La Asociación Española de Militares Escritores comienza el Ciclo «Plan de Activación de Asociados 1S/22» que es un espacio abierto en la web para que los asociados publiquen temas de libre elección. Los artículos se publicaran los martes de cada semana.
El Subteniente Carlos Gonzalez Alonso, Doctor en Ciencias de la Información y periodista, asociado de AEME escribe una reflexión sobre la vida en el mundo de hoy.
La hora enloquecida por el paso del tiempo
A medida que se cumplen más años el paso del tiempo más se acelera y ves que huye como alma que lleva el diablo. “Tempus fugit” locución latina que no necesita explicación. Alguien escribió al respecto: Si está escrito que tengo que morir hoy, voy a ver cómo retuerzo los renglones, para llegar a mañana. Alguien también dijo que mirando su vida y lo que veía por la televisión le daban ganas de morirse.
Es comprensible y pasa o puede pasar a cualquiera, aunque eche las cartas para que al menos la partida dure hasta mañana. Unas horas más. “Todas las horas hieren la última mata”, otra sabia sentencia antigua.
Ignoramos cuál será la última lo mismo que bien sabemos que llegará. Nos falta el cuándo que sería lo más cruel que podríamos saber. No podemos adivinar el futuro porque la vida está hecha a la perfección por el Creador y cuando nos la quiera quitar, también es el momento perfecto. Quien manda, manda. Sólo queda que se cumpla el dicho de nuestros ancestros: que Dios nos dé poco mal y buena muerte. Desde luego que con muchos se cumplió y pasaron a la eternidad sin problemas. Y aquí vivieron como murieron, en paz. Así da gusto morirse, y vivir, pero no todos tienen esa suerte. El catecismo de la niñez decía que Dios premia a los buenos y castiga a los malos. Eso lo quitó la Iglesia, pero eso va a misa, aunque muchos curas no crean en Dios.
Nadie sabe si Dios está castigando antes de morir y dejando el resto que purgará en la otra vida. Uno puede pensar lo que quiera que para eso es libre, pero nunca nadie puede creerse que él es Dios. Que está por encima del bien y del mal y que es inmortal y tiene el derecho de acabar con los demás seres humanos. ¿Cuántos soberbios hay así? Más de lo que parece y haciendo daño desde el poder que es desde donde más daño se puede hacer. Que Dios nos libre de esta gente, aunque parece que no nos está librando mucho.
Basta ver las matanzas en Ucrania que recuerdan las de Paracuellos. Todo eso es el comunismo que ejecuta tales genocidios siempre enmascarados y ocultando sus crímenes. El camino por el que se llega ahí tras las falacias, maniobras y toda suerte de trampas, o modus operandi de la diabólica ideología no hay que ir muy lejos a buscarlo porque ya lo estamos padeciendo. Y dibujando el peor porvenir cada día.
Ver la televisión es descubrir la realidad que antes no había posibilidad al no existir los medios. Aunque casi todas las televisiones están compradas y corruptas por mucho que quieran mentir no pueden mentirlo todo. Aunque mucho se oculta siguiendo la voluntad de los autores, recordemos el 11-M, es imposible esconderlo todo. Quien se beneficia del delito es su autor. Al final de esta cochambrosa vida ha de triunfar la verdad y se descubrirán los falsos misterios. Los falsos profetas. Lo peor es que ya será tarde para restablecer la justicia y que paguen los autores sus delitos. Esa es la última esperanza, imborrable e imperdible de cualquier persona: que el tiempo restablezca la verdad y la justicia. Que el tiempo pase tan rápido a nivel particular de cada cual es una bendición. Que el tiempo huya socialmente sin poner las cosas en su sitio es un mal para todos. Eso no es el problema sino la solución, para una sola persona que ha de pasar por la vida como Dios manda. Si el tiempo se volviera la eternidad sería el infierno. Quizá esto puede ser el purgatorio. Preferible volver a donde nunca deberíamos haber salido. Con Dios se está mejor que con nadie. El dejar la estancia aquí es tan imprevisible como inevitable. No pasa nada y los pájaros seguirán cantando. En los pueblos que tienen un sentido práctico de la vida cuando observan que algunos andan muy mal, siempre dicen: valía más que Dios se acordara de ellos.
Seguro que Dios está hasta la coronilla de todos los parroquianos y a veces aburrido se echa cada siesta del copón bendito, y entonces el demonio que nunca duerme se hace con todo el personal y les hace pasar las de Caín. En esa misma tesitura es en la que estamos.