctrina del “equilibrio de poder” frente a la doctrina de la “política de poder” que ha tenido un gran auge en base a las alianzas o a las organizaciones multinacionales.
El tratar el modelo de bipolaridad dual es preciso señalar que, por un lado, la
bipolaridad se basa en políticas e intereses contrapuestos en diversos campos como
pueden ser el político, el económico, el militar, el social, el cultural o el tecnológico. Por otro, la dualidad se asienta en políticas e intereses compartidos o complementarios en los diferentes campos señalados.
De acuerdo con los factores que se han señalado más arriba, se hará una exposición
del lugar que ocupa cada uno de los cuatro actores geopolíticos que conforman la
bipolaridad dual en dichos factores al mismo tiempo que se realiza una interpretación y valoración de los resultados al objeto de disponer de una visión mundial que encuadre debidamente a los dos polos con sus correspondientes centros de poder.
Empezando por los datos de PIB y del gasto de defensa que se señalan en el Cuadro I    se puede indicar algunas consideraciones. De acuerdo con el Banco Mundial, el PIB del año 2019 4 – último año del que se dispone de cifras exactas -, el bloque
transatlántico disponía de un PIB dos veces y media superior al del bloque
euroasiático. Lo que nos dice que la economía del polo marítimo es claramente
superior a la del polo terrestre.   PIB 2019 (US$ a precios actuales) | Data (bancomundial.org)
No hay duda de que la suma de la economía estadounidense y europea superan
ampliamente a la china y rusa. Siendo verdad que China, segunda economía
internacional actual, superará ligeramente a la de Estados Unidos en torno al 2030,
también es cierto que las perspectivas de la economía de Rusia – con un PIB muy
inferior al de los otros tres actores – son realmente negativas mientras que la UE
seguirá estando en los primeros puestos mundiales.
Por otro lado, no hay que olvidar la iniciativa china de la Belt and Road Initiative (BRI) o Nueva Ruta de la Seda con la que China ha establecido una red de lazos
económicos con más de 100 países, y no vacilará en usarla para exportar las normas
chinas junto con su modelo de capitalismo de Estado y subsidios estatales. Pronto las empresas occidentales encontrarán en otros mercados las mismas dificultades para competir que hoy tienen en China5.
En cuanto al factor de los gastos de defensa, observamos que el gasto de defensa del
bloque transatlántico es casi cuatro veces mayor que el bloque euroasiático. Con estos dos factores parece que el polo transatlántico está en mejores condiciones de actuar y de adquirir mayores cotas de poder y de influencia que el polo euroasiático.

Lo importante es que el gasto de defensa sea empleado en nuevas capacidades que
aporten un valor añadido a las Fuerzas Armadas y que les proporcionen superioridad estratégica y operacional en el nuevo campo de batalla.

Cuadro núm. 1

PIB y GASTOS DE DEFENSA

 

PIB 2019                                        MILLONES DE $

GASTOS DE DEFENSA              MILLONES DE   $

ESTADOS UNIDOS 21.433.226 738.000
UNION EUROPEA 15.626.448 220.000 (+ -1%)
                                       TOTAL 37.059.674 958.000
CHINA 14.279.937 193.300
RUSIA 1.669.876 60.600
                                        TOTAL 15.949.813 253.900

 

 

 No obstante, hay que reconocer que, en los últimos 50 años Occidente ha volcado sus gastos de defensa, principalmente, en capacidades relacionadas con las necesidades de operaciones contra la insurgencia donde la exigencia de capacidades basadas en tecnologías emergentes ha sido menor. De modo contrario, el polo euroasiático ha priorizado sus gastos de defensa en capacidades de tecnología avanzada.
En relación con las tecnologías emergentes, tecnologías avanzadas o nuevas
tecnologías es preciso señalar el plan que presentó el presidente chino Xi Jinping en
2015 con el título de Made in China 2025, poniendo el acento en sectores como la
inteligencia artificial, los semiconductores, las baterías y los vehículos eléctricos al
mismo tiempo que anunciaba el aumento del contenido nacional de componentes
tecnológicos clave al 40% en 2020 y al 70% en 2025.
En un mundo donde el poder geopolítico está cada vez más vinculado al avance
tecnológico, Estados Unidos ha liderado, durante mucho tiempo, a sus rivales. Las
compañías estadounidenses han fabricado y fabrican algunos de los ordenadores más rápidos del mundo, los aviones de combate más eficientes y mortíferos o los robots  mejor capacitados.
En estos momentos, la lucha entre Estados Unidos y China, como las dos primeras
potencias en las nuevas tecnologías, será clave en el futuro más inmediato de la
bipolaridad dual. El problema actual no es la inversión china en las 5 empresas
digitales de alta tecnología estadounidenses – Apple, Google, Microsoft, Amazon y
Facebook – sino la inversión de las citadas empresas estadounidenses en China como consecuencia de que el país de la Gran Muralla está tratando de crear y hacer valer sus propias normas.

