Juan Angel Lopez Diaz, Coronel de Infantería de Marina, r , asociado de AEME, es el autor de este libro que ha sido editado por la editorial ELC, de Astorga.
Sinopsis:
INTRODUCCIÓN,
Para mediados del siglo XV hacía tiempo que castellanos y portugueses habían comenzado la descubierta y conquista de las islas y costas africanas en el Atlántico, donde se establecieron de forma permanente en las Canarias, Madera, Azores y Cabo Verde. Se crearon también asentamientos estratégicos en la tierra firme del África occidental, como Santa Cruz de la Mar Pequeña o, más al sur, San Jorge de la Mina, ya en el golfo de Guinea. El comercio más o menos reglado de esclavos, oro y especias, las lucrativas cabalgadas sobre la costa (Jiménez de la Espada, 1940), o bien la actividad pesquera, llevaban asiduamente a los marinos peninsulares cada vez más al sur. No tardaron en surgir las reivindicaciones territoriales, roces y conflictos armados entre ambas potencias. Recuérdese, por ejemplo, la asunción por parte de Castilla del monopolio comercial guineano-peninsular en el contexto de la guerra luso-castellana. Circunstancia esta que dio lugar a operaciones de castigo contra las líneas comerciales y factorías portuguesas, como la expedición de Charles de Valera a Guinea en 1476 (Aznar, 2002). Los tratados posteriores relacionados con estos asuntos, como Alcaçobas-Toledo (1479) o Tordesillas (1494), intentaron dar una solución a los problemas, y reglar los ámbitos portugueses y castellanos en el Atlántico. Esto, no obstante, fue en el plano teórico, ya que las incursiones no demasiado legales de castellanos en áreas territoriales de influencia portuguesa fueron una constante hasta bien entrado el siglo XVI. Por ejemplo, en 1559, un funcionario portugués lo daba como cosa hecha, y se refería a la costume em que estavavo os das Canarias de irem a Guiné e as outras terras da sua demarcaçao a resgatar e fazer saltos (De Granda, 1969: 464). De hecho, el comercio castellano con el África subsahariana estuvo siempre reglado por la Casa de Contratación de Indias (Santana, 2010). Por otra parte, como señala Aznar Vallejo, «no existieron reivindicaciones sobre porciones de mar». Es decir, tanto en la conciencia común de los marinos de la época como en los teóricos del Derecho pervivía la doctrina romana de que el mar era cosa común a todos. En los acuerdos se estipulaba la conquista de tierras y sus mares, pero limitados a la zona inmediata costera. Los motivos del monopolio portugués en la navegación a Guinea estuvieron relacionados con la evangelización (Aznar, 2008: 46). Por ejemplo, en 1538, años más tarde del Tratado de Zaragoza, uno de los testigos que declararon en una probanza relacionada con las armadas castellanas al Maluco se pronunciaba de esta manera: …dixo que porque es cierto é público é notorio que todas las mares españolas é portuguesas son libres para se poder navegar por ellas, sin les ser puesto ningund ympedimiento, etc. (T. Medina, 1888: II, 259)
Las Armadas a la Especiería y la Casa de Contratación de La Coruña
