La Guardia Civil en San Roque: LA ABSORCION DEL CUERPO DE CARABINEROS

El diario EUROPASUR publica periodicamente una serie de artículos sobre la Guardia Civil en San Roque, cuyo autor es nuestro asociado y Delegado para Andalucía de AEME  el coronel de la Guardia Civil Jesus N. Núñez Calvo , doctor en Historia. Por el interés historíco reciente de estas narraciones, esta web publicará los los capitulos que aparezcan en el mencionado diario. Para abrir la serie, a continuacion se  editan los tres primeros capitulos:

 

La absorción del Cuerpo de Carabineros (I)

 

  • La Comandancia de Carabineros de Algeciras tenía en 1936 cinco compañías de infantería desplegadas territorialmente, apoyadas por algunos puestos de mar, así como una sección de caballería

Finalizada la Guerra Civil se procedió a una profunda reorganización de las principales instituciones del Estado y la Guardia Civil no fue una excepción. La reforma comenzó con la entrada en vigor de la ley de 15 de marzo de 1940. San Roque se vio directamente afectado ya que además en su término municipal se hallaban varias unidades de dicho Cuerpo y del de Carabineros que iba a desaparecer.

En el centro, los carabineros de la estación de San Roque durante reinado de Alfonso XIII

En 1936 la Guardia Civil tenía establecido un puesto en la ciudad de San Roque y otro en la barriada de Campamento de Benalife. El primero contaba con una plantilla de once hombres, compuesta por un brigada, un cabo, un guardia 1º y ocho guardias 2º. Todos eran de infantería a excepción del cabo y dos de los guardias 2º que eran de caballería. Tenía a su cargo la vigilancia en materia de lo que hoy día se denomina seguridad ciudadana, de todo el municipio a excepción de las barriadas de Campamento y Puente Mayorga. Estaba encuadrado junto a los puestos de Algeciras y Almoraima, en la línea (sección) de San Roque, mandada por un teniente.

En cambio, por razón de servicio, el puesto de Campamento, a pesar de estar enclavado en el municipio sanroqueño, dependía, junto al de Atunara y La Línea de la Concepción, del teniente que residía en esta última localidad. Su plantilla de siete hombres estaba integrada por un cabo y seis guardias 2º, todos de infantería. Además de la seguridad ciudadana de la barriada de Campamento donde estaban ubicados tenían también asignada la vecina de Puente Mayorga.

Todo ello, junto a la línea de Tarifa, mandada por un alférez, con sus puestos de Facinas y de la residencia, así como la línea de Jimena de la Frontera, mandada por un teniente, con sus puestos de San Pablo de Buceite, San Martín del Tesorillo y de la residencia, estaban a su vez, encuadrados en la 2ª Compañía de Algeciras. Al frente de la misma se encontraba un capitán cuya demarcación territorial comprendía todo el Campo de Gibraltar y dependía de la Comandancia de la Guardia Civil de Cádiz.

Por otra parte, en el término municipal de San Roque el despliegue territorial del Cuerpo de Carabineros era mucho más potente y numeroso como consecuencia de tener por finalidad la prevención, persecución y represión del grave problema del contrabando procedente de la colonia británica de Gibraltar.

De máxima utilidad para conocer dicho despliegue es la consulta del “Escalafón General del Cuerpo de Carabineros”, editado en 1936 por el brigada Eusebio Fernández Chimeno, justo antes del inicio de la contienda, así como el “Escalafón de los Señores Generales, Jefes y Oficiales del Instituto de Carabineros”, publicado el año anterior por el propio Cuerpo.

A diferencia de la Guardia Civil que tenía una única Comandancia para toda la provincia gaditana, el Cuerpo de Carabineros tenía dos desde el año 1878, una con cabecera en la ciudad de Cádiz y otra en la de Algeciras. La razón principal de ello era el intenso contrabando procedente de la colonia británica de Gibraltar. Entonces no había ni problemas de inmigración irregular ni de narcotráfico.

La Comandancia de Carabineros de Algeciras, cuya demarcación era el Campo de Gibraltar y estaba mandada por un teniente coronel, tenía en 1936 cinco compañías de infantería desplegadas territorialmente, apoyadas por algunos puestos de mar, así como una sección de caballería. La 1ª compañía con cabecera en Atunara, la 2ª en La Línea de la Concepción, la 3ª en Puente Mayorga, la 4ª en Algeciras y la 5ª en Tarifa. La cabecera de la sección de caballería estaba fijada en San Roque. El Cuerpo de Carabineros tenía la sana y eficaz costumbre de que los mandos de sus principales unidades se ubicaban en los lugares de mayor complejidad y conflictividad para su servicio peculiar.

