INDIA: PIVOTE GEOESTRATEGICO MUNDIAL

La Catedra de Estudios Estratégicos del Instituto Europeo de Estudios Internacionales (IEEI), en el marco de  Global Policy Perspective Report, ha publicado este interesante estudio sobre la India, como pivote geoestratégico mundial. Se trata de un trabajo de nuestro Presidente el General de División D. Jesús Argumosa Pila, que ha visto la luz en Salamanca y Estocolmo, el pasado 30 de septiembre.

 

INDIA: PIVOTE GEOESTRATEGICO MUNDIAL

Introducción
Como consecuencia de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, aparte de otros enfrentamientos en torno a las políticas de coerción chinas en el Mar de China Meridional o en relación con las redes 5G, los medios de comunicación han prestado muy poca atención en este último lustro a la evolución de India ya sea como líder geopolítico en la región del Océano Indico o ya sea como posible gran potencia en el nivel planetario. Por otra parte, el milagro chino ha ocultado el ascenso de este otro gran gigante.
Sin embargo, la actividad de la política india en dicho lustro ha sido altamente dinámica. A modo de ejemplo, podemos destacar tres importantes iniciativas en las que han tenido un particular protagonismo las autoridades de India. En primer lugar, las reformas económicas llevadas a cabo por el Gobierno del actual primer ministro, Narendra Modi, han conseguido que la inflación disminuya sustancialmente, que el ascenso de los ingresos fiscales sea notable y que se haya alcanzado una drástica mejora de los resultados en la agricultura.
En segundo lugar, el cambio en la Constitución de India, de agosto de 2019, respecto a Jammu y Kasmir (J&K), anulando el articulo 370 mediante la creación de dos territorios de la Unión separados, que comprenden J&K y Ladakh, sin afectar a sus fronteras. Esta decisión produjo protestas en Pakistán y fue denunciada por China, aunque, según la postura india, los acuerdos entre India y J&K siempre han sido cuestiones de política interna.
En tercer lugar, la firme apuesta de Nueva Delhi por el nuevo concepto IndoPacífico que otorga a India una posición central frente a la marginación que la dejaba la concepción ya habitual de Asia-Pacífico. Es decir, aparece una geopolítica predominantemente marítima en contraste con la del concepto Asia- Pacífico donde China disfruta de un fuerte anclaje como parte importante de Asia continental junto a un extenso litoral en el Océano Pacífico.
En otro tiempo joya de la Corona británica, la importancia de India ha ido creciendo desde su independencia en el año 1947. Situado en el subcontinente indostánico entre Oriente Medio, Asia Central, China, el Sudeste Asiático y el Océano Indico, su posición geopolítica es indudablemente de carácter geoestratégico.
Al estar en posición dominante en el Océano Indico actualmente ocupando un lugar capital en la geopolítica global como consecuencia de constituir un paso obligado de transporte y de relaciones comerciales entre Oriente Medio y el centro del poder económico mundial del Este y Sudeste de Asia, proporciona a la democracia más grande del mundo un rol trascendental en el tablero estratégico de seguridad internacional.

Sin embargo, también es cierto que al estar relativamente aislada del resto de Asia debido a los mares que la rodean y a la cordillera inexpugnable del Himalaya en su frontera septentrional, se puede considerar que su política interna, sus relaciones con sus vecinos asiáticos, así como su política internacional están claramente condicionadas por su propia situación geográfica (Cobo, 2011).
No cabe duda de que la India es una potencia emergente a escala global en tanto que una potencia regional que se proyecta, fundamentalmente, sobre la cuenca del Océano Indico. Conforma un Estado con armas nucleares, aunque con diferendos fronterizos, que tiene una gran dependencia energética y de las importaciones de armas al mismo tiempo que sufre ataques permanentes de la lacra del terrorismo. Es una antigua civilización, aunque con frecuentes brotes de violencia constituyendo una democracia liberal en un entorno religioso, pluralista y multicultural. Al mismo tiempo, disfruta de una economía en constante auge, aunque con algunos escollos, que tiende a situarse entre las primeras mundiales en el primer tercio de este siglo (Nueva Sociedad 2013).

Tensiones internas
Uno de los legados más persistentes del gobierno británico en India, junto con el sistema jurídico y el sistema educativo, fue el haber dado a los indios una visión de sí mismos como separados en grupos, según la religión. Cuando los indios comenzaron a luchar contra los británicos, su nacionalismo se empapó de una visión que les instaba a considerar al hinduismo y su cultura como la única religión verdadera de India, y considerar a las otras religiones como “extranjeras” (Rimoldi T. 2016).
En el momento actual, a las autoridades indias se le presentan cuatro principales obstáculos para una buena gobernanza del país. El primero corresponde al nacionalismo religioso estigma que ya ha ocasionado y sigue ocasionando numerosas muertes. La segunda es el sistema de castas que introduce una enorme desigualdad social y produce consecuencias letales con cierta frecuencia. El tercer obstáculo lo conforman los numerosos atentados terroristas que está sufriendo el país pone de relieve la ineficacia de la autoridad del Estado en garantizar y defender la seguridad nacional. Por último, el maltrato a la mujer constituye un hecho intolerable en cualquier democracia.
En cuanto al primero, el nacionalismo religioso, hay que tener en cuenta que India es un país diverso, con multitud de lenguas – existen más de 1600 de las que 22 son lenguas oficiales -, con diversas religiones y con una población de mayoría hindú. Pero la división entre confesiones se ha agravado en los últimos años bajo el Gobierno del primer ministro Narendra Modi y su partido nacionalista Bharatiya Janata Party (BJP) que han instigado a las fuerzas del nacionalismo hindú a establecer una nueva identidad nacional para India en tanto que los musulmanes, sufren una xenofobia creciente.
Dentro de India hay una diversidad de creencias protagonizada por diferentes religiones. Aunque la Constitución de India, que fue aprobada en el mes noviembre de 1949 y entró en vigor en enero de 1950, reconoce la laicidad del país, es decir, que es un país sin religión oficial, lo cierto es que se trata de uno de los lugares más espirituales del mundo.

