El Teniente Coronel del Cuerpo de Ingenieros Politécnicos, D. Jose Manuel Padilla Barrera, Bibliotecario del Real Casino de Tenerife, y asociado de AEME, colabora con el texto de una conferencia que pronunció en la Fundación Betancourt y Molina de Santa Cruz de Tenerife, para dar a conocer el estado de la Ingeniería militar en las Islas Canarias en el siglo XVII
INGENIEROS MILITARES CANARIOS EN CANARIAS. SIGLO XVII
Ocupo esta tribuna que tan amablemente me ofrece la Fundación Betancourt y Molina para contarles algo a ustedes de lo poco que sé sobre los ingenieros militares. Me alegra ser quien abra el fuego de este ciclo, porque con eso evito, en gran parte, el riesgo de las comparaciones con los otros conferenciantes, que indudablemente tienen mucha mayor entidad que yo, en estas lides. Hoy nos toca hablar sobre los ingenieros militares canarios en Canarias, dentro del siglo XVII. En este siglo se da la circunstancia de que, si exceptuamos la presencia fugaz de un ingeniero de paso procedente de América, son dos los ingenieros canarios de nacimiento y un tercero, al que podemos considerar como tal, los que llenan todo el siglo.
Antes de entrar en materia, con el estudio de nuestros tres ingenieros, conviene dar una mirada general, una vuelta al horizonte, a la ingeniería militar en España y sus posesiones en este siglo XVII. Nos encontramos en el Siglo de Oro de las Artes y de las Letras, sin embargo, al parecer, las ciencias brillaban por su ausencia, y digo al parecer, porque no es así, realmente este es el tópico que siempre se ha dado por cierto en España. Es lo de ¡Qué inventen ellos! En el ciclo de conferencias, promovido por el Centro de Historia y Cultura de la Zona Militar de Canarias, en el año 2001en el que tuve el honor de participar, Horacio Capel, catedrático de la Universidad de Barcelona, que ha dedicado, muchos trabajos de investigación de su cátedra, a los ingenieros militares, hizo un razonamiento del que tomé nota, porque me pareció muy definitorio. Decía Capel: «Basta con un poco de sentido común para llegar a la conclusión, de que en lo que se refiere a toda la edad moderna, resulta evidente algo que debería haberlo sido siempre: Que el vasto imperio español no podía haberse edificado y sostenido sin ciencia y sin técnica. Es imposible navegar por todos los océanos, elaborar y mantener al día la cartografía, realizar estudios e inventarios de los nuevos territorios, explotar sus riquezas, y luchar en Europa y otros continentes contra los más variados enemigos sin un desarrollo científico y tecnológico. «Este desarrollo técnico y científico, de que hablaba Capel, estaba en buena parte en manos de marinos e ingenieros militares, también de los artilleros. Ya Felipe II había fundado en Madrid la Academia de Matemáticas, para la formación de cosmógrafos en Madrid, al mismo tiempo existía también en Madrid otra Academia de Matemáticas, dependiente del General de Artillería, para la formación de artilleros e ingenieros militares, de esta academia destaca la figura de Cristóbal de Rojas, autor del famoso libro Teoría y práctica de la Fortificación(1598)Sin embargo tanto en este siglo XVII como en el anterior, la formación y capacidad técnica de estos ingenieros, se adquiría normalmente de maestros a discípulos, o bien de padres a hijos, en otros casos eran oficiales que de forma autodidacta obtenían la formación suficiente para desempeñar la función de ingeniero.
El ingeniero militar que da nombre a esta Fundación, que como se sabe apoyándose en Ingenieros militares del Ramo de Caminos y Puentes, creó el Cuerpo de Ingenieros de Caminos, el portuense Agustín de Betancourt, definía en 1780 las condiciones que debería reunir un ingeniero, esas condiciones son perfectamente aplicables al siglo anterior, y si me apuran diría que también para el actual:
«Haber hecho estudios de geometría…Saber el uso de los instrumentos para levantar planos; medir distancias y alturas, calcular con facilidad los desmontes y terraplenes, delinear y lavar un plano…conocer los materiales y las resistencias de las piedras; saber los diferentes métodos de fundar en el agua, en un terreno de arena, de tierra o de peña, estar instruido en las diferentes especies de puentes etc.e tc y añade ,calcular las causas políticas que deben influir en la dirección que se debe dar a un camino. Curiosa recomendación, porque hay que ver los problemas que crean las obras públicas, por no tener en cuenta las repercusiones que puedan producir. Finalmente recomienda tener una educación no vulgar y aquel discernimiento y aquel trato fino que, en ciertos casos, suele servir aún más que la ciencia.» Dicho de otro modo, aconseja evitar la prepotencia del que cree que por su formación está en posesión de la verdad. Hay algo que olvida o que no considera Betancourt, quizás porque se está refiriendo a ingenieros civiles, y es que los ingenieros militares no sólo se limitaban a ocuparse de las fortificaciones y demás obras, sino que prestaban atención muy fundamental a la descripción del territorio, a sus características naturales, a sus recursos ,a las vías de comunicación y a todo lo que pudiera facilitar la defensa o en su caso permitir el ataque. En estas descripciones los ingenieros militares fueron también geógrafos, historiadores, y en muchos casos hasta antropólogos como muy bien los llama Capel, ya lo vimos el año pasado con Torriani, y hoy lo comprobaremos con Cassola y Lope de Mendoza.
