En la pagina web de la Academia de las Ciencias y las Artes Militares, publica el Presidente de AEME, General de División, r, D. Jesús Argumosa Pila un interesante trabajo sobre le fortuito de las Operaciones militares en el Ártico, que reproducimos en su totalidad:
Hay dos importantes razones para que las grandes potencias pretendan obtener importantes beneficios en el Ártico. Una es la de los enormes recursos que contiene. La otra es la reducción de las distancias de los grandes transportes marítimos que significa una importante disminución de tiempo y de gastos económicos.
Desde el punto de vista geoestratégico, las futuras operaciones militares en el Ártico están sujetas a diferentes condicionantes operacionales entre las que destacan los grandes tiempos de preparación, la prevalencia de los aspectos aeronavales, la fundamental dependencia del crudo tiempo de la región, la capacidad de proyección de fuerzas de combate, la sostenibilidad de la batalla, la eficiencia en hacer frente a las capacidades desconocidas y, especialmente, a la rentabilidad y eficacia de empleo de las altas tecnologías.
El escenario deseable sería que en el Ártico hubiera libertad de navegación, respeto al medio ambiente y aprovechamiento sostenible de los recursos. Sin embargo, dado el panorámico estratégico de seguridad actual y previsible, con una fuerte competencia geoestratégica entre las grandes potencias, la probabilidad de operaciones militares árticas como parte del “pulso geopolítico” mundial no está lejos de este primer cuarto de siglo.
Con independencia de la actual y previsible situación geopolítica internacional en la que existe una grave falta de liderazgo, a la que está acompañando una pausa estratégica en los asuntos mundiales, al mismo tiempo que China está tomando cada vez más protagonismo en el nivel regional y en el horizonte internacional −y a salvo de como termine la actual lucha global contra el coronavirus− lo cierto es que la atención mundial está muy pendiente del Ártico no solo debido al cambio climático, sino porque se están jugando cruciales intereses políticos, estratégicos y económicos para el futuro de la humanidad. En apenas dos años se han efectuado cuatro grandes ejercicios militares con importantes medios en el Ártico, aparte de otros más pequeños.
El primero fue el Vostok-18, realizado por Rusia entre el 11 y el 15 de septiembre de 2018 en el territorio y mares orientales y también árticos. Suponían cerca de 300.000 efectivos militares, con participación de 3.200 militares chinos y pequeños efectivos de Mongolia, más de 1.000 aviones, helicópteros, vehículos no tripulados, con cerca de 80 buques de guerra y 36.000 carros de combate.
Algo más de un mes después, se efectuó por parte de la OTAN, el Trident Juncture 18, entre el 25 de octubre y el 7 de noviembre, en aguas del Atlántico Norte, territorio de Noruega y el Mar Báltico, en el que participaron fuerzas de 31 países. Sumaban algo más de 50.000 efectivos, 10.000 vehículos, 250 aviones y 65 buques de guerra.
El tercero, el Grom-19, del que formó parte la Flota del Norte, fue realizado por Rusia con sus Fuerzas Nucleares Estratégicas (RVSN), entre el 15 y el 17 del pasado mes de octubre, involucrando a más de 12.000 efectivos militares, 213 lanzadores de las RVSN, 105 aviones, 5 portamisiles estratégicos, 15 buque de superficie y 5 submarinos nucleares.
Por último, el cuarto gran ejercicio, el Cold Reponse 2020, por parte de la OTAN y previsto realizar en territorio noruego desde la ciudad de Narvik hasta el distrito de Finmark, entre el 2 y el 18 de este mes de marzo, se ha cancelado el pasado día 11, debido a la pandemia producida por el coronavirus. Se preveía la participación de unos 16.000 efectivos de 10 países.
Hay dos importantes razones para que las grandes potencias pretendan obtener importantes beneficios en el Ártico. Una es los enormes recursos que contiene. De acuerdo con el Servicio Geológico de Estados Unidos, se estima que el Ártico alberga 90.000 millones de barriles de petróleo y 47 billones de m3 de gas natural, el 13% y el 30% de las reservas mundiales, respectivamente, no descubiertas, aparte de sustanciales reservas de oro, diamantes, zinc, hierro, uranio y metales preciosos.
Rutas marítimas por el Ártico
La segunda se refiere a la reducción de las distancias de los grandes transportes marítimos que significa una importante disminución de tiempo y de gastos económicos, como alternativas a las actuales rutas a través de los Canales de Suez y de Panamá. Por ejemplo, el transporte marítimo entre Rotterdam y Shanghai por el Canal de Suez supone unos 20.000 km. mientras que por la llamada Ruta del Noreste la distancia es de 14.000 km. Es decir, se reduce un tercio de la distancia.
El Consejo Ártico lo forman 8 países con zonas de soberanía situadas más allá del Círculo Polar Ártico, a saber, Canadá, Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega, Rusia, Suecia y Estados Unidos. Se estableció como un foro intergubernamental para promover un medio de cooperación entre los Estados Árticos, incluyendo las comunidades indígenas árticas y otros organismos interesados en la protección del medio ambiente de la región. En dicho Consejo existen 12 países Observadores entre los que se encuentra España. No contempla los aspectos de seguridad. No se nos debe olvidar que en esta región existen diversas reclamaciones de los diferentes países ribereños del Ártico: Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Noruega y Rusia. Mientras las reclamaciones de Rusia, Canadá y Dinamarca en la Plataforma Continental Extendida chocan en el Ártico Central −en torno a la Plataforma marina Lomonósov− las pretensiones entre EEUU y Canadá se enfrentan en la Ruta del Noroeste, ya que el país estadounidense considera sus aguas internacionales en tanto que Canadá las considera como aguas interiores.
