La guerra que inicia un nuevo Oriente Medio General Argumosa Pila

 

La guerra que inicia un nuevo Oriente Medio

 

El conflicto latente entre Israel e Irán ha escalado gravemente hasta convertirse en una confrontación militar directa cuando en la madrugada del pasado viernes, día 12, Israel lanzó dos oleadas de ataques aéreos contra Irán, con más de 200 aviones de combate, alcanzando más de un centenar de objetivos, incluidos centros del programa nuclear, fábricas de misiles y sistemas de defensa aérea.

El director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OEIA), Rafael Grossi, informo el mismo viernes al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que la planta piloto de enriquecimiento de uranio en superficie de la central nuclear de Natanz fue destruida. Las autoridades iraníes le informaron de ataques contra otras instalaciones como la planta de enriquecimiento de combustible de Fordow y la de Isfahán.

Entre las víctimas de estos ataques se hallan varios altos mandos militares iraníes como el Jefe de la Guardia Revolucionaria y de la Fuerza Aérea de la misma, Hossein Salami y Amir Alí Hajizaheh, respectivamente, el Jefe de las Fuerzas Armadas, Mohamed Bagheri, y algunos científicos nucleares. La operación militar israelí, llamada León Creciente, ha sido justificada por Tel Aviv como una acción para frenar el avance del programa nuclear iraní, al que considera una amenaza existencial. Asimismo, el gobierno israelí declaró que la campaña podía prolongarse el tiempo que sea necesario.

Los objetivos de Israel en esta operación eran decapitar la cúpula militar iraní para provocar un cambio de régimen, aniquilar las instalaciones de producción de misiles balísticos, destruir las instalaciones nucleares para impedir que Irán consiga armas atómicas y abortar las negociaciones entre Estados Unidos e Irán que debían retomarse hoy domingo en Omán.

La República Islámica, que negocia desde hace varias semanas con Estados Unidos sobre un nuevo acuerdo nuclear que limite sus capacidades, disponía el 17 de mayo pasado de 408,6 kilos de uranio enriquecido al 60%, un 48,7% más que lo que tenía el 8 de febrero, según datos recopilados por los inspectores del OIEA en Irán. De hecho, la próxima ronda de negociaciones – la sexta – que estaba prevista para hoy domingo ha sido suspendida por Irán.

Ante los continuos ataques aéreos de Israel, la respuesta iraní se está materializando en el lanzamiento de oleadas de drones y misiles contra territorio israelí, incluyendo diferentes ciudades. A los tres días del inicio del conflicto, se comprueba que la intensidad de la guerra se ha incrementado por ambos bandos, a pesar de que la ONU y diferentes países han llamado a la contención. Ya se habla de más de un centenar de muertos en Irán y 11 en Israel.

Lo más grave de estos ataques es que el gobierno iraní los ha calificado como una declaración de guerra. Es decir, la disuasión entre Israel e Irán que hasta ahora ha estado vigente y controlada se acaba de romper al iniciarse la guerra entre ambos países. Y esta primera guerra abierta entre dos de los ejércitos más poderosos de Oriente Medio amenaza con extenderse a todo el laberinto bélico de la región, con independencia de la implicación de otros actores externos, especialmente si Irán cierra el Estrecho de Ormuz..

La República Islámica, después de la reciente experiencia en Siria, Líbano, Gaza y Yemen, no se encuentra con un claro apoyo de Rusia ni de las capacidades de respuesta de sus proxis en la región: Hezbolla, Hamás, el gobierno sirio, las milicias iraquíes o los huties yemenís, componentes del Eje de Resistencia. A esto se añade su extenuada economía perjudicada por las sanciones aún vigentes. Todo ello indica que el país persa está en una posición muy debilitada.

No hay duda de que Estados Unidos es el único país que puede contener a Israel ya que es el que permite al país sionista garantizar su superioridad militar en la región y, fundamentalmente, llevar a cabo una guerra de alta intensidad sin ningún límite puesto que le abastece permanentemente del armamento necesario y suficiente.

