LOS NUEVE DE IRAK

El General de División, r Ricardo Martínez Isidoro, rinde un homenaje a los nueve miembros del CNI, asesinados hace 19 años en IRAK.

 

                                  LOS NUEVE DE IRAK

La experiencia de la participación de España en las operaciones de Irak, en 2003/2004, no termina de mandar ecos después de prácticamente 20 años de su desarrollo en aquel territorio irredento que no encuentra su camino hacia un Estado estable y venturoso.

Y todavía se siente lo que allí pasó porque estuvo rodeado de todo tipo de estigmas exteriores, geopolíticos, de política interior, en España, de enfrentamiento Este –Oeste, residual, de la siempre presente división europea en los asuntos generales, y de la difícil situación interior del país mesopotámico, escenario previo al surgimiento de grupos yihadistas, como el Estado Islámico.

La serie televisiva, “Los ocho de Irak”, no ha hecho más que evocar esos ecos, y amplificar los sentimientos encontrados, todos se reflejan en cuatro episodios relatados, en ocasiones, por personas que nunca estuvieron en el Teatro iraquí, por otros que tuvieron responsabilidad en el planeamiento de las misiones del grupo, en algunos casos, y por la máxima autoridad responsable en aquel momento, el Director del CNI, único nombre que autorizaban las leyes a ser conocido por el vulgo.

Destaco, desde el primer momento, la conclusión de gran dignidad que se atribuye a los ocho asesinados, que sería el principal valor de los episodios que se presentan; aquellos, los militares del CNI muertos en combate, merecerían, también, una ceremonia específica en la Plaza de la Lealtad de Madrid, donde se rinde tributo a los héroes, como acaba de suceder en Paris, en la llama ardiente del Arco de Triunfo, para recordar a los muertos en acción del Servicio de Inteligencia Exterior francés, la DGSE.

Destaco también que el título del artículo, “Los nueve de Irak” difiere del de la serie aludida, y lo hace porque hubo nueve miembros del servicio involucrados, uno en la fase previa, en los alrededores de la Embajada de España en Bagdad, asesinado igualmente, en lo que se prevenía era una “anulación” por los antiguos miembros de los servicios iraquíes de sus relaciones con los miembros de la inteligencia española, relaciones obvias por su permanencia antigua en el país. Los ocho restantes, 7 asesinados y un superviviente, son el centro de este desgraciado episodio.

Cabe indicar, al respecto de los hechos, que el Centro de Operaciones Conjunto (JOC) de Bagdad, liderado por las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos(CJTF 7), en la figura del Teniente General Ricardo Sánchez, oriundo de Nuevo Méjico, con representación de todos los países de la Coalición (cerca de 40 de todo el Mundo) había presentado, de forma clasificada, el Plan 590 que se refería a las medidas que habría ordenado Saddam Hussein para la estructuración de una insurgencia contra la invasión de Estados Unidos y Gran Bretaña, única fuerza de ocupación de Irak,  reconocida por la Resolución 1463 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidos.

Entre las medidas de todo tipo figuraba la eliminación de los contactos de los servicios iraquíes con los de otras potencias extranjeras, aspecto que se podría relacionar con el primer asesinato citado, en los alrededores de la Embajada de España en Bagdad, y más tarde con el atentado y muerte de los otros siete.

Echo de menos, ya que como Representante del JEMAD en el Territorio iraquí lo viví directamente, muchos elementos que deberían haber sido resaltados, por ser fundamentales, de la vinculación estratégica de los Equipos de Inteligencia del CNI, eliminados de raíz, con las Unidades militares españolas desplegadas en la zona, cuyos responsables no aparecen en ninguno de los episodios; solo lo hacen los compañeros de los asesinados, alguno de la misma Promoción, y miembros de los Equipos de Reconstrucción, Provost Marshal(Guardia Civil), etc, aspectos emotivos sin duda pero incompletos para dilucidar lo que allí sucedía, pues la misión de los equipos del CNI era la de proporcionar seguridad estratégica a las operaciones militares españolas, además de la natural función de obtención de información para las necesidades de inteligencia del CNI.

Tampoco, como viene sucediendo, no se explica bien la misión de las Tropas españolas, a las que servían, como se ha dicho, para complementar los medios de inteligencia de las Grandes Unidades Desplegadas, en el caso español, la Brigada Multinacional , dependiente de la División Multinacional Centro Sur, de la que dependía aquella, y de la que yo era el Deputy español y Segundo Jefe, con una treintena de militares de nuestro país; días antes del atentado el equipo del Comandante Baró, con el Brigada Vega, perfectamente caracterizado para su misión, estuvo en Babyl, sede de mi Cuartel General, departiendo conmigo sobre la naturaleza de su misión y de las Tropas multinacionales.

Y no se explica bien porque subsiste todavía el matiz político que se percibe en algunos de los episodios que constituyen el relato que se nos presenta; sin duda que en España los partidos de izquierdas, fundamentalmente, fueron especialmente insolidarios con la acción exterior de España, en un momento crítico como fue la intervención de sus Fuerzas Armadas en la fase de estabilización posterior a la invasión angloamericana, y eso persiste en los episodios presentados, ya que no se citan las resoluciones del Consejo de Seguridad, 1463 y siguientes, que reconocían y animaban estas operaciones para la reconstrucción de Irak; también se exacerban las irregularidades cometidas por los Estados Unidos en Irak, reprobables en bastantes casos; se manifiestan deslealtades de importantes funcionarios de la CIA, difíciles de asumir, e incluso opiniones similares del Embajador estadounidense en Irak, y sin duda la presencia de intelectuales iraquíes justificando la insurgencia, todas ellas fruto de la libertad de expresión,  pero indicadoras de un rencoroso antiamericanismo ancestral; de alguna forma se induce en el espectador el esquema de causa efecto, entre la invasión , la presencia de fuerzas extranjeras y el asesinato de los ocho militares españoles del CNI.

Tampoco se reconocen las virtudes del comportamiento de las tropas españolas, las más cercanas a la población iraquí por su modalidad de actuación en la reconstrucción, ya que tenían el récord de patrullas a pié de toda la coalición.

El superviviente merece bien incluirle entre “los nueve de Irak”, pues también combatió en ese escenario desolado de la Ruta Jackson, por donde todos pasábamos a diario, pues era camino de paso obligado desde Bagdad; después del” beso del Imán”, la Policía Iraquí lo condujo a Camp Saint Michael, de la 82ª División Aerotransportada norteamericana, situado en las cercanías del lugar del atentado, su General Sbrana habló con el autor de este artículo y nos puso en comunicación con el militar español, al que tranquilizamos.

Todos estos aspectos se obvian en la serie, como todos aquellos que supondrán para el futuro un bagaje de lecciones aprendidas para este tipo de misiones, para estos relevos, para la protección de los actuantes, para la adecuación de su armamento y equipo contra una insurgencia preparada y conocedora de su oponente, para sus desplazamientos en vehículos apropiados, para la previsión del apoyo de las fuerzas más próximas, multinacionales sin duda, norteamericanas en este caso, ante las situaciones de riesgo extremo.

Ahora que estamos en el 19º aniversario de su desaparición, sería un buen momento para rendirles un homenaje claro, ausente de política, a los héroes que deja España en las páginas de la Historia, a veces sin escribir en ellas.

 

General de División (R) Ricardo Martínez Isidoro; Representante Militar del JEMAD en el Teatro de Irak (2003/4)

De la Asociacion Española de Militares Escritores