Interesante articulo que publica Dña. Eva García Garcia , de la Sección de Historia Militar de la Academia de las Ciencias y de las Artes Militares, sobre los españoles, los mayores protagonistas del mestizaje en toda la historia de Americe.
Vindicación de la acción de España en América
Hace apenas dos años fuimos testigos de un ir y venir de noticias sobre ataques y destrozos de estatuas de Cristóbal Colón en Estados Unidos y del rechazo de otros símbolos y personajes españoles, entre ellos el del fraile franciscano mallorquín Fray Junípero Serra, o los ataques a las estatuas de Juan Bautista de Anza o Carlos III en California. Nada menos que a Carlos III que sin su ayuda George Washington nunca hubiera vencido a los ingleses. Aunque hubo un gran interés mediático por entonces, el asunto no es nuevo. Allá por 1992, con motivo del 500 aniversario, ya habían suspendido en Dakota la celebración de uno de los días más conocidos en Norteamérica después del día de Acción de Gracias, el Columbus Day, una celebración establecida como tal en 1892 por el presidente norteamericano Benjamin Harrison, cuando se cumplieron los 400 años de la llegada de Colón a las Bahamas en 1492.
El motivo, como de costumbre, tenía más fondo político o ideológico que histórico, más de relato de fábula que de texto histórico. El asunto de fondo era que la comunidad italiana llevaba años y años sufriendo ataques xenófobos en Norteamérica, principalmente por su condición de inmigrantes y católicos. El reconocimiento y el ensalzamiento de la figura de Colón les devolvió su dignidad como ciudadanos de derecho en la sociedad norteamericana, en la que por tantos años los anglosajones los habían discriminado. Por ello, no es de extrañar que fueran los más dispuestos a evitar que este asunto fuese a más. Sin embargo, los españoles estuvieron ausentes de aquella batalla dialéctica, no parecía importarnos mucho.
Se ha observado que, con los años, este lamentable asunto, lejos de quedar en anécdota, ha ido creciendo mucho más. El año pasado al menos diez universidades, ocho estados y ciento treinta ciudades de EEUU habían cambiado el Día de Colón por el Día de los Pueblos Indígenas; y si bien es cierto que el “explorador Colon” era al parecer genovés, ahora resulta que el “genocida Colón” si era español. El origen de la rápida difusión en América de este desafortunado episodio tendremos que buscarlo en el año 2002, cuando el presidente venezolano Hugo Chávez firma un decreto aboliendo el Día de la Raza que pasaría a llamarse el Día de la Resistencia Indígena. Día de la Raza que no es otro que el día de la Hispanidad, es decir del legado cultural y de todo tipo de España a lo largo del mayor imperio de la Historia de la Humanidad.
Un año más tarde, durante la celebración anual, el presidente Chávez declaraba que se negaba a celebrar el Día del Descubrimiento y culpaba a los españoles de genocidas equiparando la conquista de América con el genocidio nazi, un sinsentido o exabrupto que sin embargo fue comprado por algunos indigentes intelectuales y alguna ideología desviada. Un año después, el 12 de octubre de 2004, se juzgó y se condenó, en un acto simbólico, a una estatua de Colón, a la que se derribó, se arrastró y se colgó por los pies bajo el cántico de unos improvisados indígenas. Además, se ocultó dicha estatua, desterrándola al olvido.
Lo que seguramente no le contaron al presidente venezolano es que los españoles que llegaron a aquellas tierras, fueron los protagonistas del mayor mestizaje de la historia, característica diferencial del imperio español, donde a diferencia del resto de países, en los territorios españoles los matrimonios interraciales eran legales, estaban permitidos y de facto se producían tanto en la península ibérica como en los virreinatos como el de la Nueva España, multitud de cuadros y láminas de la época con familias mestizas adineradas dan cumplida cuenta de esto, además de los registros civiles.
Según los datos del World Fact Book 2019, una publicación anual que emite la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos, en base a los porcentajes de población indígena y mestiza en las áreas de los virreinatos españoles, extraemos que Perú tiene el 85 %, Bolivia el 88 %, México 90 %, Ecuador del 92 % y Honduras del 97 %. Es decir, una media del 90% de nativos y mestizos entre la población actual. Difícil de sostener la vil y enteca acusación de genocidio, pero da lo mismo.
Sin embargo, en Canadá los territorios sujetos al colonialismo inglés y francés cuentan con un porcentaje de indios, no hay mestizos, del 4,4 % y en Estados Unidos con un 0,92 % de indios y un 2,9 % de mestizos. Estos datos tan mínimos son debidos al conocido como “colonialismo depredador” de estos países, que no se mezclaban con la población local, a diferencia de los españoles que tenían un “colonialismo integrador”. No mencionamos los porcentajes en Australia, Nueva Zelanda o Tasmania que incluso son menores. Acusar de genocida a un pueblo para desviar la atención del verdadero genocidio cometido por otros es una práctica que les ha dado resultado a algunos para sacar réditos de reputación internacional, ante la pasividad o ingenuidad de España. En el pecado llevamos la penitencia.
