POSICIÓN DAKAR

Manuel Parrilla Gil, con su estilo descriptivo de narración, nos sumerge en las peculiaridades del   viaje que Dolores Ibárruri realizó desde el fondó de Monòver a La Senia, en Orán, en marzo de 1939.

 

POSICIÓN DAKAR

 
 

Avión D8­H­89 en el que Dolores Ibárruri y sus acompañantes viajaron desde el fondó de Monòver a La Senia, en Orán, en marzo de 1939. (Fotografía cedida por D. Juan Arráez Cerdá).

 

El comandante Ramos estaba sentado en su despacho del aeródromo de Totana cuando sonó el teléfono. Crescencio Ramos era el jefe de la Escuela de Polimotores. Durante las últimas semanas el comandante Ramos había llevado a cabo una actividad frenética, la mayoría de los aviones de transporte que conservaba el gobierno republicano estaban repartidos entre Albacete y Totana.

Eran tiempos convulsos y la moral se iba desplomando entre las unidades fieles al gobierno, habían escuchado por la radio las noticias de la caída de Cataluña, el día 21 de febrero Franco había presidido un gran desfile en Barcelona. El frente se acercaba a Valencia, el presidente Azaña estaba exiliado y el gobierno del socialista Negrín se había trasladado a Elda.

Esa misma mañana del 5 de marzo de 1939, en Totana se habían despertado con la noticia de que las baterías de costa de Cartagena se habían sublevado, y no estaba claro si los partidarios de Franco se habían hecho con el control de la ciudad. La flota republicana al mando del almirante Buiza había zarpado a alta mar, y aunque la ciudad había sido recuperada por las fuerzas comunistas de la Brigada 206, no disponía de la flota, que sería vital para una evacuación si era necesario.

Este era el ambiente en Totana cuando el comandante Ramos descolgó el teléfono.

-Mi comandante, tengo al coronel Nuñez Mazas en línea ¿Le paso?- El coronel Nuñez Maza era el Subsecretario del Aire, y se encontraba en Elda junto al ministro de Defensa general Cordón.

-Si, paseme la llamada por favor – el comandante Ramos permaneció a la escucha expectante, aunque se imaginaba por donde irían los tiros.

-Buenos días Ramos, soy el coronel Nuñez Maza ¿Cómo estás?

-A la orden de usía mi coronel ¿Qué desea? -contesto Ramos en un tono lo más cordial posible.

-¿Cuántos aviones de transporte tienes disponibles en este momento? -preguntó Nuñez Maza.

-Pues en este momento estoy en cuadro -contestó Ramos- tengo solo un Dragón, el otro esta en vuelo de instrucción, les quedará una hora.

-¿No tienes nada más? ¿cómo es posible?¿Y dónde esta nuestra flota de transporte? -Nuñez Maza subió el tono entre nervioso y enfadado.

-Mi coronel, eso es lo que tengo, estoy esperando un DC-2 que viene de Albacete, y otro de Madrid, pero no sé cuando llegaran. En cuanto acabe me informaré. -contestó Ramos visiblemente incómodo.

-Mande los dragones al campo de Monovar lo antes posible, e informe en cuanto sepa de cuantos aviones puede disponer hoy- el Subsecretario del Aire colgó sin dar tiempo a responder al Jefe de la Escuela de Polimotores.

El comandante Ramos salió de su despacho, y se fue directamente a la pista de vuelos, solo había un Dragon Rapide aparcado, y de uno de los hangares sobresalía la cola de un DC-2 de uso civil que había sido requisado al comienzo de la guerra. Los mecánicos trabajaban en el avión, al mando del equipo estaba el teniente Manuel Gil.

-Teniente ¿Qué le pasa al DC-2? ¿Cuándo cree que lo tendrán en vuelo? -preguntó Ramos en tono autoritario.

-Mi comandante, estamos trabajando en el motor izquierdo, tenemos que poner aceite a los dos motores y cambiar las bujías. También tenemos que cambiar una rueda- Gil puso cara de circunstancias- Creo que no estará hasta mañana, con un poco de suerte a última hora de la tarde.

-Tiene que estar esta tarde, sin falta. -Ramos había visto a uno de sus pilotos entrando en la cantina y se fue a buscarle.

