Lo que se juega en Ucrania. Juan Angel Lopez Diaz

En el marco del Programa de Colaboración de Asociados (AEME-PCA 2023-24), el Coronel de Infanteria de Marina, r Juan Angel Lopez Diaz,  publica en La Crítica la siguiente reflexión sobre la Guerra de Ucranias

 

Observo sorprendido cómo la guerra de Ucrania ha perdido interés en Occidente, y en especial en la caduca Europa, atrapada por su decadencia, la apatía de sus ciudadanos y la falta de liderazgo de sus políticos. Pero si nos pusiéramos a pensar en las consecuencias de una victoria de Putin en el campo de batalla ucraniano, estas serian demoledoras para Occidente. Sin duda el mundo tal como ha sido desde el periodo llamado de la guerra fría y de la post guerra fría, cambiaría completamente y no para bien y los únicos que ganarían serían los regímenes autoritarios. La democracia, los valores liberales, el sistema de bienestar, los flujos logísticos y una interminable lista de ventajas que ahora disfrutamos, correrían el riesgo de perderse.


La victoria rusa en Occidente


Supongamos que Rusia logra los objetivos previstos en la operación militar especial, iniciada en Febrero del 2022: esto es, que tras un alto el fuego y unas negociaciones, un escenario probable si el Sr Trump alcanzase la Casa Blanca, Rusia consigue el dominio del territorio ucraniano que ocupa actualmente o incluso más, si logra ampliarlo, lo cual es posible.

Fig. 1. El presidente ruso Vladimir Putin habla durante una reunión en el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia en Moscú, Rusia, el viernes 14 de junio de 2024. © Alexander Zemlianichenko / AP

Ucrania, pese a esa paz forzosa, sería un problema permanente en Europa del Este. Las tropas ucranianas, o lo que quedase de ellas, sin duda mantendrían la resistencia contra los rusos, bien con tropas regulares o partidas guerrilleras y acciones de sabotaje permanentes y en todo el territorio ocupado. Rusia, por tanto, reaccionaria y ejercería la violencia en aquellos territorios arrebatados a Ucrania. Pero lo cierto es que toda Ucrania, la conquistada y la zona libre, sería una región, un país, en permanente inestabilidad.

Por supuesto el número de refugiados, aumentaría, unos al no querer permanecer en los territorios ocupados, si es que pudieran huir y otros porque en esa Ucrania supuestamente libre, no verían perspectivas para una vida estable. Y esto constituiría otro problema para Europa, añadido al que ya tiene en la actualidad, con la migración irregular del Sahel y otras partes del mundo. Y como consecuencia de ello, sería probable que el gobierno ucraniano, decidiera iniciar el desarrollo del arma nuclear, única manera de detener al oso ruso en el largo plazo. Europa estaría así amenazada de forma permanente, más que ahora, con armas nucleares. Y esto podría abrir la caja de Pandora para que otros países desarrollasen esas armas. Además de la propia Ucrania, Polonia, que siente también la amenaza de Rusia, podría tratar de lograr el arma que la defienda de sus ancestrales enemigos. Alemania, aunque en un principio, buscase el paraguas americano o francés, podría tratar de construir ingenios nucleares, al desaparecer las resistencias y ver la sociedad la necesidad de defenderse. Arabia, también lo intentaría, si al final, como parece, Irán se convierte en una potencia nuclear. Turquía, podría sentirse debilitada si EEUU, retira su paraguas nuclear con nuevas políticas aislacionistas americanas, al igual que Japón, si ve amenazado su estatus, tanto por Rusia, como sobre todo por China o Corea del Norte.

