¿Qué se entiende por Guerra Híbrida? (I)

La Asociación Española de Militares Escritores comienza el Ciclo «Plan de Activación de Asociados 1S/22» que  es un espacio abierto en la web para que los asociados  publiquen temas de libre elección. Los artículos se publicaran  los martes de cada semana.

 

El  General Guinea Cabezas de Herrera , asociado de AEME,  nos ofrece un ensayo sobre la llamada “guerra hibrida”.

 

¿Qué se entiende por Guerra Híbrida? (

 

La guerra híbrida se ha convertido en un concepto ampliamente utilizado por los m.c.s., y que trata de definir una forma de agresión en la que se mezclan guerra convencional con guerra irregular, pero a la que se añade, en este mundo de comunicación instantánea, ciberguerra, operaciones de influencia, fake news, intervención en elecciones, lawfare (utilización abusiva o ilegal de las instancias judiciales nacionales e internacionales, manteniendo una apariencia de legalidad, para inhabilitar o provocar el repudio popular contra un oponente.) y diplomacia, todo ello sin que haya formalmente una declaración de guerra. De esta manera, combinando efectos cinéticos y esfuerzos subversivos, se trata de evitar la respuesta adecuada del agredido.

Una definición bastante aceptable aunque no única es “el uso de tácticas asimétricas para tantear y explotar debilidades del adversario por medios no militares tales como intimidación y manipulación política, económica y de información, apoyadas por la amenaza del uso de medios militares convencionales y no convencionales”. Un elemento clave es el de la centralización de mando, de forma que todas las acciones en cualquiera de los campos están orientadas a un objetivo estratégico claro.

La Guerra Híbrida (GH) por tanto tiene lugar en un entorno pre bélico complejo. Descrito este entorno por los estudiosos como “híbrido”, “de espectro completo”, “no lineal”, “próxima generación”, o “’ambiguo” –las variaciones en la descripción indican lo resbaladizo del sujeto– se mezclan acciones psicológicas, medios de comunicación, economía, cibernética, y operaciones militares sin necesidad de una declaración formal de guerra. Por ello muchos consideran que el término está poco definido y que solo debería referirse al empleo de métodos irregulares para hacer frente a una fuerza convencional superior, en lugar de un término que incluye cualquier amenaza no lineal.

¿Cómo nace el término? La mayor parte de los estudiosos señalan que fue en EE. UU. donde, a medida que las operaciones se volvían más complejas, era necesario hacer llegar al estamento político las dificultades generadas por esta complejidad y la necesidad de abordarlas de forma diferente. Uno de los primeros en señalar esta complejidad fue el Gen Mattis de Infantería de Marina que habló de la guerra de los tres bloques: podría haber operaciones en que simultáneamente se hiciera labor humanitaria, gestión de crisis y combate convencional, lo que obligaba a los soldados a estar listos para cambiar entre estas acciones, y a los líderes políticos a ser conscientes de las dificultades y de la necesidad de prestar apoyos no puramente militares. Para algunos fue una sorpresa el comprobar que la victoria militar en Irak no condujo al fin del conflicto.

El propio Mattis agregó posteriormente un cuarto bloque, un nuevo tablero, donde se mueven la información, la comunicación y las ideas. La batalla de las ideas es el tablero que debe sincronizar a los tres bloques anteriores. Su relevancia cambia el enfoque tanto como para alterar la terminología y las relaciones entre las misiones.

La guerra en el Líbano de Israel contra Hezbolá amplió la “guerra híbrida”, para aplicarlo a una lucha contra un actor no estatal que no podía definirse exclusivamente como grupo terrorista, capaz de realizar combate convencional, además del irregular, y que además empieza a emplear las redes sociales en su beneficio. La campaña de las Fuerzas de Defensa de Israel en el sur del Líbano en 2006 para derrotar a este grupo chiita no terminó con una victoria incontestable de las hasta entonces invencibles fuerzas armadas del Estado de Israel.

Este nuevo escenario obligó a una revisión militar que abogó por combinar tácticas, técnicas y procedimientos propios de una guerra convencional con los particulares de una lucha contrainsurgente y una lucha contraterrorista y preparar la fuerza para un escenario que combina distintos tipos de guerra. El término va ganando relevancia especialmente después de la guerra de Ucrania en 2014. No obstante, el concepto de guerra híbrida sigue siendo demasiado escurridizo, no del todo definido y asociado a lo que se llama operaciones en la zona gris.

Con el fin de delimitar un tanto el significado del término la guerra híbrida debe recoger algunos o todos los siguientes aspectos:

Un adversario no estándar, fluido y complejo, sea estatal o no. Estos actores no estatales pueden seguir las directrices de un estado o tener su propia agenda. Hezbollah es un adversario no estatal, mientras que Rusia en su ocupación de Crimea es un adversario estatal realizando una guerra híbrida (los “hombrecillos verdes”).