Con este perfil de ingeniero, que define Betancourt, no era fácil encontrar personas adecuada, se buscaban y contrataban tal como como ahora hacen los cazatalentos de las grandes empresas. Las cortes europeas, igual que las empresas hoy se los robaban unas a otras: Normalmente los ingenieros venían recomendados por algún personaje que hacía de mediador, y digo venían porque muchos eran extranjeros, especialmente italianos y de Los Paises Bajos y también franceses. Ejemplo de este tipo de contratación, pero en el siglo anterior, fue la de Torriani, o la del propio Cassola del que luego hablaremos.
Finalizando el siglo XVII, se empezaron crear escuelas de formación de militares, un oficial de los Tercios de Flandes, un autodidacta aficionado a las matemáticas, él mismo decía que sus compañeros le tenían por loco, Sebastián Fernández de Medrano creó la Real Academia de Matemáticas de Bruselas, uno de sus alumnos fue Próspero de Verboon,que en 1711 fue el fundador del Real Cuerpo de Ingenieros.
Hecha esta visión panorámica de los ingenieros militares, veamos según Aparici, cuantos ingenieros prestaban sus servicios a la Corona en el siglo XVII
Siglo XVII
Años Número de ingenieros
1600-1624 30
1625-1649 96
1650-1674 60
1675-1699 65
Del estudio de este cuadro, sorprende el fuerte aumento que se produce, entre el primer y segundo cuarto de siglo, se pasa de 30 a 96 ingenieros, y hay que reseñar que en el último cuarto del siglo anterior hubo 32 ingenieros, es decir prácticamente los mismos que en el primero del XVII; después en los dos últimos cuartos el número se reduce notablemente, aunque no al nivel del principio. Este cuadro se convierte en un indicador de la política belicista de España en ese siglo. Para intentar comprender este fenómeno, completaremos este cuadro, añadiéndole quien reinaba en cada uno de los períodos señalados.
Años Nº Ing Reina
1600-1624 30 Felipe III,hasta 1621.Felipe IV
1625-1649 96 Felipe IV (Conde Duque de Olivares hasta 1643)
1650-1674 60 Felipe IV, hasta 1665.Regencia de Mariana de Austria
1675-1699 65 Carlos II
Los Austrias llamados menores llenan casi exactamente el siglo XVII, Felipe III subió al trono en 1598 y Carlos II murió en 1700.
La Monarquía Católica, que así gustaba de llamarse, en lugar de Imperio, mantuvo en esta centuria nada menos que 76 años de guerras. Felipe III y su valido, el duque de Lerma, se pueden calificar como pacifistas, comparados con sus sucesores Felipe IV y el Conde Duque de Olivares, que mantuvieron una política fuertemente belicista. hubo guerras con Alemania, Francia, Flandes, Italia, Flandes, en América y dentro de la propia España. Lo que hace exclamar a Viera y Clavijo:¡Cuántos enemigos a un tiempo!
De los 25 años del segundo cuarto de siglo, en 18 de ellos, reinaba Felipe IV teniendo como valido al Conde Duque de Olivares, no es de extrañar, por tanto, ese notable aumento de los ingenieros militares, había que atender a las fortificaciones de las inmensas posesiones a proteger. Y algo quizás más importante, como ya sabemos, los ingenieros eran los ojos de la Corona, y esos informes sobre los territorios, de los que hemos hablado, eran fundamentales para poder tomar decisiones.
Durante la regencia de Mariana de Austria y el reinado de Carlos II, no es que la paz fuera el denominador común, tres guerras mantuvo Carlos II contra Francia, gobernada por Luis XIV, pero no hay duda de que la política belicista disminuyó notablemente, de ahí que se redujera significativamente el número de ingenieros, que desde luego eran muy pocos para tan inmenso imperio. En Francia en esos últimos años del siglo había 300 ingenieros militares, con muchos menos territorios que atender. A partir de la creación del Real Cuerpo de Ingenieros en 1711,su número empezó a crecer, a lo largo del siglo XVIII; en 1720,eran 80,140 en 1740,e n 1750,150 en la Metrópoli y 50 en América. En total a lo largo de este siglo se pueden contabilizar unos mil ingenieros militares. De ellos 36 en Canarias. (Datos todos estos tomados del trabajo del coronel Aparici, realizado en el archivo de Simancas, entre lo años 1848 a 1851.)
Dejamos esta visión general del colectivo de los ingenieros militares, digo colectivo para señalar que no formaban un cuerpo organizado, y aunque en unión de los artilleros dependían del General de la Artillería, no hay que olvidar que trabajaban casi exclusivamente para ella, proyectando y construyendo sus infraestructuras. Cada uno de ellos, se relacionaba directamente con la Corona, bien directamente o a través de su Consejo de Guerra, por eso se les conocía como los Ingenieros del Rey.
