LA CONSTRUCCION DE UNA DEFENSA EUROPEA
Existen una serie de factores que pesan sobre cualquier proyecto válido para edificar la Defensa Europea, ante las circunstancias que la irrupción del mandato del Presidente Donald Trump viene imponiendo.
En primer lugar, el aspecto político de cualquier proyecto, y más el de un gran reto como es la Defensa del Continente, proyecto traído y llevado en los últimos 75 años en los que, de la mano de Francia fundamentalmente, se han ido arrinconando hasta llegar a la situación de hoy.
El último intento de establecer el carácter político de la Unión Europea (UE), el proyecto de su Constitución, cuyo ponente fue precisamente el ex Presidente de la República francesa Valery Giscard D’Estaing , resultó un fracaso, no tanto porque no la ratificara Holanda y sí España, sino porque la Asamblea Nacional francesa votó en contra.
La Defensa de la UE precisa de un mandato político que defina los intereses vitales de la unión, aquellos con los que todos los países miembros estarían de acuerdo, en conjunto e individualmente, en defender; este factor es muy difícil de conseguir a 27 miembros, pero es vital llegar a él.
La UE ha venido consiguiendo, en diferentes etapas, la supranacionalidad en materias, económica, social, jurisdiccional, monetaria, etc, pero no lo ha conseguido en defensa, solo ha llegado a ciertas aproximaciones comunes en los aspectos de política exterior y alguna medida sin gran significación operativa; la designación en la Comisión de un Comisario de Defensa y del Espacio es muy reciente, y siendo una novedad, no es suficiente para este esfuerzo que se le pide a Europa; tampoco lo son la creación de un Fondo de Defensa y una Agencia de Defensa Europea , sin duda válidos.
Sin unión política no hay defensa posible, tampoco un Ejército Europeo evidente, pues este tendría que defender y moverse dentro de una estrategia común, diseñada al más alto nivel de un hipotético nivel político, inexistente por el momento.
Un nivel político europeo de decisión, unos intereses vitales comunes a defender, una estrategia de defensa única, unas Fuerzas Armadas europeas que la ejecute, ¿tenemos algo de esto en Europa?, pues quedan más cosas que necesita la autonomía estratégica europea.
Institucionalmente, una UE de la Defensa eficaz necesita poseer también aquello de lo que nos va a privar, presuntamente, la retirada estratégica de Estados Unidos de la mano de las últimas iniciativas de su Presidente Trump, es decir, si la ruptura del vínculo transatlántico se consagra.
Se trata de tener las estructuras estratégicas y operacionales que mantiene la OTAN y que han resultado siempre sumamente eficaces en situaciones de crisis y guerra; un Mando Estratégico europeo, similar al Supremo Mando Aliado en Europa (SACEUR), cuyo Comandante es un General norteamericano en la actualidad, y que propondría y desarrollaría los aspectos estratégicos de la Defensa Europea. Además, y subordinados al anterior, existirían uno o varios Mandos Operacionales que diseñarían las operaciones actuales y futuras de unas hipotéticas Fuerzas Armadas europeas; finalmente existirían, necesariamente, Cuarteles Generales aliados integrados. Todos estos órganos tendrían una existencia permanente.
Ni que decir tiene que para el desarrollo de las funciones de planeamiento y ejecución de las estrategias en todos los niveles descritos se precisa, inteligencia adaptada a cada nivel de decisión, órganos de vigilancia y reconocimiento, guerra electrónica, transporte estratégico, ciberdefensa eficaz, comunicaciones protegidas, sistemas de información para mando y control, sistemas de geolocalización europeos, y un largo etc que hasta la fecha es proporcionado, en OTAN, por Estados Unidos.
Queda sin embargo algo fundamental, para una Defensa Europea, su disuasión nuclear, pues no solo se enfrentaría a un poder militar convencional muy importante sino a la mayor potencia nuclear mundial, la Federación Rusa. Es inevitable, en este momento del análisis, esgrimir el concepto de DISUASION MINIMA SUFICIENTE(DMS), es decir aquel dispositivo nuclear que una potencia nuclear atacante no sería capaz de soportar si por parte del atacado lo desencadena, cuando sus intereses vitales, en este caso los de la UE, estuvieran amenazados; sin duda que la represalia de la potencia nuclear superior en número de cabezas arrasaría la UE, pero el daño sufrido por la Federación Rusa, en este supuesto, sería insoportable para su supervivencia; no hay que olvidar que en la actualidad, con más de 12000 cabezas entre las dos grandes potencias nucleares, el Mundo se destruiría prácticamente una decena de veces; se trata de llegar en la UE a ese nivel de DMS.
Sin duda que aquí no terminan los problemas, pues es necesario que sea solo un individuo el que tendría que poner en marcha la disuasión en nombre de todos, “el que apriete el botón”, esa es la clave de bóveda de la disuasión nuclear francesa, la más susceptible de poder ser asimilada por una Defensa Europea. Es impensable que este criterio sea cedido por Francia a un comité o consejo europeo, y además no sería conveniente pues debilitaría la disuasión; en este sentido solo un Presidente de Europa, elegido por sufragio universal en una única circunscripción europea, con la aceptación de una UE política, podría ocupar ese delicado puesto; sin duda que la “disuasión nuclear europea” debería plantearse para evitar todo conflicto que ponga en peligro sus intereses vitales.
La gran llegada de recursos económicos en Europa, con la sola visión de la compra de material militar sin los pasos anteriores descritos significaría ,sí, un aumento de las capacidades militares tradicionales, y de las nuevas, que tendrían que completarse en gran medida en mercados norteamericanos en el corto plazo, pues las industrias nacionales precisan del medio y largo plazo para concebirlas y desarrollarlas; las industrias de defensa más desarrolladas en Europa, como la francesa gozarían también de su oportunidad, pero es necesario que estos gastos se enfoquen en los factores anteriores, no solo en material y equipo militar, sino en organización y reformas sustanciales, si no volveríamos a la casilla de salida.
Ricardo Martínez Isidoro General de División, r
Presidente de la Asociación Española de Militares Escritores