Esa era la razón de que en La Línea de la Concepción hubiera dos compañías. Una para atender la Verja con la colonia británica al objeto de impedir el contrabando vía terrestre. Y la otra en la barriada de La Atunara, con la misión del evitar y aprehender en su caso, los alijos marítimos en la playa. El segundo jefe de la Comandancia de Algeciras era un comandante y tenía establecida su residencia oficial en La Línea de la Concepción.

El siguiente municipio en complejidad y conflictividad era el de San Roque y el lugar más complicado y de mayor intensidad del mismo era la barriada de Puente Mayorga, razón por la cual el capitán jefe de la 3ª Compañía tenía fijada su residencia oficial allí y no en la ciudad que daba nombre al término municipal.

Esta compañía tenía cuatro secciones mandadas por oficiales subalternos, es decir, tenientes y alféreces, estando ubicadas sus cabeceras en Puente Mayorga, Palmones, Jimena de la Frontera y San Roque. La 1ª tenía puestos en la propia barriada de Puente Mayorga, su aduana y su rada, así como en el caserío de Guadarranque y en el río que le da nombre. La 2ª tenía puestos en Palmones, su poblado y el río que le da nombre, enclavados en el municipio limítrofe de Los Barrios, así como en la barriada algecireña de Rinconcillo y en el enclave sanroqueño de El Toril. La 3ª tenía puestos en Jimena de la Frontera, Castellar de la Frontera y San Martín del Tesorillo. Y la 4ª los tenían en las estaciones ferroviarias de Los Barrios, San Roque, Almoraima, Castellar de la Frontera y San Pablo de Buceite.

La sección de caballería tenía puestos en Algeciras, San Roque, La Línea de la Concepción y Tarifa. Si bien por decreto de 28 de septiembre de 1935 se había dispuesto la supresión de las unidades montadas de Carabineros, reconvirtiéndolas en fuerza de infantería, la orden ministerial dictada el 9 de noviembre siguiente para su desarrollo, estableció que: “Los Suboficiales y Clases de tropa que hasta el presente pertenecían a la fuerza montada del Instituto seguirán prestando el servicio como actualmente, hasta el momento en que se les ordene la entrega de caballos y monturas. Desde ese momento, y mientras otra cosa no se disponga, actuarán pie a tierra, en el mismo distrito que hoy tienen”.

Por lo tanto, conforme a todo lo expuesto había ocho puestos de Carabineros ubicados en el municipio de San Roque. Enclavado en plena barriada de Puente Mayorga, el puesto estaba integrado por dieciséis hombres: un brigada, un cabo, un corneta y trece carabineros, todos de infantería. Su misión principal era vigilancia de la costa, por levante, desde Punta Mala hasta el antiguo almacén de Juan Pino, y por poniente, desde el Almacén Central hasta los Junquillos. En total era poco más de dos kilómetros lineales de costa. Hay que significar que además se encontraba en dicha barriada, la residencia oficial del capitán jefe de la compañía, auxiliado por una pequeña plana mayor, formada por un brigada y un carabinero como escribiente. La casa-cuartel, además de las oficinas, tenía un pabellón para un casado y un alojamiento colectivo para siete solteros. El resto vivía de alquiler en casas particulares.

 

La absorción del Cuerpo de Carabineros (II)

 

  • Además del Puesto de Carabineros, en Puente Mayorga llegaron a existir otras dos dependencias: una Aduana y el puesto de la Rada junto con Guadarranque y El Toril
  • Su misión principal, combatir el contrabando desde Gibraltar

 

La barriada de Puente Mayorga tenía censados a mediados de los años 30 del siglo XX un millar de habitantes aproximadamente. Buena parte de ellos vivía honradamente de la pesca practicada en pequeñas embarcaciones y diferentes actividades comerciales lícitas, pero otra parte lo hacía a costa del contrabando procedente de la colonia británica de Gibraltar.

El cabo de Carabineros Ciriaco Pantojo Minero con su familia

Además del puesto de Carabineros detallado en el capítulo anterior y ser la residencia del oficial de mayor empleo que había de todas las unidades de dicho Cuerpo establecidas en el municipio de San Roque, había allí otros dos puestos más.

Uno era el de la Aduana de Puente Mayorga, sito a pie de playa en la barriada de su nombre. Su zona de vigilancia era reducida pues no alcanzaba siquiera los doscientos metros lineales. Abarcaba desde el antiguo almacén, conocido como “de Juan Pino”, hasta otro edificio llamado “almacén comercial”.

