La reorganización de la Guardia Civil ( XXIV) y (XXV)

l autor es nuestro asociado y Delegado para Andalucía de AEME el coronel de la Guardia Civil Jesús N. Núñez Calvo, doctor en Historia. Por el interés histórico reciente de estas narraciones, esta web publicará los capítulos que aparezcan en el diario EUROPASUR, sobre la “Reorganización de la Guardia Civil”.

La reorganización de la Guardia Civil (XXIV)

En los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial, el cuerpo de la Guardia Civil amplió en más del doble el territorio y misiones de su nueva 337ª Comandancia Mixta del Campo de Gibraltar, con cabecera en Algeciras

 

Portada de la “Escaleta de Generales, Jefes y Oficiales” de la Guardia Civil, de 1 de enero de 1945, donde constan los destinados en la 337ª Comandancia Mixta (Algeciras).

La consulta de la “Escaleta de Generales, Jefes y Oficiales”, fechada el 1 de enero de 1945, redactada por el Negociado Primero de la Sección de Personal de la Dirección General de la Guardia Civil y publicada por el “Taller-Escuela de Artes Gráficas de Huérfanos de la Guardia Civil” en Madrid, es muy interesante, pues lamentablemente no son muchos los documentos del Cuerpo que pueden consultarse de esa época.

Además, no hay que olvidar que entonces se estaba disputando todavía la Segunda Guerra Mundial, aunque fuera ya en sus últimos meses, y que si bien España no estaba encuadrada en ninguno de los bandos contendientes, su línea gubernamental, aún a pesar de algunas modificaciones y variaciones, era bien conocida.

Sin olvidar tampoco que existía una estricta y severa censura oficial que afectaba a todo el territorio nacional así como al Protectorado de España en Marruecos y a nuestras posesiones en Guinea, Ifni y Sahara, hay que significar que cada zona vivió todo aquello con sus propias peculiaridades.

La zona del Campo de Gibraltar tuvo varias características principales durante ese periodo. Mencionaremos ahora sólo tres de ellas, si bien hubo otras muchas, además del espionaje, que tan atractivo puede resultar desde el punto de vista literario, pero que fue entonces de gran relevancia.

Por una parte estaba la presencia y actividad militar de la colonia británica de Gibraltar. La mayor parte de su población civil fue evacuada y el Peñón en ocasiones fue bombardeado por los alemanes que llegaron a planear minuciosamente su conquista y ocupación militar, si bien fueron realmente los italianos los que realizaron los principales ataques, aunque fueron puntuales y contra objetivos militares concretos.

Por otra parte, el Ejército de Tierra español, además de potenciar sus servicios de inteligencia y contrainteligencia, en los que también participaron miembros de la Guardia Civil, reforzó militarmente toda esa costa, además de otras zonas del territorio nacional, y construyó numerosas casamatas de diversos tamaños, muchas de las cuales todavía pueden contemplarse, en mejor o peor estado de conservación, como mudos testigos de aquella época.

Y la tercera, fue el cuerpo de la Guardia Civil. Amplió en más del doble el territorio y misiones de su nueva 337ª Comandancia Mixta del Campo de Gibraltar, con cabecera en la ciudad de Algeciras. Para ello se extendió además por zonas costeras y del interior que anteriormente habían pertenecido a las antiguas Comandancias de Carabineros y de la Guardia Civil, tanto de Cádiz como de Málaga. Si bien es cierto que últimamente se ha ampliado el conocimiento de lo acaecido, aún queda mucho por investigar y escribir.

La escaleta inicialmente citada, fechada al inicio de 1945, se componía principalmente de tres escaletas que distribuían al personal en función de la procedencia de sus integrantes: una primera de “Generales, Jefes y Oficiales de Rurales y Móviles”, que eran los procedentes del Cuerpo de la Guardia Civil antes de la ley de 15 de marzo de 1940; una segunda compuesta por “Generales, Jefes y Oficiales de Costas, Fronteras y Especialistas”, que eran los que perteneciendo a la Benemérita como consecuencia de dicha ley, procedían del desaparecido y absorbido Cuerpo de Carabineros; y una tercera de “Subalternos del nuevo Cuerpo de la Guardia Civil, con arreglo a la ley de 15 de marzo de 1940 (D.O. núm. 65) y orden de 27 de mayo de 1944 (D.O. núm. 119)”.