José María Pinto de la Rosa, en su libro: Apuntes para la Historia de las antiguas fortificaciones de Canarias, y también en su libro lamentablemente no editado: Ingenieros Militares de España, bajo el epígrafe de «Ingenieros que han prestado algún servicio o han estado destinados en el Archipiélago «relaciona en el siglo XVII, a los siguientes:
Próspero Casola
Gerónimo de Valderrama
Francisco Dávila y Orejón
Lope de Mendoza y Salazar
Juan de Somavilla y Tejada
Miguel Tiburcio Russel y Lugo
De esta lista, hay dos de los que vamos a prescindir, uno porque no fue propiamente un ingeniero militar y otro por cuando prestó servicio en Canarias, no lo hizo como ingeniero.
Gerónimo Valderrama no fue propiamente un ingeniero militar, porque no tuvo en Canarias, nombramiento como tal, aunque sí intervino en obras militares, siendo Gobernador de Gran Canaria. Era oficial de experiencia en Arquitectura Militar, comenta de él Pinto de la Rosa, y en 1601 reedificó la torre de Santa Ana, en Las Palmas. Como no podía ser de otra manera, tuvo diferencias, con Próspero Casola, celoso de sus competencias, sobre las obras del Castillo de San Francisco, diferencias que zanjó el Consejo, determinando que se atuviera la obra a las trazas y relación hecha por Fray Tiburcio Spanochi.
En cuanto a Dávila y Orejón, prestó sus servicios en Canarias durante cinco años, pero no como ingeniero. En 1639 salió de la Gomera, donde había vivido toda su niñez y adolescencia, con una compañía de Infantería que levantó a su costa y luchó en Flandes hasta 1656.Especialista en las obras de ataque y defensa, en el año 1668 del siglo comenzó la construcción de las murallas y fortificaciones de la Habana, pasó después a Venezuela, al puerto de la Guayra, con la misma misión, que no pudo realizar pues murió al poco tiempo.
Descartados estos dos personajes, el cuadro con indicación de los años de su actuación como ingenieros en Canarias queda como sigue:
Próspero Casola 1589-1647
Lope de Mendoza y Salazar 1649-1656
Juan de Somavila y Tejada 1656-1657
Lope de Mendoza y Salazar 1660-1689
Miguel Tiburcio Russel y Lugo 1689-1728
La presencia de Juan de Somavilla, como luego comprobaremos, es episódica, durante un corto espacio de tiempo, apenas 5 meses, por lo que tal como decíamos al principio, todo el espacio del siglo XVII queda cubierto por Próspero Casola, Lope de Mendoza y Tiburcio Russell, realmente fue por mucho más tiempo, nada menos que 139 fueron los años que cubrieron estos tres ingenieros, desde que Casola comenzó de ayudante de Torriani, en 1589, hasta la muerte de Tiburcio Russell .
Próspero Casola, era italiano de nacimiento, nació en Reggio(Lombardía),pero de sus 82 años de vida,58 de ellos los pasó en Canarias, sólo se ausentó por seis meses en el año 1609, para acudir a la Corte, se casó con una canaria de Telde, de la cual tuvo tres hijos, uno de ellos, el varón de su mismo nombre, fue su ayudante. Creo,por tanto que tiene méritos más que suficientes para que se le puede llamar canario, más concretamente grancanario o si vds quieren canarión, como ahora se dice, porque su residencia siempre fue Las Palmas de Gran Canaria.
De Lope de Mendoza y Sandoval, no se tienen noticias ciertas de su lugar de nacimiento, pero se da por seguro que nació en Garachico, hacia 1616,donde su padre, que era capitán, se encontraba destinado.
Miguel Tiburcio Russell, de este sí que se conoce, nació en Tacoronte en 1658,también hijo de un capitán.
Ya hemos conocido sus lugares de origen, de nuestros personajes, cabe ahora preguntarse ¿Cómo llegaron a ser ingenieros militares? ¿ Cual era su formación para ello?
Lo primero que hay que decir es que, de los tres el de mejor formación para el trabajo a desarrollar como ingeniero fue, sin duda, Próspero Casola ¿Dónde aprendió Casola los fundamentos de arquitectura?, Tal como ocurre con Torriani ,se desconoce, pero es evidente que cuando llegó a Las Palmas en el séquito de D. Luis de la Cueva y Benavides, en 1589,con sólo 24 años, ya tenía conocimientos, porque muy poco tiempo después, en Abril de ese mismo año, tuvo su primera intervención como ingeniero o como arquitecto, como Vds quieran, esto de las diferencias entre ingeniería y arquitectura es algo que siempre ha existido, es una vieja polémica, que no por vieja ha dejado de existir. El Cabildo Catedral de Las Palmas, el 17 de ese mes, tomó el acuerdo de que Micer Próspero acompañara al Maestro de la Catedral para determinar sobre la construcción de la puerta mayor de la Iglesia. Tampoco conocemos donde lo fichó, permítaseme la expresión, Don Luis de la Cueva, sabemos que era natural de Reggio Emilia(Lombardía) y en esos años de efervescencia renacentista, Italia era un foco de ciencia y de arte. Casola se consideraba y estaba muy orgulloso de ello, discípulo de Leonardo Torriani, con el que coincidió en Las Palmas en los años de 1589 a 1592,y fue su ayudante, también lo fue de Tiburcio Spanochi, aunque esta relación debió ser epistolar, porque este último no estuvo jamás en Canarias. Con este bagaje y con esta práctica Próspero Casola fue nombrado Ingeniero en 1594, con un sueldo de 20 ducados.