A comienzos del siglo XVI, la Corona de Portugal había conseguido asentar la ruta hacia la India a través del cabo de Buena Esperanza. Previamente, Castilla se había topado con la enorme barrera de un continente en la búsqueda de una ruta hacia la Especiería (Lenkersdorf, 1997). En 1503 se creaba la Casa de Contratación de Indias, establecida en Sevilla para regular el comercio y la navegación con las nuevas tierras. El Tratado de Tordesillas (1494) dio pie a una larga polémica en la que los poderes castellanos estaban convencidos de que su antimeridiano les otorgaba el control de las Molucas. Con la proclamación de Carlos I como rey de Castilla, la entrada sin ambages de comerciantes y banqueros alemanes en los mercados hispánicos, en la mayoría de las ocasiones asociados a poderosos negociantes castellanos (en especial burgaleses), dio un nuevo empuje al asunto. Tras algunos intentos frustrados desde comienzos de siglo, en 1519 zarpaba de Sanlúcar de Barrameda la armada de Fernando de Magallanes, dispuesta a buscar un paso meridional al bordear el Nuevo Continente hacia el Mar del Sur. Los Fúcares dispusieron financiar la expedición con 10.000 ducados; también junto a factores castellanos, como el burgalés Cristóbal de Haro (Medina, 1888: II, 324 y sigs.). A finales de 1521, durante el transcurso del accidentado viaje de la armada magallánica y fallecido el portugués, Gonzalo Gómez de Espinosa tomaba posesión de las Islas de Maluco, donde el rey de Tidore prestó vasallaje al de Castilla; allí fundó una factoría donde se depositaron diversos efectos y mercancías para una vuelta posterior, presente en la mente de todos. Solo la nao Victoria, al mando de Juan Sebastián Elcano, conseguiría llegar a la Península por el cabo de Buena Esperanza en 1522. Pero venía cargada de clavo. Nada menos que valorado en siete cuentos ochocientos ochenta y ocho mil seiscientos ochenta y cuatro maravedís (Medina, 1888: II, 120). Pese a las enormes pérdidas de buques, dotaciones, mercancías y el esfuerzo realizado, se demostraba que la ruta por el poniente era posible. Y las perspectivas de negocio eran de lo más esperanzadoras. De esta manera, los temores portugueses se trocaron en una sensación de amenaza tangible. Y entre esto sucedía, Hernán Cortés emprendía el establecimiento castellano en las costas novohispánicas del Pacífico. Con los años, el final del proceso reveló que esta era la vía castellana más acertada hacia el lejano oriente (tanto que estuvo activa hasta el siglo XIX). En octubre de 1522 llegaban las excelentes noticias a la península: Dicen que Cortés está muy próspero, y que ha descubierto por allá la Mar del Sur, y que es muy rica tierra, y que hace allá navíos. (Otte, 1968: II, 258; Lenkersdorf, 1997: 22).
Con este panorama se estableció en La Coruña, aquel mismo año, la Casa de Contratación de la Especiería (Cuesta, 2004). El memorial presentado al Emperador sobre las conveniencias de crear tal institución en el gran puerto gallego ya expone también sus diferentes ventajas sobre Sevilla (Fernández de Navarrete, 1837: V, 193-195). Entre otras, básicamente, la cercanía a los mercados flamencos y norte europeos y la lejanía del centro económico lisboeta, que podría hacerle sombra. También fue clave (y así se muestra en el documento) la proximidad de los astilleros del norte de Castilla, principalmente cántabros y vascongados, desde donde proveer los buques con los que formar las armadas. Porque las naos se preveían las protagonistas, por sus probadas cualidades marineras y su capacidad para embarcar mercaderías y vituallas para un largo viaje. Además, es por todos conocido el problema de los calados en los navíos que pretendían arribar a Sevilla. Para abundar más, La Coruña contaba con una Casa de la Moneda desde el siglo XIII, plenamente activa durante el siglo XVI (García/Portela, 1998, 1999, 2000: 132-139, 169-179, 161-179). Y posiblemente, también estaba presente la voluntad del monarca de restarle nuevas competencias comerciales y de navegación a la Casa de Contratación hispalense (Szászdi, 2008).