La fuerza de ese puesto aduanero se alojaba de alquiler en casas particulares y asumía el resguardo fiscal en el recinto fiscal allí ubicado. Éste tenía habilitación de Aduana de 3ª clase y se había establecido para el control y despacho del carbón mineral importado de la colonia británica del Peñón y la exportación de corcho en bruto. También intervenía en otros tipos de operaciones nacionales, con excepción del azúcar, alcoholes y tejidos, cuyo despacho aduanero correspondia a otros recintos fiscales del Campo de Gibraltar. Su plantilla de seis hombres estaba integrada un cabo, un carabinero de 1ª clase y cuatro de 2ª, todos ellos de infantería.

El otro puesto, el tercero de Puente Mayorga, era el llamado de “La Rada”. Estaba afecto a la aduana citada anteriormente y compuesto por tan solo dos carabineros de mar dotados de una pequeña embarcación a remo. Su misión principal era reconocer las embarcaciones que allí fondeaban o se aproximaban a su costa, procedentes de la colonia británica, al objeto de evitar la introducción de géneros de contrabando. Ambos carabineros también estaban alojados de alquiler en casas particulares.

Continuando el relato de otros puestos de carabineros ubicados en el término municipal de San Roque hay que citar el que existía en la pequeña barriada de Guadarranque, que entonces no llegaba a trescientos habitantes. Se trataba de un puesto situado a pie de playa que para vigilar poco más de dos kilómetros de costa tenía una plantilla de diecisiete hombres. Ello puede dar idea de su conflictividad en cuestión de alijos de contrabando procedentes de la colonia británica. Estaba integrada por un brigada, un cabo, un carabinero de 1ª clase y catorce de 2ª, todos de infantería. Su demarcación era, por levante, desde los Junquillos, y por poniente, hasta la desembocadura del río Guadarranque inclusive. La casa-cuartel tenía pabellones para ocho casados y dormitorio colectivo para ocho solteros.

Hay que significar que en ese acuartelamiento se encontraba también otro puesto, pero de carabineros de mar, para reconocer todas las embarcaciones que entraban en dicho río y al personal que llevaban a bordo. Su misión era evitar que remontasen el cauce transportando contrabando para alijarlo posteriormente en cualquiera de sus dos orillas. Su plantilla estaba compuesta por tres hombres y contaban para cumplir su misión con una falúa a remo. Eran tiempos entonces donde buenos y malos, navegaban en esas aguas del Guadarranque en pequeñas embarcaciones y todos a golpe de remo. Todavía no existían los potentes motores.

Otro puesto era el de El Toril, pero de segunda línea. Contaba con una plantilla de siete hombres compuesta por un cabo y seis carabineros de 2ª, todos de infantería. Éstos se alojaban de alquiler en casas particulares. Estaba enclavado, y nunca mejor dicho, en el cruce estratégico de las carreteras de San Roque, Algeciras, La Línea de la Concepción y Málaga. Su misión principal era reconocer toda clase de vehículos, caballerías y personal que resultase sospechoso de transitar con géneros de contrabando por dichas carreteras y avenidas procedentes de la primera línea costera.

Hay que destacar que los puestos de segunda línea cumplían una funcion muy importante y eran muy eficaces. Caso de que el contrabando no hubiera podido ser aprehendido en la primera línea de playa, al ser descargado o escondido en las inmediaciones, se podía incautar al intentar sacarse de la zona.

A tal efecto hay que significar que desde los inicios de la actividad comercial de la colonia británica de Gibraltar se constituyeron verdaderas organizaciones criminales, perfectamente estructuradas y dedicadas a tan ilícita actividad que tanto perjudicaba a las arcas del Estado español así como a los honestos comerciantes que pagaban sus impuestos. En la zona siempre hubo una tendencia a justificar y encubrir el contrabando bajo la excusa de que constituía fuente de subsistencia económica de una parte de su población, pero también es cierto que no por ello dejaba de ser una actividad ilegal y por lo tanto perseguida por las autoridades y sus agentes.

Bien es verdad que un buen número de habitantes del entorno del Peñón no tenía entonces facilidad para desempeñar una actividad laboral lícita dada la escasa oferta existente. Pero más verdad es que en las últimas décadas del siglo XIX y primeras del XX, contrastado con los censos de la época, se recibió un verdadero aluvión de personas al reclamo de las expectativas que levantaba la actividad comercial, legal e ilegal, que generaba la vecina colonia británica. El crecimiento de población fue exponencial en el municipio limítrofe de La Línea de la Concepción, repercutiendo parte también en el propio de San Roque.