La historia de Lope de Mendoza y Sandoval (Salazar escribe Pinto de la Rosa),es muy distinta. Estudió Cánones en Sevilla y según él mismo cuenta en un memorial dirigido a Carlos II,f ue alcaide del Fuerte de San Pedro de la isla de Canaria, después capitán de una compañía de milicias en Agaete, más tarde veedor y contador nombrado por el Capitán General, como se ve ninguna referencia a formación alguna de fortificación y arquitectura. Cuando muere en Las Palmas, en 1647,Próspero Casola, es nombrado el capitán Conrado Ferrante, ingeniero de gran experiencia en Cataluña, Milán y que en esos días se encontraba en Nápoles, pero el tiempo pasaba y Ferrante no se incorporaba por lo que en 1651, el Capitán General Alonso Dávila, nombra ingeniero a Lope de Mendoza. Este nombramiento no fue del agrado de la Real Audiencia, por no considerarlo con suficiente capacitación y de paso ahorrarse algunos dineros. El Capitán General hubo de salir en su defensa ante el Rey: Digo Sr, que este sujeto es hábil e inclinado hacia la fortificación, y sigue más adelante.. no lo tengo por grande y consumado ingeniero pero espero que con lo que se trabaja hoy se habilitará mucho, porque es un buen aritmético, y así no viniendo uno de los grandes yo me hallo bien con este. Evidencia esta situación que era muy difícil contratar a profesionales experimentados, luchaba Mendoza con el inconveniente de que sucedía a dos grandes ingenieros, uno de ellos nada menos que Torriani paradigma del ingeniero militar del XVI, sin embargo Mendoza se esmeró con la práctica y llegó a realizar muy buenos trabajos.
En cuanto a Miguel Tiburcio Rusell, no queda claro de donde le vinieron sus conocimientos de arquitectura y fortificación, puede ser que fuese uno de los oficiales autodidactas, de los que antes hablamos, puesto que sirvió como tal en los Tercios Flandes, donde por cierto perteneció al Tercio de Fernando del Castillo, creado aquí en Tenerife en 1684,antecedente del actual Regimiento de Infantería Tenerife 49.El caso es que en 1686 regresa a las islas, casado en Ostende, con una dama de muy buena familia,s u abuelo había sido burgomaestre de la ciudad y se convierte en ayudante de Lope de Mendoza, y cuando éste murió, en 1689, le sustituyó y continuó sus trabajos. Solicitó su nombramiento alegando la experiencia adquirida tanto de ayudante como de ingeniero en funciones, pero éste no llegó hasta 1697;Se le puede dar el cargo, se decía,(según y como lo ejerció don Lope de Mendoza).Parece querer decir que, al igual que Lope de Mendoza no era propiamente ingeniero y no lo hizo mal, ¿por qué no se lo vamos a conceder a Russell?
Visto cómo llegaron a su cargo nuestros tres ingenieros, nos queda saber quién era ese otro, que dijimos que su presencia sólo había sido episódica, apenas 5 meses. Como vimos en el cuadro, está intercalado entre dos épocas de Lope de Mendoza, dos épocas separadas por más de tres años, ya conoceremos por qué. Este ingeniero fue Juan de Somavilla y Tejada, procedía de Cartagena de Indias, como se sabe la joya de la ingeniería militar española, y no sólo española, una verdadera maravilla del arte de fortificar y de la arquitectura militar, y allí en Cartagena era nada menos que el Ingeniero Mayor de esa plaza. Veamos cómo se produce la llegada de este importante ingeniero
En Abril de 1656 se recibió, en Tenerife, aviso desde Bruselas, dando como seguro que la armada inglesa próxima a hacerse a la mar, tenía entre otras, la misión de atacar a Canarias. Nuestro ya conocido el Capitán General D. Alfonso Dávila y Guzmán, que había desplegado una gran actividad en la defensa de las islas, tanto que para Rumeu de Armas, desde los tiempos de Álvarez de Fonseca, gobernador de Tenerife, hacia mitad del siglo XVI, nadie había acometido un tan vasto plan de fortificaciones, como el que planteó Dávila para la seguridad del estratégico fondeadero de Santa Cruz de Tenerife, dispuso que desde Las Palmas se trasladase a Tenerife Lope de Mendoza, que puso todo su empeño en mejorar las fortificaciones de la plaza y puerto de Santa Cruz, así como de Las Palmas, La Palma, La Gomera y Lanzarote. Cuando estaba en este trabajo, de regreso de un viaje de inspección a La Palma, en Noviembre de ese año, su barco fue apresado por unos piratas, turcos para unos, berberiscos para otros, tanto da, y trasladado, junto con otros 96 pasajeros, hasta Argel, donde estuvo cautivo, tres años. De ahí ese intervalo entre las estancias de Lope de Mendoza en Canarias.
Con esto resultó que en Canarias, en plena alarma de un posible ataque inglés, no había ningún ingeniero militar. Ya era conocido el bloqueo que los ingleses, concretamente Blake, estaba ejerciendo sobre Cádiz, por lo que todos los barcos que venían de América, necesariamente tenían que refugiarse en los puertos canarios, especialmente en el de Santa Cruz, que era, sin duda, el mejor fortificado. Apenas un mes después del secuestro de Lope de Mendoza, el primer buque que arribó fue el Madame Brasil, conduciendo medio millón de pesos.Y aquí aparece en escena Juan de Somavilla, que viajaba en ese barco camino de la península, ni que decir tiene que al Capitán General le faltó tiempo para poner a este ingeniero, a trabajar en las fortificaciones de la isla.
