AEME I CICLO 2025. IMPACTO MUNDIAL DEL RETORNO DE TRUMP
LA RIVALIDAD ENTRE ESTADOS UNIDOS Y CHINA
La reorganización de las cadenas de valor y el cuestionamiento de los mecanismos multilaterales, de las reglas vigentes, con la derivada de pérdida de referencias y de certidumbres, junto con un rosario de conflictos activos, induce a pensar que se está produciendo una alteración del estatus quo internacional, del orden mundial. Esto no es un mero cambio de posiciones o numeraciones entre países. Se trata de un cruce multidimensional que no se encuentra resuelto ni a nivel desagregado ni, menos aún, en términos globales.
Estos agregados (población, tecnología, militar, diplomacia…) alcanzan diferentes ámbitos con una igualmente diferente progresión. No pueden subsumirse en una cifra resumen que exprese el poder de cada Estado y sirva, además, para compararlo. Así, China puede superar económicamente a Estados Unidos, pero dista de disponer de un poder político, cultural, tecnológico y militar siquiera comparable a nivel global. Y eso cuando la cultura del mundo se ha amoldado al poder de Estados Unidos que cuenta con la ventaja de la posición.
Lo expuesto no nos permite afirmar que el mundo transite hacia una nueva bipolaridad, pero sí aseverar, en el contexto del “ascenso de los demás”, hasta la pérdida de relevancia de Occidente y, con ello, de su papel rector. En 2023 en paridad de precios, según el Banco Mundial el PIB de China es de 34,643 (18,76% del PIB mundial) billones de dólares, EEUU son 27,36 (14,8%), la UE son 27,125 billones (14,68%), Rusia 6,452 (3,49%) mientras el conjunto del mundo suma 184,653.
El ascenso de China y la pérdida de poder de Occidente forman parte de procesos diferenciados, aunque complementarios que se explican mejor tomando en consideración el conjunto. Es más, la suma de las economías de China, Estados Unidos y la UE es inferior al 50% (48,24%) del PIB mundial. Pensemos que los países que tomaron parte en la conferencia de Bandung en 1955 sumaban sólo el 8% del PIB mundial. El peso del llamado Sur global diluye el poder de unos grandes actores que ya no lo son tanto.
Se ha producido el «desplazamiento del centro de gravedad mundial», desde las economías desarrolladas a las emergentes y, singularmente, a la china. Por eso ya no se produce el alineamiento automático del resto de actores con los intereses y dictados de Occidente. Nos encontramos ya en una fase de “multipolaridad desequilibrada”. Y la multipolaridad no es per se un orden más pacífico ni una Arcadia feliz ni menos aún un producto estable. De hecho, cabe inferir una mayor conflictividad; la sola alteración de los balances geopolíticos incorpora riesgos innegables.
Occidente se define como una cultura, pero su espacio queda geográficamente acotado por un sistema de alianzas militares en que subyace una tecnología compartida. La OTAN, la única organización que los agrupa, es clave para su cohesión. Este vínculo transatlántico dota de un papel rector a Estados Unidos toda vez que una Europa plural hasta ha renunciado, de facto, a este liderazgo. Pero tal papel rector incorpora el riesgo de una “sobre extensión imperial”.
Hace tres décadas, la economía estadounidense era el 28% de la economía mundial y la china solo el 2%. En 1988 la renta per cápita de los estadounidenses era veinticinco veces la china mientras que hoy solo lo es cuatro; o lo que es lo mismo, la economía china era más de trece veces inferior a la americana. Piénsese que la economía española superaba a la china hasta1994.
Con todo, como subraya Ding Ke, el déficit de EE.UU. con China se debe a los esfuerzos conjuntos de los países Asia Pacífico que se han dividido la producción. Y esto se ha visto favorecido por las diferencias en las fases de desarrollo económico y las ventajas comparativas derivadas.
El binomio económico aun formado por China y Estados Unidos ha generado beneficios mutuos, habiendo sido China la parte más favorecida por su menor poder relativo. Los límites de su coevolución probablemente se superaron en 2013 cuando China igualó económicamente a EE.UU.
Con todo, tal binomio económico no se puede romper súbitamente sin grandes pérdidas. Su enfrentamiento no es sólo económico sino fundamentalmente tecnológico, ya que la tecnología y la innovación determinan el futuro y permiten el cambio de paradigma. Ello, a su vez, sirve para preservar el presente y permite una ruptura ordenada. La batalla final se libraría en el terreno monetario y por la moneda de referencia.
La tecnología crea poder, es un game changer, esto es, puede ser un factor disruptivo al propiciar un rápido cambio de paradigma. La Guerra Fría acreditó que se puede derivar a este ámbito la confrontación entre Estados. La competencia entre Estados Unidos y China se sustancia en una pugna tecnológica más que económica, trasladándose así ésta al futuro y minorándose el daño real. Y el espacio exterior es tecnología. Las rivalidades geopolíticas se proyectan sobre el espacio y no sólo a nivel simbólico como durante la Guerra Fría. Además, la inteligencia artificial es la clave de la nueva Revolución Industrial y un factor geopolítico de primer nivel.