Fig. 2. El presidente de Rusia, Vladimir Putin, pronuncia un discurso durante la cumbre de los BRICS en Kazán. EFE/EPA/Alexander Nemenov

Con la victoria de Rusia el nacionalismo ruso y el neoimperialismo, de Alexandr Duguin, quien en sus Fundamentos de Geopolítica, preconiza el destino manifiesto de Rusia, esta victoria, sería vista por sus muchos partidarios en Rusia, como la confirmación de sus tesis revanchistas, después de la implosión de la URSS, y provocaría, sin duda, un movimiento de expansionismo, al haber comprobado, la escasa resistencia y la falta de voluntad de defensa de Europa, amedrentada ante la guerra en general y la amenaza nuclear rusa en particular. En este aspecto, y sabiendo la falta de reacción de Europa y la OTAN, los países Bálticos, Moldavia y Georgia, serian los siguientes países en caer.

Tras estos acontecimientos, la Europa del bienestar desaparecería, aumentarían los presupuestos de defensa y los fondos para los refugiados de esos países, con unos costes, que harían ridículos, el 2% que se pide en la actualidad para los presupuestos de defensa. Pero todas estas desgracias, sin duda, y como sucedió en Alemania después de la Gran Guerra, provocarían un aumento significativo a los populismos de derechas e izquierdas, que clamarían que tenían razón al pensar que no se debió de apoyar a Ucrania, y que era lógico que Rusia recuperase el Heartland de Mackinder, su destino manifiesto, y esa tesis de Rusia, dada su potencia nuclear, hay que aceptarla.

Por supuesto Rusia apoyaría y controlaría estos movimientos, y procuraría que alcanzasen el poder, para acomodar sus gobiernos a sus intereses. Es evidente que esto tambalearía la Unión Europea, y debilitaría la OTAN, ya que muchos países, dudarían en seguir o irse, y si ganase el Sr Trump, habría que ver cual es el futuro de la Alianza. Y con su caída o debilitamiento de esta organización, a Rusia, le sería más facial el control de Europa, que sería el objetivo estratégico de Putin en su guerra contra Ucrania.

Consecuencias en el orden internacional


Pero no sólo Occidente sufriría las consecuencias de una victoria rusa. Los países revisionistas, China, Irán y otros, observan, llevan haciéndolo, años, la capacidad de Occidente de defender, como lo hizo en los albores de la guerra fría, sus valores, el orden mundial económico y liberal, el libre comercio y los global commons. Es difícil no ver una conexión entre la guerra de Ucrania, y la completa implosión de Oriente Medio, con los ataques de Hamas el 7 de Octubre del 2023, 452º aniversario de la Batalla de Lepanto. Y al otro lado del mundo, China, rodea Taiwan y realiza incursiones navales por todo el Pacifico: Filipinas, Vietnam, Japón y Australia, con su flamante y poderosa, recién creada fuerza naval, en la actualidad, la mayor del mundo, por delante de la US Navy. También, con el silencio cómplice de Occidente, Azerbaiyán tras el comienzo de la guerra en Ucrania, logro su objetivo, de hacerse con el enclave azerí, de Nagorno-Karabaj, vulnerando, el derecho internacional.

Fig. 3. Incidentes navales entre buques chinos y guardacostas de Taiwan: La Razón, 24-05-2024


Pero si la guerra termina con la victoria rusa, sin duda, otros estados, sabiendo que no habrá una reacción internacional podrían repetir esa invasión, y en base a rencillas olvidadas, tratar de alcanzar la supremacía regional. Y así, con esta caída de las piezas de domino, se produciría una “reorganización del orden mundial”, como lo expresó recientemente Putin. No hay que olvidar que el mundo existe, más allá de Occidente, no sólo en población que también, la pasada reunión de los BRICS, reunió a líderes de países que son la mitad de la población mundial, y en la votación condenando la invasión rusa, de las NNUU de Octubre del 2022, 17 países africanos se abstuvieron, 8 no votaron, y Eritrea votó directamente en contra. La influencia de Rusia en el continente africano quedó ahí reflejada. Y en Julio del 2023, Putin reunión hasta a 40 países africanos en la cumbre de San Petesburgo. Así, que el aislamiento de Rusia, y sus socios, incluida China, es, como mínimo, discutible.

