SEGURIDAD Y DEFENSA General Martinez Isidoro

 

 

SEGURIDAD Y DEFENSA

 

Durante estos días de debates públicos y quizás más en los privados, discretos sin duda, se observa una cierta confusión, entre los conceptos de seguridad y defensa, aunque ya se recojan algunos frutos del esfuerzo por llegar a una Cultura de Defensa.

Es necesario admitir que la seguridad por sí misma no indica prácticamente nada para formalizar dicha distinción, dado que si acudimos a la terminología militar significa “la necesidad de tomar una serie de medidas para evitar que el enemigo nos sorprenda”, además ese concepto ha venido siendo un principio derivado del Arte de la Guerra en las principales doctrinas militares del Mundo, y también en España; en otro orden de cosas,” la seguridad es aquella situación generada que propicia la vida ordenada de un país, facilitando su desarrollo en todos los órdenes, o también la condición que resulta de tomar ciertas medidas de protección”.

Quizás el problema de algunos resida en la dificultad de aprobar el aumento del gasto militar, si este se centra exclusivamente en defensa, a pesar de la actitud amenazadora que nos viene del Este de Europa, y quizás del Sur, argumentando que una solución centrada en el gasto en seguridad podría dulcificar esas supuestas dificultades.
El concepto de seguridad, sustituyendo al de defensa, surge en Europa cuando se aprecian otros riesgos que pueden comprometer la existencia coherente de un país, y no se quiere desarrollar íntegramente el concepto de defensa nacional, globalizador e integrador, y con la pretensión, en España, de que se gaste menos en la Defensa Militar, esto sucedía en los albores del año 2000, impulsado incluso por los thing tanks que nacían en los márgenes de estos conceptos para su financiación.

La definición más clara y completa de la Defensa Nacional, no vigente, y más acertada, por cierto, hay que encontrarla en la Ley de Criterios Básicos de la Defensa Nacional y de la Organización Militar de 1980, ya en pleno estreno de la Transición, así:
“La Defensa Nacional es la disposición, integración y acción combinada de todas las energías y fuerzas morales y materiales de la Nación ante cualquier forma de agresión, debiendo todos los españoles participar en el logro de tal fin”.
Además” tiene la finalidad de garantizar de forma permanente la unidad, soberanía e independencia de España, su integridad territorial y el ordenamiento constitucional, protegiendo la vida de la población y los intereses de la Patria”; finalmente añadía que debería proporcionar una efectiva Seguridad Nacional, dando entrada a este concepto por primera vez.

Por lo tanto, la seguridad de la Nación es fruto de una depurada Defensa Nacional, se trataba por tanto de un efecto, no de una organización.

En este sentido, la Defensa Nacional, así concebida en la década de los ochenta, se componía de dos aspectos clave, la Defensa Militar y la Defensa Civil:
La Defensa Militar es “la disposición permanente de las Fuerzas Armadas para hacer frente, en todo momento y lugar, a la amenaza o agresión de cualquier enemigo”.
La Defensa Civil es “la disposición permanente de todos los recursos, humanos y materiales, no propiamente militares, al servicio de la Defensa Nacional y también a la lucha contra todo tipo de catástrofes extraordinarias”.

Las tres definiciones, muy claras, son las que definen los conceptos que hoy día aparecen en el debate público y parlamentario en torno “al rearme” europeo para hacer frente a los riegos y amenazas que presenta la actitud y las operaciones que Rusia conduce en Ucrania y las indirectas, ahora conocidas como híbridas; sin embargo, bien es verdad que existe una cierta confusión inducida.

En primer lugar, la Ley Orgánica de la Defensa Nacional vigente, la del 2005, aprobada en el postconflicto de la Operación Iraki Freedom en el Irak del 2003/4, que hacía obsoleta la primera, no define en ningún momento la Defensa Nacional, a pesar de su nombre, ni la Defensa Militar y la Defensa Civil , aspectos que no ayudan demasiado en el actual debate sobre donde aplicar los incrementos de financiación de la Defensa Nacional que reclama Europa y sobre todo la nueva política de Trump, con su debilitamiento del vínculo transatlántico.

Sin embargo, no se cita apenas en el debate el nuevo concepto, la Seguridad Nacional, no tan nuevo si se considera como efecto conseguido por una eficaz Defensa Nacional; aquel surge ya, estructurado, con medios, personal e instituciones, y por supuesto con presupuesto, pero si se analiza en detalle viene a identificarse con el anterior, tan globalizador como lo era su causa desencadenante, la Defensa Nacional.

Un crecimiento de la Defensa Militar que, por supuesto incluye el reforzamiento de las Fuerzas Armadas, además de otros aspectos integrados en ellas, como la ciberdefensa, la guerra de la información, que incluye la desinformación, el dominio cognitivo, y muchos etcéteras, como la movilización, no tendría los efectos deseados, fuera del debate político, sin una Defensa Civil, ahora sin nombre, pero que incluye todos los recursos civiles al logro de la Defensa Nacional, nunca determinados pero fundamentales para “completar” la eficacia de la Defensa Militar, muchos de ellos se encuentran predeterminados en la Seguridad Nacional.

Así, una y otras defensas son parte de esta nueva función y efecto, y están incluidas en ella, por lo que el binomio seguridad y defensa está obsoleto, privando la Seguridad Nacional, que es:
“La acción del Estado dirigida a proteger las libertades y el bienestar de sus ciudadanos, a garantizar la Defensa de España y sus principios y valores constitucionales, así como a contribuir junto a nuestros socios y aliados a la seguridad internacional en el cumplimiento de los compromisos asumidos”.

Si se pretende aumentar el gasto en Defensa Militar sin su acoplamiento a la Defensa Civil, al menos a su contenido, estaremos dejando incompleta la primera, tanto para la defensa de España como en nuestra contribución a la Defensa de Europa, vía UE y OTAN.

Ricardo Martínez Isidoro
General de División, r
Presidente de AEME.