El Diario de Cadiz, al cumplirse el aniversario de la catástrofe de Cadiz, publica este comentario del Coronel de la Guardia Civil, Doctor en Historia y Delegado de AEME para Andalucía. Es el 4º articulo de los publicados año tras año en este luctuosos aniversario.
La sanidad de la Armada en la catástrofe de Cádiz en 1947 (IV)
Entre los distintos informes de la tragedia, hay que destacar la labor del comandante médico Ernesto Fernández Ruiz, que es citado en varios de los documentos que hablan de aquella noche
Por cuarto año consecutivo con motivo de cumplirse el 78 aniversario de la trágica Explosión, acaecida la noche del 18 de agosto de 1947 en la Base de Defensas Submarinas, se vuelve a poner en justo valor el inestimable y desconocido servicio prestado por los miembros del entonces Cuerpo de Sanidad de la

Armada, a los vecinos de la ciudad de Cádiz.
Con este artículo se termina el breve relato, pero inmensa gesta, de la impagable labor realizada en circunstancias tremendamente difíciles, y con escasos medios, que practicaron en nuestra ciudad y en San Fernando, los médicos y sanitarios de nuestra entonces llamada Marina de Guerra. Todo ello sin desdecir el magnifico servicio realizado por sus compañeros del Cuerpo de Sanidad del Ejército de Tierra, cuyo número y despliegue era menor al que tenía en esta zona la Armada, así como la extraordinaria y también meritoria labor que desarrollaron en el ámbito civil, los médicos, sanitarios y su personal auxiliar, masculino y femenino.
¡Qué buenos libros de memorias vividas, incluidas experiencias vistas y sufridas, hubiéramos podido leer ahora si algunas de aquellas personas, de todos esos sectores de la Sanidad militar y civil, se hubieran animado y atrevido a escribirlos. Lamentablemente los protagonistas se limitaron, en el mejor de los casos, a relatarlo en el ámbito familiar y amistades más íntimas, parte de lo cual, junto a los interesantes pero escuetos informes oficiales, apenas difundidos, es lo que nos ha terminado llegando. También es cierto que entonces se carecía por un lado de libertad de expresión, no sólo en el ámbito militar; y por otra parte, hoy día, casi 80 años después, siguen persistiendo muchas incógnitas sobre la Explosión.
Ya dije en el primer artículo, publicado hace tres años, comenzando a rememorar la benemérita actuación de aquellos hombres, que su meritoria labor daría para varios libros. Mientras tanto, es de justicia seguir recordándolos. Desgraciadamente ya no contamos con testimonios personales de quienes en silencio cumplieron con su deber sanitario, pero al menos tenemos copia de los informes que emitieron los mandos militares de las unidades navales y terrestres en las que se hallaban encuadrados.
Así, en esta ocasión, hay que citar nuevamente al comandante médico Ernesto Fernández Ruiz, destinado en el Cuartel de Instrucción, y que ya fue expresamente mencionado en el artículo publicado el año pasado al detallarse los servicios prestados en los informes emitidos por el capitán de corbeta Rafael Prat Fossi, jefe de la Base y Flotilla de L.A.S.
El personal sanitario realizó una labor impagable de atención a las víctimas
Concretamente Ernesto Fernández volvió a ser citado en el informe suscrito el 25 de agosto de 1947 por el teniente de navío José María de la Guardia Oya, comandante del guardacostas Uad–kert, que se encontraba fondeado en el muelle del Arsenal de La Carraca en San Fernando. En el citado informe se exponía teóricamente la actuación puntual de algunos miembros de la dotación de dicho buque, “que actuó en los trabajos de salvamento realizados con motivo del siniestro de Cádiz”, si bien se terminaba afirmando que, “por encontrarse el buque en la Carraca no hubo más individuos de la dotación que actuaran en estos trabajos”.
El mentado comandante médico no se encontraba destinado en dicho guardacostas pero fue citado expresamente en ese informe por el comandante de ese buque, ya que ambos se encontraban en Cádiz al producirse la explosión. Si bien inicialmente cada uno estaba por separado en sus ocupaciones particulares ajenas al servicio, el oficial del Cuerpo General de la Armada trasladó en coche a dicho comandante de Sanidad Militar hasta la base de Defensas Submarinas. Allí llegaron aproximadamente sobre las 22.30 horas, separándose seguidamente para cumplir cada uno sus cometidos profesionales de ayuda en la catástrofe.
En el caso del teniente de navío, detalló todas sus actuaciones en diversos lugares para prestar su ayuda, “dedicándose a sacar víctimas principalmente de la casa cuna”, que estaba próxima. Luego regresó a la entrada de Defensas Submarinas, para “poner orden en la evacuación de bajas en vehículos ayudado por un médico civil y un Sanitario 2º”, si bien no los identificó en su informe, por lo que seguramente no los debía conocer.
En el informe suscrito también el citado 25 de agosto por el alférez de navío Francisco Rodríguez Pérez, como jefe del Taller de Electricidad del Arsenal de La Carraca, comenzó su exposición diciendo que al escuchar la explosión se encontraba en San Fernando. Inmediatamente se presentó en la Capitanía General al segundo jefe de Estado Mayor, capitán de fragata José María Noval Bruzola, así como al capitán de corbeta Hermenegildo Sillero del Hoyo, ayudante de Marina de San Fernando y jefe de los Servicios de Transmisiones y Electricidad de Cádiz. Tal y como consta en el informe que suscribió, “voluntariamente montó en un coche de un médico y se trasladó a Cádiz”. Realizó numerosas actividades de auxilio en la zona de la explosión, pero una vez más nos quedamos sin saber quién era aquel médico que le llevó y se desplazó hasta allí para asistir a las víctimas de la Explosión.
La mayor parte de los informes oficiales, de carácter clasificado, que fueron emitidos entonces por los mandos superiores de la Armada sobre tan luctuoso hecho que costó aproximadamente centenar y medio de vidas humanas, así como unos cinco mil heridos de diversa consideración, en su mayor parte civiles, exponen cuestiones diferentes pero complementarias.
La mayor parte de los informes fueron emitidos por mandos de la Armada
La investigación judicial sobre los presuntos responsables y los hechos acaecidos, tuvo una instrucción penal inicial por la jurisdicción ordinaria que pronto quedó subsumida por la jurisdicción militar. No se llegó a depurar responsabilidades, pues no se pudo, o tal vez no se quiso llegar hasta el final.
Lamentablemente es muy difícil determinar con rigor y exactitud que es lo que realmente propició aquella tragedia. Se conoce lo que sucedió tras la Explosión y consta también como diversos mandos de la Armada habían propuesto, con anterioridad, el traslado de aquellas minas submarinas fuera de la ciudad. De hecho, estaba previsto que así se hiciera por razones de seguridad ya que no se debía almacenar ese material explosivo en una instalación militar enclavada en una ciudad. Sin perjuicio de la verdad, lo cierto es que todo el personal de la Sanidad, civil y militar, se entregó a cumplir con su deber.