El hinduismo es la religión más seguida en India. Unos 1111 millones de personas, cerca del 80% de la población se considera hindú (Pew Research Center, 2020). Es la tercera religión más popular en el mundo, por detrás del cristianismo y del islamismo. El Islam es la segunda religión de la India, con algo más de 200 millones de fieles.

Es el país no musulmán con la mayor población de musulmanes. Detrás del Islam se halla el cristianismo con 35 millones, el sijismo con cerca de 20 millones y el budismo con 11 millones, aparte de otras religiones con menos seguidores.
La violencia religiosa en India ya viene de lejos. En 1992, militantes hindúes destruyeron la mezquita Babri Masjial, en Ayadhya, lo cual desató una ola de violencia antimusulmana que acabó con el asesinato de varios miles de personas. En octubre de 2008, los ataques de grupos radicales hindúes contra comunidades cristianas del este y sur del país dejaron más de 20 muertos y algo más de 13.000 refugiados. Decenas de iglesias fueron saqueadas y cientos de familias huyeron de sus tierras que pasaron a mano de colonos hindúes.

El pasado mes de febrero, murieron en Nueva Delhi una treintena de personas a consecuencia de los enfrentamientos entre nacionalistas hindúes y musulmanes. El origen de los enfrentamientos se encontraba en la controvertida Ley Citizen Amendment Act (CAA) – una enmienda a la Ley de ciudadanía de 1955 – en la que se facilita la concesión de la ciudadanía a los refugiados de Afganistán, Bangladesh y Pakistán, siempre y cuando no sean musulmanes.

En segundo obstáculo es el sistema de castas. Este sistema divide al país en grupos jerárquicos que conforma otro punto negativo en la democracia india que la hacen ser profundamente desigual. Los cuatro grupos en que se clasifican las castas son los brahmanes – religiosos y maestros -; kshatriyas – guerreros y comerciantes -; vaishyas – granjeros y comerciantes -; y sudras – trabajadores -. Aquellos que no se pueden clasificar son los intocables (dalit).

Con independencia de la prohibición constitucional de la discriminación de los dalit, de la Ley de Prevención de Atrocidades contra Castas y Tribus y el sistema de reservas de plazas para las castas bajas en las instituciones públicas, la opresión perpetua del hinduismo radical continúa poniendo en cuestión la solidez y credibilidad de la democracia más grande del mundo.
Aparte de la instrumentalización que hacen los políticos de esta jerarquía para movilizar votos, el sistema aún sigue teniendo mucho peso en la sociedad india en la que se halla profundamente arraigado. Anualmente se denuncian más de 27.000 delitos contra personas dalit. Constituye un fenómeno perverso que socava los fundamentos de la democracia india.
El tercer elemento de tensión son los atentados terroristas. En India, el terrorismo siempre ha tenido un gran protagonismo prácticamente desde su independencia no solo por grupos separatistas muy relacionados con Cachemira, reclamando
su independencia o que estuviera dependiendo de Pakistán, sino por otros afines o pertenecientes a movimientos insurgentes existentes en algunos de sus 29 estados federados.

Un atentado suicida con un vehículo cargado de explosivos ocurrido en Cachemira el 14 de febrero de 2019, en el que murieron 42 policías, fue reivindicado por el grupo terrorista Jaish-e-Mohammed (JeM). El grupo está vinculado a Al Qaeda y a los talibanes y se creó en el año 2000 con la pretensión de incorporar Cachemira a Pakistán.

El grupo terrorista Lashkar-e-Tobia (LeT), el principal grupo separatista de Cachemira, con base en Pakistán, está asociado a Al Qaeda y los talibanes y ha realizado numerosas operaciones terroristas, entre los que destaca el atentado contra el Parlamento indio en 2001 donde murieron 7 personas; los atentados perpetrados en Bombay en noviembre de 2008 donde hubo 164 víctimas mortales, y el atentado cometido en julio de 2006 contra varios trenes de cercanías, también en Bombay, en el que murieron 185 personas.
También Al Qaeda y el Estado islámico están operando en India. Mientras que Al Qaeda creó la célula Al Qaeda en Cachemira, en 2017, que sufrió un fuerte revés el pasado mes de octubre cuando la policía india de Cachemira eliminó a su líder, el Estado Islámico fundó una nueva provincia de India, en 2019, con el nombre de “Wilaya of Hind” cuya primera acción en Cachemira acabó en un fracaso en mayo de dicho año.

Por último, el maltrato a la mujer. En India, la igualdad de género está reconocida legalmente en la Constitución, pero no en la práctica. UNICEF estima que la mitad de las mujeres de la India entre 20 y 24 años se ha casado antes de los 18 años. Según la Fundación Vicente Ferrer, que desarrolla proyectos de integración social en India desde hace más de 50 años, la mujer es percibida como un bien económico y queda sometida a las decisiones de sus padres, tanto para pactar la edad del matrimonio como para elegir el marido.