Así que la comunidad internacional, y en concreto, aquellos países líderes en sus regiones geoestratégicas, y hoy dormidos tras casi 80 de años de siesta al calor de la guerra fría, llegarían a la conclusión, de que el orden mundial ha desaparecido, y sólo el arma nuclear, puede frenar a los enemigos potenciales. Y de los 9 países actuales con armas nucleares se podría casi doblar ese número, y con ello las posibilidades de que el planeta salte por los aires.

Fig. 4. Un hombre sostiene una pancarta pro rusa en la que se lee “Rusia salvará a Donbass de la guerra” en Bangui el 23 de febrero de 2022 durante una manifestación pro rusa AFP/CAROL VALADE, Atalayar, 29-04-2022



Conclusiones


Una victoria rusa sobre Ucrania, significaría el fin del orden internacional que conocemos. Occidente ya no podría garantizar la paz y la estabilidad a lo largo y ancho del planeta. Potencias como China, Rusia, Irán y otras, junto con sus aliados, lease los BRIC´s, y muchos otros países asiáticos y del continente africano, tratarían de imponer sus tesis en ese nuevo orden, incluida su moneda. Los derechos humanos, no serian otra cosa que un cuento de hadas, los gobiernos autoritarios se verían reconocidos, y la democracia pasaría a ser un sistema obsoleto, los flujos globales logísticos bordearían Europa, el nivel de vida se resentiría, y nuestras sociedades, serían más inseguras, más pobres y más insolidarias.

Por el contrario, la victoria ucraniana, y su pertenencia a la OTAN y la UE daría a Europa un espaldarazo en términos de seguridad, prosperidad y prestigio mundial y la derrota de Putin y su previsible caída, sería una oportunidad para un nuevo régimen, que logre un desarrollo pacífico y constructivo en Europa en el futuro y de esa manera, la derrota de Rusia, paradójicamente, sería beneficiosa para el pueblo ruso.

Juan Angel Lopez Diaz   Miembro de la Asociación Española de Militares Escritores

 

El autor:

Jubía (Néda) (La Coruña, 1954).
Coronel de Infantería de Marina, retirado, especialista en Comunicaciones y Guerra Electrónica (EW), diplomado en Guerra Naval, Estados Mayores Conjuntos (EMACON) y del Nato Defence College (NADEFCOL) (Roma).
Ha realizado entre otros el Curso de Guerra Anfibia en el Reino Unido, el de Paracaidismo e idioma ruso, viajando a la URSS en varias ocasiones. Mandó unidades de Infantería de Marina en todos los empleos, entre otros, el 2º Batallón de Desembarco (BD-II) y el Tercio Norte de Infantería de Marina (antiguo 2º Regimiento del Cuerpo) en Ferrol.
Ha sido Agregado de Defensa en Angola, Mozambique, Namibia, Lesotho y Sudafrica con residencia en Pretoria. Participó en la misión de UNPROFOR, como observador militar de las NNUU, en las zonas de Gunja (Croacia) Mostar (Bosnia) y el Puente de Maslenica (Croacia), en los momentos duros del conflicto entre 1993-94.
Ha escrito artículos en la Revista Española de Defensa, Revista Ejército, Cuadernos de Pensamiento Naval, Revista General de Marina, Boletín de Eurodefensa España y Boletín de Infantería de Marina, así como en otros medios como La Crítica, entre otros. Ha colaborado en varias obras: A Shift in the Security Paradigm: Global Challenges: Is Europe Ready to Meet Them? Ed. Springer (2020), así como en Reflexiones sobre Seguridad y Defensa, AEME, Ed. Callblanque (2021). Ha publicado los ensayos históricos Panamá corazón del Imperio español (2019) y Martín Alonso Pinzón, un olvido injusto (2022), ambos en Ed. Almuzara.