Luis V. Pérez Gil, Alférez Reservista Voluntario, Doctor en Derecho con premio extraordinario por la Universidad de La Laguna, Asociado de AEME publica en su blog la siguiente reseña sobre el programa del submarino nuclear estratégico (SSBN) .
EL SSBN COLUMBIA COMIENZA A TOMAR FORMA
El 10 de enero de 2024 se produjo un nuevo hito en el programa de desarrollo del submarino nuclear estratégico (SSBN) americano de la clase Columbia, que está destinado a sustituir a los envejecidos submarinos clase Ohio que entraron en servicio entre los años ochenta y noventa del siglo pasado. Una barcaza de grandes dimensiones transportó la sección de popa del cabeza de serie desde los astilleros Newport News hasta las instalaciones de General Dynamics Electric Boat en Quonset Point, Rhode Island, donde el 4 de junio de 2022 se celebró la ceremonia de puesta de quilla del SSBN-826 Columbia -como dimos cuenta en la entrada COMIENZA LA CONSTRUCCIÓN DEL SSBN-826 COLUMBIA, de junio de 2022-. Posteriormente, las diferentes secciones construidas se trasladarán a Groton, donde se formará el cuerpo del nuevo submarino y se probarán los sistemas instalados a bordo.
Su botadura está programada para 2027 y el inicio de las pruebas de mar hacia 2030. Los doce submarinos de la clase Columbia irán entrando en servicio de 2032 a 2042 y se convertirán en el componente principal de la fuerza de contragolpe americana hasta la década de 2080 (cada submarino cargará hasta 16 misiles balísticos intercontinentales (SLBM) Trident II D5 con capacidad MIRV).
Los avances tecnológicos irán haciéndose públicos progresivamente, pero sin duda será el buque de combate más avanzado que se haya producido cuando entre en servicio. Tanto este programa, como el nuevo bombardero estratégico B-21 Raider (véase la entrada
PRESENTACIÓN DEL NUEVO BOMBARDERO ESTRATÉGICO B-21 RAIDER, de diciembre de 2022) y el misil balístico intercontinental (ICBM) LGM-35 Sentinel -véase la entrada
MODERNIZACIÓN DE LA TRIADA NUCLEAR DE LOS ESTADOS UNIDOS: PRIMERA PRUEBA DE EQUIPOS DEL ICBM LGM-35 SENTINEL, de julio de 2022) son los principales proyectos destinados a modernizar la triada nuclear estratégica americana, con un coste conjunto estimado actual de 350.000 millones de dólares. Y, por ahora, se están desarrollando dentro de los límites del Tratado de Limitación de Armas Estratégicas (Nuevo START) firmado por los presidentes Barak Obama y Dmitry Medvedev en Praga en 8 de abril de 2010. Pero nada asegura que este tratado, el último sobre limitación de armas nucleares vigente entre los Estados Unidos y Rusia, surta efectos más allá del 5 de febrero de 2026, fecha de su vencimiento, tras la prórroga acordada en el último momento por los presidentes Joseph Biden y Vladimir Putin el 26 de enero de 2021.
Los acontecimientos posteriores son de sobra conocidos: guerra en Ucrania, amenazas de empleo de armas nucleares, transferencia masiva de medios militares de Occidente a Ucrania que han golpeado, incluso, portadores de armas nucleares y, finalmente, la aprobación por el Congreso americano de una partida presupuestaria para reequipar con ojivas nucleares los misiles de crucero BGM-109 Tomahawk, en una completa regresión a los tiempos duros de la Guerra Fría y a una pérdida de vigencia de los principios morales que llevaron a los dirigentes políticos de la época a decidir que con menos armas nucleares el mundo era más seguro.
La idea de un sistema internacional basado en la búsqueda de la paz y la seguridad y con unos arsenales mínimos entre las grandes potencias para garantizar el funcionamiento de la disuasión ha cedido frente a una nueva etapa de competencia entre grandes potencias, donde, de nuevo, el empleo de la fuerza se considera legítimo (al margen de las estúpidas declaraciones de los actuales dirigentes occidentales y de los testigos silenciosos) y se ha vuelto a un período de lucha por el poder y la influencia internacionales. Este tipo de pugna, lucha o competencia (como queramos llamarlo) no augura nada positivo para las relaciones internacionales: las grandes potencias suman rápidamente amigos y aliados, de buen grado o por la fuerza, las potencias medias pierden su valor como generadores de equilibrio en sus respectivos espacios regionales y el resto de los Estados se ven sometidos a la influencia, presiones y, en último caso, a la violencia por parte de las grandes potencias o de sus adláteres, que llegan a ejecutar órdenes irreconciliables con sus propios intereses nacionales porque saben (creen ellos) que se juegan su propia existencia.
Al final,
si no se imponen las reglas del equilibrio de poder, nada impedirá que se produzca una guerra entre grandes potencias (enfrentamiento decisivo), por lo que el último límite para que eso no suceda es precisamente la existencia de la amenaza permanente de sufrir un ataque nuclear masivo que produzca daños catastróficos a ambos contendientes. Ese es, en definitiva, el fin último de aquellos
costosísimos programas de modernización de armas nucleares que garantizan la vigencia de la estrategia de la destrucción mutua asegurada.
Fuente:
https://ullderechointernacional.blogspot.com/2024/01/el-ssbn-columbia-comienza-tomar-forma.html