En el factor energético se destaca que el consumo y la producción de energía resulta
esencial para el crecimiento económico y el desarrollo de los países, condicionando su PIB. Al mismo tiempo, constituye un elemento estratégico de suma importancia en el ámbito geopolítico.
En este terreno, Estados Unidos ha mostrado en los últimos años un gran liderazgo
basado en el impulso de las técnicas del fracking y perforación horizontal, que ha
permito al país conseguir la independencia energética y aumentar su peso e influencia
geopolítica internacional. Además, se ha convertido en el primer productor mundial
superando a Rusia y a Arabia Saudí.
Sin embargo, para la UE la dependencia de las importaciones energéticas,
especialmente de gas natural y del petróleo, constituye un grave problema en materia de la seguridad del abastecimiento energético. A esto se añade que Rusia es el principal proveedor de las importaciones de petróleo y de gas con un porcentaje
promedio del 30% y del 40%, respectivamente, durante la década 2008-2018.
Si además se tiene en cuenta que más de la mitad de la energía que consume la UE
corresponde a fuentes de energía importadas no suficientemente garantizadas es
lógico deducir que dicha situación conforma una vulnerabilidad que, con
independencia de que la actual crisis en Ucrania que supone un potencial agente
bélico, puede encontrar una solución en la diversificación de proveedores.
En el otro bloque, Rusia es rica en diversas fuentes de energía primaria. Dispone de la mayor reserva de gas natural conocida – 32% de las reservas de gas comprobadas y 23% de las probables -, es la segunda mayor reserva de carbón – 10% y 14%, -,
ocupa el 8º lugar en las reservas de petróleo – 12% y 42% – y el mismo lugar en las
reservas de uranio. Mediante el gasoducto Power of Siberia de 3000 km de largo
Rusia transporta gas natural a China enmarcado en un impulso político y económico que incrementa los lazos entre los dos países.
China tiene una gran dependencia de las importaciones de recursos energéticos. De
acuerdo con la Administración de Información Energética (EIA) de Estados Unidos, la  producción de petróleo em China ha aumentado en 4,9 millones de barriles diarios, pero, a pesar de este aumento, la dependencia del petróleo extranjero ha alcanzado el 70% de su consumo y se espera que se incremente en los próximos años6.
Si bien el crecimiento global de la demanda energética está ralentizándose, la
proporción de China en esa demanda va aumentando. Para 2035, China puede
representar un 28% de la demanda de la energía primaria mundial, en comparación
6 https://www.worldenergytrade.com/oil-gas/general/la-dependencia-energetica-de-china-crecera-apesar- de-los-importantes-descubrimientos-de-petroleo 10
con el 23% actual, mientras que Estados Unidos podría representar apenas el 12%
teniendo en la actualidad el 16%7.
Por último, en el factor de la dimensión militar, la modernización militar de China sigue impulsando las adquisiciones y los esfuerzos de I+D en Estados Unidos y también está proporcionando argumentos para la definición de las políticas de defensa en Asia-Pacífico. Pekín pretende lograr la primacía en sus zonas cercanas. Un ejemplo lo constituye la participación de la Armada del Ejército Popular de Liberación (PLAN) con las fuerzas paramilitares marítimas de China en unas maniobras en el Mar de China Meridional utilizando como base de operaciones las islas Spratley, ocupadas ilegalmente por el país de la Gran Muralla.
Cuando, en 2020, la armada rusa continuó las pruebas del misil hipersónico 3M22
Tsirkon hay que tener en cuenta que la entrada en servicio de esta arma marcaría un
importante avance en el ataque naval ruso. Asimismo, los misiles balísticos Kinzhal
(AS-24 Killjoy) se han lanzado desde los MiG-31 Foxhounds, mientras que ya es
operativo el Avangard (SS-19 mod 4 Stiletto), vehículo de planeo hipersónico (HGV).
China también sigue desarrollando sus sistemas hipersónicos como el misil balístico
hipersónico DF-17 HGV muy difícil de interceptar. En Estados Unidos continúan
desarrollos similares como el Arma Hipersónica de Largo Alcance destinada a formar parte del programa de modernización de la artillería del ejército estadounidense.
La construcción naval china continuó, según lo previsto, con el segundo de los
buques portahelicópteros Tipo-075, así como el octavo crucero Tipo-055 y el 25º
destructor Tipo-052D. Mientras tanto, el segundo portaviones del PLAN comenzó las     pruebas de mar y un tercer portaviones está en construcción8. Por otra parte, las fuerzas aéreas chinas siguen integrando sistemas más avanzados. En el mes de
octubre pasado un bombardero H-6 modificado transportó un misil balístico lanzado desde el aire. Por otra parte, las fuerzas aéreas están desplegando más aviones de combate J-10C Firebird, J-16 y J-20 en tanto que está aumentando el número de transportes pesados Y-20.
Las armas hipersónicas y un mayor número de misiles de crucero y de vehículos
aéreos no tripulados constituyen las amenazas más peligrosas para las fuerzas
armadas transatlánticas en el momento actual y en el próximo futuro. Ello está
obligando al polo marítimo a interesarse más por la defensa aérea y antimisiles al
mismo tiempo que debe proceder a la producción. adquisición y dotación a sus
Fuerzas Armadas de dichas capacidades descuidadas durante las campañas de
contrainsurgencia en entornos operativos relativamente permisivos.
En cuanto al tema nuclear, es evidente que las dos grandes potencias nucleares son
Estados Unidos y Rusia. Sin embargo, China está modernizando y ampliando su
armamento nuclear con misiles estratégicos de alcance intermedio en tanto que
Europa sigue con su viejo arsenal nuclear. Es verdad que la firma, a principios del
pasado mes de febrero, de la renovación durante 5 años del Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (New START) entre Estados Unidos y Rusia, proporciona una situación de estabilidad nuclear a corto plazo, pero a medio plazo la situación es
preocupante.

