LA INMIGRACIÓN IRREGULAR AFRICANA: EL DRAMA HUMANO.
El Ministerio del Interior del gobierno español publicó los datos de la inmigración irregular africana llegada a España del pasado año 2024. En total se contabilizaron 63.970 inmigrantes, de los cuales 46.843 lo hicieron por la ruta de las Islas Canarias, arribando el resto de 17.127 personas, por las rutas del Estrecho y de las Islas Baleares.
A su vez, la ONG Caminando Fronteras, presentaba también el resultado del seguimiento que hace de las víctimas en este mismo escenario, e hizo público que 10.457 personas había perecido en el intento de llegar a España desde África en ese año de 2024. De dicha cantidad de víctimas, 9.757 habían perecido en la ruta canaria; el resto de 700 personas lo habían hecho en las otras rutas del Estrecho y de las Baleares.
Con estas tremendas cifras de inmigrantes y de víctimas, podemos ver que casi unas 75.000 personas, mujeres, niños y hombres mezclados, salieron del continente africano en ruta hacia España, aunque más del 14% perecieron en su intento. Esta mortalidad se dispara hasta más del 20% si se analiza solamente la ruta de las Canarias. Es decir, que de cada 10 personas que se montan en un cayuco o en una patera, se sabe que al menos 2 de ellas van a perecer en la travesía. Y esto es un fenómeno que se repite año tras año, y que parece que no llega a conmovernos lo suficiente como para poner todos los medios para su remedio, o al menos para mitigarlo en lo posible.
La primera pregunta que se nos viene a la mente es conocer cuáles son las razones para que la juventud de estos países africanos se jueguen la vida, abandonando sus países, en una travesía por mar que, en la ruta canaria, significa un viaje medio de 8 días sentado en un tablero del cayuco de unos veinte centímetros, en unas condiciones leoninas, con una ración de arroz blanco cocido de comida, una cena de varias galletas y medio vaso de agua al día por persona. Quien pierda el equilibrio o se caiga al agua, es persona muerta, ya que la norma es que no se para el cayuco por nadie.
Las razones nos llevan siempre al mismo resultado: la pobreza como elemento catalizador de la inmigración. Aunque hay factores que pesan en unos países más que en otros, como por ejemplo el efecto llamada y la cercanía a Europa de los inmigrantes de Argelia y Marruecos, o el terrorismo e inestabilidad política en África del Oeste, en conjunto la pobreza se manifiesta por la falta de futuro de los jóvenes, el mal gobierno y la corrupción de las élites de sus países-de ahí los numerosos golpes de estado en el Sahel- la economía informal que impera en la mayoría de estos países, la alta tasa de desempleo y los salarios bajos que desincentivan a la juventud.
Una muestra de la pobreza de los países que utilizan las rutas de inmigración hacia España es la renta per cápita alcanzada en 2024. Como dato general, la mayoría no llegan a los 1000 dólares y, en concreto, la media de los países del Sahel ronda los 700/800 dólares, cuando España sobrepasa los 32.000 $. Si nos fijamos en el índice de desarrollo humano de estos países, publicado más recientemente por el PENUD, en el que se analiza la esperanza de vida, la escolarización y la renta per cápita, de los 192 países analizados, la mayoría de los inmigrantes irregulares que llegan a España pertenecen a países que están clasificados entre los cuarenta últimos. Aunque las estadísticas hay que interpretarlas, lo que es llamativo es que un inmigrante irregular en el momento en que pone pie en territorio español, su esperanza de vida se le multiplica por dos automáticamente, lo cual encierra la fuerte razón del desafío que asume para llegar a Europa.
Si analizamos el futuro inmediato que se espera sobre el rumbo que puede tomar la inmigración irregular, no podemos pasar por alto la influencia que el cambio climático está ya teniendo sobre las migraciones, ni tampoco la explosión demográfica que se avecina. El cambio climático es algo que nadie niega, sin entrar en la dialéctica de si es por causa de la mano del hombre o si es un fenómeno cíclico. Lo que sí es innegable es que está afectando en África a la agricultura, a la ganadería e incluso es uno de los fenómenos que han hecho que muchos ganaderos del Sahel se hayan decantado por el terrorismo, en su enfrentamiento con los agricultores. El refugiado climático es otra de las figuras que a partir de ahora comienzan a engrosar las filas de la inmigración irregular.
En este momento actual en que se redacta este artículo, África tiene unos 1540 millones de habitantes. Se está creciendo a un ritmo del 2,3%, lo que significa que en el año 2034 los africanos pueden llegar a alcanzar los 1852 millones de habitantes. Si nos referimos al Sahel, importante por la influencia que tiene esta zona sobre las Islas Canarias y sobre España en general, en la actualidad suman unos 95 millones de personas. Para el año 2050 se calcula que serán 198 millones, de los cuales entre el 60/70 por ciento serían menores de 24 años. Según NNUU. 85 millones de estas personas estarán obligadas a emigrar. Todo ello nos debe de hacer pensar y tomar medidas preventivas para adelantarnos a este fenómeno que resulta imparable, en la línea de estar preparados para mitigar los problemas y buscar la mejor integración posible de los que van a llegar.
Y es que el fenómeno de la inmigración hacia España y Europa en general, es de muy difícil solución. Es un tema complejo al que hay que abordar desde diferentes ámbitos, con el ánimo de mitigarlo en parte, tratando de transformarlo en inmigración regular y legal e impidiendo que el mar o el desierto sirva de tumba a la flor de la juventud de estos países africanos. España en particular y Europa en general, llevan realizando planes y programas para mitigar los efectos, aunque la ola de anti occidentalismo que se ha adueñado del Africa Occidental, no es la mejor para obtener buenos resultados. La cooperación con los países de origen debe de ser el elemento fundamental a desarrollar.
Creo que es necesario que se retome y fomente la concesión de visados de trabajo a los jóvenes africanos para poder venir a España. Ya se ensayó en la primera crisis canaria de los cayucos, y tuvo efectos positivos, aunque la crisis económica que afectó a todo el mundo, terminó por arruinar la colaboración en este ámbito. Esta concesión de visados serviría para reforzar la autoridad de los gobiernos africanos en la represión para evitar la salida de cayucos y de inmigrantes irregulares, colaboración en la que se debería profundizar como elemento de disuasión, y que debería estar basado en la razón de salvar vidas humanas.
Y como tercer elemento, una profundización en la ayuda a desarrollar los países de origen, pero con proyectos a largo plazo, que sirvan para enraizar a la población con puestos de trabajos y con futuro que merezca la pena. Ya se trabaja en ello con las agencias de cooperación y con financiación. Hay que hacer un esfuerzo de control, coordinación y monitorización, para evitar el despilfarro y la corrupción. Al final resulta más barato financiar esos proyectos que mantener a los inmigrantes irregulares en instalaciones costosas en España. Y lo más importante, salvar vidas, ya que esto no tiene precio. La solución de la inmigración irregular no es fácil, es un tema complejo y al menos intentemos mitigarla por el bien de todos.