Sobre la mentada ley ya se ha descrito suficientemente en anteriores artículos que supuso, entre otras cuestiones, el final del Cuerpo de Carabineros y la integración de sus componentes en el de la Guardia Civil. Respecto a la citada orden del Ministerio del Ejército, se establecía en su artículo 1º que, “todos los brigadas procedentes de los antiguos Institutos de la Guardia Civil y Carabineros que hayan ascendido a tenientes del nuevo Cuerpo de la Guardia Civil con posterioridad a la ley de 15 de marzo de 1940, previa aprobación del curso reglamentario en el Centro de Instrucción, constituirán un escalafón único y podrán servir indistintamente en cualquier especialidad de dicho Cuerpo”.

Para establecer el orden de colocación en la escala, según el articulo 2º de dicha orden ministerial, se tendría en cuenta la antigüedad en el empleo de teniente, y cuando ésta fuera igual, serviría para graduar la preferencia, la mayor antigüedad en el empleo de brigada. En caso de coincidencia, decidiría sucesivamente la antigüedad en alcanzar los empleos de sargento o cabo, fecha de ingreso en el Cuerpo de procedencia (Carabineros o Guardia Civil), mayor tiempo de servicio y la edad.

Se significaba expresamente en dicho artículo que ello sería de aplicación a los brigadas que el citado 27 de mayo de 1944 hubieran finalizado con aprovechamiento los estudios en el Centro de Instrucción y estuvieran pendientes del ascenso al mentado empleo de teniente.

Conforme al artículo 3º, en lo sucesivo serían convocados los demás brigadas del Cuerpo al citado Centro de Instrucción en Madrid. Allí debían de seguir el correspondiente curso de aptitud para el ascenso, “por rigurosa antigüedad en el empleo dentro del Cuerpo de procedencia”. Para graduar el número que de los llamados había de corresponder a una y a otro, se atendería, “a la proporcionalidad de los efectivos globales de ambas”.

Aquellos que superasen con aprovechamiento dicho curso serían promovidos al empleo de teniente, “con ocasión de vacante, por riguroso orden de antigüedad”, que sería observado para la colocación en el nuevo escalafón único. “Los no presentados por enfermedad u otra causa ajena a su voluntad”, serían llamados al siguiente curso que se convocase, escalafonándose en su promoción, “con arreglo a su antigüedad en el empleo de brigada”.

Respecto a los que no aprobasen dicho curso, serían convocados al siguiente. Caso de no superarlo debían volver a sus comandancias, “quedando definitivamente inhabilitados para el ascenso a oficial”. Esto supuso que quedase modificado en dicho sentido lo dispuesto en la orden de dicho ministerio, de 17 de enero de 1941 (D.O. núm. 16), que establecía que todos los brigadas que llevasen más de dos años en dicho empleo y se encontrasen en el primer tercio de la escala, serían llamados por rigurosa antigüedad al mentado Centro de Instrucción, donde debían aprobar dos cursos de ocho meses para su ascenso a teniente.

Respecto a los incluidos en la escaleta inicialmente citada, en enero de 1945, seguían al frente de la 337ª Comandancia Mixta (Algeciras) sus dos jefes de mayor antigüedad, el teniente coronel Manuel Sanmartín Rives y el comandante Ignacio Molina Pérez, ambos procedentes del desaparecido Cuerpo de Carabineros, así como en tercer lugar, el también comandante Juan del Río Fernández que procedía del Cuerpo de la Guardia Civil, desde mucho antes de la citada ley de 15 de marzo de 1940.

Mención especial merecería el entonces nuevo primer jefe de la 237ª Comandancia Mixta (Cádiz), Roger Oliete Navarro, destinado a la misma por orden del Ministerio del Ejército, de 22 de julio de 1944, a cuyo frente permaneció hasta su ascenso a coronel en 1952 y que terminaría siendo general de división subdirector general de la Guardia Civil.