 

En la cantina, a pesar de la difícil situación en la que se encontraba el bando republicano, varios soldados discutían despreocupadamente sobre las lluvias torrenciales que habían caído sobre Lorca la semana anterior. El teniente Silvio Zurueña, profesor de la Escuela de Polimotores, que acababa de entrar, había pedido un café, y hablaba con un sargento.

-A la orden mi comandante -los hombres que estaban en la barra hicieron ademán de cuadrarse y bajaron la voz al advertir la presencia del comandante Ramos.

-Continúen -dijo el comandante al tiempo que se dirigía al teniente Zurueña- Tengo una misión para usted, hay que llevar un avión a Elda, al aeródromo de Monovar, y ponerse a las órdenes del coronel Nuñez Maza.

-¿Cuando hay que salir mi comandante? -Preguntó Zurueña.

-En el hangar encontrará al teniente Gil, están haciendo mantenimiento a un DC-2, vaya a buscarlo y que le acompañe. Asegurese de que el Dragón esta repostado y salgan inmediatamente.

 

Una hora más tarde el teniente Zurueña, acompañado del teniente mecánico Manuel Gil, despegaban de Totana. El estilizado Dragón Rapide aceleró sobre el campo de Totana y levantó el vuelo de forma elegante. Los aviones de Franco no se internaban mucha más al sur de Albacete, también bombardeaban Valencia y a veces Alicante desde el mar, pero era raro verlos por Murcia. A pesar de eso, y de la media hora que duraría el vuelo, Zurueña decidió tomar precauciones, y se mantuvo muy bajo con su Dragón Rapide. Siguió la carretera de Murcia, luego continuó hasta Elche donde viró con rumbo norte para encontrarse con la carretera Madrid-Alicante, y con Elda a la vista, no tuvo problemas para localizar el aeródromo de El Fondo, en las inmediaciones de Monovar. Era un día gris, con una capa de nubes altas y un desagradable viento del este, el avión se posó suavemente en el aeródromo de Monovar, y allí les esperaba el capitán Valentín de Santiago, ayudante del coronel Nuñez Maza. Eran las tres de la tarde.

* * *

 
 

Aeródromo de Monovar, mapa del Estado Mayor en 1938 (SHYCEA)

 

A las siete de la tarde de aquel día 5 de marzo de 1939, debía celebrarse el consejo de ministros convocado por el presidente Juan Negrín en la sede del gobierno en su residencia de las afueras de Elda. Pero la ausencia del coronel Casado, máximo responsable militar de la región centro, que se había negado a viajar con algunos ministros, retrasó el comienzo.

El presidente consideraba de gran importancia la comparecencia de los coroneles Casado y Matallana, este último, era responsable militar de la zona del Levante, ya que no confiaba en su lealtad.

El consejo de ministros se inició con la intervención del presidente Negrín, en la que exponía la necesidad de dirigir un discurso a la nación, al día siguiente, para solicitar unas negociaciones que permitiesen firmar una paz digna.

-Tendrán el texto del discurso en las próximas horas -informó a los presentes el ministro de Exteriores, señor Álvarez del Vayo.

-Debemos iniciar unas conversaciones con Franco de forma inmediata -respondió el ministro Blanco, anarquista.

-Es indudable que mientras antes iniciemos las negociaciones de paz, y con el apoyo de la comunidad internacional, más fácil será obtener una rendición digna y sin represalias – el socialista González peña estaba de acuerdo con Blanco. Cuando se disponía a intervenir el comunista Uribe, el ministro de Defensa, general Cordón se excusó, ausentándose de la sala al objeto de hacer unas averiguaciones.

-No hay argumentos más poderosos para forzar una paz digna que la resistencia a ultranza -Uribe, al igual que Negrín y los comunistas, eran ya los únicos partidarios de resistir- No podemos entregarnos a un enemigo que no respeta el derecho internacional, y que se ensañará con los vencidos.

Las conversaciones siguieron por los mismos derroteros hasta la medianoche, se habló de la reestructuración del ejército, y de los fondos destinados a la llamada Comisión de Apoyo a los Refugiados. En poco más de dos semanas, había caído Cataluña, el presidente de la República, Manuel Azaña, había dimitido en el exilio. Y el gobierno rebelde de Franco había sido reconocido por Francia y Gran Bretaña, lo que había provocado que la ayuda militar soviética no llegará a España, al quedar paralizada en los puertos franceses.