También en 1522, el Emperador emitía los privilegios concedidos a quienes armasen navíos para ir al Maluco en cinco armadas consecutivas. En aquel momento, ya se había acordado preparar una nueva flota con la previsión de que partiese en marzo de 1523 …habemos acordado y terminado de embiar seis naos de armada muy en orden, así de artillería é municiones, como de mantenimientos, mercaderías de rescates y otras cosas necesarias para el rescate é contratación que se hace en la dicha Especería. (Fernández de Navarrete, 1837: V, 197). En realidad, es un detallado documento que contempla los más diversos aspectos fiscales y económicos de las futuras transacciones comerciales y en suma, del asentamiento castellano en las islas. Obviamente, en este contexto, abría las puertas al capital extranjero: Concedemos a los sobredichos armadores que armaren en esta presente armada solos o en compañía en cuantía de diez mil ducados o dende arriba, que puedan poner cada uno que así armare en la dicha cuantía en una de las naos de la dicha nuestra armada, cual ellos quisieren, e en las cuatro venideras, un factor suyo propio, con tanto que sea súbdito e natural de la corona de estos nuestros reinos de Castilla e León e Granada. (Fernández de Navarrete, 1837: V, 197). Los armadores directos de esta segunda expedición iban a ser los Fúcares con diez mil ducados, los Bélzares con dos mil, y el factor burgalés Cristóbal de Haro; los mismos alemanes y castellanos que habían financiado la elección imperial de Carlos V (Lenkersdorf, 1997: 13-30). Poco más se puede incidir sobre la relación de los banqueros alemanes con el Emperador, de quienes se dijo que fueron (los Fúcares) quienes instaron al monarca a la ruptura del monopolio comercial indiano, realizada a través de la conocida concesión de 1522 a raíz del descubrimiento de las Molucas (Schafer, 1935: 334; Martínez, 1955: 173-192). Ya puso de manifiesto Lucena Salmoral el deseo de los banqueros germanos de abrirse al mundo ultramarino español y abandonar en parte el portugués (Lucena, 1982: VII, 241). Tanta fue la colaboración que los Bélzares, gracias a las concesiones del Emperador, a partir de 1525 abrieron una factoría en Santo Domingo y, poco más tarde, se convertirían en los primeros centroeuropeos con derechos de colonización en las tierras americanas. El conflicto con Portugal estaba abierto tras el fracaso de la Junta de Badajoz (1524). Las dificultades del paso por el Estrecho de Magallanes ya se conocían. Así que, desde La Coruña, partió en 1525 una carabela armada por el Emperador al mando de Esteban Gómez (Fernández, 1972: I, 192) para buscar un paso hacia el Pacífico por el norte, por la llamada entonces Tierra de Bacalaos: Iba este piloto en demanda de un estrecho que se ofreció de hallar en tierra de Bacallaos, por donde pudiesen ir a la Especiería en más breve que por otra ninguna parte, y traer clavos y canela y las otras especias y medicinas que de allá se traen.
Pero tras diez meses de exploración, regresó a la península sin haber hallado solución al problema. (López de Gómara, 1554, cap. XL, p. 33-34). Veremos en detalle esta expedición.
ÍNDICE DE CONTENIDO
INTRODUCCIÓN, 15
Las Armadas a la Especiería y la Casa de Contratación de La Coruña, 16.
CAPITULO 1. PRIMERAS EXPEDICIONES AL PACÍFICO TRAS SU DESCUBRIMIENTO, 21
Expedición de Gil González Dávila a las costas del Pacífico y a la península de Nicoya (1519-1523), 23.
CAPITULO 2. PRIMERAS EXPEDICIONES AL MAR DEL SUR POR EL ESTRECHO DESPUÉS DE MAGALLANES DESDE LEVANTE
Expedición de Jofre de Loaysa, 39 – Loaysa entra en el estrecho de Magallanes, 60 – Salida del Estrecho de Loaysa y travesía del Océano Pacífico en demanda de las islas Malucas, 69 – Llegada a las islas del Maluco (1º de enero de 1527), 78.
ISLAS DE MALUCO, 85
La llegada de la Florida de Saavedra, 110 – El fin de la desigual lucha, 119 – Regreso a España, 122.
LOS ACAECIMIENTOS DE LAS NAOS DE LA EXPEDICIÓN DE LOAYSA QUE SE SEPARARON DE LA CAPITANA SANTA MARÍA DE LA VICTORIA
Nao San Gabriel del mando de D. Rodrigo de Acuña, 122 – Nao Anunciada del mando de Pedro de Vera, 132 – La nao Anunciada y el pecio de Oranjemund (Namibia), 132 – Patache galeón Santiago, del mando de Santiago de Guevara, 137 – Nao San Lesmes del mando de Francisco de Hoces, 143 – La carabela perdida, 145 – El periplo de la expedición según Langdon, 148 – Algunos argumentos de Langdon, 149 – Nao Santa María del Parral del mando de D. Jorge Manrique de Nájera, 152 – Falsa exposición de los marineros de la nao Parral, 153 – Resolución de Hernando de la Torre capitán de los castellanos en Tidori y descubrimiento de la falsedad anterior, 156 – El Tratado de Zaragoza, 159.
