El Teniente Coronel del Cuerpo de Ingenieros Politecnicos Juan Padilla Barrera, publica en el diario EL DIA de Santa Cruz de Tenerife este articulo:
Se celebra en estos días el 433 aniversario de la fundación de la Capitanía General de Canarias. Con este motivo, se ha establecido un programa de visitas al edificio que actualmente ocupa en Santa Cruz de Tenerife, frente a la plaza Weyler. Esta institución ha sido, seguramente, la que mayor influencia ha tenido en el devenir histórico de nuestro Archipiélago. Muchas han sido las sedes que ha tenido a lo largo de más de cuatro siglos. Esta última y definitiva acaba de cumplir
140 años. El 5 de junio de 1881, el teniente general Valeriano Weyler Nicolau hacía su entrada triunfal, aclamado por la multitud, en la nueva edificación que él mismo había creado. Todo empezó el 10 de marzo de 1589, cuando Felipe II creaba la institución y nombraba capitán general de Canarias a un hombre de su confianza, Luis de la Cueva y Benavides.
Luis de la Cueva, primer capitán general de Canarias y al mismo tiempo presidente de la Audiencia, fijó su residencia en Las Palmas de Gran Canaria. Según el plano de Leonardo Torriani de 1590, la sede de la Audiencia y casa de su presidente estaba situada en el chaflán que formaban las calles de Santa Clara (hoy Domingo Denis) y los Remedios (hoy San Nicolás). El chaflán existe, pero en un edificio moderno. Desde 1582 se habían iniciado las obras de la que se conoce como la Casa Regental, que fue construida para residencia de la primera autoridad del Archipiélago pero no se concluyó hasta 1640, año en que pasó a ser sede de la institución.
En 1656, Alonso Dávila decidió trasladar, aún sin autorización expresa, la Capitanía General a Tenerife, no así la Audiencia, que mantuvo su sede en la capital grancanaria, por lo que los regentes del organismo judicial residieron desde entonces en la Casa Regental. Más de un siglo después, en 1776, esto creó un conflicto, porque el entonces comandante general, el marqués de Tabaloso, decidió pasar los veranos en Las Palmas y habitar en dicha casa como presidente de la Audiencia que era. Con ello se planteó un litigió que acabó con una resolución real en que se reconocía el derecho del regente a residir en la casa, pero con la condición de alojar al capitán general durante sus estancias en Las Palmas. La Casa Regental está situada en la Plaza de Santa Ana, junto a las Casas Consistoriales, y es una magnífica muestra de edificios renacentistas en la ciudad grancanaria.
El primer capitán general que residió en La Laguna con autorización real fue Jerónimo de Benavente, que recibió licencia para vivir en la Isla que creyera más conveniente, y utilizó para ello una casa erigida entre los años 1624 y 1635, por Diego AlvaradoBracamonte, gobernador, corregidor y capitán de guerra. La mansión muy pronto dejó de llamarse de Alvarado-Bracamonte para pasar a ser la Casa de los Capitanes Generales, situada muy cerca de la plaza principal de la ciudad, la plaza del Adelantado, y colindante con la Casa de los Corregidores. El edificio, ejemplo de arquitectura canaria del XVII, se caracteriza en su exterior por su portada de piedra de toba volcánica roja, que se utiliza también en las esquineras, lo que le da a la fachada una especial distinción arquitectónica. Llaman la atención la distribución irregular de los huecos, el amplio alero de teja y el esgrafiado de tradición hispano árabe.
ANÁLISIS
La erupción de Garachico
La erupción volcánica de 1706, que segó por completo el entonces floreciente puerto de Garachico, hizo que la actividad comercial –sobre todo la de exportación de vinos– se desviara hacia el puerto de Santa Cruz, hasta entonces un pequeño refugio de pescadores chicharreros, de ahí el gentilicio. Esto hizo que este puerto empezara a crecer de forma espectacular, por lo que, en 1723, nada más llegar a las islas, Lorenzo Fernández de Villavicencio, marqués de Vallehermoso, ante esta pujanza, decidió trasladar su residencia al Castillo de San Cristóbal en Santa Cruz. Esta decisión no gustó en absoluto en La Laguna y convirtió lo que era un pleito entre Tenerife y Las Palmas en un pleito triangular –Santa Cruz, Las Palmas y La Laguna–, las tres en lucha por la supremacía. Menos aún gustó al Castellano de San Cristóbal, porque lo que iba ser una ocupación temporal acabó siéndolo para 11 largos años, ya que el marqués de Vallehermoso no abandonó el castillo hasta que se lo ordenaron en 1734, casi al final de su mandato. Este Castillo de San Cristóbal se comenzó a construir en 1575 y entró en servicio en 1577.