 

 

La reorganización de la Guardia Civil (XXV)

Como todavía se seguía distinguiendo a los procedentes del Cuerpo de la Guardia Civil de los que provenían del desaparecido Cuerpo de Carabineros, se continuaba escalafonando en enero de 1945 a los oficiales de la Benemérita, como “de Rurales y Móviles”.

 

La reorganización de la Guardia Civil (XXIV)

Encabezado de la hoja de servicios del teniente Juan Casillas Aguilera destinado en 1945 en la 337ª Comandancia Mixta (Algeciras). / E. S.

Una vez citados el teniente coronel y los dos comandantes destinados en la 337ª Comandancia Mixta (Algeciras), según la “Escaleta de Generales, Jefes y Oficiales”, de 1 de enero de 1945 y redactada por la Sección de Personal de la Dirección General de la Guardia Civil, es necesario recordar quienes eran los oficiales de sus 10 compañías territoriales, incluido el puerto algecireño, de mucha menor dimensión que el actual pero siempre de una importancia vital no sólo para el Campo de Gibraltar. En el término municipal de San Roque estaban las Líneas de Carboneras y Puente Mayorga con sus correspondientes puestos.

Aunque no puede afirmarse la verdadera razón de ello, hay que decir que en dicha escaleta, al contrario de las anteriormente citadas, incluida la última mencionada de mayo de 1944, no se hacía constar la localidad de residencia asignada en función del destino de cada interesado. En su lugar sólo se expresaba la Comandancia en la que cada uno se encontraba encuadrado. Puede haber varias explicaciones e interpretaciones al respecto, pero tampoco debe olvidarse que la Segunda Guerra Mundial todavía no había finalizado así como que el avance de los Aliados era inexorable y que su victoria se produciría tan sólo unos meses después.

Como todavía se seguía distinguiendo a los procedentes del Cuerpo de la Guardia Civil, cuyo ingreso era anterior a marzo de 1940, de los que provenían del desaparecido Cuerpo de Carabineros, se continuaba escalafonando en enero de 1945, en la primera parte de la “Escaleta”, a los oficiales de la Benemérita, como “de Rurales y Móviles”. Seguidamente se relacionaba a los del extinguido Cuerpo que en 1829 fundara el mariscal de campo José Ramón Rodil Campillo, y reconstituyera en 1842 el mariscal de campo Martín José de Iriarte Urdániz, que figuraban en dicha “Escaleta” de enero de 1945 como, “de Costas, Fronteras y Especialistas”. En tercera posición, y como consecuencia del desarrollo de la mentada ley de 15 de marzo de 1940, se escalafonaba a los nuevos oficiales subalternos que, bien de reciente ingreso y procedentes del Ejército de Tierra, o procedentes como antiguos suboficiales de Carabineros y de la Guardia Civil, habían sido ya ascendidos al empleo de tenientes de la Benemérita.

De tal manera, se encontraban en el primer grupo de dicha “Escaleta” los capitanes Francisco la Fuente Gonzalo (en los diferentes boletines oficiales consultados de esa época aparece su primer apellido como “Lafuente”), Juan Gallego Corbacho y Jacinto Escutia Saiz, así como el teniente Juan Casillas Aguilera. Hay que mencionar que a éste, hijo del Cuerpo y natural de la localidad gaditana de Ubrique, le había sorprendido el inicio de la guerra civil el 18 de julio de 1936 siendo el sargento comandante de puesto de Chiclana de la Frontera, uniéndose a la sublevación militar. En cambio, su hermano Manuel, también sargento pero comandante de puesto de Ubrique en la citada fecha, se opuso a dicha rebelión y “cooperó a la actitud y a la posición adoptada por el Jefe de su Línea”, junto al cabo Francisco Martín Ripollet, comandante del puesto de Carabineros en Ubrique. Ambos fueron condenados inicialmente en consejo de guerra celebrado por los sublevados, a la pena de reclusión perpetua con sus accesorias legales: “Por tener mando directo y personal sobre las fuerzas de sus respectivos Institutos ya que además como queda dicho no se asumió el mando local de estado de guerra por quien correspondía y aunque tuviesen dependencia o subordinación con respecto al Alférez Don Marceliano Ceballos (que sería condenado y fusilado en Cádiz por ser el de mayor graduación que se opuso a la sublevación) deben considerarse según criterio de sana interpretación militar como culpables del delito de rebelión militar en concepto de autores, estimándoseles como circunstancia notoriamente atenuante la relación jerárquica antes apuntada”. Hay que significar que nuestra trágica guerra civil está llena de casos similares de padres, hijos o hermanos y nuestra provincia no fue ninguna excepción.