Además de verse forzadas a casarse con quién determinen sus padres, la mayoría de las mujeres sufren discriminación en otros ámbitos de su vida, como la educación o el trabajo. Y no solo eso, muchas de ellas sufren violencia directa. Tan sólo en 2016 se produjeron casi 20.000 violaciones en India y cada día más de 200 niñas y mujeres son vendidas dentro del mercado ilegal de personas.
Un estudio llevado a cabo por Amnistía Internacional entre marzo y abril de 2019, antes de las elecciones legislativas, para medir la naturaleza y la magnitud del maltrato que sufren las mujeres con responsabilidades políticas en India, mostró que las mujeres son objeto de maltrato no solo por su opinión sino con insultos de contenido hiriente de tipo religioso, sexual o de casta, de forma habitual e implacable, lo que tiene un efecto silenciador en ellas.

Conflictos fronterizos
India se ha enfrentado y se enfrenta con conflictos territoriales con varios de sus vecinos. Desde hace más de 70 años ha solucionado las disputas con Bangladés
y con Sri Lanka, las diferencias con Bután y Myanmar se puede considerar que ya están prácticamente resueltas, pero aún quedan sin solucionar los límites fronterizos con China, Nepal y Pakistán.

Disputa fronteriza con Nepal
El límite territorial de Nepal fue definido por el Tratado Sugauli firmado con la Compañía Británica de las Indias Orientales en 1815. En él se indicaba que el curso del rio Kali, llamado Mahakali aguas abajo, marcaba el límite occidental de Nepal. Pero no había ningún mapa adjunto. El Mahakali tiene dos afluentes, uno que empieza en Lipulekh y el otro en Limpiyadhura. El tratado no especificaba cuál de esos dos afluentes se consideraría el rio Kali a los efectos de delimitar la frontera. Mientras Nueva Delhi dice que el Kali comienza en Lipulekh, Kathmandu indica que la fuente del rio es Limpiyadhura (Naresh K. 2020).
El territorio en disputa se halla en el Distrito de Darchula de Sudurpashchim Pradest, en Nepal y el Distrito de Pithoragarh de Uttarahkhand, en India. Su área aproximada es de 400 Km cuadrados.

La publicación en Nepal de un nuevo mapa, el pasado mes de junio, que muestra el área de Limpiyadhura-Kalapani-Lipulekh dentro de su límite territorial ha producido un gran malestar en India y despertado pasiones en Nepal. El territorio en disputa está ubicado en la esquina noroeste de Nepal y al noreste de India y ha estado bajo administración india durante mucho tiempo. Sin embargo, la postura de Nepal señala que, de acuerdo con el Tratado Sugauli antes mencionado, lo considera su tierra y debe ser devuelta. Según algunos expertos tanto Nueva Delhi como Kathmandú están de acuerdo en que la resolución de la disputa debe hallarse en una mesa de negociaciones situada en un tramo de medio o largo plazo.
Conflicto territorial con China

La historia de China e India ha estado caracterizada por varias disputas territoriales que han dado lugar a tres conflictos armados en 1962,1965 y 1987. A pesar de que ambos países asiáticos han logrado restaurar y moderar sus lazos diplomáticos y económicos, mantienen una relación cuanto menos preocupante para la seguridad regional e internacional.

La frontera entre China e India corre a través de la cordillera del Himalaya en una extensión cercana a 3.400 Km., compartiendo espacios fronterizos con Nepal y Bután. A lo largo de su frontera tienen, principalmente, dos territorios en disputa. Uno en la región de Cachemira – que reclaman tanto India como Pakistán – es la zona de Aksai Chin administrada por China. El gobierno de Pakistán muestra en sus mapas a Aksai Chin como una zona dentro de China y cataloga sus límites como “frontera no definida”. India, por su parte, señala que Aksai Chin está ilegalmente ocupada por China.

El 16 de junio de este año, hubo un enfrentamiento en el valle de Galwan entre efectivos militares chinos e indios en el que fallecieron 20 soldados indios y algunos chinos. Por el valle de Galwan pasa la Línea de Control Actual que constituye parte de la frontera entre India y China que se haya entre la región de Ladahk territorio indio y la región de Aksai Chin, bajo administración china. En el valle de Galwan se han producido, a lo largos de muchos años, numerosos incidentes entre patrullas indias y chinas.

En agosto de 2019, como se ha mencionado en la introducción, India creó la nueva región administrativa de Ladakh que incluye Aksai Chin, un área que India reclama, pero que, como ya se ha dicho, controla China. Por otro lado, en la pasada primavera fuerzas militares chinas habían trasladado tiendas y equipo pesado dentro del territorio que India considera como propio en el valle de Galwan. Aunque ambos países se han echado la culpa mutuamente del inicio de hostilidades, han declarado su disposición a solucionarlo por medios pacíficos.
China e India también se disputan gran parte de Arunachal Pradesh, región ubicada en el noreste de India. China reclama el control sobre este territorio porque lo considera parte de la Región Autónoma de Tibet.

Las disputas fronterizas comenzaron en 1914 cuando Reino Unido, que controlaba India, firmó un acuerdo con Tibet que estableció la llamada Línea McMahon (BBC, 2017), un límite fronterizo entre India y Tibet que se extiende 885 km a lo largo de la cordillera del Himalaya, desde Bután hasta la gran curva del rio Brahmaputra. En la actualidad, India considera la Línea McMahon como su frontera nacional legal mientras que no es reconocida por el gobierno chino.
Por otro lado, hay otras decisiones que facilitan las relaciones entre los dos gigantes asiáticos, En mayo de 2019, China levantó su prolongado veto sobre la incorporación del grupo con sede en Pakistán Jaysh-e-Mohammad (JeM) y su líder Masood Azhar en una lista de grupos terroristas de la ONU. Además, en junio de este año, se unió a otros 54 Estados del grupo Asia-Pacífico de la ONU para respaldar la candidatura de India por un puesto no permanente en el Consejo de Seguridad de la China ONU en 2021-2022.