CAPITULO 3. LAS EXPEDICIONES DE SEBASTIÁN CABOTO Y DIEGO FERNÁNDEZ AL MAR DEL SUR Y A LAS MOLUCAS QUE ACABARON EN EL RÍO DE LA PLATA, 161
La Expedición de Esteban Gómez para buscar una ruta a las Molucas por el Norte, 164 – El rey blanco y la Sierra de la Plata, 182 – La expedición de Diego García de Moguer, 202 – Regreso de Caboto a España, proceso y destierro a Argel, 229.
CAPITULO 4. LA EXPEDICIÓN DE SIMÓN DE LA ALCAZABA (1534), 235
La Expedición, 246 – Expedición de Simón de la Alcazaba según la Relación de Alonso Vehedor, 248 – Sobre el posible descubrimiento de las Islas Malvinas por la nave San Pedro de la Expedición de Alcazaba, 275.
CAPÍTULO 5. LA EXPEDICIÓN DE LEÓN PANCALDO (PANCHIALDO) (1536), 285
CAPITULO 6. LA ARMADA DEL OBISPO DE PLASENCIA. DON GUTIERRE DE VARGAS CARVAJAL, OBISPO DE PLASENCIA, 301
Un obispo organiza una expedición naval al Nuevo Mundo, 308 – La jefatura de la Armada y la relación entre el Obispo y Francisco de Camargo, 315 – Las distintas versiones sobre los participantes y los acontecimientos de la expedición: las naves de la Armada, sus vicisitudes y sus capitanes, 319 – Cuántos navíos, 319 – Relación que dio Pedro de Oviedo…, 326 – La nave Incógnita descubre las Islas Malvinas, 332 – Primera Relación, 333 – Relación de la navegación del estrecho de Magallanes de la banda del Norte, 333 – Noviembre de 1539, 333 – Año 1540, del mes de Enero, 334 – En nombre de Jesús. De la entrada del Estrecho, 337 – Año de 1541, 364 – Segunda Relación, 365 – Algunas reflexiones derivadas de las dos relaciones analizadas, 373 – Las Islas Sansón y las Malvinas, 374 – Por qué la Incógnita no pudo ir al Sur, 383 – Quién fue el Capitán de la nave que siguió a Perú, 384 – El viaje de la nave que llegó al Perú: imposibilidad de establecer quién fue el Capitán y la penetración de Valdivia en Chile frente a la capitulación traspasada a frey Francisco de Ribera, 387 – Conclusiones, 390.
BIBLIOGRAFÍA, 395
Artículos, 402 – Páginas web, 406
FIGURAS
Fig. 1. Salida del Puerto de la Coruña de la Armada de Loaysa, J.J. Martínez, 1854, Fuente: Biblioteca Nacional de España, 50
Fig.2. La armada de Loaisa arriba a la isla desierta de San Mateo. Litografía de Vicente Urrabieta en Historia de la Marina Real Española (1849-1854) Biblioteca Rector Machado y Nuñez – https://www.flickr.com/photos/37667416@N04/49788796 876/. Dominio publico, 52
Fig. 2.1. Lugar del Naufragio de la Sancti Spiritus, entre la Punta Wreck y Punta Daniel. Primera y Segunda angostura. (Fuente: Mapa provincial del Centenario, Estrecho de Magallanes, República de Chile, Oficina de Mensuras de Tierras; Luis Riso Patrón, 1911. E. 1: 500.000), 56
Fig. 2.2. Isla Carlos III, Canal Bárbara, Cabo Froward, Canal Jeronimo. (Fuente: Mapa provincial del Centenario, Isla de Santa Ines, República de Chile, Oficina de Mensuras de Tierras; Luis Riso Patrón, 1911. E. 1: 500.000), 66
Fig. 2.3. Salida occidental del Estrecho de Magallanes: Cabo Deseado, Islote Evangelista, en medio de la entrada al Estrecho. (Fuente: Mapa provincial del Centenario, Península Muñoz Manero, República de Chile, Oficina de Mensuras de Tierras; Luis Riso Patrón, 1911. E. 1: 500.000), 69