Respecto a la ciudad que daba nombre al término municipal hay que decir que había allí otros dos acuartelamientos más del Cuerpo de Carabineros. Uno estaba en la barriada de la estación de ferrocarril y su plantilla de seis hombres estaba formada por un brigada y cinco carabineros, todos de infantería. No había pabellones y tenían que alojarse de alquiler en viviendas particulares. Su misión principal era vigilar dicha estación y practicar el servicio de reconocimiento entre los viajeros para evitar que bien entre sus ropas o sus equipajes pudieran transportar ocultos, género de contrabando.

Es decir, la represión del “matute”. Este vocablo tan conocido y popular en el Campo de Gibraltar que rememora épocas pasadas no tan lejanas, procediera quizá, tal y como expone la Real Academia Española, del acortamiento de “matutino”, por realizarse el contrabando de madrugada. Dos de las acepciones que da su diccionario son las de “introducción de géneros en una población sin pagar el impuesto de consumos” y “género introducido de matute”, siendo su locución adverbial la de “a escondidas, clandestinamente”.

A este respecto hay que significar que si para Carabineros era muy importante vigilar la costa para evitar los alijos, también era hacerlo en las estaciones ferroviarias ya que entonces el tren era uno de los principales medios de transporte, en constante menudeo, para sacar el contrabando de origen británico fuera del Campo de Gibraltar. Es por ello que además de en San Roque había puestos de Carabineros en las estaciones de Algeciras, Los Barrios, Almoraima, Castellar de la Frontera, Jimena de la Frontera y San Pablo de Buceite.

 

La absorción del Cuerpo de Carabineros (III)

  • Los recortes presupuestarios acabaron con la antes potente sección de caballería sanroqueña de Carabineros en 1935

En la ciudad de San Roque, según se detallaba por el brigada Eusebio Fernández Chimeno en el Escalafón General del Cuerpo de Carabineros, de 1936, que fue el último que se editó antes de su absorción por la Guardia Civil en 1940, había un puesto de caballería perteneciente a la Comandancia de Algeciras.

Su dotación era de ocho hombres y su plantilla estaba compuesta por un brigada, un carabinero de 1ª clase y siete de 2ª. Su servicio de vigilancia fiscal cubría la

Portada del Escalafón de 1936 donde se detallan todos los cuarteles y carabineros destinados en San Roque.

retaguardia de la primera línea de costa, desde la margen del río Guadiaro hasta la izquierda del de Palmones. Tenía por misión principal la de aprehender el contrabando procedente de la colonia británica de Gibraltar que hubiera podido ser sacado por la playa o la “verja” sin ser detectado. Su casa-cuartel tenía pabellones para ocho casados y sala de armas, usada como dormitorio, para cuatro solteros. También existía una cuadra para caballos.

Igualmente estaba allí ubicada, hasta 1936, la residencia del oficial jefe de la sección de caballería. Ésta, tal y como se expuso en un capítulo anterior era la única unidad montada que tenía entonces la Comandancia de Algeciras. La fuerza mayoritaria de dicha unidad, además de la ya citada, era de infantería, salvo un pequeño porcentaje que pertenecía a la escala de mar, antecedente histórico del actual Servicio Marítimo de la Guardia Civil.

La fuerza de caballería de Carabineros en el Campo de Gibraltar, al igual que ocurrió también inicialmente con la sección montada de la Guardia Civil, tenía establecida su cabecera desde antiguo en la ciudad de San Roque. Ello era debido principalmente a su posición estratégica como punto de paso y distribución de buena parte del contrabando procedente del Peñón.

En épocas anteriores la fuerza de caballería había llegado a alcanzar la entidad de un escuadrón (compañía), mandado por su correspondiente capitán. Todo ello sin perjuicio de que también hubiera establecida otra cabecera de compañía en Puente Mayorga para la vigilancia de la costa. Por lo tanto dos capitanes de Carabineros tenían fijada su residencia en el municipio de San Roque, uno de infantería y otro de caballería.

La importancia que había tenido la presencia en la ciudad de San Roque de la fuerza a caballo, se recogía en el Manual de estudio y de consulta del Cuerpo de Carabineros. Esta obra fue publicada en 1911 por el periodista y literato Tomás Blanco Nomdedeu, bajo el seudónimo de Gonzalo de Quirós. Estaba prologada por el coronel Jaime Sánchez Badía y dedicada al teniente general Manuel de Macías Casado, director general de Carabineros.

Conforme se detallaba en sus páginas, existían en la ciudad de San Roque, además de la cabecera del escuadrón de caballería, dos de sus secciones. La tercera sección estaba ubicada en la barriada sanroqueña de Guadiaro. Todo ello sin perjuicio de otra sección de Carabineros de infantería que también estaba asentada en la ciudad. El acuartelamiento era de propiedad particular, es decir, arrendado. No se facilitaba su ubicación pero sí informaba que en él había tres pabellones para casados y cuadras para los caballos de dotación.