Conflicto territorial con Pakistán
India y Pakistán llevan siete décadas enfrascados en Cachemira en un conflicto territorial que parece no tener fin. Una relación de alta tensión que nace del proceso de descolonización británico. En la actualidad, los dos países están dotados de armas nucleares, por lo que cualquier incidente por pequeño que sea hace saltar las alarmas de la seguridad regional e internacional. Se le puede considerar como el potencial conflicto más grave de Asia.

El Plan de partición de la Ley de Independencia de India, de 1947, establece que Cachemira es libre de adherirse tanto a Pakistán como a India. En ese momento, el maharajá gobernante de Cachemira, Hari Singh, se decantó por India lo que provoca la primera guerra indo-paquistaní. Desde entonces, el territorio se dividió en tres partes: la controlada por India, la que está bajo el gobierno de Pakistán y una pequeña región al noreste que está controlada por China.
Tras la primera guerra citada, India aprueba una Constitución en la que se dota de una cierta autonomía para la región de Cachemira. En 1967, cuando estas competencias fueron reducidas estalla la segunda guerra entre India y Pakistán que acaba cuando interviene Naciones Unidas.
En 1971, los movimientos secesionistas de Pakistán, apoyados por India, consiguen la independencia de Pakistán Oriental y la creación de Bangladesh. Islamabad ve la operación como un ataque directo de India y degenera en el tercer conflicto armado entre ambos países. En 1972 se firma el Acuerdo de Simla en el que ambas potencias acuerdan resolver el conflicto por medios pacíficos y se establece la Línea de Contacto.

Después de la guerra de Kargil de 1999, que supuso una derrota para Pakistán, a partir de 2003, ambos países establecen relaciones diplomáticas y, aunque se han dado numerosos incidentes de bajo perfil, han aprobado y desarrollado medidas de confianza que han disminuido sensiblemente las fricciones.
No obstante, en febrero de 2019, se produjo un incremento de tensiones entre India y Pakistán, la crisis más aguda en dos décadas, como consecuencia de un ataque suicida en Pulwama, en el estado de Jammu y Cachemira, que mató a más de 40 militares indios y del que el grupo terrorista JeM se atribuyó la autoría. El gobierno paquistaní negó toda responsabilidad en el ataque. En respuesta, el gobierno de Nueva Delhi realizó ataques aéreos cerca de Balakot, en territorio paquistaní donde supuestamente está la base de del grupo JeM. En los días siguientes hubo un enfrentamiento aéreo entre ambos países, el primero en cinco décadas desde la guerra entre ambos países de 1971.

Por último, y como ya se avanzó en la Introducción, Modi revocó el artículo 370 de la Constitución eliminando la autonomía de la región de Jammu y Kashmir al mismo tiempo que creaba dos territorios J&K y Ladakh dependiendo directamente de Nueva Delhi. De este modo, conseguía dos objetivos. Por un lado, consolidar el dominio de India sobre la región y, por otro, disponer de plena libertad para negociar con China la pequeña región de Aksi Chin.
Como respuesta, Pakistán expulsó al embajador indio en Islamabad, cortó las relaciones comerciales y culturales con India y recabó apoyo internacional encontrando en China su primer aliado. Habrá que ver cómo evoluciona este conflicto, que para ambos países reúne características de existencial y que, al ser los dos poderes nucleares, supone un peligroso potencial para la seguridad nacional e internacional.

Consideraciones geopolíticas
Entre los indicadores más relevantes para analizar el rol geopolítico que ocupa o puede ocupar un país en el mundo actual, en este momento vamos a utilizar los cuatro siguientes: PIB, gastos en defensa, demografía y tecnología teniendo en cuenta los cuatro países llamados a tener un gran protagonismo regional e internacional en los aledaños del primer tercio del siglo XXI, a saber, Estados Unidos, China, India y Rusia.

Empezando por la dimensión del PIB con su ranking mundial, y tomando como apoyatura los datos del Fondo Monetario Internacional (FMI) 2019, distinguimos dos niveles de actores. Un primer nivel lo formarían Estados Unidos y China con un PIB en 2019 de 21.344.667 (1º) y de 14.216.503 (2ª) millones de dólares, respectivamente, en tanto que, en un segundo nivel, India y Rusia su PIB supone 2.971.996 (5º) y 1.610.381 (12º) millones de dólares, respectivamente. Estos datos señalan una diferencia esencial entre los actores de ambos niveles, a favor de los dos primeros.

En el campo de los gastos de defensa en 2019 también con su ranking, y de acuerdo con el Military Balance de 2020, mientras India y Rusia tienen un gasto de defensa muy similares, 60.500 millones de dólares para India y 61.800 millones de dólares para Rusia, los gastos de defensa de los otros dos países, EEUU y China, suman 684.600 y 181.100 millones de dólares, respectivamente, son muy distintos, aunque la distancia con India y Rusia es considerable, 10 veces a favor de EEUU y 3 veces a favor de China

En cuanto a la demografía, con datos de 2019 (Saber es práctico, 2019), las clasificaciones son distintas al mismo tiempo que las diferencias son más       amplias. Por un lado, se hallan China e India con una población de 1395 (1º) y 1376 (2º) millones de habitantes y, por otro, Estados Unidos y Rusia con 329 (3º) y 147 (9º) millones de habitantes, respectivamente. Las previsiones apuntan a que India superará a China durante esta década y que Rusia perderá población para mediados de siglo.