Grandes dilemas geopolíticos
La rivalidad internacional entre el polo democrático y el polo autoritario nos
acompañará durante la primera mitad del siglo XXI destacando en esta rivalidad la
lucha por conseguir el dominio en los cinco grandes dilemas geopolíticos relacionados a continuación. El polo que consiga el dominio en estos grandes dilemas dispondrá de una clara ventaja sobre el otro en las relaciones de poder mundial.
El primero es el ciberespacio. El dominio del ciberespacio es el nuevo campo de
batalla – al lado del espacio terrestre, espacio marítimo, espacio aéreo y espacio
exterior – cuyas características más importantes son un entorno virtual sin límites
geográficos, de escasa seguridad, en el que se desarrollan actividades vitales para la
sociedad y en donde aparecen la delincuencia, el terrorismo y el espionaje junto con
conflictos armados y en el cual actúan actores anónimos en un marco bélico no sujeto a legalidad alguna9.
Como muestra de que el control y dominio sobre el ciberespacio está vivo y con
independencia de los ciberataques israelíes que ocurrieron hace ya más de una
década contra la planta nuclear de Natanz – gusano Stuxnet – en Irán o los
ciberataques rusos contra la red de Administración de Estonia, en 2010, en la
campaña electoral de EEUU, en 2016, y de Francia, en 2017, en los últimos meses es
preciso destacar los ciberataques rusos en las recientes elecciones estadounidenses y
contra la empresa SolarWinds o los presuntos ciberataques israelíes contra la planta
nuclear de Natanz el pasado mes de abril. Solo para resaltar los ciberataques más
impactantes que afectan a la comunidad internacional.
El segundo se refiere a Europa Oriental o para expresarlo con más precisión el
escenario existente entre el Mar Báltico y Mar Negro, donde se encuentra Ucrania que conforma el pivote geopolítico de Eurasia y donde se enfrentan Rusia y la Unión
Europea, a nivel regional, especialmente desde la anexión ilegal de Crimea, por partede Rusia, en la primavera de 2014, junto al apoyo político y militar ruso a los
separatistas orientales ucranianos en la región de Donbás. A ello se une, el rechazo
de la comunidad mundial, con Estados Unidos a la cabeza, por la violación del
derecho internacional.