Fig. 2.4 Islas Molucas: Gillolo (Halmaheiras), y al Oeste, de Norte a Sur: Terna-te, Tidore, Moti y Makiyanndonesia: (Fuente: Islas Malukues.png; Wikipedia Commons: Creative commons Attribution-Share Alike 3.0 Unported: Libre para compartir), 86
Fig. 3: Tidore Vista desde el mar: Fuente: TIDORE, asentamiento español en Indonesia Magda Batik, 96
Figura 4. Islas orientales del archipiélago de Tuamotu. Véase que la orientación de Amanu (marcada en amarillo) es diferente a la del resto. La carabela perdida, 1526. Pacífico Oriental, Javier de carlos Izquierdo, RGM, nov. 2017, 147
Figura 5. Trayecto de la carabela San Lesmes después de junio de 1526 según Robert Langdon. La carabela perdida, 1526. Pacífico Oriental, Javier de Carlos Izquierdo, RGM, nov. 2017, 147
Fig. 6. Mapa de Diego Ribero, 1529, Seccion Mundus Novus, con la Tierra de Esteban Gómez, 165
Fig. 7. Ruta seguida por la expedición de Sebastián Caboto y Diego García al Río de la Plata. Fuente: La Formación de pilotos de la casa de contratación: del piloto mayor a la cátedra de cosmografía, Almudena Hernández Ruigómez, IHCN, Cuaderno Monográfico, 82/2020, LXII Jornadas de Historia Marítima, V Centenario de la expedición Magallanes-Elcano (II), Oct. 2020, 195
Fig. 8. Ruta seguida por la expedición de Sebastián Caboto y Diego García al Rio de la Plata. Fuente: La Formación de pilotos de la casa de contratación: del piloto mayor a la cátedra de cosmografía, Almudena Hernández Ruigómez, IHCN, Cuaderno Monográfico, 82/2020, LXII Jornadas de Historia Marítima, V Centenario de la expedición Magallanes-Elcano (II), Oct. 2020, 240
Fig. 9. En el centro de la imagen del satélite se puede apreciar la Bahía Gil, y en el medio de esta una hendidura zigzageante: la caleta Hornos. Fuente Google Maps. Blog Bahía sin fondo 30-06-2017, 279
Fig. 10. Plano General de la Región del Cabo dos Bahías y Puerto de los Leones, 279
Fig. 11. Ilustración para el libro de Schmidl que representa la fundación del poblado de Nuestra Señora del Buen Ayre, 1536, 299
Fig. 12. Límites de las Gobernaciones dadas a Pizarro, Almagro, Mendoza y Alcazaba. La de Alcazaba pasó después al Obispo de Plasencia, 309
Fig. 13. Mapa francés de André Thevet/Andrés de San Martín ¿?. Biblioteca Nacional de Francia. 1586, de dos islas que algunos han identificado como las Malvinas. Rolando Laguardia Trías consideró que este mapa es una copia de otro realizado hacia 1520 por el piloto y cosmógrafo español Andrés de San Martín. Fuente: Sergio Esteban Caviglia, Malvinas, soberrania, Memoria y Justicia, 10 -07-1829, Ministerio de Educación de la provincia de Chubut, 2012, pp. 52-53, 343.
Fig 14. Mapa Físico de las Islas Malvinas. (Gifex) Fuente: Mapoteca argentina, 345
Fig. 15. Bahía de San Julián, Isla de San José, Isla Goicoechea, Islas del Pasaje, Puerto de las Zorras o Puerto Moreno, donde fondearon los expedicionarios Fuente: Falkland Islands topographic map-en.svg file con topónimos en espa-ñol (GFDL archive), creado por Eric Gaba (Sting), 348
Fig. 16. Detalle de la Carta Universal de Diego Ribero. Real Academia de la Historia, Madrid, 351