Sin embargo, los objetivos de los dos países son distintos en varios aspectos. La visita de Trump en Oriente Medio, entrevistándose con varios líderes árabes, las negociaciones directas con los huties de Yemen o el levantamiento de las sanciones a Siria, donde Israel está ocupando algunas zonas del Golán sirio, no se corresponde con los intereses del Estado judío.

Por otra parte, el ataque de Israel a Irán abre una fractura en el trumpismo y el sector tradicional del Partido Republicano, cuyos “halcones” han mantenido una postura agresiva contra Irán durante muchos años. El actual secretario de Estado, Marco Rubio, uno de los representantes de esta posición republicana, en una primara declaración oficial del gobierno, afirmó que Israel actuó de “forma unilateral” y que los intereses estratégicos de Estados Unidos no deberían sufrir las represalias de Teherán.

Desde el punto de vista estratégico, mientras los republicanos tradicionales ven el conflicto como una oportunidad para reafirmar la hegemonía estadounidense en Oriente Medio, el movimiento más purista del MAGA lo percibe como una amenaza directa al proyecto de renovación nacional. Considera que esta narrativa de implicarse en una guerra externa es incompatible con el principio de “hacer grande a América de nuevo”.

Lo cierto es que Netanyahu, aprovechando la dispersión y los “bandazos” de la política exterior de Trump al mismo tiempo que cuenta con su pleno apoyo, está tratando de establecer una nueva configuración de Oriente en la que Israel sería el gendarme de la región. Una vez eliminada la amenaza de los proxis de Irán, tiene más libertad para atacar directamente a Irán.

De los cuatro países que actualmente disponen de un gran protagonismo en Oriente Medio, Arabia Saudí, Irán, Israel y Turquía, el país persa es, hoy en día, el gran perdedor. Si hasta el año pasado el orden de la región era dirigido por Irán, ahora ha pasado a Israel. En general, los países del Golfo no se hallan muy dolidos por el debilitamiento de Irán.

Es importante para Occidente conseguir que la solución al gran dilema geopolítico de Oriente Medio sea favorable a sus intereses estratégicos de cara al nuevo orden mundial que se avecina. Israel se encuentra en estos momentos, con Donald Trump en la presidencia de Estados Unidos en las mejores condiciones para configurar a su manera Oriente Medio cuando Rusia está “ocupada” en la guerra de Ucrania.

El orden geopolítico regional actual se inclina a favor de Occidente. Lo más inmediato que debiera conseguir esta guerra es la vuelta a la disuasión entre ambos países junto con la continuación de las negociaciones relativas al programa nuclear iraní. Sin embargo, para ser realistas, este empeño no será nada fácil.

No resulta fácil predecir el final de una guerra entre dos países con potentes ejércitos, cada uno de los cuales decidido a cumplir con sus intereses nacionales. En el lado israelí, el desarrollo de la guerra depende totalmente de Estados Unidos por lo que la relación entre Netanyahu y Trump se considera vital – no está claro quién maneja a quién -. En el lado iraní, la guerra puede conducir a dos situaciones, una es a la negociación y la otra a reforzar el objetivo de nuclearización siguiendo la posición del ala dura del régimen persa.

En definitiva, se vislumbra una nueva configuración de Oriente Medio en la que Israel puede actuar como gendarme, apoyado permanentemente por Estados Unidos y contando con el permiso de Turquía y Arabia Saudí. Conservar la actual inclinación de la región hacia Occidente es lo más trascendental. Sin embargo, esta configuración aún no está consolidada, ni mucho menos, ya que depende, por un lado, del resultado de esta guerra y de la de Gaza y, por otro, del tiempo que duren las estrechas relaciones entre Estados Unidos e Israel.

 

Jesús Argumosa        General de División del ET,  r

Vicepresidente 2º de la Asociacion española de Militares Escritores

Director de la Catedra de Estudios Estratégicos del Instituto Europeo de Estudios Internacionales (IEEI)