PAA 2S 22: MONUMENTO A LA MEMORIA DEL TENIENTE GENERAL D. ANTONIO BARCELÓ Y FONT DE LA TERRA.

Este articulo corresponde a una serie, que se difunde los martes de cada semana,  en la que los asociados de AEME, publican sus trabajos como colaboración en esta  página web, en el marco del Programa de Activación de Asociados (PAA).

 

MONUMENTO A LA MEMORIA DEL TENIENTE GENERAL D. ANTONIO BARCELÓ Y FONT DE LA TERRA.

 

 

El día 1 de enero del pasado año 2016 se celebró el CCC aniversario del nacimiento del ilustre marino mallorquín D. Antonio Barceló y Pont de la Terra. En esa fecha intenté que en la plaza que existe en Madrid al final de la calle de “Barceló”, que la gente conocía porque ahí estaba la discoteca “Pachá”, donde ahora hay un teatro/cine, un mercado y unos jardines, pero, a pesar de mis intentos, no lo conseguí, aunque el coste no tendría que haber sido elevado, pues hubiera bastado con una placa que diera a conocer a los madrileños el origen del nombre de la calle, como tan ilustre marino se merece.

Antonio Barceló y Pont de la Terra

El patrón Onofre Barceló- padre de nuestro personaje- se dedicaba a combatir en corso a los piratas berberiscos que atacaban las islas Baleares. La escuela de Antonio Barceló serían los jabeques de su padre, en los que embarcaría desde muy niño. A muy temprana edad se le asignó el mando de uno de los jabeques de su padre, y muy pronto dejó asombrados a varios testigos en un combate en el que con grandes desventajas se enfrentó con dos galeotas argelinas que trataban de atacar a su jabeque correo, que a todo trapo tuvieron que huir despavoridas. Por este hecho, Carlos III le concedió, aunque con carácter de graduado y sin derecho a sueldo, el grado de Alférez de fragata de la Real Armada. Tras varias acciones similares por las que obtuvo varios ascensos honoríficos, por fin fue ascendido a teniente de Navío efectivo cuando tenía 39 años.

En una época en que la Armada se caracterizaba por la formación científica de sus oficiales, la irrupción en el Cuerpo General de un hombre de las características de Antonio Barceló, de escasa cultura y sin ascendencia aristocrática constituía cuando menos una anomalía, pero su arrojo y valentía pesaron más que su falta de instrucción y alcanzó los más elevados empleos de la carrera naval. Barceló siguió utilizando el sistema de abordaje sin preocuparse de le evolución de la táctica. Utilizaba los jabeques al estilo de las cargas de caballería. Saltaba el primero por la borda del enemigo gritando: ¡Hay que economizar la pólvora del Rey! 

Durante los primeros años de servicio activo, siguió mandando el jabeque correo y por Real Orden se le tuvo que prohibir el ataque a los piratas a no ser que contase con fuerzas superiores, pues llevado por su ardor guerrero exponía al barco con valija, pasajeros y carga.

Don Antonio Barceló justificó la eficacia de los jabeques, contándose al menos 47 en la Armada en el siglo XVIII, varios capturados al enemigo. Muchos jóvenes oficiales después de salir de la Real Academia de Guardiamarinas iban destinados a los jabeques de Barceló donde recibían su bautismo de fuego. Varios participaron en la Batalla de Trafalgar y concretamente, Federico Gravina, que llegaría a mandar las fuerzas españolas en esta Batalla, era uno de los oficiales que había servido a las órdenes de Barceló y sentía un gran aprecio por él, como demostró en varias ocasiones.

Tuvo innumerables combates, en uno de los cuales, resultó apresado el temible y cruel pirata Selim, en el que se inspiró Espronceda para su famosa “Canción del pirata”. En el combate sufrió Barceló una importante herida de bala en plena cara que le dejó marcado con una imborrable cicatriz.

