Artículo que corresponde al Plan de Activación de Asociados, PAA 2S 2022, que se publica todos los martes en diarios digitales y en esta web.
LA DAMA DE ARINTERO. VALOR Y FIDELIDAD (II)
EN HOMENAJE A LA DAMA
La historia de la Dama arranca de la oralidad del romance popular que no firmó nadie cuando pudo ser escrito, o se cantaba y recitaba en aquella antigüedad y que fue sufriendo ciertas modificaciones y plagios a lo largo del tiempo que desvirtuaron el original. Estamos en el inicio de este género en España que en este caso es un romance épico, y noticiero que viene de la Edad Media, y ha ido evolucionando hasta hoy. También a mediados de este siglo XV (1450) empieza la imprenta a funcionar que lo cambiaría todo. Hoy no existe otro documento que este romance anónimo copiado de la oralidad, que de fidelidad a la existencia real del personaje. Fue escrito en letra de imprenta y consta en partituras musicales. Todas las versiones literarias son aproximaciones y contradicciones del original. A tenor de lo verosímil, es un hecho cierto que pudo ser muy parecido a como se ha contado a través del tiempo. No puede escribirse tanto de lo que no ha existido nunca. De la nada no puede salir más que la nada. Si esta gesta de la Dama fue mentira, entonces los que escribimos no decimos una verdad.
También -algunos- arguyen que la Reconquista no existió, ni la Dama, cuando estas montañas están llenas de pruebas. Si seguimos por ahí al final no existimos ni nosotros mismos. Ahí están por ejemplo los escudos de Armas de la Dama o las labras heráldicas que resisten por los pueblos de la ribera del Curueño. La Dama consta en el romancero español, en la Literatura, en el teatro, hasta en el cómic y miles de libros. Hay muchas pruebas de su existencia, aunque no sean exactas, porque no pudieron ser de otra manera. En aquel tiempo esta hazaña de amor y muerte se forjó oculta en el secreto que al final se descubrió, y costó la vida a la protagonista que se había jugado desde el principio.
Otra cosa es la necesidad humana de agarrarnos al mito para poder vivir. Y en función de él y de una historia tan bonita como es ésta, propia para novelar, se han escrito muchas novelas que fabulan este hecho. Muchas han aportado datos para verificar la historicidad del personaje. Como las de Antonio Martínez Llamas, o las de nuestro vecino que vivió en Cerulleda, Jesús Fernández Santos, que escribió sobre la Dama, titulando “La que no tiene nombre”. ¿Cómo que no tiene nombre, llamándose Juana?
Curioso es lo que dice Juan José Sánchez Badiola, historiador de la Universidad de León: “Pese al protagonismo que la tradición de la Dama de Arintero ha tenido en la montaña leonesa y los numerosos intentos de encontrarle una justificación histórica, todavía no se ha logrado demostrar la existencia del personaje ni establecer si de ella se derivan leyendas o romances, o si por el contrario fueron los hidalgos de Arintero quienes adaptaron a sus intereses una fábula difundida desde antiguo por la región”.
La Cándana como supuesto final de la peripecia guarda diversos testimonios de la Dama de Arintero, y de la devoción que le profesan como es la Cruz renovada conmemorativa, y leyenda de honor, en la bolera donde dicen que murió. Al parecer, al pararse al juego de bolos que allí se celebraba al ser domingo. También dicen que al ver a sus primos que en este pueblo residían. Fue cuando sus perseguidores le dieron alcance para robarle los privilegios reales. En la lucha por defenderlos la acuchillaron. Nada se sabe de sus restos mortales. Y poco de los privilegios, pues muerta la Dama, se los habrán quitado los soldados de la reina para justificar el cumplimiento de su orden, y como llevándole su cabeza. No son creíbles las especulaciones que se hicieron a partir de este punto. Todo lo demás, se sale del cuento. Arintero pueblo natal, y La Cándana, pueblo de su muerte cuando regresaba, son el principio y fin de esta epopeya que se nos antoja real, como la vida misma. Lo acreditan documentos reproducidos por copistas y amanuenses que evitan su destrucción por el paso del tiempo.