En el segundo grupo, que era el más numeroso ya que como se expuso en capítulos anteriores, el principal problema del Campo de Gibraltar derivaba más del contrabando y del resguardo fiscal que de la seguridad ciudadana, razón por la cual se notaba el peso de los procedentes del antiguo Cuerpo de Carabineros, estaba compuesto por los capitanes Manuel Roza Gálvez, Antonio Giro Morcillo, José Gallego Bregante, Ángel Gil Sánchez, Dámaso González Sánchez, José González Cantón y Matías García Olivares, así como por los tenientes Arturo Santano Armida, Francisco Parrado González y Nicolás Bozal Bernat.

El tercer grupo de oficiales que figuraba en el mentado escalafón de enero de 1945 estaba conformado por los nuevos tenientes de la Guardia Civil, con arreglo a la mentada ley de 15 de marzo de 1940 y la citada orden de 27 de mayo de 1944. Se trataban de Miguel Trujillano Iglesias (procedente de Carabineros), Ángel del Yelmo Gamino (procedente de Carabineros), Juan Sánchez Vergara (procedente de la Guardia Civil), Juan Cruz Martínez Otaola (procedente de la Guardia Civil), Facundo Elvira Parpal (procedente de Carabineros), Santos Rivera Baguer (procedente de Carabineros), Martín Galante Peral (procedente de Carabineros), Manuel Martín Hernández (procedente de Carabineros), Crescencio Torés Pérez (procedente de Carabineros), Antonio Liñán Bernal (procedente de la Guardia Civil) y Victoriano Meco Rodríguez (procedente de la Guardia Civil).

Sin olvidar por supuesto las principales y valiosas premisas establecidas en 1844 por el II duque de Ahumada, mariscal de campo Francisco Javier Girón Ezpeleta, al crearse la Guardia Civil, bien vale recordar también el primer párrafo de la disposición dirigida a los individuos “que aspiren al honor de servir en carabineros”, publicada el 11 de marzo de 1830 en la Gaceta de Madrid, antigua denominación del actual Boletín Oficial del Estado, por la entonces Inspección General de Carabineros de Costas y Fronteras:

“El Rey nuestro Señor por su Real decreto de 9 de Marzo de 1829 tuvo a bien crear el cuerpo de carabineros de costas y fronteras, para que establecido sobre los principios de la disciplina y honor militar presentase una fuerza física y moral, capaz de reprimir el contrabando, que al paso que disminuye los productos de las rentas más pingües y menos gravosas del Estado, mantiene en una constante perturbación al comercio de buena fe, opone barreras insuperables a los progresos de la industria, y siendo causa por una parte de la miseria de multitud de familias, a quienes priva de los medios de trabajar, introduce por otra la desmoralización de costumbres, que tan directamente destruye la verdadera felicidad de los pueblos”.

Dicha disposición, de ámbito nacional, no dejaba de motivar un elevado sentimiento respecto al Campo de Gibraltar, dadas sus singulares características. De hecho, a partir de 1879, daría origen, como ya se relató en su momento, a disponer de su propia Comandancia de Carabineros. Y tras la desaparición en 1940 de tan benemérito Cuerpo, daría lugar a la única Comandancia de la Guardia Civil donde dicho Instituto tenía desplegada tan sólo una compañía que dependiendo de la Comandancia de Cádiz, velaba por garantizar lo que hoy día conocemos como seguridad ciudadana.

Jesus N. Núñez Calvo.  Coronel de la Guardia Civil  Doctor en Historia

Fuente.

https://www.europasur.es/campo-de-gibraltar/reorganizacion-guardia-civil-xxv_0_2002367227.html