Durante la guerra de la independencia de los Estados Unidos contra Inglaterra, tuvo lugar el último gran sitio de Gibraltar y se debió a la imaginación de Barceló, la construcción de unas embarcaciones para atacar la plaza por mar, que más tarde se utilizarían en Argel para combatir a la piratería. Se trataba de grandes botes a remos armados con una pieza de 24 libras. Todas las noches las cañoneras de Barceló efectuaban un bombardeo de la plaza y los propios ingleses reconocieron que, si bien al principio le habían producido risa debido a su tamaño siendo bautizadas como las cucarachas, luego se dieron cuenta que eran las que más problemas les causaron por la eficacia de los bombardeos nocturnos y la dificultad de alcanzarlas. (No se deben confundir estas lanchas con las baterías flotantes diseñadas por el ingeniero francés Monsieur D´Arcon, que fueron un desastre.)

La idea de Barceló era el bombardeo intenso de la plaza durante quince días y luego entrar a saco con los navíos y todas las fuerzas disponibles. Lamentablemente, el ataque que proponía Barceló se demoró y en el intervalo llegó un convoy de aprovisionamiento que abasteció al Peñón de víveres y munición.

Es curioso que cuando a Martín Álvarez de Sotomayor fue relevado por el duque de Crillón en el mando del sitio de Gibraltar, éste último llevaba instrucciones de observar la capacidad de Barceló, del que se comentaba que debido a su sordera, -que había adquirido en el fragor de los combates debido al estruendo de los cañones-, no podía mandar las fuerzas sitiadoras de la Bahía, y Crillón reaccionó proponiendo su ascenso a Teniente General, lo cual quiere decir que pese a las habladurías de la Corte algo importante debió de ver en él. Por esa época cuando se puso de moda una coplilla: “De tener el Rey de España, /Cuatro como Barceló, /Gibraltar sería de España, /

Que de los ingleses no”. Lo cual da una idea de como había arraigado en el pueblo llano l personalidad de D. Antonio Barceló. 

Más adelante efectuó dos operaciones de bombardeo en años sucesivos sobre la ciudad de Argel, con su insignia en el navío Terrible, al que acompañaban sus cañoneras. Barceló nacido en una parroquia marinera siempre llevaba un escapulario de la Virgen del Carmen al cuello y con él se sentía invulnerable, lo cual no tenía nada de particular pues a lo largo de su vida sostuvo más de cien combates y aunque fue herido en más de una ocasión, estaba en condiciones de contarlo.

Los ataques constituyeron sendos éxitos, a pesar de los refuerzos que recibieron los argelinos de los principales enemigos de España y al año siguiente 1785, al conocer el Dey de Argel la formación de otra expedición, se avino a negociar y por fin cesaron las actividades piráticas de los argelinos firmándose un Tratado y estableciéndose consulados en los principales puertos de Argelia. Con Trípoli y con Túnez se firmaron otros similares al de Argel. Esta amistad de España con las Regencias se hizo extensiva a sus aliadas Portugal, Nápoles y Cerdeña. A partir del cese de la piratería se volvió a repoblar en el Levante español, la amplia faja costera de cuatro a cinco leguas, que se encontraba desierta por temor a las posibles incursiones. La pesca y la agricultura volvieron a resurgir en estas abandonadas costas que a partir de entonces comenzaron a mejorar su economía.

Mármol conmemorativo sobre la fachada de la casa natal de Antonio Barceló en Palma de Mallorca.

El teniente General Barceló falleció en Palma de Mallorca a los 80 años de edad un 30 de enero de 1797. De él podemos decir que se pasó la vida limpiando el Mediterráneo de piratas y su nombre se hizo célebre en todas las costas de la península y sobre todo en las de Berbería. Jamás se dejó impresionar por difíciles que fueran las circunstancias. A todo ello se sumaba un corazón noble y bondadoso que le hacía ser querido por sus subordinados.

Espero que en esta ocasión el Ayuntamiento de Madrid lo tenga presente y, si no puede ser una estatua, al menos coloque una placa en su memoria.

José Manuel Gutiérrez de la Cámara.

Capitán de Navío (RR)