A medianoche, los ministros salieron a una sala contigua donde se había preparado un refrigerio, y donde estaban tomando café, el general Cordón, ministro de defensa, y el coronel Matallana, responsable militar del Levante.

De repente un funcionario irrumpió en la sala, con un mensaje para el presidente Negrín.

-El coronel Casado acaba de dar un mensaje en Unión Radio. Dice que han destituido al gobierno y han nombrado un Consejo Nacional de Defensa -dijo el funcionario atropelladamente.

El silencio absoluto se adueñó. El coronel Matallana sabía perfectamente lo que estaba ocurriendo, pues el coronel Casado le había llamado para avisarle justo antes de la emisión radiofónica, ya que temía por su vida. El primero en hablar fue el presidente Negrín.

-¿Tú sabías algo de esto, Cordón? -preguntó al ministro de Defensa que era hombre de su total confianza.

-No me sorprende, aunque evidentemente no lo sabía -contesto con toda calma Cordón, mirando de reojo la reacción de Matallana.

El presidente pidió una conferencia con Madrid, y solicito hablar inmediatamente con el coronel Casado.

-Queda usted destituido – sin ningún preámbulo, y delante de todos sus ministros, Negrín intentaba hacerse con el control de la situación.

-Mire usted, Negrín, eso ya no importa -la voz de Casado se dejaba oír en el silencio absoluto del grupo de ministros – Ustedes ya no son gobierno, ni tienen fuerza ni prestigio para sostenerse y, menos, para detenernos. La suerte está echada y ya no retrocedo.

No hubo más conversación, el coronel Casado mantuvo la línea unos segundos y colgó.

El presidente del gobierno que estaba de pie, se dejo caer pesadamente en la butaca. Nadie dijo nada, Cordón miraba al Negrín, y pensaba en los siguientes movimientos, era evidente que la estrategia pasaba por evacuar a los miembros del gobierno lo antes posible.

 

* * *

 

Horas antes, en el caserío de Fondó, en las instalaciones militares del aeródromo de Monovar, el teniente Zurueña y el teniente Rivera, que habían llegado con dos Dragón Rapide a lo largo del día, conversaban con el capitán Dary, un piloto francés voluntario al servicio del gobierno republicano. Dary conocía muy bien las intenciones del gobierno, sabía que los Dragón estaban allí por si hacía falta evacuar a algunos miembros del gobierno, y que dada su autonomía, no volarían a Francia sino a Argel.

El francés les explicaba como llegar a Orán, el gran lago llamado “Sebkha d’Orán” que se extendía unos kilómetros al sur de la ciudad, y como en el extremo noreste de dicho lago se encontraba el aeródromo de La Senia. El capitán Dary tenia un mapa, el mismo que utilizaban los pilotos del correo francés. Los dos pilotos españoles comenzaron a tomar notas y a copiar los detalles más relevantes del mapa de Orán. En el Dragón Rapide sería un viaje de una hora y media, para cubrir los trescientos kilómetros.

El capitán Dary se fue a dormir, los dos pilotos españoles se unieron a los mecánicos que sentados a la puerta del improvisado cuerpo de guardia, fumaban.

-Si vamos a Orán, no volveremos a España -dijo el teniente Rivera.

-Pero necesitarán los aviones para evacuar a más gente – dijo el teniente Gil, tratando de dar esperanza a sus palabras.

-Yo no sé lo que va a pasar – Zurueña estaba cansado de la guerra, como muchos combatientes – pero creo que si vamos a Orán, los franceses que han reconocido el gobierno de Franco, no nos van a dejar volver.

Siguieron discutiendo varias horas, fumando, compartiendo un trago de un vino muy malo que tenían los soldados en la cocina del caserío. Y poco a poco el sueño se fue adueñando de los tripulantes, que se retiraron al pequeño cuartucho donde habían acomodado seis catres, con unas mantas polvorientas. El vino malo les permitió al menos unas horas de duermevela.

 

* * *

 
 
 

Negrín y Cordón saliendo de la posición Dakar el 6 de marzo de 1939.