Además, China compite con Estados Unidos y satisface las necesidades financieras de terceros cubriendo los espacios que este no cubre. La visibilidad de un proyecto de la magnitud del que encarna la Ruta de la Seda colisiona con la política norteamericana, – en realidad China rellena los vacíos derivados de su repliegue- y rompe con el llamado “ascenso pacífico”.
Así, había postergado el desarrollo de sus capacidades militares para evitar que se visibilizase el cambio de estatus. Una vez alcanzado un cierto estadio, ya no le era posible disimular su poder y el cambio se hizo evidente, sobre todo en el Indo Pacífico. Y es que China ha alterado y altera el orden establecido tanto a nivel global como regional. Y su peso político no se encuentra aún reconocido dentro del marco institucional y de relaciones vigente. Por eso y por más que se haya beneficiado de un orden liberal, busca modificarlo.
Además, el carácter etnocéntrico de la cultura occidental choca con la igualmente etnocéntrica concepción china del mundo, del que por si fuera poco se considera centro. En su proceder subyace un sentimiento de superioridad cultural.
El resultado de tal confrontación ha sido proteccionismo económico y tecnológico que puede inscribirse como un movimiento de retorno en el proceso de globalización, pero que no permite afirmar que esta se haya detenido. Implementar políticas de contención es muy difícil en la globalización.
La tensión que la nueva situación somete a Europa es notable, pues una porción significativa de la pugna se desarrolla en su territorio. Esto hace que Europa y cada país tenga que tomar sus decisiones. Primero en términos económicos, después tecnológicos y por último políticos, como si fueran opciones de suma cero y en todos los ámbitos sometiendo a un importante estrés al conjunto de la Unión y a los países parte de ella.
Además, el Pacífico ha suplantado la centralidad del Mediterráneo como eje del comercio. El desarrollo de la región ha contribuido a su mayor visibilidad, lo que a su vez supone un mayor peso de la costa Oeste norteamericana, incluyendo el archipiélago de Hawái.
Taiwán es la clave de bóveda de la contención china que se materializa con la estrategia de la “cadena de islas”. Así se impide que tenga el control de su entorno del Pacífico, imprescindible para que, siendo ya una potencia continental, se despliegue sobre el mar y adquiera la condición de superpotencia.
Figura: Primera y segunda cadenas de islas.
Fuente. https://www.researchgate.net/profile/Jan-Odrobinski- Staporek/publication/333663475/figure/fig5/AS:767535276363783@1560006078631/Overview-map-of-First-and-Second-Island-Chain-Source-Catama-2015.jpg
Los efectos de la guerra comercial son apreciables. Conforme al Review of Maritime Transport 2023, en 2022, los volúmenes comerciales de la ruta transpacífica entre Asia Oriental y EE.UU. cayeron un 6,5%, pasando de 30 millones de TEUs en 2021 a 28 millones de TEUs en 2022.Y los de la ruta Asia-Europa, por su parte, cayeron un 4,9%. De ello se deduce que el comercio ruso con Occidente ha caído mientras este también lo ha reducido con China. El resultado subraya el acercamiento entre China a Rusia.
Esto supone una reedición inversa de la semi (o pseudo) alianza que mantuvo con los Estados Unidos, auspiciado por Kissinger tras la célebre visita de Nixon y que protegían a China entonces frente a aquel país. Estamos ante un retorno al modelo de relaciones que se mantenía en tiempos de Stalin, pero, esta vez, liderado desde China. Con su relación con Rusia, China se protege por el Norte, para tener las manos libres en el Sur: Taiwán y el mar de China, escapando del cerco de la “cadena de islas”.
No obstante, la pérdida de peso de Rusia en su hinterland natural, en el espacio comprendido entre la franja de Irán y Asia Central y el Ártico al dedicar todo su esfuerzo a Ucrania, acentuada por su dependencia tecnológica y económica de China, supone la amenaza del envolvimiento estratégico de este país – que no lo es – por una superpotencia y sería hasta una amenaza para su existencia como Estado.
En fin, la situación actual solo se explica por las cuatro décadas de coevolución chino-norteamericana. Estados Unidos mantiene con China, aún hoy, una relación catelizada y de cooperación que explica bien el ascenso de este país y la alteración del orden internacional. Su éxito lo ha obtenido siendo proporcionalmente la más beneficiada de la asociación. Pero Estados Unidos también se ha beneficiado. Y ahora, paradójicamente, se requiere a terceros países su distanciamiento de China que ofrece, para infraestructuras básicas, unos recursos financieros que Estados Unidos no aporta. Mientras, el friendshoring, ha hecho de México en 2024 el principal socio comercial de EE.UU. China y EE.UU. mantienen un conflicto comercial, chocan también en cuestiones tecnológicas, pero, sobre todo, desarrollan una competencia intersistémica.
Figura:
Figura. Comparativas entre los PIB a precios constantes.2. Potencias en porcentaje de PIB global.
Fuente. https://www.eea.europa.eu/en/analysis/maps-and-charts/historic-and-projected-gdp-in
Federico Aznar Fernández Montesinos
Asociación Española de Militares Escritores