La tensión en este gran dilema geopolítico ha aumentado en los últimos meses
alcanzando su pico en los primeros días del pasado mes de abril cuando Rusia llegó a tener desplegados algo más de 100.000 efectivos militares10 a tan solo una centena de  kilómetros de la frontera con Ucrania, el más numeroso desde 2014.
Con independencia de que el presidente ruso, Vladimir Putin, ordenó el inicio del
repliegue de las fuerzas militares rusas el pasado 23 de abril para terminar el 1º de
mayo, el despliegue ha producido una lógica y preocupante inquietud en la Unión
Europea y en la OTAN toda vez que el despliegue de tal cantidad de fuerzas ha roto
todos los protocolos existentes al efecto entre Europa y Rusia y ha estado a punto de
iniciar una escalada de inciertos resultados.
El tercer gran dilema está en Oriente Medio en el que están actuando actores globales como Estados Unidos y Rusia junto a otros regionales como Turquía, Irán, Israel o Arabia Saudí, enfrentados entre sí. El laberinto de fricciones existentes en la región desde la guerra civil en Siria hasta el conflicto palestino-israelí, pasando por la guerra civil en Yemen, la posible bomba nuclear iraní o el enfrentamiento irano-saudí, producen una situación prebélica de muy difícil solución.
Durante la presidencia de Donald Trump en Estados Unidos, se estableció una política aislacionista y nacionalista que abandonó los compromisos con sus aliados en Oriente Medio. Esta política junto a la retirada estadounidense del pacto nuclear con Irán y la suspensión de su apoyo a los rebeldes sirios ha producido un vacío geopolítico en la región que ha sido ocupado, en parte, por Rusia.
A pesar del intento del actual presidente estadounidense, Joe Biden, de revitalizar el
pacto nuclear con Irán del año 2015, las nuevas exigencias de Estados Unidos de
incluir el programa de misiles de Teherán o el reciente ciberataque israelí en la planta de enriquecimiento de uranio de Natanz, ya mencionado más arriba, no favorece las negociaciones de renovación del pacto nuclear que habían empezado en Viena unos días antes.
Si hablamos del cuarto gran dilema nos encontramos en el Este de Asia en cuya
región queda pendiente de resolver el inestable equilibrio geopolítico chino-japonés, el diferendo prebélico del Mar de China Meridional y el conflicto nuclear de Corea del Norte. Si la inestabilidad del equilibrio entre China y Japón se puede considerar con cierta tranquilidad en el inicio de la segunda década del siglo XXI no ocurre lo mismo con los otros dos focos conflictivos indicados.
China ha desarrollado y está desarrollando un patrón de comportamiento coercitivo
hacia Estados ribereños del Mar de China Meridional – Brunei, Filipinas, Indonesia,
Malasia, Taiwán y Vietnam – con reivindicaciones no respaldadas por el derecho
internacional. Al mismo tiempo, Pekín ha seguido militarizando atolones e islas en
apoyo de sus reivindicaciones territoriales y de sus preferencias estratégicas, a la vez
que prueba diverso armamento y realiza ejercicios militares en la zona.

En el conflicto nuclear de Corea del Norte se vislumbran dos alternativas. La primera,  statu quo actual, es la más probable, pero también introduce incertidumbre ahora que Corea del Norte cuenta con una disuasión nuclear real. La segunda alternativa – el reconocimiento de Corea del Norte como potencia nuclear con un régimen de control de armas y disuasión – transformaría el equilibrio regional, aunque podría ser más estable y próspera para todos.

Por último, el quinto gran dilema lo constituye la nueva región de Indo-Pacífico. Cada vez es más evidente que esta región se está convirtiendo en una realidad geopolítica y geoeconómica. Seis miembros del G-20 – Australia, China, Corea del Sur, India, Indonesia y Japón – están ubicados en la región. Las rutas comerciales marítimas que conectan a Europa y al Golfo Pérsico con el Océano Pacífico a través del Índico y del Sudeste Asiático son ya preponderantes. La pugna por el equilibrio de poder entre potencias en la región será una de las batallas geopolíticas más importantes del siglo XXI.