 

La finca El Poblet, un caserío a las afueras de Elda, que era ahora la sede del gobierno de la República, se denominaba en el argot del SIM (Servicio de Inteligencia Militar), posición Yuste. La posición Yuste estaba al norte de Elda, mientras que en una zona residencial al sur de Elda, ya próxima al término de Petrer, se hallaban las viviendas que se habían asignado a algunos ministros y dirigentes del PCE. El SIM lo llamaba posición Dakar.

La sede del gobierno era un hervidero, mientras el presidente Negrín no se despegaba del teléfono, el general Cordón coordinaba las operaciones militares y el coronel Nuñez Maza la evacuación aérea del gobierno.

Era evidente que el golpe de estado del coronel Casado había sido un éxito, tras el comunicado de Unión Radio, llegaron noticias del fusilamiento en Madrid de algunos militares fieles a Negrín, y corrían rumores de que Miaja, desde Valencia había aceptado la Jefatura del Consejo de Defensa Nacional de Casado.

El general Cordón se dio cuenta de que la vida del coronel Matallana corría peligro, pues estaba claramente involucrado en el golpe de Casado. Ante los rumores de fusilamientos en Madrid, decidió facilitarle un vehículo para que pudiera abandonar la posición Yuste.

A las ocho de la mañana se había decidido la evacuación del gobierno. Después de dar instrucciones a los ministros para que salieran al aeródromo de Monovar, el presidente Negrín acompañado del ministro Alvarez del Vayo se dirigía a la posición Dakar, para reunirse con la cúpula del PCE.

Entraron en una de las casitas, la que estaba asignada a Uribe y el italiano, dirigente del PCE, Palmiro Togliatti.

– ¿Donde esta Dolores? -preguntó Negrín nada más entrar en la casa.

-Estoy aquí ¿Que ocurre? -Dolores Ibarruri estaba sentada con Uribe, su secretaria personal Irene Falcón, y Modesto.

-Tienes que salir de España lo antes posible ¿Sabes lo de Casado? –

-Si, es difícil imaginarse una alimaña más cobarde y escurridiza, ya te avisé cuando volvimos de París.- dijo “La pasionaria”.

Negrín seguía de pie, y a su lado Alvarez del Vayo buscaba al ministro de Defensa, general Cordón. En ese momento entraron con la puerta Cordón, Hidalgo de Cisneros y el subsecretario Nuñez Maza.

 

– Si Casado nos atrapa, a cualquier miembro del PCE, pero mucho más a una mujer como tú, no dudara en entregarte a Franco como un trofeo – Negrín se quedó mirando a los que acababan de llegar – ¿Dónde esta Alberti?

-Les he visto salir de su casa cuando iba a recoger a Maza -contestó Hidalgo de Cisneros -pensé que venían hacia aquí.

-Hay que ir a buscarlos ¿Cuántos aviones hay en el aeródromo? -preguntó Negrín mirando a Nuñez Maza.

-Tenemos dos Dragón Rapide con sus pilotos, pero con esos aviones no hay garantías de llegar a Francia evitando a los fascistas. Tengo otros dos Douglas en camino desde Albacete. Los dragones pueden llevarnos a Argelia -contestó Nuñez Maza.

-Muy bien, pues llevaros a Dolores y Alberti en los dragones, salid ya – Negrín comenzó a redactar un mensaje para Casado, tenían que evitar un baño de sangre en la zona republicana.

-Que se vayan también Cordón y Maza… y Stepanov -este último era un comisario búlgaro – yo me quedaré para coordinar la evacuación completa del gobierno -dijo Hidalgo de Cisneros antes de salir en busca de Rafael Alberti.

 

* * *

 

Mientras tanto el capitán de Santiago, ayudante del coronel Nuñez Maza, había recibido una llamada de este y había alertado a los pilotos para preparar los aviones ante una salida inminente.

Habían desayunado, y llevaban varias horas expectantes. A los pocos minutos llegó el primer coche, era el general Hidalgo de Cisneros acompañado de Rafael Alberti y su mujer embarazada, María Teresa León. En el primer avión ya esperaba sentado el piloto, Silvio Zurueña, y su mecánico, el teniente Gil permanecía frente a la cabina para asistir en la puesta en marcha. a los pocos minutos llegaron dos coches más.