La UE reconoce la responsabilidad principal de los estados árticos −de los que tres forman parte de la misma: Dinamarca, Finlandia y Suecia− en el desarrollo de la región, pero también considera que muchos de los problemas que afectan al Ártico son de alcance mundial y se abordan de forma más efectiva a través de la cooperación regional o multilateral, en particular a través del Consejo Ártico y el sistema de Naciones Unidas (http://data.consilium.europa.eu/doc/document/ST-14952-2019-INIT/es/pdf). Conforme disminuye el casquete polar, aumenta el valor geopolítico y estratégico del Océano Ártico, que se ha convertido en el nuevo escenario de las tensiones entre China, Estados Unidos y Rusia, como únicos actores que tienen capacidad geoestratégica sustancial para actuar en esta región.
Por consiguiente, el Ártico tiene visos de convertirse en un futuro teatro de operaciones militares en el que la humanidad tenga que hacer frente a acontecimientos imprevistos en la última frontera del conflicto. Estas operaciones militares árticas que se avecinan −en las que sin dejar de ser conjuntas primarán los aspectos aeronavales− se van a caracterizar por el empleo de medios diferentes en un escenario hostil y desconocido donde los procedimientos de actuación de las fuerzas militares serán una mezcla de los tradicionales utilizados en otras latitudes y los especiales que son específicos de este teatro de condiciones invernales muy duras.
Por ejemplo, aquí se utilizarán equipos especiales como submarinos autónomos, rompehielos, motonieves, transportes de orugas, vehículos especiales dotados de neumáticos de baja presión, tiendas de campaña inflables o equipos de purificación y desalinización del agua. Rusia ha reabierto instalaciones militares abandonadas, anteriores a la Guerra Fría, y son frecuentes las incursiones aéreas y de submarinos rusos en, o cerca de, las zonas árticas de otros países. Por otra parte, Moscú ha construido y está construyendo modernas bases militares avanzadas con sistemas de radar, sistemas de misiles de defensa de costa y sistemas de misiles tierra-aire con capacidades anti acceso y negación de área (A2/AD) −similares a las establecidas por China en el Mar de China Meridional− como las de Nueva Zembla, Tierra de Alexandra, isla de Kotelny, isla de Wrangel y Cabo Schmitt −algunas de ellas por encima del paralelo de 75º N y capaces de albergar durante 6 meses una unidad militar de 250 efectivos.
Las operaciones militares árticas constituyen una nueva frontera del conflicto en el que, en este momento, existe una posición de ventaja de Rusia respecto a Estados Unidos, ya que Moscú tiene una mayor capacidad militar y de poder de proyección concentrados en la región del Ártico. Asimismo, mientras que Rusia dispone de importantes bases militares a lo largo del Ártico −como se ha dicho− desde donde puede ejercer la capacidad A2/AD con suficiente superioridad, EEUU apenas dispone de cuatro bases. También el país de los zares tiene en su dotación robot-submarinos autónomos de pequeño tamaño, una relevante capacidad sin contrapartida estadounidense, aparte de más de 40 rompehielos frente a solo dos de los EE.UU. Rusia no quiere enfrentarse directamente a Estados Unidos. Prefiere emplear estrategias indirectas o posturas ambiguas que se puedan utilizar en la frontera entre la guerra y la paz siempre debajo del umbral del conflicto militar. Aunque es verdad que esta es su posición general, también es cierto que en el Ártico está tomando una actitud agresiva construyendo bases militares permanentes basándose en que, ineludiblemente, forman parte de su defensa nacional.
Los intereses rusos y chinos en el Ártico son complementarios. Por un lado, los proyectos rusos en el territorio ártico son financiados por China ya que la Ruta del Noreste es una importante vía marítima de la iniciativa china Belt and Road. Por otro, China está recibiendo gas natural licuado de Rusia a través del Ártico, al mismo tiempo que utiliza prestados rompehielos rusos para escoltar a sus convoyes de buques de carga hacia Europa.
Desde el punto de vista geoestratégico, las futuras operaciones militares en el Ártico están sujetas a diferentes condicionantes operacionales entre las que destacan los grandes tiempos de preparación, la prevalencia de los aspectos aeronavales, la fundamental dependencia del crudo tiempo de la región, la capacidad de proyección de fuerzas de combate, la sostenibilidad de la batalla, la eficiencia en hacer frente a las capacidades desconocidas y, especialmente, a la rentabilidad y eficacia de empleo de las altas tecnologías. Entramos en un mundo desconocido en el aspecto operacional y táctico donde apenas existe experiencia salvo algunas operaciones muy puntuales. En una guerra de alta intensidad, las operaciones militares convencionales en el Ártico dependerán principalmente de la disposición del equipo y armamento adecuado, de la eficiencia de su empleo en el duro ambiente polar, así como de la fuerte voluntad y capacidad de sufrimiento del componente elemento participante.
El escenario deseable sería que en el Ártico hubiera libertad de navegación, respeto al medio ambiente y aprovechamiento sostenible de los recursos. Sin embargo, dado el panorama estratégico de seguridad, actual y previsible, con una fuerte competencia geoestratégica entre las grandes potencias, la probabilidad de operaciones militares árticas como parte del «pulso geopolítico mundial» no está lejos de este primer cuarto de siglo.
Jesús Argumosa Pila .
Academia de las Ciencias y las Artes Militares
Sección de Futuro de las Operaciones Militares
Fuente:
https://acami.es/portfolio/operaciones-artico-ultima-frontera/