En relación con la tecnología, especialmente la emergente, desde la inteligencia artificial hasta el Big Data, pasando por las redes 5G, la robótica, la computación cuántica, misiles supersónicos o el internet de las cosas, la superioridad de China y Estados Unidos frente a los otros dos es muy acusada. India se halla claramente en último lugar en esta esfera y se aprecia claramente en el sector militar.
Llegados hasta aquí y visto de una manera muy general la posición que ocupa India entre los principales actores mundiales – sustancialmente lejos de Estados Unidos y China – vamos a analizar con cierto detalle las posibilidades que tiene India para, en primer lugar, constituirse en el líder geopolítico de la región del Indico y, en segundo lugar, optar para ser una gran potencia con responsabilidades mundiales.
Liderazgo regional

Desde que el primer ministro Modi revalidó su victoria en su segunda legislatura el pasado verano, respaldado por una mayoría legislativa absoluta, insólita desde hace décadas, India se ha centrado en priorizar su estrategia hacia el Este, no solo reforzando sus iniciativas subregionales sino también apostando fuertemente por el nuevo concepto Indo-Pacífico relegando a su viejo enemigo y vecino occidental, Pakistán.

De hecho, en la ceremonia de toma posesión de Modi en este segundo mandato, el 30 de mayo de 2019, asistieron los líderes de Nepal, Bangladesh, Myammar, Sri Landa, Tailandia y Bután, todos ellos miembros junto con India de la iniciativa regional Cooperación Económica y Técnica Multisectorial de la Bahía de Bengala (BIMSTEC) que agrupa más de 1.500 millones de personas. Mientras que en su primera investidura de 2014 fue invitado Pakistán, en 2019 quedó al margen.
En la visión del primer ministro, Jawaharial Nehru, de los años 50 del siglo pasado acerca de construir una región, se suponía que los vecinos del Sur de Asia se unirían a la India en sus esfuerzos por construir un regionalismo asiático (K.Yhome 2017). Con este planteamiento, India decidió unirse, en el año 1985, a la Asociación Surasiática de Cooperación Regional (SAARC) después de asegurarse de que se cumplirían los principios básicos del foro: la unanimidad en las decisiones a todos los niveles, la exclusión de cuestiones bilaterales y contenciosos y la aprobación unánime de la asistencia o intervención externa. El nacimiento de la SAARC fue un punto de inflexión en el regionalismo del Sur de Asia. En la actualidad, se integran en la SAARC ocho países: Afganistán, Bangladesh, Bután, India, Nepal, Maldivas, Pakistán y Sri Landa.

Sin embargo, tras la llamada doctrina Gujral, de la década de los 90 del siglo XX, India enfatizó la necesidad de ser más generosa con sus vecinos más pequeños como vecino más grande. Es la postura que está llevando a cabo el país asiático desde entonces. Así, y con independencia de que el funcionamiento de la SAARC siempre fue complicado por los intereses estratégicos divergentes de India y Pakistán, dentro de ella se crearon subregionalismos de cooperación como el Cuadrángulo del Crecimiento de Asia Meridional (SAGO), en 1997, en el que participaban cuatro naciones de la SAARC – Bangladesh, Bután, India y Nepal – con el propósito de mejorar la solidaridad regional.

En el mismo año de 1997, India se convirtió en miembro fundador de la Iniciativa para la Cooperación Técnica y Económica Mutisectorial de la Bahía de Bengala (BISMTEC) que implicaba a naciones del Sur y del Sudeste de Asia – Bangladesh, India, Nepal, Sri Landa y Tailandia -. Más adelante se sumaron Bután y Myanmar.
A comienzos del siglo XXI, en el año 2000, India establecía otra agrupación subregional con las naciones del sudeste asiático continental. De esta manera, junto a cinco naciones del Mekong – Camboya, Laos, Myanmar, Vietnam y Tailandia – se fundó la Cooperación Mekong-Ganges (MGC). En el mismo año, por la iniciativa de India y Sudáfrica se dio carta de naturaleza a la hoy conocida como la Asociación de la Cuenca del Océano Indico (IORA) con el objetivo de promover el crecimiento sostenible y el desarrollo equilibrado de los estados de la región. Actualmente, lo componen 20 países miembros y 7 observadores.

Independientemente de que a lo largo de estos primeros años de siglo, la política india de “Mirar hacia el Este” ha tenido un gran impulso con el desarrollo de nuevas iniciativas como la acogida, por parte de India, del primer Diálogo Trilateral sobre el Océano Indico, en noviembre de 2013, en el que participan Australia, Indonesia e India, se considera importante destacar la iniciativa de la Armada india, como parte de la diplomacia de defensa del país del Ganges, llamada Simposio Naval del Océano Indico (IONS), lanzado en 2008, con el objetivo de “incrementar la cooperación marítima entre los estados litorales de la Región del Océano Indico.
Se han celebrado una seria de Reuniones de este Simposio desde el año 2008. El último se ha celebrado en Irán del 29 de febrero al 5 de marzo de 2020. Que la IONS junto con la IORA hayan logrado una aceptación tan amplia a lo largo del Océano Indico constituye un extraordinario éxito de la política india que la está dotando de una posición más sólida a nivel regional de tal forma que están allanando el camino para que India haga frente a la influencia china en la región. Por otro lado, la IONS puede ser un ejemplo internacional como posible modelo a seguir. De los 36 litorales en el Océano Indico, hay 24 miembros permanentes en el IONS, junto con 8 países observadores. Entre estos últimos se encuentran China, Rusia, Japón y España.