Era de planta cuadrada no regular completada con cuatro baluartes en sus vértices, edificado con sillería y mampostería, como todas las obras militares de esa época en Canarias. Fue la construcción militar más importante de las que se integraban en la defensa del puerto de Santa Cruz, haciéndose especialmente famosa por haber sido el puesto de mando del general Gutiérrez con ocasión de la victoria sobre el contralmirante Nelson en 1797. La céntrica y comercial calle de El Castillo de la ciudad debe precisamente su nombre a esta fortificación, porque conducía directamente a ella. A finales de 1928 desapareció el Castillo de San Cristóbal bajo la piqueta municipal para ocupar hoy su lugar en la Plaza de España.
Según el plano levantado por el ingeniero militar Antonio Riviere en 1740, podemos saber que José Emparán se estableció en la casa nº 13 de la calle de la Marina, justo delante de donde en 1787, por iniciativa del marqués de Branciforte, el ingeniero militar Amat Tortosa construiría, intentando imitar al Salón del Prado de Madrid, la que hoy se conoce como Alameda del Duque de Santa Elena. Su solar está hoy ocupado por un banco.
La siguiente sede que se conoce es la que desde 1791 utilizó el general Gutiérrez que se instaló en la calle San José, esquina a la de San Francisco, que después fue el hotel Camacho y hoy también ocupa su lugar un conocido banco. En 1808, Carlos O’Donnell, nombrado capitán general de Canarias por la Junta Suprema después de ascenderle de coronel a mariscal de campo, residió en la llamada Casa Foronda, en la Plaza de la Pila esquina a Castillo. Allí nació su hijo Leopoldo, que llegaría a ser el gran general liberal que marcó toda una época durante el reinado de Isabel II. Hoy en su solar –¿cómo no?– hay un banco, ubicado en una gran mole, que cierra por el oeste, yo diría que aplasta, la bella Plaza de Candelaria.
Se volvió después al antiguo caserón de la calle de la Marina y en el año de 1852 se consiguió la autorización para proyectar la construcción de un nuevo edificio para Capitanía General. Hubo dos proyectos, uno de ellos firmado por el coronel Luis Muñoz el 11 de octubre de ese año pero ninguno fue aprobado, por lo que el capitán general José María de la Viña determinó que se alquilara el Palacio de Carta, donde a partir de enero de 1853 se estableció la Capitanía General de Canarias.
El Palacio de Carta
El Palacio de Carta es un bello edificio situado en la Plaza de la Pila (Hoy de Candelaria), que fue mandado construir por Matías
Rodríguez Carta y se concluyó el año 1752. Realizado por el maestro de obras Juan Alonso García de Ledesma, es un edificio del barroco canario, si bien en su fachada de cantería basáltica se pueden apreciar elementos de estilo neoclásico, lo que hace pensar que los planos fueron un diseño del ingeniero militar Francisco de la Pièrre. Durante 28 años fue sede de la Capitanía General de Canarias y pasaron por él 17 capitanes generales, el primero el ya citado, José María de la Viña, el último nuestro ya conocido general Weyler, al que no le pareció adecuado el palacio para sede de tan importante institución y puso todo su empeño en construir un nuevo edificio para la Capitanía General y solo 9 meses después de su llegada, el 5 de enero de 1879, lo lograba y se recibía la autorización para realizarlo.
El Palacio de la Capitanía General de Canarias, situado en la plaza que lleva el nombre de su creador, el general Weyler, es con su estilo neoclásico que los ingenieros militares extendieron por todo el mundo hispánico, el edificio histórico con más prestancia y presencia de la geografía urbana de Santa Cruz. Y la sola imagen de su fachada habla de la importancia, grandeza y prestigio de la institución que alberga.
Fuente:
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