En la región estamos viendo el nacimiento de dos visiones políticas. Por un lado, una visión liderada por las democracias liberales, un orden basado en el respeto a las normas y reglas internacionales y el multilateralismo. Su promotor es QUAD – Grupo formado por Australia, Estados Unidos, India y Japón – que trata de hacer frente al cada vez más agresivo unilateralismo chino.
Y, por otro, una visión liderada por China de un orden unilateral, la cual también
comparte la Rusia de Vladimir Putin. La salida de EEUU de la Asociación
Transpacífico (TPP), ha proporcionado a China una oportunidad esencial para
potenciar su creciente influencia estableciendo el Tratado de la Asociación Económica Integral Regional (RCEP), acuerdo de libre comercio entre los 10 estados de la ASEAN y cinco de Estados de Asia y Oceanía – Australia, China, Japón, Nueva Zelanda y Corea del Sur -. El Tratado fue firmado en la Cumbre de la ASEAN del 15 de noviembre de 2020 y se espera que entre en vigor en menos de dos años. Se destaca en este Tratado la ausencia de Estados Unidos.
Con mucha probabilidad, el futuro de la región de Indo-Pacífico dependerá de la
consolidación del liderazgo indio en la zona, de la implicación de EEUU y del
afianzamiento y fortalecimiento del QUAD. Se debe tener presente que las industrias tecnológicas de India y Japón reúnen todas las características para ser los centros neurálgicos de la región de Indo-Pacífico, con un alto nivel de digitalización, como contrapeso al poder de China en la región de Asia-Pacífico.

Quedan algunos flecos importantes por tratar entre los que sobresalen, en primer
lugar, la incógnita de cuál será el poder que tendrán en el futuro las instituciones y
organizaciones internacionales – ONU, FMI, AIIB. OSCE, OTAN, OCS, TPP, CPTPP,
BRIC, RCEP, entre otras – donde descansa el modelo geopolítico de la “política de
poder” que ha tenido un protagonismo relativamente fuerte en los últimos años de la bipolaridad y parte de la unipolaridad pero que ahora les ha quitado en parte su rol el resurgimiento de la actuación de los Estados.
Otra incógnita lo constituye hacía que lado se inclinarán los países de segundo orden que se han mencionado más arriba. Por un lado, los clasificados en la primera
categoría, es decir, las tres democracias, Japón, India y Brasil – las dos últimas
pertenecientes al Grupo BRIC junto con China y Rusia -. Por otro, el resto de los
países del N-11 de O´Neill. Sin duda, serán elementos decisivos para definir cuál de
los dos polos que estamos considerando alcanzará la hegemonía planetaria.
La tercera incógnita es el Ártico cuya región está adquiriendo cada vez mayor
importancia geopolítica mundial no solo por los inmersos recursos que almacena –
/% y 30% de las reservas mundiales de petróleo y de gas natural, respectivamente
sino porque constituye una ruta de transporte marítimo internacional que acorta
sensiblemente las distancias y el tiempo y, en consecuencia, disminuye notablemente sus costes. Desde Rotterdam a Yokohama hay 20.000 km por el Canal de Suez mientras que por la ruta ártica del Noreste solo hay 14.000 km.
Por último, África e Iberoamérica quedan como regiones marginales donde ambos
polos intentarán influir y convencer con sus políticas respectivas. Aunque África es una prolongación geopolítica natural de Europa y, lógicamente, la UE pretende, junto con EEUU apoyar económica y militarmente a este continente para establecer la paz y seguridad en el mismo, China está haciendo grandes inversiones, especialmente en infraestructura, mientras que Rusia interviene en territorio africano, principalmente, a través del mundo militar.
En cuanto a Iberoamérica, tradicionalmente Estados Unidos ha sido el país más
influyente política, militar y económicamente en tanto que la UE establece tratados
políticos y económicos con diferentes países del subcontinente. En el momento actual, China tiene una presencia importante en comercio e inversiones en algunos países en tanto que en otros es un competidor. Por otra parte, Rusia está fomentando la inestabilidad en la región apoyando a ciertos países con la democracia pervertida mientras promueve movimientos antisistema en otros puramente democráticos.