A estas dos iniciativas es preciso añadir el discurso de Modi en Mauricio 2015 en el que dio a la región la máxima prioridad colocando la seguridad marítima y crecimiento bajo la bandera de la doctrina incluida en la iniciativa india Seguridad y Crecimiento para Todos los países en la Región (SAGAR). Al hilo de esta última doctrina ha revitalizado las relaciones y acuerdos con Mauricio, Maldivas y Sri Landa las que se suma el reciente contrato establecido con el archipiélago de
las Seychelles, el pasado mes de enero, para construir una base militar en dicho archipiélago.

La “ruta marítima” de la BRI integra el llamado Collar de Perlas, una cadena de bases militares y puertos controlados por China. (Arancon F. 2014)
Este nuevo enfoque regional de india siempre tomando como referencia el crecimiento estable junto a un desarrollo equilibrado, se sustenta fundamentalmente en tres elementos estratégicos. El primero es la reforma que se está llevando a cabo para conseguir el crecimiento económico que necesita la estabilidad de la región. El segundo consiste en hacer frente al aumento de la presencia china en el Sur de Asia. Por último, consolidar su dominio y control geopolítico sobre el Océano Indico.

Con el segundo elemento estratégico trata de hacer frente al llamado Collar de Perlas chino, que alude al presunto intento de China por contener y cercar a India, a la vez que toma el control de las vías de comunicación en la Región del Océano Indico.

También hay que añadir la desconfianza de la política china hacia Asia del Sur por parte de India. En el centro de dicha desconfianza está el afianzamiento de la alianza estratégica entre China y Pakistán, a la cual está asociada la rivalidad entre China y la India por el control del Océano Indico que ahora ha adquirido una relevancia geopolítica especial para China.

La iniciativa tomada por Modi del “regalo” del satélite geoestacionario de comunicaciones GSAT9, que fue lanzado el 5 de mayo de 2017 y construido por la agencia espacial india ISRO, que puede ser utilizado por todos los vecinos para fines estratégicos, mostró la generosidad de India. Las palabras de Modi unos días después diciendo que la tecnología espacial avanzada contribuía poderosamente al objetivo del crecimiento y la prosperidad de todo el Sur de Asia fueron especialmente acertadas en el camino de conseguir la máxima eficiencia en la seguridad y crecimiento económico de los países del Océano Indico.
Por otra parte, según el FMI, la economía india creció al 4,2% en 2019 – cifra menor al 6,1% de 2018 – lo que obligó a los responsables de políticas públicas y a los mercados a repensar las perspectivas económicas de India. Un consumo interno más lento arrastró al crecimiento, y unas condiciones de crédito más ajustadas generaron una inversión privada más débil que redujo el número de empleos.(India: política y economía, 2020 )

El sector de servicios es la parte más dinámica de la economía india. Contribuye a más de la mitad del PIB (49,1%), y emplea al 31,8% de la fuerza laboral. El rápido crecimiento de la industria del software estimula las exportaciones de servicios y moderniza la economía india. El país ha aprovechado su amplia población educada angloparlante para convertirse en un gran exportados de trabajadores en servicios de tecnología de la información (TI), subcontratación de servicios de negocios y programación.

En este escenario económico, el primer ministro Modi ha establecido un objetivo de 5 billones de dólares para el año 2024 – en 2019 prácticamente llegó a los 3 billones – cuando termine su segundo mandato. Con su capacidad fiscal para promover un mayor crecimiento económico, el gobierno de Modi espera desencadenar un “ciclo virtuoso” de crecimiento liderado por la inversión privada tanto extranjera como de fuentes domésticas (Strategic Survey 2019)

Presencia internacional
Con independencia de la pertenencia de India a varias iniciativas colectivas de carácter regional, como ya se ha visto, en el plano internacional multilateral, India forma parte del G-4, junto con Alemania, Brasil y Japón, grupo de países que propugnan la reforma de la ONU, con el deseo compartido de integrarse como miembros permanentes en un nuevo Consejo de Seguridad. Asimismo, India es miembro de los BRICS, junto con Brasil, Rusia, China y Sudáfrica y recientemente se ha integrado en la Organización de Cooperación de Shanghai, junto a China y Rusia, entre otros. Por otra parte, aunque no es signatario del Tratado de No Proliferación Nuclear, el país del Indo se ha marcado el objetivo de integrarse en los principales foros internacionales de No Proliferación.

Con el objetivo de crear en torno a sus fronteras un espacio de seguridad y estabilidad, India mantiene estrechas relaciones con los países vecinos como Bangladesh, Bután, Maldivas, Nepal y Sri Landa. En el contexto más amplio de la región asiática, India promueve su colaboración con Japón, Corea del Sur, Australia, Nueva Zelanda y con los diez países de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN) – Brunei, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar, Singapur, Tailandia y Vietnam -.