Empleo de una combinación de métodos de combate tradicionales e irregulares. Pueden incluir capacidades convencionales, tácticas irregulares, formaciones irregulares, apoyo diplomático, terrorismo y violencia indiscriminada y actividad criminal. Será normal el uso de acciones clandestinas para evitar atribución. Todas ellas estarán orientadas a apoyar una estrategia unificada.

Flexibilidad y rapidez de respuesta, controlando el relato. Por ejemplo, evitando el uso de móviles para evitar localización ante los ataques aéreos del adversario, mezclarse entre la población y explotar propagandísticamente los “daños colaterales” provocados por el adversario.

Uso de sistemas avanzados de armas junto con otras tecnologías disruptivas, y su empleo podíamos llamar atípico, con lo que se logra causar daños muy llamativos. Drones y teléfonos encriptados proporcionan una rápida transmisión de información.

Guerra de la información, con importante uso de los m.c.s. y redes sociales para propaganda y recluta de voluntarios, distribución de información falsa, influenciar a ciertas audiencias, etc.

La existencia de tres campos de batalla: el convencional, donde se desarrollan los combates, la población local del área de conflicto y la comunidad internacional.

Esta multiplicidad de elementos aconseja agruparlos en áreas de actuación. Por ello hablaremos en primer lugar de lo que se ha llamado acciones cinéticas, que es una forma elegante de hablar del combate, sea éste tradicional o irregular, terrorismo y violencia indiscriminada. Claramente fuera de la denominada zona gris, trata, como nos recuerda Clausewitz, de imponer la propia voluntad al adversario. Es este campo el que nos resulta más familiar, y para el que las Fuerzas Armadas se preparan a diario.

Un segundo grupo lo podría constituir lo que se denomina acciones “whole of government”, aparte de las militares, como pueden ser las diplomáticas, con clara actividad de representantes nacionales tratando de llegar a un acuerdo que evite o detenga la confrontación, y en el campo económico, tratando de dañar la economía del contrario para debilitarle y obligarle a dejar de luchar. Estas acciones estarían en la denominada zona gris y fuera del ámbito militar.

El tercer grupo es quizá el elemento mas novedoso y es la explotación al máximo de los medios de comunicación y redes sociales y empleo del ciberespacio para el control de la información y dominio del mensaje. Algunos tratadistas lo denominan la Guerra de la Información, reminiscencia de la homónima heredera de la era Soviética. Es a este área donde vamos a profundizar algo más, simplemente porque va a ser permanente y sin posibilidad, normalmente, de atribución.

En la publicación rusa “Operaciones de Guerra Psicológicas y de Información” se indica que la Guerra de la Información “es lábil y no se puede predecir de dónde llegará el ataque y con qué armas”.

En este tipo de conflicto no hay competencia entre propagandistas para ver a quién convencen, “sino de influenciar las relaciones sociales y controlar las fuentes de reserva estratégicas”.

En 1999 el ministro de Defensa ruso Igor Sergeev propone explotar las formas revolucionarias y las direcciones asimétricas, y a partir de ahí se inicia la idea de guerra no física. Para 2013 el objetivo es la mente de las personas a través de la combinación de campañas políticas, tecnología y de información. Para T. L. Thomas, analista de la Agencia de Estudios Militares Extranjeros de EE. UU., la Guerra de la Información implica “comunicarle a un adversario información preparada especialmente para inclinar su voluntad a tomar la decisión predeterminada que desea quien puso en marcha la acción”.

Para los pensadores rusos, el papel de la información en la guerra híbrida es “la desorganización del funcionamiento militar, industriales y de servicios administrativos y de sistemas del enemigo, y también el efecto psicológico sobre su liderazgo político-militar, las tropas y la población con el uso de tecnologías modernas de información y medios”.

Para lograr sus objetivos políticos en el ámbito de la Guerra Híbrida, Moscú actualizó el concepto de “medidas activas” aplicadas a las operaciones destinadas a “afectar a las políticas de las naciones, a diferencia de las operaciones de espionaje y contrainteligencia”.

Estas incluyen, entre otras, la desinformación escrita o hablada, los esfuerzos para controlar los medios de comunicación en el extranjero, el uso de organizaciones de fachada, la radiodifusión clandestina y operaciones de influencia en el campo político, afectando a elecciones, por ejemplo. Internet y las Redes Sociales han proporcionado un magnífico instrumento para este campo.

Para la Guerra de la Información se cuenta con tres herramientas principales: la desinformación, la combinación y la negación.

La desinformación trata de “engañar y desorientar al oponente, influir en sus decisiones y socavar su eficiencia política, económica y militar. Los instrumentos principales de todo tipo de desinformación rusa son los medios de comunicación convencionales como Sputnik (agencia estatal de noticias), televisiones nacionales, RT (televisión internacional), los ataques cibernéticos y los trolls en Internet, personas que publican noticias falsas y ofensivas en las redes sociales.