En el avión de Zurueña ya estaban subidos Alberti y su mujer, y subieron un comisario ruso llamado Malinowsky, el general Cordón y el coronel Nuñez Maza. Mientras el resto de pasajeros subían en el avión del teniente Rivera, Zurueña puso en marcha primero el motor derecho y luego el izquierdo de su Dragón Rapide. El teniente Gil subió al avión y cerro la portezuela. Y enfilaron el campo de Monovar para despegar virando luego suavemente a la derecha para dirigirse hacia el sur, con rumbo a Orán.

El segundo avión despegó a los pocos minutos, a los mandos del teniente Rivera y como mecánico Aguinaga. Junto a Aguinaga iba sentado el búlgaro Stepanov, y detrás iban Dolores Ibarruri y su secretaria personal, Irene Falcón. Discretamente, en los últimos asientos se había acomodado el diputado comunista francés, Jean Cattelas, junto a Jesús Monzón.

Habían salido de la posición Dakar hacía una hora, aquel había sido su hogar después de volver del exilio tras la caída de Cataluña. No sabían cuando volverían de nuevo a España, pero no sería pronto.

Los pilotos volaron hacia Murcia, para evitar la costa entre Alicante y Cartagena, donde podían encontrarse con algún bombardero o cazas de Franco, saldrían al mar por Mazarrón, para cubrir los doscientos kilómetros de mar Mediterráneo que les separaban de Orán, en poco más de una hora.

Cuando llevaban media hora de vuelo, Zurueña divisó la casa donde vivía su familia en las inmediaciones de la Escuela de Polimotores, pensaba que no volvería, así que antes de virar con rumbo sur hacia Mazarrón, decidió dar una pasada para despedirse.

Cuando comenzó a bajar, el coronel Nuñez Maza se levantó de su asiento como un resorte, y puso el cañón de su revolver en la sien del piloto.

-¿No pensarás aterrizar en Totana? -le gritó, ante el espanto de todos los presentes.

-Mi coronel, solo me estoy despidiendo de mi familia – Zurueña comenzó a subir mientras iniciaba el viraje hacia Mazarrón.

-Pues vamos a Orán que nos queda mucho -Nuñez Maza guardó su revolver y volvió a su asiento.

El segundo Dragón Rapide les tenía a la vista, habían recortado hacia el sur y volaban a unos dos kilómetros por detrás y más altos. Una capa de estratos a dos mil metros les acompañó hasta Mazarrón, a partir de allí estaba despejado, y el mar en calma. Casi todos los pasajeros se quedaron dormidos abatidos por el cansancio de la noche anterior, y mecidos por el ronroneo de los motores.

 
 

Campo de trabajo de Meheri Zebbeus en Argelia.

 

Mientras tanto, los DC-2 que habían llegado de Albacete esperaban pacientemente al presidente Negrín, estaban cargados de combustible y listos para despegar.

Negrín esperaba junto a sus ministros en la posición Dakar, una respuesta de Casado, que no llegaba. Las fuerzas de la CNT iban cerrando el cerco sobre el valle del Vinalopó. Y a las tres de la tarde despegaron los dos DC-2 de LAPE, llevando al gobierno de la República hasta Toulouse. En Monovar quedaban otros dos DC-2. Hidalgo de Cisneros, con Claudín, Togliatti y los jefes de las brigadas que defendían la posición Yuste y ahora el aeródromo, Modesto y Lister, discutían la mejor forma de mantener una red clandestina para sacar al máximo número de dirigentes comunistas.

En el Dragon Rapide de Zurueña, todos dormían, menos Nuñez Maza. El veterano coronel, combatiente destacado en la guerra de África, como teniente de infantería en 1921 y como piloto en 1924, en los Grupos de Escuadrilla de Tetuán, tenía la mirada perdida sobre el mar Mediterráneo, desde su ventana podía ya divisarse la costa argelina.

El coronel, que aún conservaba la medalla militar de Marruecos, y las cuatro cruces del Mérito Militar de 1ª clase con distintivo rojo, reflexionaba sobre la guerra civil. La habían perdido. Menos de tres años, y su mundo había cambiado para siempre. cuando comenzó la guerra era presidente de LAPE, y cuando acabo llevaba dos años afiliado al PCE. Conoció a Ramón Franco en Atalayón, no hablaba mucho de su hermano Francisco, pero Carlos Nuñez Maza y Ramón Franco tenían ideas políticas muy similares, y fueron figuras militares importantes del gobierno del Frente Popular, Franco agregado aéreo en los Estados Unidos, y Nuñez Maza, jefe del Estado Mayor del Aire.