Recientemente aparecieron documentos de gran valor histórico que motivaron la realización del último libro de Ángel Fierro: “La Dama de Arintero. Análisis Crítico”. Se trata de las Cartas Ejecutorias de Hidalguía de la familia Argüello en la Real Chancillería de Valladolid (años 1494/95, y 1545/81), de Julián de Argüello, su nieto Francisco de Argüello, y sus descendientes Pedro y Hernando de Argüello, aportadas por don José Daniel Fuentes Macho, vecino de Valladolid, con “cobijo veraniego en el Alto Curueño” y descendiente de Julián de Argüello, según el árbol genealógico de la familia sacado de dichas cartas ejecutorias. Se habla de los padres de la Dama, Juan García Díaz y Leonor Téllez, y de sus hijas. Es lo más lejos que se ha podido llegar en las investigaciones hechas, en este caso por el autor de este análisis crítico. Su libro -fiel testigo de su estilo virtuoso- coloca cada palabra en su sitio y en el momento oportuno; nos provoca una detención en el camino al levantar el misterio de la tierra que suele quedar desaparecido bajo el polvo de las pisadas.
No se entiende -en principio- que Julián de Argüello, un “fijosdalgo” de los Argüellos, territorio de realengo, casado con una hermana de la Dama, con el honor de ir a la guerra, fuera a la misma que se le atribuye a la Dama, sin mencionar para nada el nombre -que no el caso- de su cuñada, en sus Cartas Ejecutorias de Hidalguía. Se conjetura que no querría descubrir el secreto intuyendo lo que suponía. A la llamada al fonsado, en su condición de noble aportó diez caballos y veinte lanzas, lo que da idea de su alta posición social. Debió ocultar el hecho por su gravedad. Y por eso nada se dijo, ni se escribió. Tampoco sabía escribir ni leer la mayoría. Todo surgió después del acontecimiento cuya única vía de comunicación, fue la oralidad del romance -única fuente primaria- como expresión anónima de lo insólito que tenía que salir entonces a la luz, y que hoy es tan difícil de investigar entre tanta sombra.
El verdadero meollo de la historicidad y verdad del personaje se cree pueda estar en el Expediente nº 20.140, que la ministra de Defensa, entonces Carmen Chacón, hizo desaparecer al desmantelar de su antiguo emplazamiento madrileño, el Museo del Ejército. Lo envió para el Alcázar de Toledo, adonde solo llegan o existen allí, una parte de fondos históricos y nada de la eliminada Sala de Heroínas, adonde también estaba María Sarmiento que a la sazón luchó en la misma guerra de sucesión Castellana, contigua a la Dama, a favor de Juana “la Beltraneja”. Con la Dama de Arintero, desaparecieron de la exposición al público los cuadros e historia de las grandes de España: Agustina de Aragón, la monja Alférez, Manuela Malasaña, la Condesa Bureta, María Pita, etc.,
Los documentos, si no los quemaron, en algún sótano húmedo del Alcázar toledano deben estar retirados pudriéndose en el olvido, para lo que fueron destinados. Los investigadores individuales lo han solicitado allí, y solo les dieron buenas palabras. O no quisieron trabajar para buscarlos, aunque la Biblia dice: “el que no trabaja que no coma”. La historia es nuestra y queremos conservarla. Debe ser solicitado formalmente, el expediente y el retrato, por el Ayuntamiento o alguna Institución leonesa hasta que vuelva a su origen como Dios manda. Pero ya ni es necesario: Ante la reiteración, el Museo del Ejército ha contestado que no aparece nada, por lo que hay darlo por perdido. Con este expediente y la documentación que quemaron los republicanos en 1937, de iglesias y archivos, al incendiar los pueblos montañeses, hubiera sobrado para conocer todo vestigio de la Dama que ahora nos matamos buscando. Las dos causas -aquella quema, y esta pérdida- se relacionan bastante. La vida es así y no se puede cambiar cuando se hace historia. Solo es necesario no enterrarla en la indiferencia del olvido y actuar en consecuencia.
Alonso.
Doctor en Ciencias de la Información.
Asociacion Española de Militares Escritores (AEME)