La flota de Méjico que había partido de la Habana a fines de Diciembre de 1656,al mando del Capitán General don Diego Egues y Beaumont, arribó a Tenerife el 22 de Febrero del año siguiente, zarpando el día 26,pero enterado de que Blake, mantenía el bloqueo, además por habérsele rendido un palo a la nave capitana, regresó, fondeando en la bahía de Santa Cruz el día 2 de Marzo, una vez en Tenerife se desembarcaron todos los caudales, poniéndolos a buen recaudo, y se decidió bajar a tierra la artillería de a bordo. Con estas piezas el ingeniero Juan de Somavilla proyectó y construyó dos baterías, al norte de Paso Alto, una en la desembocadura del barranco de Valleseco, que artilló con 8 piezas de hierro, y otra al pie de la montaña del Bufadero, donde colocó 10 piezas de bronce, distribuyendo otras ocho, todas de los buques, entre las demás defensas de la plaza.
El día 30 de Abril, a las 8 de la mañana, se produce el ataque de Blake, dice Viera y Clavijo que a esa hora ya eran más de 12000 los hombres que se encontraban en las fortificaciones y trincheras de la marina. El episodio del ataque de Blake a Santa Cruz, guarda bastantes similitudes con el de Nelson,140 años después, el bloqueo previo de Cádiz, los barcos españoles, con mercancías valiosas, refugiados en el puerto tinerfeño, la misma duda sobre si los ingleses, sólo pretendían un acto de pura piratería, apoderándose de los tesoros que transportaban esos barcos, o iban más allá y lo que realmente pensaban era añadir un nuevo florón a la corona de Su Majestad Británica. Hubo, sí,una gran diferencia: las caprichosas corrientes que en 1797 impedirían a Nelson acercarse a la costa y bombardear las defensas de la plaza, a Blake le fueron propicias y llevaron sus naves al interior la bahía sin necesidad de maniobra. Fue una gran batalla, pero no ha tenido la repercusión que la Gesta del 25 de Julio, sobre la cual han corrido rios de tinta, alguna gotita he aportado yo para engrosar esos rios. No ha tenido esa repercusión porque sus protagonistas no relataron su peripecia, no hubo crónicas de la batalla, en el caso de Nelson, como se sabe, sí que las hubo, y muchas Monteverde, Marrero, Cologan, Tolosa etc. Diríamos hoy que tuvo una gran repercusión mediática. No está muy claro de quién fue la victoria. El caso es que Blake no consiguió su propósito de llevarse los caudales, y que terminado el primer y único ataque se retiró con nueve de sus barcos seriamente dañados. Los defensores antes de que sus naves cayeran en poder del enemigo, las quemaron, y al parecer las bajas inglesas fueron muchas más que las españolas. Cioranescu dice que es la única batalla en la historia, que dejó contentos a los dos contendientes, e incluso al Rey, porque a pesar de la perdida de los galeones incendiados, salió ganando con las confiscaciones de plata clandestina descubierta.
Alejado Blake del archipiélago y restablecida la tranquilidad. El ingeniero Juan de Somavilla siguió su viaje a la península, las baterías que él había montado desaparecieron sin dejar vestigio, probablemente porque debieron ser construidas con carácter provisional, utilizando materiales ligeros. De haber estado estas baterías en 1797,el ataque de Nelson hubiera resultado distinto, porque no hubiese encontrado el tranquilo fondeadero que le brindó la desembocadura del barranco de Valleseco, lejos del alcance de las baterías españolas.
En 1660, una vez pagado el rescate que pedían por él, regresó Lope de Mendoza, que tardó sólo siete meses en llegar desde Valencia, donde desembarcó en Noviembre de 1659,procedente de Argel. En caminos, navegación y estancia en la Corte, según sus propias palabras, invirtió todo ese tiempo. Por lo tanto durante tres años no hubo ingenieros militares en Canarias.
Próspero Casola destacó en los ataques de Drake y Van der Does a Las Palmas, no sólo por su participación en la defensa de la plaza, sino por su información de lo sucedido a la Corte. En el primero de ellos, en 1595, aparte de la relación de los hechos, envió un plano a plumilla, con todos los detalles de la batalla sobre todo una perfecta descripción gráfica de las defensas de la ciudad. En el ataque del holandés, el 26 de Junio de 1599,estuvo de nuevo defendiendo Las Palmas, y levantó el plano: Planta del Sitio de Canaria, del cual Pinto de la Rosa comenta que un escritor del siglo XIX(no da su nombre) decía que, aún en la actualidad pueden servir de modelo de dibujos de pluma por su franqueza y rasgueado, prueba de los buenos maestros que había tenido, y de su aplicación. Y a continuación comenta: Que, a pesar de estos destacados servicios, continuaba disfrutando el sueldo en un principio asignado, hasta que habiéndolo hecho presente en 1603 y en 1605,se le aumentó a 25 escudos (5 más) que fue lo que percibió el resto de su vida. Para entender lo injusto de esta situación hay que recordar que Torriani cobraba 40 escudos cuando estaba en Las Palmas. Bien es verdad que como el propio Pinto de la Rosa nos informa a continuación practicaba el pluriempleo, fue veedor y contador interino de Gran Canaria, sin perjuicio de su trabajo como ingeniero
Los continuos informes y peticiones que Casola enviaba a la Corte fueron generando instrucciones y órdenes del Consejo relativas a las fortificaciones, hasta llegar a la más importante de ellas, la Real Cédula de 17 de Octubre de 1600,que viene a ser lo que en términos actuales llamaríamos un Plan Director de las Fortificaciones del Archipiélago. En ella se definen claramente las obras a ejecutar, su orden de prioridad, las trazas, o sea los proyectos, a los que deben atenerse las obras, quién sería el director de todo el plan, y finalmente algo ,sin lo cual, todo lo anterior sería baldío,la dotación económica.