Las características comunes de los mensajes de la desinformación son la dificultad de averiguar la exactitud de los hechos que tratan, la falta de equilibrio en la presentación de la información (se insiste más en las debilidades del oponente que en la información de los hechos) y la ausencia de credibilidad de las fuentes elegidas (se introducen con un “muchos dicen” o “se habla de”, o se inventa un acontecimiento falso como el caso de una niña rusa supuestamente violada por dos refugiados en Alemania).

La intención es el sabotaje lingüístico al proceso de la razón; todo argumento racional queda inmerso en la incertidumbre, lo que lleva a anular el debate y a no atribuir la verdad a ninguna de las partes.

La combinación es un conjunto de operaciones complejas que integran varios objetivos e instrumentos, por ejemplo, información pública y “hackers”. El equipo PT28 ruso es sinónimo de “hacking” gubernamental de élite. Los ataques cibernéticos por parte de Rusia, como el denunciado por las agencias de inteligencia de USA durante la campaña presidencial 2016 a favor de Donald Trump, pueden entrar en este concepto de combinación.

El enmascaramiento es otro componente vital. Este ha sido utilizado por Putin sin el menor sonrojo tanto antes de la ocupación de Crimea como antes del ataque reciente a Ucrania, denegando intenciones agresivas. Desde los pequeños hombres de verde hasta la mención a simplemente la realización de maniobras sirvieron por parte de las unidades próximas a las fronteras de Ucrania sirvieron a sus propósitos. Es evidente que nadie le pedirá cuentas por esta falsedad.

En esta misma línea de proceder, la doctrina militar de Rusia aprobada en diciembre de 2014 hace hincapié en la importancia de las tecnologías de la información y de las noticias de los medios de comunicación. Hay ciertas ideas que merecen resaltarse:

“Hay una tendencia a desplazar los riesgos militares y amenazas militares al espacio de la información”.

“El uso de tecnologías de la información y de la comunicación para fines político-militares evita el rechazo de acciones que conculcan el derecho internacional, y que está dirigido contra la soberanía, la independencia política, la integridad territorial de los Estados”.

“Son muy rentables las actividades de información subversivas contra la población, especialmente a los jóvenes ciudadanos del Estado atacado, destinadas a socavar las tradiciones históricas, espirituales y patrióticas relacionadas con la defensa de la Patria”.

Es interesante observar cómo Rusia justifica su uso de métodos híbridos mostrándose ante la comunidad internacional como víctima de la “agresión informativa” de Occidente. El jefe del Servicio de Inteligencia exterior acusa a los EE. UU. y a algunos de sus aliados, en particular al Reino Unido, Polonia, los países bálticos y a Suecia de estar llevando a cabo una guerra híbrida encubierta contra los países CIS (Commonwealth of Independent States), tratando de meter una cuña entre ellos y dificultar su integración, interviniendo en los “procesos democráticos” internos de estos países.

El analista Rotislav Ishchenko (2016) en su artículo “Datos para entender el golpe suave que enfrentamos” presenta cinco fases para el desarrollo en lo que da en llamar “Golpes Suaves o de Color”, a lo que Occidente ha denominado “Revolución de los Colores”. Estas fases son, el ablandamiento, la deslegitimación, el calentamiento de la calle, la desestabilización y por último la fractura institucional.

En la escalada del conflicto aparecen las marchas, las protestas, los disturbios y ataques a edificios administrativos, los enfrentamientos contra cuerpos de seguridad, la declaración de estado de emergencia, la supresión de fuerzas policiales y de seguridad y por último el conflicto armado generalizado.

Según los tratadistas rusos, un “Golpe de Color” se da cuando una fuerza externa está interesada en tomar el control de lo que Ishchenko llama “Estado-víctima”. Los “Golpes de Color”, que en su mayoría se destacan por su discurso prooccidental, son considerados como un mecanismo de injerencia extranjera indirecta, a través de la cual las potencias occidentales buscan cambiar a los líderes poco tratables por otros más obedientes a sus intereses. Por ello son consideradas por muchos Estados como amenazas externas, no internas. Tiene características de agresión militar, por lo que contrarrestarlas es trabajo de militares.

No obstante, estos elementos de la Guerra Híbrida resultan menos costosos para los Estados agresores, sobre todo si hay capacidad nuclear en juego. En todo caso, estos “Golpes de Color” se prefieren a la confrontación militar directa porque son una respuesta política a ese callejón sin salida que es la guerra entre superpoderes.

Angel Guinea Cabezas de Herrera
General de División (R)
Asociación Española de Militares Escritores
Miembro de la Tertulia de Pensamiento Militar