En el marco del Programa de Colaboración de Asociados (AEME-PCA 2024-25), el General de División del ET, r D. Ricardo Martinez Isidoro, Presidente de AEME, redacta el siguiente articulo, de gran actualidad.
¿UNA DISUASION EUROPEA IMPOSIBLE?
La evolución de la guerra de Ucrania, favorable para “la operación especial rusa” en esta fase del conflicto, y las soluciones occidentales para paliar este curso negativo de los acontecimientos, han hecho florecer iniciativas que vislumbran oponerse, ya desde ahora, a que Rusia pueda tener la veleidad de proseguir su agresión atacando a algún país de Occidente, miembro de la OTAN o de la UE.
Como es lógico, la aplicación de los tratados que unen a aquellos, Washington (Art. V) y Bruselas (Art.47.2), significaría la contemplación del resto de países componentes de acudir en auxilio del agredido con todos los medios disponibles, incluidos los militares.
Para evitar una guerra general en Europa, ante tales hechos posibles, es fundamental que funcione algo que hasta la fecha ha dado sus rendimientos en el Continente, la disuasión. EL Presidente francés Macron ha “ofrecido” dos soluciones para este momento crítico, la Disuasión Nuclear Francesa, al servicio de una Defensa Europea, y la posibilidad de envío de tropas europeas que actúen en la guerra ruso ucraniana.
La disuasión, en sus principios más elementales, evita el enfrentamiento por la contemplación del agresor de que los beneficios que puede recibir de su ataque no son suficientes para compensar las pérdidas que pueden producirle con aquel.
En el caso de la disuasión nuclear, aspecto de la guerra que esgrime a menudo el Presidente Putin y sus adláteres, la disuasión actúa de la misma manera pero toma especial relevancia el concepto de “destrucción mutua asegurada”, imperante en la Guerra Fría en sus primeros momentos pero existencialmente permanente, dado que supone el holocausto de ambos contendientes y seguramente mundial por los efectos globales de la radiación.
Se producen disquisiciones acerca del empleo limitado del armamento nuclear, de cargas de efectos reducidos (bomba de neutrones) y de su combinación con las llamadas armas nucleares tácticas, etc ; en cualquier caso su utilización promueve la escalada, con la utilización de las estratégicas de carácter preventivo (eliminación de la posible respuesta del agredido) y finalmente la respuesta final decisiva; no hay que olvidar que entre los posibles contendientes existe cerca de 12000 cabezas nucleares. Esta escalada, siempre posible, y más en manos de dirigentes inseguros, elimina los efectos de la disuasión, es decir significa el fin del Planeta; por ello hay que evitarlo, y se ha evitado en los momentos más críticos.
La Disuasión Nuclear Francesa no es despreciable, ni mucho menos; en su día cuando fue establecida apuntaba, a través de su” Force de Frappe”, a la extinta Unión Soviética, con capacidades que podrían llegar a producir hasta 50 millones de víctimas, según los expertos galos del momento, aspecto que lógicamente hubiera supuesto la eliminación del Hexágono, y buena parte de sus aledaños. Su combinación, y sobre todo la decisión de su empleo cuando los intereses vitales de Francia estuvieran amenazados (que recuerda a la formulación de Putin al respecto), con otras estrategias de disuasión nuclear, como la de “respuesta flexible” de la OTAN, introducían una ambigüedad en el Este que disuadía su empleo; este efecto podría estar vigente.
La diferencia con tiempos pasados, pero próximos, es que el nivel de seguridad internacional ha descendido peligrosamente; los tratados que protegían variados aspectos del empleo de todo tipo de armas han sido conculcados y abandonados: Cielos Abiertos, Misiles de Alcance Intermedio, Armas Convencionales, Armas en el Espacio, Misiles Antimisiles, etc, permaneciendo el de No Proliferación de Armas Nucleares Estratégicas, en su configuración última.
Pero existe un requisito, que los europeos, los países miembros de la UE, aprueben estar bajo el paraguas nuclear disuasivo francés, aspecto que precisa la definición de los Intereses Vitales de la Unión Europea, los que no solamente no han sido definidos, de una forma fehaciente, sino que su expresión práctica es difícil de plasmar a 27, que son los miembros de la UE
La llegada del próximo Presidente de los Estados Unidos, ya inminente, va a significar un aviso terminante a sus socios europeos en la OTAN, consistente en la necesidad de que sufraguen los costes de su propia defensa, y ya no va a ser suficiente ese umbral del 2%, que se requería antes de la invasión rusa de Ucrania, sino cifras que alcanzarían el 3/3,5 %, e incluso más si la decisión de Trump consiste en no ser un socio principal de la OTAN, por su desplazamiento estratégico hacia la región de indo pacífico.
Otra cuestión es la cooperación de las armas nucleares estratégicas de Estados Unidos en la disuasión europea de Rusia, hasta ahora incluida en todas las hipótesis doctrinales occidentales, incluso en la poco definida de la UE. La cuestión se complica si se pone en el tablero de la disuasión en Europa las armas nucleares británicas, muy dependientes de Estados Unidos, incluso se las conoce como de “doble llave” por necesitar para su desencadenamiento la aquiescencia de ambos países; la entente franco británica, no solo bilateral sino en OTAN, en su Comité de Planes Nucleares, deberán muy seguramente incluir estos extremos.
Europa, cuya capacidad de endeudamiento todavía es importante, debe ir pensando en edificar un sistema de defensa sólido basado no solo en nuevas capacidades y en una industria de defensa integrada, sino en sustituir las potenciales ayudas norteamericanas, en un posible conflicto con Rusia, por potencialidades propias.
Ricardo Martínez Isidoro
General de División, r Presidente de la Asociacion Española de MIlitares Escritores