La Real Cédula constaba de 10 puntos, en que se le daba prioridad absoluta a la isla de Canaria, por ser la más perjudicada por la última invasión, después serían Tenerife, La Palma, La Gomera, Fuerteventura, y finalmente Lanzarote, donde se ejecutarían las obras necesarias para construir o reparar las fortificaciones. Se nombra a Casola, como único responsable de todo este plan, a pesar de lo cual, ya vimos que tuvo problemas con Valderrama, nada más empezar las obras. El nombramiento de Casola, como director del programa, utilizando lenguaje actual, no podía ser de otra manera, la Real Cédula no era otra cosa que sus propias ideas sobre las necesidades de la defensa de las islas, que él había enviado a Madrid, que ahora le llegaban rebotadas desde la Corte, con la orden y el dinero para ejecutarlas.
En cuanto a la dotación económica, ésta fue de 5.500.000 maravedíes. con la orden expresa de qu deberían estar depositados en un arca, con tres claveros, el Gobernador, el Veedor y Contador, y el Pagador.
Esta Real Cédula o plan director como la hemos llamado, fue la directriz por la que se rigió la defensa de las islas en el siglo XVII. Muchas de las obras que ordenaba esta Cédula, tal como decíamos antes, se hicieron con trazas de Torriani. Sapnochi, o del mismo Casola. Cumpliendo lo ordenado, Casola dedicó sus esfuerzos al principio del siglo, a reforzar y mejorar o construir las fortificaciones de Gran Canaria. En 1630 ,todavía se estaba ocupando de la construcción de un castillo en el Puerto de la Orotava,(hoy Puerto de la Cruz)al que se refería el punto 5º de la Cédula. La obra se inició en 1634 y la concluyó Lope de Mendoza en 1655,se trata del Castillo de San Felipe.
En su libro Ingenieros Militares de España, que no me cansaré de repetir que está sin editar, lo que es una verdadera lástima, Pinto de la Rosa dice que en «el Archivo de la Casa Condal de la Vega Grande de Guadalupe, en Las Palmas, existió hasta comienzos del Siglo XX,un curioso legajo donde se hallaban los planos del Castillo de Santa Cruz de Mar Pequeña, con su emplazamiento, levantado por Próspero Casola, actualmente se ignora el paradero de ese legajo, que hubiese podido aclarar perfectamente el tan discutido emplazamiento, de la celebre fortaleza de los Herrera, cuya localización ha derramado tanta tinta, como dice Romeu de Armas.
Fueron muchísimas las obras en las que trabajó Lope de Mendoza, porque muchos fueron los años en que fue el único ingeniero, valgan algunos ejemplos: la muralla Sur de Las Palmas, las torres de San Miguel y de Candelaria, la Batería de San Antonio, la del Calvario, la de San Pedro, el ya comentado Castillo de San Felipe, Ampliación del Castillo de Paso Alto,la Plataforma, más tarde Batería de los Remedios, en La Gomera. etc. etc.
Como fue norma en los siglos XVII y XVIII y también en el XIX, aunque menos, Lope de Mendoza participó en obras civiles. En 1661,siendo Capitán General Jerónimo Benavente y Quiñones, se abrió, en Santa Cruz, un nuevo camino, que se llamó Camino de los Coches, cuyo trazado era el mismo que las actuales Ramblas, en el tramo que discurre por el lado Oeste del Parque García Sanabria, hasta la Calle Doctor Naveiras, camino de lo Campos de entonces, o sea hasta el Hotel Mencey. Alejandro Cioranescu hace un comentario bastante ácido sobre la apertura de este paseo, ssegún él se abrió para que el Capitán General pudiera tener donde lucir su coche de caballos. Pues para ser un capricho, ya quisieran muchas ciudades que sus gobernantes tuvieran caprichos como ese, porque ha dado lugar a lo que quizás sea lo más bello de nuestra ciudad. En todo caso se trata de un comentario personal, no de un dato histórico.
El primer trabajo de Miguel Tiburcio Russell, como ayudante de Lope de Mendoza, fue en La Palma, en el Castillo Principal, mejorando dos baluartes y la cortina. en este ingeniero, fue el primero de los ingenieros militares que fijó su residencia en Tenerife. Tuvo a su cargo, todas las obras de fortificación que se ejecutaron en los últimos años del siglo XVII y el primer cuarto del XVIII, el Castillo de San Pedro en Candelaria, el Fuerte de San Andrés o del Valle de Salazar, la reconstrucción y ampliación de la Batería de Santo Domingo, junto al Castilo Principal.
