ZARZUELA Y MILICIA Monica Ruiz Bremón y Enrique Blasco Cebolla

La españolidad de la Zarzuela es una obviedad que no requiere demostración. En nuestro acervo o inconsciente colectivo cultural español, o si se prefiere por extensión hispano, todos somos capaces de tararear o frasear inconscientemente fragmentos de zarzuelas, sin tener muy claro a cuál de ellas pertenecen y, por supuesto, a qué maestros, compositores y libretistas, deben ser atribuidas. Porque no hay que olvidar que la zarzuela es música y letra y en ello radica la clave de su especificidad y, a buen seguro, de su gran arraigo popular. Como obra teatral, refleja lo que ocurre en la calle en el momento en que se estrena y, como creación musical podría ser considerada, en justicia, como la auténtica música «nacional» española surgida a raíz de la Guerra de la Independencia. No en vano incorpora repertorios musicales típicamente españoles, como seguidillas, jotas, boleras, villancicos, pasodobles, marchas, tiranas, cachuchas, polos, himnos, canciones patrióticas… o que, en opinión de María José Corredor Álvarez, la hace tan entrañable y auténtica a oídos de la gente.

Los historiadores, musicólogos y sociólogos que se han ocupado de estudiar este género dramático musical en el seno de la sociedad española de finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, como Antonio Mena Calvo, Ricardo Fernández de Latorre o José Manuel Padilla Barrera, entre otros, han concluido que, por su impacto y arraigo popular, las zarzuelas vienen a ser una especie de termómetro de la calle, un lugar común en el que la sociedad podía identificarse, opinar y conmoverse con los sucesos

Los Voluntarios (portada de la partitura)

contemporáneos. Por esa razón la zarzuela está aún viva en nuestro tiempo, ya iniciado el siglo XXI.

Y si la españolidad de la Zarzuela está fuera dudas, lo mismo puede decirse de la relación entre esta genuina manifestación dramático-musical y el elemento militar. Es éste un tema que estará muy a menudo presente en las cerca de 400 zarzuelas que se han podido documentar, lamentablemente no todas ellas conservadas o estrenadas. Porque la presencia del elemento militar en la Zarzuela no se refiere únicamente a la pertenencia de sus autores a la milicia, como fue el caso, entre otros, del gran Ruperto Chapí, sino a los aspectos tanto musicales como dramáticos que, en mayor o menor grado, muchas contienen. Así, además de aparecer en ellas música de carácter específicamente militar, como toques de ordenanza, himnos o marchas, abundan los personajes y los argumentos vinculados a la guerra o a la milicia.

Voluntarios catalanes parten para la Guerra de Africa

El gran estudioso de la música militar española, Ricardo Fernández de Latorre, llegó a clasificar cinco grupos de zarzuelas en función de esos elementos. Así, en un primer grupo, tendríamos las zarzuelas dedicadas a personajes militares, que pueden ser desde quintos a mariscales; en el segundo, las que se dedican a personajes con nombre o mote militar, como El Trompeta Minuto. En tercer lugar, tendríamos zarzuelas dedicadas al Arma de Caballería, siempre atractiva para el público por su aura romántica. Otro grupo sería el definido por los toques de ordenanza o instrumentos con los que se interpretan, como El Tambor de Granaderos. Y un último grupo estaría formado por las zarzuelas de temática histórico-militar en general, destacando entre éstas la titulada El Baile en Capitanía, con música de Federico Moreno Torroba y ambientada en las guerras carlistas. Basada en una novela de Agustín de Foxá, esta zarzuela fue estrenada ya mediado el siglo XX.

No es pues raro que las zarzuelas nos presenten historias de levas y de sorteos de quintos, de voluntarios y forzosos, de cuarteles y de ranchos, de cartas a novias y a madres, de batallas, victorias y derrotas, de nostalgias, de repatriaciones, de heridas y pérdidas de compañeros. Todas estas

El tambor de Granaderos (portada de la partitura)