Mirando al futuro
Dos de estos cuatro importantes actores que son los protagonistas de este nuevo
modelo geopolítico de la bipolaridad dual ya fueron también las principales estrellas
del viejo modelo de la bipolaridad que rigió más de cuarenta años en la segunda mitad del siglo XX. Mientras que Estados Unidos continúa siendo gran potencia en los cinco 17 grandes factores geopolíticos del siglo XXI, Rusia solo se mantiene co-lider mundial en el factor militar y en el energético, con muchas dificultades en el factor económico.
Los otros dos centros de poder protagonistas de la bipolaridad dual tuvieron un escaso rol en la bipolaridad. La Unión Europea nació en dicha época apoyada fuertemente por Estados Unidos y fue adquiriendo peso internacional, especialmente, en el factor económico. Sin embargo, el ascenso de China ha sido espectacular en todos los factores señalados destacando, fundamentalmente, en los factores económico y tecnológico.
Mientras que el vínculo transatlántico entre Estados Unidos y Europa existió durante toda la época de la bipolaridad y de la unipolaridad, y continúa en la actualidad, a pesar de alguna dificultad en la presidencia de Trump, la asociación estratégica euroasiática nació formalmente hace apenas tres años y tuvo una relación tensa en gran parte de los años de la bipolaridad, como consecuencia de la diferente interpretación del comunismo y de litigios fronterizos. Parece lógico que esta nueva asociación tarde un tiempo en consolidarse.
En este contexto la dinámica política y estratégica se caracteriza por una aceleración y transformación del pensamiento geoestratégico y de la naturaleza de la guerra11. La hegemonía mundial se sustenta en el dominio de los grandes dilemas geopolíticos mencionados que marcarán las líneas políticas y estratégicas más importantes de la geopolítica internacional durante la primera mitad del siglo XXI.
No hay que olvidar la doctrina geopolítica del espacio vital que están llevando a cabo
tanto China como Rusia. China está actuando agresivamente en el Mar de China
Meridional apropiándose ilegalmente de islas y atolones de dicho mar al mismo tiempo que despliega instalaciones y medios militares en contra de los derechos de los países ribereños. En cuanto a Rusia, se ha anexionado Crimea violando el derecho internacional al mismo tiempo que está apoyando política y militarmente a los rebeldes separatistas de Ucrania Oriental. Esta actitud agresiva del polo euroasiático viola el derecho internacional.
Otra característica de este modelo la conforma la visión global que tienen los cuatro
centros de poder en el sentido de disponer de la capacidad de actuar en cualquier
parte del mundo, principalmente en sus áreas de influencia, en una configuración
espacial que les permite ejercer la proyección geoestratégica sin fronteras de sus
factores geopolíticos en los que son líderes. En todo caso, la capacidad para
establecer alianzas con los poderes de segundo orden citados será un elemento
esencial de la hegemonía mundial en este modelo de la bipolaridad dual.
No cabe duda de que el gran dilema geopolítico del ciberespacio será uno de los
elementos clave donde se dilucidará la lucha por el poder hegemónico en esta primera mitad del siglo XXI. El dominio del ciberespacio y de las grandes empresas digitales constituirá uno de los principales atributos de poder mundial por el que competirán los dos grandes polos de poder con el objeto de conseguir la hegemonía planetaria. En este gran dilema existe una gran rivalidad, fundamentalmente, entre Estados Unidos y China.
En el gran dilema geopolítico del Este de Europa, participan directamente Rusia y la
Unión Europea a la que apoya fuertemente Estados Unidos mientras China
permanece relativamente al margen. Con independencia de la actuación ilegal de
Rusia en Crimea y Ucrania Oriental, a la UE le preocupa que Rusia pueda utilizar el
gas natural como arma política al mismo tiempo que presenta una vulnerabilidad
estratégica en el campo nuclear. Para contrarrestar esta vulnerabilidad cuenta con el
apoyo de EEUU.
Los grandes protagonistas en el gran dilema de Oriente Medio son Estados Unidos y
Rusia. Si durante la Administración estadounidense del presidente Trump EEUU
abandonó a sus aliados dejando un vacío geopolítico que ha sido ocupado, en parte,
por Rusia, el nuevo presidente estadounidense, Joe Biden, intenta recuperar su
influencia en la región con una nueva política exterior de multilateralismo utilizando las viejas alianzas. Todo ello, bajo la atenta mirada de China y la UE con importantes intereses estratégicos en la región.
En cuanto al gran dilema geopolítico del Este de Asia, los principales actores son
China y Estados Unidos en tanto que Rusia y la UE permanecen en vigilancia
estratégica. Mientras el equilibrio estratégico chino-japonés continúa estable, la actitud agresiva china en el Mar de China Meridional junto con el litigio con Taiwán y la represión contra los uigures supone un contencioso en el campo geopolítico y en el de derechos humanos chino-estadounidense.
Por último, en el gran dilema de Indo-Pacífico, también Estados Unidos y China se
constituyen en los máximos rivales. Mientras EEUU se postula como el líder del Grupo QUAD para adquirir la máxima influencia en la región, el país de la Gran Muralla lidera el Tratado RCEP. Ambas instituciones son recientes y se hallan en proceso de  consolidación como también lo es la propia consideración de Indo-Pacífico como región geopolítica en desarrollo.
Es en estos dos últimos grandes dilemas donde se halla el principal enfrentamiento
geopolítico chino-estadounidense para conseguir el dominio del Pacífico donde se
halla el centro de gravedad del orden planetario que ocupará esta primera mitad del
siglo XX. Tanto la Unión Europea apoyando a Estados Unidos como Rusia apoyando a China, intentarán que esta rivalidad se decante en favor de su aliado aprovechando las relaciones que tienen con los países que participan en el Grupo QUAD o en el Tratado RCEP.
En definitiva, este modelo geopolítico de la bipolaridad dual será la ecuación
geopolítica que, con mucha probabilidad, nos acompañará en el tramo de tiempo que se extiende hasta mediados del siglo XXI. Esta arquitectura geopolítica global
19 conformará el marco en el que dos sistemas de potencias estratégicas enfrentadas
quieren dominar el mundo. La fuerza geoestratégica autoritaria-comunista, liderada por China y Rusia compitiendo con la fuerza geoestratégica democrática bajo el liderazgo de Estados Unidos y la Unión Europea. El polo geopolítico que consiga dicho dominio establecerá los criterios y las normas del próximo orden mundial que se avecina

