En la columna «Historias con la mar de fondo», del digital Diario de Opinión, de Murcia, nuestro asociado el Alférez de Navío, r. Diego Quevedo Carmona, publica una curiosa manera de hermanar a las flotillas de submarinos concurrentes a unas maniobras. ¡Los toros como instrumento de la diplomacia!
LAS INOLVIDABLES CORRIDAS DE TOROS “TAPONAZO” DE LA FLOTILLA DE SUBMARINOS
Hace años, la Armada española organizaba periódicamente unas maniobras internacionales de submarinos denominadas TAPÓN. En ellas se invitaba a participar a diversos países aliados, que solían mandar un submarino, que mezclados con las unidades que aportaba la propia Armada española, formaban una considerable fuerza submarina.
Dichas maniobras solían tener lugar en la zona del Mar de Alborán, Saco de Cádiz y Estrecho de Gibraltar y en ellas se trataba de aumentar la capacidad operativa de nuestras unidades. Además, se solía hacer algún intercambio de miembros de dotaciones entre los participantes, para tratar de tomar nota del “modus operandi” de otros submarinos extranjeros y relanzar también los lazos de amistad y cooperación.
Si bien el inicio de las maniobras solía ser desde puertos diversos, a su término todos atracaban en Cartagena para intercambiar impresiones, sacar conclusiones y en definitiva hacer balance final, y poner el colofón antes de que “cada mochuelo regresase a su olivo”, con la celebración de alguna que otra “jornada de convivencia” que no solía ir más allá de organizar algún partido de fútbol “de selecciones” en el campo de las instalaciones deportivas del Arsenal, y hacer una paella multitudinaria en la propia Base de Submarinos de Cartagena.
Más o menos ese era el guión de todas y cada una de las maniobras “TAPÓN”, hasta que llegó 1985 y se organizó una fiesta sin precedentes. En aquella ocasión, participarían media docena de submarinos, a saber, un inglés, un francés y un portugués, más 3 españoles, concretamente el S72 Siroco, el S63 Marsopa y el S64 Narval.
A su término, la Jefatura de la Base, Escuela y Flotilla decidió organizar nada menos que una auténtica y genuina novillada en un conocido cortijo próximo a Cartagena, con la particularidad de que los “diestros” eran los comandantes de los submarinos que habían participado en las maniobras y las respectivas “cuadrillas” debían ser elegidos “a dedo” por los propios comandantes entre los miembros de sus respectivas dotaciones,…
Para anunciar semejante evento taurino, se llegaron a editar sus correspondientes carteles, donde incluso cada “diestro”, como si de un auténtico y genuino consagrado matador de toros se tratase, tenía su “apodo”, resultando que J.J. Tall, el comandante británico, por unas horas sería “el míster”, el francés Gilbert sería “el nene de Tolón” y Silva Carreira, “el caballero portugués”, mientras por parte española los capitames de corbeta Martínez de Lejarza (Comte. Marsopa) sería “Pablito”, Fondevila Silva (Comte. Narval), “El renco” y Alvarez Llopis (Comte. Siroco), “El tito”. Como “rejoneador” común para todos los “espadas” y montado en un borrico, se anunciaba a Carmelo Coello “El niño de Cabra”, todos ellos bajo la batuta del propio Jefe, Capitán de Navío López Cortijo, autodenominado “El niño del torno”,…
En la entrada de la plaza había dos mástiles y mientras en uno ondeaba la bandera española, en el otro compartían driza la británica, la portuguesa y la francesa, signo inequívoco de que aquella jornada, iba a serlo de tremenda e inusitada convivencia entre submarinistas.
En el propio cartel aparte de los citados diestros se anunciaba que se lidiarían 2 reses de la “ganadería de Jefesubmar” y que además contaba con el “permiso de la autoridad competente Capgemed”, amenizado todo por los pasodobles que interpretaba la nutrida banda de músicos profesionales que componían los marineros de reemplazo del Cuartel de Instrucción.
Como es fácil imaginar, todo aquello en su conjunto sería inolvidable, siendo la primera vez que se realizó semejante evento, pero no la última dado que al año siguiente, 1986, -las maniobras Tapón eran anuales-, los submarinistas volverían a darse cita en el mismo lugar, con cambios de tercios. En esta ocasión los participantes serían en vez de 6, 7 submarinos pues a los británicos, franceses y portugueses, que repetían, se les unió un holandés, mientras por parte española lo hicieron las 3 primeras unidades de la serie 70 (el S74 Tramontana aún no había causado Alta en la Armada).
Así, el comandante Conley, del submarino británico sería “Sir Valiant”, el holandés Van Asch Van Wijek sería “El niño del tulipán”, el portugués J.C. Baguinho actuaría bajo el seudónimo de “O´esforçado” y el francés Monsieur Kervazo “Le garçón du var”. Completaban el elenco los Capitanes de Corbeta españoles Santiago Zárate, Benito Mulero y Núñez Lacaci, comandantes de los “S71 Galerna”, “S72 Siroco” y “S73 Mistral” por ese órden, “diestros” que actuarían con los nombres de guerra de “El mudito”, “El bombardino” y el “ex-cuñadísmo” respectivamente.
Aunque dice el refranero español que “segundas partes nunca fueron buenas”, aquí se equivocó de pleno, pues como ya había el precedente de la primera, aquellos que pudiendo ir no quisieron hacerlo, en esta no se lo perdieron, con lo cual, la presencia de público sí que esta vez desbordó el graderío.
Poco tiempo después, hubo un cambio de Jefe y aunque las maniobras Tapón se seguían haciendo, las corridas de toros de la Flotilla de Submarinos acabaron para siempre, quedando hoy, casi 40 años después, al menos un par de cosas, la memoria de lo vivido en la mente de los que estuvimos allí y los carteles guardados en el baúl de los recuerdos,… Ni qué decir tiene que era otra época,…
DIEGO QUEVEDO CARMONA –
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