De todas estas obras de los tres ingenieros pueden, si así lo quieren, encontrar cumplida información en el libro, ya mencionado, de José María Pinto de la Rosa, un libro magnífico con una no menos magnífica edición a cargo de Juan Tous.
Llegamos por fin a la parte de la obra de estos ingenieros,q ue me interesa resaltar.Se trata de las descripciones geográficas y como dice Capel, también antropológicas.
Los tres cumplieron con esta función, en menor medida Tiburcio Russell, que, en este aspecto, sólo tiene un trabajo sobre la isla de Fuerteventura.
Próspero Casola fue coautor, en 1635, del manuscrito:» Visita de las Islas y Reino de la Gran Canaria hecha por don Yñigo de Briçuela Hurbina, con la asistencia de Próspero Casola»
Lope de Mendoza redactó, en 1669, por orden del Capitán General don Gabriel Lasso de la Vega el «Discurso y Planta de las Yslas Canarias»
Tiburcio Russell, casi contra su voluntad, porque se encontraba mal de salud, y le suponía un gran esfuerzo viajar, redactó un muy completo informe sobre Fuerteventura, por orden del Capitán General Juan de Mur y Aguirre.
Treinta y cuatro años separan los trabajos de Casola y Mendoza. Aparte de otras cosas, que ahora veremos, tienen en común que los originales de los dos manuscritos no se encuentran en Canarias, ni tampoco en ningún archivo penínsular. El de Casola se encuentra depositado en la Biblioteca Pública de Nueva York y pertenece a la Fundación Lenox. La localización de este manuscrito, fue fruto de una investigación, no histórica precisamente, sino más bien detectivesca, llevada a cabo por Juan Tous, que sería largo de contar aquí. El caso es que conseguida la reproducción en diapositiva del manuscrito, planos y mapas, éste se publicó en el año 2000,con estudio del propio Tous. Fueron sus editores el Museo Militar Regional del Centro de Historia y Cultura Militar de Canarias y todos los cabildos insulares. no es fácil conseguir esto de poner de acuerdo a todos los cabildos. Lo mismo ocurrió con el libro de Pinto de la Rosa.
El manuscrito de Lope de Mendoza se conserva en la Biblioteca Municipal de Rouen, en Francia,(me encantaría conocer que vueltas han llevado estos documentos, y otros muchos importantes en Canarias, para acabar en sitios tan diversos), también ha sido publicado, en 1999,esta vez por el Cabildo de Gran Canaria,con estudio de Eduardo Aznar Vallejo y Juan Bello León.
Como hemos visto el manuscrito realizado con la participación de Casola se titula «Visita de las Islas y Reino de la Gran Canaria hecha por Don Iñigo Brizuela Urbina,c on asistencia de Próspero Casola.
Don Iñigo de Brizuela era el Capitán General de la gente de guerra, Gobernador y Presidente de la Real Audiencia de Canarias tomó posesión de su cargo el 28 de Julio de 1634.Esta visita que realizó a las islas, acompañado, por el ingeniero Casola, no fue por iniciativa propia,, el Rey Felipe IV le reclamaba con insistencia que visitara y reconociera las islas y que le informara, fundamentalmente, del estado de las fortificaciones, lo que se había hecho y lo que faltaba por hacer. Lo normal era que estos informes fueran responsabilidad única de los ingenieros militares, así ocurrió en el siglo XVI, con Torriani, y así ocurrirá 34 años más tarde con Lope de Mendoza. Es imposible conocer cómo fue la colaboración entre Capitán General e ingeniero ¿quién acompañaba a quien?, pero desde luego todos los mapas, planos y dibujos son obra de Casola. En los textos, cabe la duda, no así en lo que pudiéramos llamar el escrito de remisión al Rey, ese seguro que es de Brizuela, y en él se ve que era un hombre cultivado, por no cansarles transcribo solamente el último párrafo:
He visitado todas sus fuerzas,(bien a costa de las mías),haciendo sacar sus Plantas, para que puestas a las de V.M, sean islas afortunadas, y hallen, el remedio que tanto necesitan.
Maneja Briçuela muy bien el lenguaje y juega con la polisemia de las palabras, fuerzas(fortificaciones) con fuerzas físicas y plantas(planos) con las plantas de los pies, también juega con la denominación antigua del archipiélago, Islas Afortunadas, que aquí él escribe en minúsculas, para construir un párrafo ingenioso. No sé yo cómo sentarían al Conde Duque de Olivares estos juegos de palabras. Siempre me ha asombrado lo bien que utilizaban el idioma nuestros antecesores, estaran conmigo que el estilo de los escritos oficiales de hoy, e incluso de las leyes, es de una vulgaridad y ramplonería lamentable.
La Visita de Casola consta de 29,mapas, planos y dibujos, que sería prolijo relacionar ,baste decir que contiene un mapa general del Archipiélago, y uno de cada una de las islas, ocho mapas de costas, planos urbanos, y planos de fortificaciones de todas las islas.