La guerra, no la vieron venir, estaba claro que los militares que habían combatido en África eran los que tenían experiencia y conocimientos para ganarla. El general Franco no era monárquico, era uno de los grandes beneficiados por los ascensos por méritos de guerra en Marruecos. La idea de anular esos ascensos por méritos de guerra, y la sopa política formada por la acción directa falangista, como reacción al terrorismo anarquista, y la costumbre de echarse al monte de los tradicionalistas carlistas, y el dinero de los monárquicos, y las entrenadas tropas de África. Y la torpeza del gobierno, que no le dio importancia a una amenaza, a la que le adjudicó el fracaso de una segunda sanjurjada, y la guerra civil dentro de la guerra civil, anarquistas contra comunistas, y la guerra perdida en la comunidad internacional. Lo que faltaba era la crónica de una muerte anunciada, el golpe de estado del coronel Casado, apoyado por Miaja, el héroe de la resistencia de la República, podía imaginarse a Franco en la intimidad de su despacho en Burgos, riéndose de ellos, la farándula de los rojos, con el poeta Rafael Alberti a la cabeza, huyendo con su teatrillo de variedades.

Y en esos pensamientos estaba el coronel cuando el avión descendía sobre el aeródromo de La Senia en Orán.

Al aterrizar, se presentaron dos oficiales de la Aviación francesa, y se llevaron a los miembros del gobierno a las oficinas de un hangar donde los identificaron.

Mientras tanto, Silvio Zurueña y Manuel Gil eran llevados al pabellón de oficiales, donde después de una larga espera se presentaron seis gendarmes que les cachearon, y les llevaron al castillo de Mers-el-Kbir, donde se les unieron poco más tarde el teniente Rivera y el mecánico Aguinaga.

En ese castillo permanecieron presos de los franceses durante cuarenta y dos días, allí se les fueron uniendo otros militares españoles de la Marina y del Arma de Aviación. Posteriormente fueron internados en Camp Morand, desde donde algunos pudieron escapar para exiliarse en la Unión Soviética, y otros permanecieron varios años en los campos de trabajo de Argel, hasta que fueron liberados por los aliados en 1942.

Los miembros del gobierno permanecieron bajo vigilancia en un hotel hasta ser trasladados a París, desde donde partieron al largo exilio.

El coronel no pensó en sus compañeros de armas, los tripulantes de los Dragon Rapide que les llevaron a salvo hasta tierras argelinas, o quizás se resignó sabiendo lo que les había pasado a los pilotos que pocas semanas antes habían huido a Francia con sus aviones, y que terminaron en los campos de prisioneros de Gurs y Argeles-sur-Mer.

 

Nota del autor:

Rafael Alberti relató los acontecimientos que tuvieron lugar en el golpe de Casado, en un artículo publicado por El País en 1985, entre otros, los fusilamientos en Madrid de los coroneles Ascanio y Barceló por parte de las fuerzas de Casado. La adhesión de Miaja al golpe de Casado. Y la huida del gobierno a Orán y Toulouse.

Un mes antes, la revista de ADAR ( Asociación de Aviadores de la República), publicaba un escueto relato de Silvio Zurueña, el piloto del avión que llevó a Alberti a Orán. Zurueña contaba su ultimo vuelo de la guerra civil desde Monovar a Orán, y como fueron abandonados a su suerte una vez en destino. Terminaba con una amarga sentencia: “Así paga el Diablo a quien le sirve”.

Este relato solo pretende arrojar luz sobre aquellos hechos que precipitaron el final de una guerra que tantas veces se pudo haber evitado, y que trajo la desgracia, el exilio o la muerte a muchos españoles.

 

Bibliografia:

-Territorio Derrota. José Ramón Valero Escandell. Centre d’Estudis Locals del Vinalopó 2004

-Alas Gloriosas. Boletín informativo 31. ADAR Enero-febrero 1984.

-Comienzo por el final. Rafael Alberti. el País 6 enero 1985.

-Negrín tenía razón. Ricard Torres Fabra. Revista Internacional de la Guerra Civil. Número 7. 2017.

 
 
FUENTE: