El Coronel Garcia Riesco, asociado de AEME. nos remite esta reseña histórica del Golfo de la Nueva España
Un nuevo cambio de nombre, tras haberse denominado así en los últimos cuatro siglos, al menos, no parece muy justificado históricamente
En 1792, en lo que hoy es la Columbia Británica en el Canadá occidental, el marino español Francisco de la Bodega y Quadra mantuvo negociaciones con el capitán británico George Vancouver. Uno de los acuerdos alcanzados fue el de denominar la isla, en donde se encontraba el territorio de Nutca, como la isla de Quadra y Vancouver. Poco después, y muy posiblemente por indicaciones de Londres, la compañía cartográfica de la Bahía de Hudson eliminó el «Quadra» para borrar el recordatorio de que España estuvo allí primero e incluso evitar eventuales reclamaciones territoriales futuras.
Existen, por desgracia, muchos casos similares y algunos son realmente sangrantes, como la denominación, globalmente utilizada, de estrecho de Drake en vez de mar de Hoces y eso que Drake nunca llegó a navegar esas aguas, ya que cruzó por el estrecho de Magallanes o el caso del estrecho de Bering, llamado así por el danés Vitus Bering, cuando el español Lorenzo Ferrer lo había navegado más de siglo y medio antes.
La última y más polémica de estas recalificaciones geográficas es la del Golfo de México, reconvertido en «Golfo de América» para Estados Unidos a propuesta de su presidente. ¿Esta justificado, desde un punto de vista histórico, ese nombre?
Para contestar a esta pregunta viajemos a principios del siglo XVI. El primero de los territorios que rodean el golfo y que será conquistado por los españoles es la isla de Cuba. Descubierta por Colón en su primer viaje. En 1508 Sebastián de Ocampo circunnavegó la isla y se adentró en un mar desconocido, hasta entonces, regresando a Santo Domingo con las noticias sobre sus exploraciones.
Apenas dos años más tarde, Diego Velázquez de Cuellar inició una expedición de conquista desde La Española y tras una campaña, que duró más de cinco años, sometió a tainos y siboneyes y fundó las primeras ocho villas, estableciendo la capital en Santiago de Cuba.
En 1513 y partiendo desde Puerto Rico, Juan Ponce de León será el primer europeo en llegar a La Florida. Volverá en 1521, cuando será herido de muerte en una confrontación con los nativos. A las expediciones de Ponce les seguirán muchas otras, como la de Pánfilo de Narváez y Cabeza de Vaca, la de Hernando de Soto de 1539, la de Tristán de Luna de 1559 y la de Menéndez de Avilés que, en 1565, fundó San Agustín, la cual se convertirá en la ciudad más antigua de los actuales Estados Unidos. También celebrará el primer banquete de acción de gracias en territorio americano.
Por último, nos quedaría el territorio sudoccidental del Golfo. Aunque ahí la expedición importante fue la de Hernán Cortés, hubo dos expediciones exploratorias previas. La de 1517 comandada por Francisco Hernández de Córdoba, que llegó a tierras del actual Yucatán. Por cierto, que los españoles se llevaron el nombre puesto y tan felices, porque cuando les preguntaron a los nativos como se llamaba aquella tierra respondieron «ci u tan», que en maya significa: «no entiendo».
Aquella expedición, como las de Ponce de León en La Florida, resultó infructuosa por la belicosidad de los indios y el propio Hernández, moriría a su vuelta a cuba, también como Ponce, a causa de las heridas causadas durante esos enfrentamientos. La segunda expedición, un año más tarde, fue la de Grijalba, al que acompañaron Alvarado, Bernal Díaz del Castillo, Alamillos, Montejo, Alonso Dávila, Cristóbal de Olid y el padre Juan Díaz, entre otros personajes que acabarían siendo célebres.
Grijalba exploró una parte importante de la Costa. Desde Tulum hasta el Río Panuco. La expedición aportó una información que le resultaría valiosísima a Cortés: se trataba de tierra firme, que existían grandes templos y culturas, la belicosidad de los nativos, los sacrificios humanos y la existencia de oro. Algunos de sus capitanes criticaron a Grijalba que no fundase ninguna ciudad, ni iniciase la conquista del territorio, pero el prudente segoviano no quiso enemistarse con su tío, el gobernador de Cuba, Diego de Velázquez, ni tenía permiso para poblar. Además, se trataba de una expedición modesta de tan solo cuatro navíos, frente a las 11 naves de Cortés.

«Hernán Cortés al frente de unos cuantos caballeros»Wikimedia Commons
Y en 1519 tendrá lugar, finalmente, la de Hernán Cortés quien, tras derrotar a los mayas chontales en la batalla de Centla, el primer gran combate entre europeos y nativos en Mesoamérica, se afana en fundar una población. Así nace, un jueves santo, 22 de abril, la Villa Rica de la Vera Cruz. Se establece un cabildo que a su vez lo nombra justicia mayor y capitán general. El de Medellín, bachiller en leyes por Salamanca, lo hizo como una estratagema jurídica para desligarse de la autoridad del gobernador de Cuba y responder tan solo ante la corona.
La derrota final de la triple alianza, (la que conformaban Tenochtitlan, Taclopan y Tetzcoco), tendrá lugar el 13 de agosto de 1521, con la caída de la capital mexica. Con las posteriores expediciones, ya citadas, en la península de florida y tierras aledañas, todo el territorio que rodea a las aguas del Golfo pasará a formar parte del virreinato de la Nueva España. Por ello no es de extrañar, como recuerda, Gonzalo Jiménez Tapia, que una de las primeras referencias al nombre del Golfo este registrado como «Golfo de la Nueva España» en un mapa de 1562, realizado por Diego Gutiérrez y Hieronymus Cock para la corona española.
Con anterioridad a dicha fecha, esas aguas eran conocidas como Yook K´aab o «gran mar», por los mayas. La primera cartografía europea del Golfo la realiza, en realidad, Alonso Álvarez de Pineda, al mando de cuatro navíos, en una expedición de 1519, financiada por el gobernador de Jamaica Francisco de Garay. La expedición cartografió 800 millas, con bastante exactitud para la época. Estableció que Florida no era una isla, recorrió territorios ignotos del actual sur de los Estados Unidos y confirmó que en esa costa no existía un paso hacia el mar del sur, (tal y como se conocía el océano Pacífico desde 1513 y hasta que fue rebautizado por Magallanes).
El mapa de Pineda no otorga, sin embargo, ningún nombre al Golfo que, tal y como señalamos fue conocido, al principio, como Golfo de Nueva España. Sin embargo, con el tiempo fue popularizándose, por parte de los novohispanos, el denominarlo «Seno Mexicano» o «Golfo de México» debido a la gran preponderancia que estaba cobrando la capital del virreinato.

Google Maps incluyó el nombre de Golfo de América cuando Trump aprobó el cambio de nombre de manera oficialGoogle Maps
La corona, siempre orgullosa de que la ciudad de México se hubiese convertido, no solo en una de las más importantes del imperio, sino de las más prósperas y cosmopolitas de la cristiandad, no tuvo ningún inconveniente en aceptar ese cambio de nombre sobrevenido, que se mantuvo, con los procesos independentistas, en los antiguos territorios del virreinato.
Por tanto, un nuevo cambio de nombre, tras haberse denominado así en los últimos cuatro siglos, al menos, no parece muy justificado históricamente. Además, América es como se denomina todo el continente, (aunque muchos estadounidenses consideren que se refiere solo al territorio de su República), por lo que sería redundante y, en cualquier caso, fue nombrado así por un español, (nacionalizado castellano en 1505 y piloto mayor del Reino), de origen florentino, Américo Vespucio.
Punto este último que conviene dejar bien claro, frente al intento de apropiación, por parte de otros países de nuestros grandes héroes, como Colón, Magallanes, Alejandro Farnesio, Ambrosio Spínola y tantos otros, que contribuyeron a construir ese gran imperio en el que no se ponía el sol.
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