Las únicas leyes de protección de las poblaciones indígenas que ha habido en la historia de América son las leyes que promulgaron la Corona española. Sin embargo, las poblaciones indígenas de América se quedaron sin protección legal de los reyes cuando el Imperio se desmembró. Todo lo que sucedió después de los distintos procesos de independencia de España no se cuenta y sin embargo han representado las mayores desapariciones de etnias nativas que se han producido en Hispano América, sin contar, claro está, con los territorios al Norte del Rio Bravo donde queda apenas un 1 % de nativos indios.
Tal y como lo define el filósofo español Gustavo Bueno en su obra “España frente a Europa”, los españoles fueron un imperio generador, integrador mientras que los anglosajones fueron un imperio depredador. Más tarde, uno de sus discípulos, Pedro Insua en su obra “1492 España contra sus fantasmas”, recuerda que la condición racial nunca fue obstáculo alguno para la promoción y el ascenso social de nativos, negros o mestizos. Con esto queremos poner de manifiesto la diferencia de estrategia, objetivos y metodología de España que en ningún caso llegó a aquellas tierras con una intención deliberada de aniquilar a la población. No nos olvidemos que la principal causa de muerte fueron las enfermedades como la viruela, cuya terrible epidemia llevó, a inicios del siglo XIX, a la puesta en marcha de la primera gran expedición humanitaria de la historia de la humanidad conocida como Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, que duró más de tres años y que dirigió el médico militar español Francisco Javier Balmis y que contó con la inestimable ayuda de la enfermera Isabel Cendal.
El 30 de noviembre de 1803 partía el navío María Pita del puerto de La Coruña con 37 personas a bordo. Fue el rey Carlos IV quien apoyó y sufragó esta primera expedición sanitaria internacional que evito la muerte de cientos de miles de personas previniendo los efectos de la mortal epidemia. La vacuna llegó a todos los dominios españoles de Ultramar en América y Filipinas, sin duda una acción filantrópica, como muchas otras de España, alejada de esa mentalidad “genocida” a la que falsamente se acusa a la Corona española, incluso hoy en día en el siglo XXI.
El conocido hispanista norteamericano Charles F. Lummis, (1859-1928) periodista, poeta, fotógrafo, estudiante de Harvard, filántropo, y activista y “defensor de los derechos de los indios norteamericanos” debería ser un personaje de estudio obligado en las universidades españolas y americanas, sus obras sobre el valor y heroísmo de los españoles en sus descubrimientos, en sus exploraciones, debería ser libro de cabecera de muchos líderes políticos en España.
En la obra de Lummis Los Exploradores Españoles del S. XVI. Vindicación de la acción colonizadora española en América escribe que “una de las cosas más asombrosas de los exploradores españoles –casi tan notable como la misma exploración– es el espíritu humanitario y progresista que desde el principio hasta el fin caracterizó a sus instituciones. Algunas historias que han perdurado pintan a esta heroica nación como cruel para los indios; pero la verdad es que la conducta de España en este particular debiera avergonzarnos a los norteamericanos”.
Continua Lummis en su obra “La legislación española referente a los indios era incomparablemente más extensa, más comprensiva, más sistemática, y más humanitaria que la de Gran Bretaña, la de las colonias y la de los Estados Unidos todas juntas. España después de descubrir las Américas, en poco más de cien años de incesante exploración y conquista había construido en el Nuevo Mundo centenares de ciudades, decenas de universidades, cientos de colegios, cuyos extremos distaban más de cinco mil millas, con todas las ventajas de la civilización que entonces se conocían, habiendo penetrado los españoles en veinte de dichos Estados y habían fundado las dos primeras ciudades de los EEUU. Francia había hecho unas pocas y cautelosas expediciones, que no produjeron ningún fruto y Portugal había fundado unas cuentas poblaciones de poca importancia en la América del Sur. Inglaterra había permanecido durante todo el siglo en una magistral inacción y entre el Cabo de Hornos y el Polo Norte ni una mala casucha inglesa, ni un solo hijo de Inglaterra”.
Así las cosas, podríamos atrevernos a reclamar que este rechazo a Colón, los ataques a Fray Junípero Serra, los recientes compromisos verbales y escritos de políticos a ambos lados del Atlántico de acabar con los símbolos del “genocidio” español, junto con acciones similares que están ocurriendo en nuestro país y en Estados Unidos, se manifiestan sin la debida documentación y rigor histórico y sociológico y basan la defensa de estas acciones en rumorología y tendencias más ideológicas y políticas que históricas, que no se han cuestionado con hechos contrastados adecuadamente y que sin duda cambiarían el discurso al que estamos tan acostumbrados. Al margen de lo idóneo, lo documentado o lo por documentar, el hecho irrefutable es que estamos ante una situación poco favorable para el pueblo español. El relato tergiversado elaborado con intenciones políticas tiene más seguidores que la historia real extraída de los archivos. Que la realidad no destruya una buena historia.
Eva García García
Academia de las Ciencias y las Artes Militares
Sección de Historia Militar
Fuente:
http://Vindicación de la acción de España en América