El resto de la fuerza, tanto de caballería como de infantería, tenía que vivir de alquiler en casas particulares. Durante más de un siglo uno de los principales problemas que tuvieron tanto Carabineros como Guardia Civil, dado sus menguados sueldos, fue la cuestión del alojamiento para sus integrantes y sus familias.

Como nota curiosa se afirmaba en el libro la benignidad del clima que se disfrutaba en San Roque así como que el agua para beber era de buena calidad si bien se precisaba que escaseaba en verano. Este detalle era importante ya que para otras unidades de Carabineros desplegadas en el Campo de Gibraltar se hacía constar que el agua disponible en algunos lugares era de mala calidad, lo cual obligaba a acarrearla de otros sitios, con los consiguientes costes que ello entrañaba.

Con el transcurso del tiempo, a partir de 1928, limitaciones de carácter presupuestario más que de carácter operativo, terminaron por reducir la fuerza de caballería a una única sección, suprimiéndose las otras dos. Desde entonces, ésta se hallaba distribuida a su vez en cuatro puestos del Campo de Gibraltar, ubicados en las ciudades de Algeciras, La Línea de la Concepción, Tarifa y San Roque, población esta última en la que residía su oficial jefe.

LOS SUBOFICIALES Y CLASES DE TROPA SE INTEGRARON EN INFANTERÍA; LOS CABALLOS FUERON ENTREGADOS AL EJÉRCITO

La situación orgánica y de personal (plantilla) continuó empeorando. Al objeto de no solo contener el gasto presupuestario del Estado, sino de racionalizarlo y reducirlo al máximo posible, las Cortes aprobaron el 1º de agosto de 1935, a propuesta del ministerio de Hacienda, la llamada “ley de restricciones”. Ello supondría una importante y drástica reorganización de los servicios de los diferentes departamentos ministeriales, bien agrupándolos o reduciéndolos.

El Cuerpo de Carabineros no se libró de los recortes, lo cual no dejaba de resultar paradójico, pues en época de austeridad y crisis económica, una de las cosas que nunca hay que hacer es reducir personal ni medios contra los infractores fiscales. La entrada en vigor de dicha ley conllevaría la supresión de las 2 circunscripciones mandadas por generales de brigada, de 5 zonas de las 15 existentes mandadas por coroneles y la de 13 comandancias de las 33 mandadas por tenientes coroneles que hasta entonces existían. El despliegue territorial de Carabineros se quedaría en 10 zonas y 20 comandancias, situación que se mantendría hasta su absorción en 1940 por la Guardia Civil.

Respecto al caso concreto que nos ocupa, tal y como se mencionó en un capítulo anterior, por decreto de 28 de septiembre de 1935, motivado por la mentada “ley de restricciones”, se dispuso la supresión de las unidades de caballería de Carabineros y su reconversión en unidades de infantería. Con ello se buscaba ahorrar el gasto que implicaban los animales, incluido alimentación, cuidado y equipamiento para montarlos. Los equinos fueron entregados al Ejército.

El 9 de noviembre siguiente, una orden ministerial que desarrollaba dicho decreto estableció que los suboficiales y clases de tropa, una vez entregasen caballos y monturas, debían continuar prestando servicio en sus demarcaciones respectivas, pero pie a tierra. Consiguientemente la sección de caballería de San Roque desapareció como tal y sus cuatro puestos pasaron a integrarse en las compañías territoriales de infantería en el Campo de Gibraltar. Al inicio de la Guerra Civil el mando más caracterizado de Carabineros en la ciudad de San Roque ostentaba el empleo de brigada, siendo el comandante del puesto de la residencia. La plaza de oficial había sido ya suprimida.

Atrás quedaban tiempos no muy lejanos en los que la cabecera de una potente fuerza de caballería de Carabineros tuvo durante varios años su acuartelamiento, hoy inexistente, en el casco urbano de la ciudad. Concretamente en el número 3 de la calle Alameda, hoy denominada Mercedes Huertas. Se trataba de un inmueble que tenía capacidad para dos pabellones de casados, oficinas del escuadrón, una “sala de armas” capaz de alojar a doce solteros así como cuatro cuadras para un total de cuarenta caballos, pajera, patio, pozo con su pilar y retretes.

Continuará

 

Fuente:

https://www.europasur.es/san_roque/guardia-civil-absorcion-Cuerpo-Carabineros-III_0_1645935837.html