Las relaciones de India con Pakistán y China, como se ha visto anteriormente, están todavía marcadas por la partición de la India que hizo el Imperio Británico en 1947 y hoy, más de 70 años después continúan siendo de naturaleza especialmente hostil con Pakistán, en la región de Cachemira, de población mayormente musulmana, y hostil con China, con motivo de fronteras no reconocidas internacionalmente.
India está promoviendo, junto con Australia, Japón y Estados Unidos, el concepto geoestratégico del Indo-Pacífico, un espacio que englobaría los dos grandes océanos y que se quiere “libre y abierto” desde el punto de vista de la libertad comercial, de la libertad de navegación y de la seguridad de las vías marítimas, pero también políticamente ya que todos sus miembros son democracias. Esta iniciativa puede verse como una respuesta a China, potencia económica continental que se proyecta sobre la región y sobre África, y a su Nueva Ruta de la Seda (BRI), que a ojos de algunos observadores tiene una vocación hegemónica (Borrel J. 2019).

En la región de Indo-Pacífico, el papel de India en la configuración de la arquitectura económica emergente de la región se abrió aún más cuando se convirtió en miembro de la Cumbre de Asia Oriental (EAS) liderada por ASEAN que surgió en 2005 como foro para debatir temas políticos y estratégicos además de trazar la estrategia común para promover la paz, estabilidad y prosperidad que juega un papel importante en el sistema regional (K. Yhome 2017). Actualmente está integrada por los 10 miembros de la ASEAN más 8 socios de diálogo, entre los que están Rusia y Estados Unidos.

Sin embargo, en el año 2012, los países de la ASEAN y los seis socios del TLC de dicha organización – entre los cuales está India pero no EEUU – establecieron la Asociación Económica Integral Regional (RCEP). En la reunión de dicha asociación en Bangkok, en noviembre de 2019, finalizaron las negociaciones – sin la aprobación de India – para fundar la mayor zona de libre comercio del mundo y que se pretende ratificar este año.

La RCEP es un proyecto promovido principalmente por Pekín. Nueva Delhi teme que una amplia zona de libre comercio inunde su mercado de productos chinos y su industria manufacturera se viera perjudicada, aparte de la posibilidad de que los bienes agrícolas de Australia y Nueva Zelanda pudieran dañar este sector de su economía.

India está muy preocupada por la Iniciativa china del Cinturón y la Ruta (BRI), especialmente en dos escenarios, aparte del Collar de Perlas indicado más arriba. Por un lado, en Cachemira, donde está previsto que pase el Corredor Económico China Pakistán (CECP), estrella de dicha iniciativa, y a la que India se opone por atentar contra su soberanía. Con la anulación del artIculo 370 de la Constitución, señalado anteriormente, India se rearma para tener mayor fuerza jurídica al objeto oponerse a que dicho Corredor atraviese Cachemira.
La otra zona donde la BRI está actuando con un gran impulso es en las relaciones de China con países de la región del Océano Indico con grandes inversiones en infraestructura – algunas de ellas se consideran una supuesta acumulación de deuda, conocida como la “trampa de la deuda” – negociaciones comerciales y acuerdos o tratados de seguridad constituyendo un desafío para la propia estrategia de India de iniciativas de cooperación y colaboración actuando de líder geopolítico de la región, como se ha visto en el epígrafe precedente.

Por otro lado, la invitación de Nueva Delhi a Camberra, el pasado 17 de julio, para participar en las maniobras Malabar, ejercicios navales que India realiza anualmente con Estados Unidos desde 1992, a los que también se ha incorporado Japón en 2015, supone no solo un éxito para el Gobierno de Modi sino también un mensaje a Pekín de que los 4 miembros del Dialogo Cuadrilateral de Seguridad (QUAD) – Australia, Estados Unidos, India y Japón – realizan prácticas conjuntas en el Indo-Pacífico lo que indica una consolidación de las actividades del grupo que resurgió en 2017.

En la visita que hizo el presidente estadounidense, Donald Trump, a India el pasado mes de febrero, se abordaron aspectos de la asociación de los dos países como defensa, seguridad, estrategia energética y el comercio: También y se firmó un acuerdo de defensa de 3.000 millones de dólares con el cual India modernizará sustancialmente sus Fuerzas Armadas y se subrayó como un hecho relevante el aumento de la capacidad de defensa en común, con la realización de maniobras periódicas conjuntas.

Conclusiones
Con Modi, la política exterior de India es más activa. De forma similar a otras potencias en ascenso, en India se debate la “voluntad” y la “capacidad” de asumir mayores responsabilidades internacionales, sin olvidar que existen algunos casos en los que India ha desempeñado un papel de contribución activa en la gobernanza global y en los pilares de un previsible orden mundial con su pertenencia y participación en la OCS, en los BRICS o en la EAS, entre otras organizaciones internacionales.

No resulta muy difícil asumir que India, junto con Alemania, Brasil y Japón debe ocupar un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Muy pocos expertos dudan de que esta transformación en el CSNNUU supone un ejercicio de realismo y racionalidad para la comunidad internacional.
Hay que reconocer el papel de liderazgo que ha asumido India en la configuración geopolítica del Sur de Asia: Sus esfuerzos en la construcción del regionalismo con iniciativas innovadores de agrupamientos subregionales han dado sus frutos basados, fundamentalmente, en la mejora de las relaciones bilaterales con varios países, especialmente en sus fronteras orientales, actuando con importantes trazos de eficacia, positivismo y generosidad. Con ello, se ha consolidado como potencia regional indiscutible, lo que le da opción para, en un futuro, codearse con las grandes potencias.

