Nuestro asociado el Almirante Juan Rodríguez Garat, Director del Museo Naval, publica en el diario ABC el siguiente articulo que repasa las paginas de la historia naval de España, reflejadas en las salas del Museo Naval.
Nuevo discurso del Museo Naval
En el mes de octubre de 1702, una flota anglo-holandesa que volvía a sus bases después de fracasar en un intento de asalto a Cádiz, destruyó en la ría de Vigo una flota de Indias. Ocultarlo sería falsear la historia y, por eso, una lámina colgada en las paredes del Museo Naval da fe de lo ocurrido. Pero más falsearía la historia reducir a ese hecho puntual los dos siglos y medio en los que la Armada mantuvo abierta la carrera de Indias, burlando la vigilancia o abriéndose paso a sangre y fuego, año tras año, a pesar de la oposición de los mejores marinos franceses, británicos u holandeses. ¿Fácil? No lo parece: entre 1780 y 1781, la escuadra de Luis de Córdova capturó dos grandes convoyes militares británicos facilitando la independencia de los EE.UU.
Otro mes de octubre, más de un siglo después, la flota británica derrotó a la franco-española en Trafalgar. Dos cuadros en nuestro Museo inmortalizan el momento. Para la propaganda de guerra del Reino Unido, entonces enfrentado a Napoleón, esa fue su «más alta ocasión que vieron los siglos». Para la Armada, un borrón en un currículum más que digno. Un borrón no atribuible a la conducta de las dotaciones, digna de encomio, sino a la inferioridad táctica de los buques de Gravina y, aún más, a la incapacidad de la nación, que entonces atravesaba una grave crisis, para poner a los buques en condiciones de combatir.
Por desgracia, son muchos los españoles que conocen una historia de la Armada escrita a medida de las necesidades de la propaganda de otros. Por eso creemos importante que se escuche también nuestra voz. No se trata solo de la defensa, sin duda legítima, del prestigio de la institución. Mucho más importante es el currículum de nuestra nación. Un currículum que fortalece el compromiso de los españoles con el permanente proyecto de futuro que es España.
No es esa España inferior la que mostramos en el Museo Naval. Ni la Armada ni España son viejas, ni fueron incapaces, ni están vencidas. No fue casualidad, como algunos sostienen, el que nuestros marinos escribieran páginas importantes de la historia de la humanidad. Como es lógico, el Museo Naval recuerda y honra todas esas páginas, y más en tiempos en los que se cuestionan gestas y valores desde perspectivas extemporáneas. Pero no renunciamos a explicar al visitante que no ha llegado para la Armada el momento de vivir de las glorias pasadas. Que los caminos del mar, como en su día la carrera de Indias, siguen ofreciendo prosperidad a los españoles, y que la Armada sigue siendo garantía de su seguridad.
Tampoco hay prestidigitación en el nuevo discurso del Museo. No vendemos leyendas, ni rosas ni negras, ni pasadas ni presentes. Visítenos y encontrará en nuestras salas éxitos y fracasos, sin que nos sintamos obligados a pedir disculpas por los primeros ni buscar excusas innecesarias para justificar los segundos. Venga a vernos si desea revivir hazañas militares, navales o científicas, sabiendo que –por eso las llamamos hazañas– solo algunas terminaron bien.
Si es polémica lo que busca, sepa que no hay lugar para ella en nuestro Museo donde, por encima de las diferentes interpretaciones que cada uno haga de la historia, prevalece, como mandan las Reales Ordenanzas, el respeto que merecen los héroes que forjaron la historia y todos aquellos que dieron su vida por España. Sepa por último el visitante que tampoco es tristeza lo que le ofrecemos. España ganó y perdió un imperio, pero tiempo ha habido para superarlo. En pago de esa empresa de siglos, la historia nos ha dejado 600 millones de hispanohablantes. Nos ha dejado algunas lecciones que aprender e infinidad de ejemplos para encontrar un estímulo muy necesario. Nos ha dejado, sobre todo, algunas de las raíces que sostienen el frondoso árbol que es España, hoy sometido a vientos duros y racheados que amenazan la prosperidad que otros crearon para nosotros.
Decía García de Cortázar que sería bueno que España caminara por el siglo XXI a hombros de la historia. Lejos de toda polémica, el Museo Naval se honra en sugerir al visitante algunos de los hombros que, como los de Roger de Lauria, Juan Sebastián de Elcano o Álvaro de Bazán, con mayor derecho podrían contribuir a hacer realidad el sueño del historiador.
Fuente:
ABC. 13/11/2020, pág.. 47
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