situaciones tuvieron cabida en aquel eminentemente género popular musical que pulsaba el sentir de la gente y permitía expresarse a ésta en relación con los acontecimientos que más le afectaban. Entre ellos, las guerras y las campañas que España tuvo que afrontar desde mediados del siglo XIX hasta el primer tercio del siglo XX, pero también sobre otras pasadas, como la Guerra de la Independencia. Así, un estudio de Antonio Linares Lucena en 2017 demuestra que la batalla de Bailén, ocurrida durante la Guerra de la Independencia, aparece citada en los libretos de hasta 21 zarzuelas distintas. Y, cómo no, las Guerras del Norte de África, que serían un tema de zarzuela utilizado de manera recurrente, desde O’Donnell, en una especie de campaña de «marketing» sociopolítico, toda vez que se conocía el impacto que podía alcanzar el género lírico en la sociedad española de finales del XIX y principios del XX, como ha analizado recientemente Andrea García Torres.
Entre los compositores de zarzuela hubo tanto militares como civiles que compusieron zarzuelas completas o piezas sueltas para el llamado género lírico español, siendo algunos de los primeros tan destacados como el músico mayor de Artillería Ruperto Chapí Llorente, autor de El tambor de Granaderos, zarzuela estrenada en 1894. Otros músicos mayores que sobresalieron en este género fueron Arturo Saco del Valle Flores, autor de las zarzuelas La Indiana, El traje misterioso, El túnel, Tropa ligera, El Trompeta Minuto, y de la marcha militar Legionarios y Regulares; José María Martín Domingo, con las zarzuelas Galería popular, La pantera del canaillo, y los pasodobles Marcial, eres el más grande (dedicado al torero Marcial Lalanda del Pino), y Ven, Cirila, ven; así como su consuegro Pascual Marquina Narro, creador de las zarzuelas La bandera Legionaria, El banderín de la 4ª, La primera centinela, El soldado de cuota, y del popular pasodoble España Cañí, quizás la obra española más oída en el mundo tras el Concierto de Aranjuez del maestro Rodrigo. También forma parte de este selecto elenco, el que fuera capitán de Infantería y después profesor de piano en el Conservatorio de Valencia, Fernando Díaz Giles, autor de El cantar del arriero, conocido en el mundo militar, sobre todo, por haber sido el autor de la música del Himno oficial de Infantería.

Además de estos músicos mayores, que desarrollaron su carrera dentro y fuera de las Fuerzas  Armadas, fueron numerosos los compositores civiles que incluyeron piezas propias de la música marcial -toques de ordenanza, pasodobles, himnos, marchas…- en zarzuelas de todas las temáticas, quedando así la música militar indisolublemente unida a este género. A modo de muestra podemos recordar pasodobles tan populares como el que figura en el final del primer acto de la zarzuela Cádiz, dedicada a la ciudad asediada por los franceses en la Guerra de la Independencia, con libreto de Javier de Burgos inspirado en uno de los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós, y música de Federico Chueca y Joaquín Valverde, y El Dos de Mayo, también de Federico Chueca; o el Coro de repatriados, de la zarzuela Gigantes y Cabezudos de Fernández Caballero; o Los Voluntarios, de Gerónimo Giménez, referida a los voluntarios catalanes que lucharon con Prim en Tetuán; o el Pasodoble de los Quintos, de la zarzuela La Bejarana de Francisco Alonso e incluso, de este mismo autor, el Pasodoble

Concierto “Conoce a los Ejércitos a través de la Música Militar” (año 2014 -Teatro Monumental de Madrid-)

de la Banderita de Las Corsarias, si bien ésta no es considerada una zarzuela en sentido estricto, sino una revista musical. También cabe recordar al célebre Soldadito español de La orgía dorada y el Canto a la espada toledana, Fiel espada triunfadora, de El huésped del sevillano, obras ambas de Jacinto Guerrero; Soldado de Nápoles, de la zarzuela La canción del olvido de José Serrano; la habanera Marchaba a ser soldado, de Luisa Fernanda de Moreno Torroba; o la Salve de la zarzuela El Molinero de Subiza, número éste adoptado en su día por la Armada Española y que, con el paso del tiempo, terminó haciéndose popular en todos los ámbitos de la mar, con libreto de Luis de Eguilaz y música de Cristóbal Oudrid, quien también escribiría la célebre y conocidísima página musical El Sitio de Zaragoza con el objetivo de servir como música incidental para la obra teatral del mismo título de Juan Lombía. Y terminamos aquí la muestra, que no pretende en absoluto ser exhaustiva sino tan solo un apunte sobre el papel cultural, sociológico y político de la Zarzuela en momentos claves de nuestra historia.
En cuanto a las pruebas de la vinculación entre la milicia y el género musical español de la zarzuela son, como se dijo al principio, irrefutables. De la misma manera que hay música militar que tiene su origen en la zarzuela -es el caso de algunos temas musicales de zarzuela convertidos en marchas-, la temática militar ha quedado unida a este género dramático intrínsecamente español y han sido numerosos los compositores e intérpretes que, procediendo del ámbito castrense, han ayudado a su creación, mantenimiento y difusión.

Mónica Ruiz Bremón  y Enrique Blasco Cebolla