GD.r. Jesus Argumosa Pila

Madrid, 2 de mayo de 2021

 

1 AGNEW, J (2005). Geopolítica. Una revisión de la política mundial. Trama Editorial. 28080. Madrid.
España.

2 ARGUMOSA J. (2020). – El poder de China en el nuevo orden mundial001.docx (ieeiweb.eu)

3 O`NEILL J. (2011). The Growth Map. Penguin Books. 80 Strand, London WC2R ORL..
England

4 PIB 2019 (US$ a precios actuales) | Data (bancomundial.org)

5 LEONARD M. (2021). El nuevo impacto de China. El País (13-04-21)

6 https://www.worldenergytrade.com/oil-gas/general/la-dependencia-energetica-de-china-crecera-apesar-
de-los-importantes-descubrimientos-de-petroleo

7 La revolución energética de China – elEconomista.es

8 Military Balance 2021

9 ARGUMOSA J. (2019) Las operaciones en el ciberespacio (acami.es)

11 ARGUMOSA J. (2019) Las operaciones en el ciberespacio (acami.es)

Referencias
AGNEW, J (2005). Geopolítica. Una revisión de la política mundial. Trama Editorial.
28080. Madrid. España.
ARGUMOSA J. (2020). – El poder de China en el nuevo orden mundial001.docx
(ieeiweb.eu)
O`NEILL J. (2011). The Growth Map. Penguin Books. 80 Strand, London WC2R ORL.
England
PIB 2019 (US$ a precios actuales) | Data (bancomundial.org)
LEONARD M. (2021). El nuevo impacto de China. El País (13-04-21)
https://www.worldenergytrade.com/oil-gas/general/la-dependencia-energetica-dechina- crecera-a-pesar-de-los-importantes-descubrimientos-de-petroleo (2020)
La revolución energética de China (2017)- elEconomista.es
Military Balance 2021
ARGUMOSA J. (2019) Las operaciones en el ciberespacio (acami.es)
The Economist 24-04-2021. Pág 7