India todavía tiene mucho que hacer para sustentarse en una buena gobernanza sólida y eficiente. Las tensiones internas conforman una gran vulnerabilidad para el país, desde el nacionalismo hindú – ahora muy crecido – hasta el maltrato a la mujer, pasando por el sistema de castas y el terrorismo. Todas ellas constituyen una gran remora para la credibilidad de la democracia india, tanto a nivel regional como en el horizonte internacional. Por eso, necesita realizar una sustancial mejora de las instituciones democráticas.

Existe un tema crucial para India en este mundo cambiante y modelado por la alta tecnología. Se trata de definir su nivel de ambición tanto regional como internacional. En el campo de la seguridad regional debe regular sus relaciones con Pakistán, su principal rival estratégico en Asia del Sur, aunque nada más sea por el hecho de que ambos son países nucleares y que están en conflicto permanente desde hace más de siete décadas.

En el terreno internacional, es preciso alcanzar unas relaciones normales con China, el otro gigante asiático, su gran competidor a nivel internacional en los ámbitos políticos, estratégicos y económicos, Para ello, resulta necesario establecer los campos de cooperación y de colaboración ya sea en la resolución de los conflictos fronterizos en el Himalaya como en los límites de la intervención de China en la región del Océano Indico, zona natural de influencia de India.

En relación con la seguridad, India está utilizando la ambigüedad estratégica. Por un lado, partiendo de su imprescindible autonomía estratégica, establece tratados y compromisos de todo tipo, incluyendo maniobras navales con diferentes países occidentales como Estados Unidos, Japón, Australia y Francia. Por otro, mantiene relaciones económicas y comerciales con China – sabiendo que tiene aspiraciones en el Indico -, a pesar de los ejercicios navales chinopaquistanís que se realizan en el Mar Arábigo.

También forma parte de dicha estrategia de ambigüedad, la participación de India, por una parte, en la Cumbre de Asia Oriental (EAS) donde se halla Estados Unidos por lo que cuenta con su apoyo y, por otra, en la Asociación Económica Integral Regional (RCEP), promovida por China y en la que no están los EEUU, donde se alcanzan acuerdos que le son perjudiciales, como ocurrió en la reunión de la RCEP, en Bangkok, el año pasado.

Si bien es cierto que, en relación con la posibilidad de que India sea una gran potencia, entendiendo por tal al país que puede crear y mantener un orden mundial, no está a su alcance ni a corto ni a medio plazo, también es verdad que el país del Ganges reúne suficientes capacidades para tener un importante papel en el diseño y estructura de un nuevo orden mundial.

En esta línea y de cara al primer tercio de este siglo, se está configurando un novedoso modelo geopolítico llamado la bipolaridad dual en la que aparecen dos grandes polos enfrentados, cada uno de ellos compuesto por dos centros de poder. El polo transatlántico integrado por Estados Unidos y la Unión Europea, que descansa en el vínculo transatlántico actualmente debilitado; y el polo euroasiático integrado por China y Rusia, que se sustenta en la asociación euroasiática, cuya influencia está creciendo cada vez con más fuerza.
Así, en este nuevo modelo geopolítico de la bipolaridad dual, India constituye una vigorosa fuerza para inclinar el fiel de la balanza a favor del polo transatlántico, el de las democracias avanzadas, especialmente actuando como un potente centro de poder en dos direcciones estratégicas de incidencia trascendental en la geopolítica internacional.

La primera, consiste en consolidarse como líder geopolítico de la seguridad de la Región del Océano Indico, por donde pasa el 80% de las necesidades energéticas de China, para lo cual contará con todo el apoyo, colaboración y cooperación permanente de los países del polo transatlántico, fundamentalmente de Estados Unidos, en los campos de la política, la diplomacia, la economía, la tecnología y los medios militares que se consideren necesarios.

La segunda se refiere a la expansión y estructuración del concepto Indo-Pacífico, región que va a tener una creciente importancia en la geopolítica mundial como consecuencia de su desarrollo económico, que aglutina la poderosa fuerza de los actores de dos océanos interrelacionados por la energía, la prosperidad, el crecimiento de la seguridad y la geoestrategia. El grupo QUAD tendrá aquí una especial importancia para contrarrestar a la BRI.

Todo ello exige que cambie su visión de la ambigüedad estratégica por la estrategia de la ambigüedad calculada en la que sea capaz de defender y mantener una posición clara hacia el mundo de las democracias al mismo tiempo que cultiva las relaciones con regímenes autoritarios y dictatoriales en un grado tal que utilice su actuación como un valor añadido a su estatus de centro de poder imprescindible y único. De esta forma, siempre será respetada y, al mismo tiempo, deseada por las grandes potencias.

En definitiva, India puede constituirse en el pivote geoestratégico mundial que juega un papel fundamental en el equilibrio geopolítico internacional toda vez que con su potente autonomía estratégica en la Región del Océano Indico y en el área geográfica del Indo-Pacífico le permite tener la capacidad necesaria y suficiente para inclinar la balanza del equilibrio de poder global a favor del polo transatlántico como fiel representante de las democracias.

Esperemos que, en los próximos años, Nueva Delhi pueda ejercer con éxito su papel como pivote geoestratégico mundial, en un mundo en desorden y caracterizado por la competencia estratégica entre las grandes potencias.

REFERENCIAS
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El collar de perlas de China: geopolítica en el Índico


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BORREL J. (2019). India, protagonista de la globalización. Expansión 19-022019
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INDIA: POLITICA Y ECONOMIA (2020) https://santandertrade.com/es/portal/analizar-mercados/india/politica-y-economia
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https://risingpowersproject.com/quarterly/indias-evolving-approach-to-regionalismsaarc-and-beyond/
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