Nuestro asociado el General de Ejercito, r, D. Luis Alejandre Sintes publica este articulo en elogio de la Unidad Militar de Emergencias en el diario La Razón del dia 8 de agosto.
Sus miembros deben poder afrontar tanto una helada avalancha de montaña que cierra un túnel, como el asfixiante calor de un incendio forestal.
No es nueva esta figura. Remontándonos a 1796 ya se había constituido una Brigada de Artillería Volante para la lucha contra incendios»
Tenemos algo más de 3.000 efectivos fuera de España a quienes priorizo en estas reflexiones veraniegas. Pero hay otros dentro de casa, que también «disfrutan» de un veraneo especial. Me refiero a los 3.500 efectivos que forman la Unidad Militar de Emergencias. Creada en Octubre de 2005 tras el desastre de coordinación e intervención del incendio de Guadalajara, ha logrado en estos 14 años un merecido reconocimiento como modelo de éxito y como referente. El mejor premio que puede concedérseles es el aplauso con que los reciben las personas que necesitan protección en momentos difíciles: ya sea una manta en una autopista cerrada por la nieve, ya sea viéndoles como ayudan a sofocar un incendio que afecta a sus montes o viviendas. La UME ha ido creciendo y adaptándose a las necesidades operativas de Protección Civil con la que está incardinada, constituyendo un elemento de cohesión nacional como valioso instrumento del Estado. Bajo su aparentemente sencillo lema «Para Servir» se cobijan los valores tradicionales de la milicia, su vocación de disponibilidad, la asunción de riesgos y su eficacia, apoyadas en una instrucción rigurosa que día a día prepara a sus efectivos. Una recién creada Escuela Militar de Emergencias (2017) canaliza esta preparación en sus diferentes capacidades tanto genéricas como específicas de lucha contra incendios, inundaciones, tormentas invernales, seísmos, contaminación medioambiental y riesgos tecnológicos.
Esta eficacia se apoya en el papel «multirrol» asignado a su personal y al «multimisión» y «multipropósito» asignado a su material. Sus miembros deben poder afrontar tanto una helada avalancha de montaña que cierra un túnel, como el asfixiante calor de un incendio forestal. Sus medios terrestres deben proporcionar mediante cambios de plataforma, capacidades adaptadas a cada situación. No hace falta que describa el vital papel de los medios aéreos de 43 Grupo Ejército de Aire que con eficacia y no valorado riesgo, constituyen un elemento fundamental en la lucha contra incendios.
«El año 2018 –referirá uno de sus mandos– fue relativamente tranquilo con solo 7 incendios. Pero este año vamos por los 22 con previsión de llegar a 40, dadas las condiciones de temperatura y humedad». «Pero no varía en nada la absoluta disponibilidad del personal», añade. «Un pelotón de cada uno de los cinco batallones desplegados en Torrejón, Morón, Bétera, Zaragoza y León, está disponible para actuar en su zona entre 15 minutos y una hora. En esta hora se han incorporado sus refuerzos y relevos inmediatos; y en tres horas está operativo todo el Batallón». Este despliegue se completa con dos destacamentos de 80 efectivos que el Batallón de Morón despliega en Gando (Gran Canaria) y Los Rodeos (Tenerife); el de Bétera preposiciona efectivos y material en Baleares y el de León lo hace en Figueirido (Pontevedra). Destacamentos en Santa Ana (Cáceres) y en Armilla (Granada) se «acercan» a las zonas de posible intervención.
Bien sabe su personal que en período escolar–de junio a septiembre– solo puede disfrutar un máximo de dos semanas, que deben corresponder a períodos de rotación entre unidades orgánicas.
Tienen razón quienes definen a sus Batallones (BIEM) como «modelo mixto de capacidades», capaz de potenciar en un momento lo que requiere la situación, previsto incluso el apoyo entre ellos. Este modelo constituye además la «punta de lanza» necesaria para una simbiosis con el Ejercito de Tierra, el que proporciona el 90% de sus efectivos y con el Ejército del Aire el que desde sus bases asegura un apoyo transporte de personal inmediato. Ejército de Tierra porque, ante mayores necesidades, es capaz de dotar y alimentar su misión mediante aumento de capacidades como la de personal y medios puente (San Llorens ,Mallorca), grupos electrógenos (Barcelona), o especialidades muy determinadas como rescates en montaña o desactivación de explosivos.
No es nueva esta figura. Remontándonos a 1796 ya se había constituido una Brigada de Artillería Volante para la lucha contra incendios. Y los Ejércitos y la Armada han estado presentes desde siempre en catástrofes y accidentes como las riadas de Valencia, las inundaciones en el País Vasco o el socorro y búsqueda de supervivientes en alta mar.
Resumiendo: la UME constituye hoy como parte especializada e importante de las Fuerzas Armadas, un instrumento fundamental al servicio del Estado. Cubre constatadas diferentes capacidades de las administraciones autonómicas. La reciente posición de la Generalitat ante el incendio de Tarragona es muestra palpable de ello. Los incendios, las riadas y las nevadas, no suelen reconocer límites entre comunidades ni banderas. Y las zonas devastadas no son solo propiedad de unos irresponsables políticos de turno.
Prestigio de la UME ganado a pulso por unos uniformados, hoy en la Sierra de Madrid, que aceptan veranear de forma especial.
Tienen claro que lo hacen, en beneficio de todos. ¡Gracias!