Agustín Millares hace referencia a este trabajo de Briçuela y Casola,en su obra Historia General de las Islas Canarias, y comenta que en sus páginas se consignan al Rey peregrinas noticias sobre la geografía, estadística, productos, recursos y fortificaciones del Archipiélago. Bueno, desde luego no tan peregrinas como las que consignaba, también al Rey, Leonardo Torriani, en su famosa obra: «Descripción e historia del Reino de las Islas Canarias, antes Afortunadas, con el parecer de sus fortificaciones «.Describiendo la forma de ser de los naturales de las islas decía: Los lanzaroteños son asesinos, los de Fuerteventura, indolentes; los canarios, mentirosos; los de Tenerife, ingratos, los del Hierro, toscos; los gomeros, traidores; y los palmeros , vanidosos. Hay para todos. Eso sí, todo esto influido por los astros, la influencia Venérea y marciana. Pero esto no quita para que la obra de Torriani sea fundamental para el conocimiento de la historia canaria.
Casola ha tenido la mala suerte, de haber sido el sucesor de Torriani, su fama ha quedado apagada por la de éste, en mi opinión su labor en Canarias fue por lo menos de tanto interés como la de la Torriani, por algo el famoso Amat de Tortosa, el de la que fue bella Alameda del Duque de Santa Elena, que hoy no se sabe muy bien lo que es, le llamaba el sabio Casola.
El Discurso y Plantas de las Islas Canarias de Lope de Mendoza, contiene la obligada dedicatoria al Capitán General, un corto prólogo, una relación de la conquista de las islas, las invasiones que han sufrido y una descripción de cada una de ellas, con acento especial en sus fortificaciones, y finalmente lo sorprendente, una descripción de Argel, que comentaremos más adelante
El Discurso consta de 26 mapas y planos de las islas, un número muy similar al anterior. Tous después de mirar con lupa todos estos planos ,y lo de mirar con lupa,l es aseguro que no es una frase hecha, ha sacado como conclusión, que gran parte de ellos son copia de los realizados por Próspero Casola, en cuanto a los mapas al parecer tienen su procedencia en el libro alemán de cartas náuticas «La luz de la navegación”. Sin embargo no deja de reconocer que es un importante documento.
En su Discurso Lope de Mendoza propone el traslado de la Capitanía General a Canarias, alegando las siguientes razones: porque como aparece en el mapa es la que está en medio de ellas. La más fuerte por arte y naturaleza, l a más poblada. Recordaran que cuando hablé de Gerónimo de Valderrama les decía que se había tratado de trasladar la Real Audiencia a Tenerife, pues las razones que entonces se aducían, en 1603, eran exactamente las mismas. El Capitán General residía obligatoriamente en Gran Canaria, hasta que mediado este siglo XVII, que nos ocupa, se autorizó a que estuviera donde pudiera cumplir mejor su función. La tendencia de esos años era desplazar los centros de poder hacia Tenerife, lo contrario de lo que ocurre actualmente. (cuando hable el jueves en Las Palmas, omitiré prudentemente esto último que acabo de decir)
El último capítulo de Discurso y Plantas de las Islas Canarias que ya decíamos que es verdaderamente sorprendente, se titula: Ofensas y Defensas de la plaza de Argel. Como recordarán Lope de Mendoza estuvo cautivo en Argel durante tres años, fue un cautivo de rescate, lo que quiere decir, aunque él se defina como esclavo, que no estaba sometido a trabajos forzados, porque lo que les interesaba a sus raptores era el rescate que pudieran sacar por él, por eso les convenía mantenerlo bien físicamente. Mendoza encontró en que entretener su tiempo, se dedicó al espionaje militar: «Pues en tres años que estuve en esta ciudad esclavo, no hubo día que dejase de mirarla, medirla y considerarla y platicar con personas inteligentes de quien pudiese sacar noticias para poder darla entera de lo que es.” Todos esos datos que obtuvo día tras día en su cautiverio, los refleja en este documento que es, aparte de original, de un gran valor documental.
El trabajo de Miguel Tiburcio Russell, es de menor importancia respecto de los dos anteriores, como ya dijimos se trata de una descripción de la isla de Fuerteventura, por encargo del Capitán General Juan de Mur, aunque la orden venía de más arriba, del Secretario de la Guerra.
Estudia Russell, a través de informaciones obtenidas de los naturales del pais, los puertos de tráfico comercial, los barrancos, pueblos sus habitantes, distancias entre ellos, arrecifes peligrosos en los puertos, estimaciones de costo de materiales, cal, piedras, etc,y armas que poseían los vecinos.
Según Juan Tous, sólo son dos los mapas y planos que se han podido localizar de este ingeniero, los dos publicados en su libro Santa Cruz de Tenerife a través de la Cartografía, uno de 1701 y el otro de 1723, ambos sobre la Marina y Puerto de Santa Cruz.
Miguel Tiburcio Russell fue el último ingeniero de los que no pertenecieron al Real Cuerpo de Ingenieros de su Majestad. Otro Miguel, Miguel Benito Herrán que le sucedió en el cargo, ya era ingeniero extraordinario, perteneciente al Real Cuerpo en el que había ingresado como alumno, en 1720, siendo Guardia de Corps. .
Jose Manuel Padilla Barrera Teniente Coronel del Cuerpo de Ingenieros Politécnicos.
Bibliotecario del Real Casino de Tenerife
De la Asociacion Española de Militares Escritores