La revista MILITARES 126, publica esta interesante “entrevista” con el Coronel del Ejército del Aire Garcia-Mauriño, Presidente de la Asociación profesional “Tercios Viejos Españoles (TERVIES)”, que por el contenido en cuanto a la superación, a la exaltación de los valores militares y la personalidad de su autor, se reproduce en esta web:
CORONEL DEL EA D. FERNANDO GARCÍA-MAURIÑO ESPINO
La Revista MILITARES, entrevista al Coronel del Ejército del Aire D. FERNANDO GARCÍA-MAURIÑO ESPINO nacido en Sevilla en el año 1964. con dos fechas de nacimiento, “el 23 de junio, según mi madre, y el 25 de junio, según una funcionaria que se equivocó al hacer el carnet de identidad. Antes que pelear con la administración, he preferido dejar esta última.”
En primer lugar, mi coronel ¿Qué recuerdos tiene de sus años de estudiante?
Lo más significativo fue mi tiempo en el Patronato Virgen de la Paz. Allí pasé voluntariamente tres años interno. Los mejores de mi vida. Todo era nuevo, cada día un descubrimiento, y siempre con una gran sensación de libertad.
¿Tuvo alguna relación con el mundo militar durante aquellos años?
Mucha. Mi padre era militar, el colegio era militar, el club deportivo en el que nadaba y pasaba muchas horas al día era militar, y mis amigos de entonces, y que lo siguen siendo ahora, eran hijos de militar.
Díganos ¿Por qué decidió ser militar?
Nunca quise ser militar. Yo quería ser astronauta, pero eso no era posible en la España de entonces (sigue siendo prácticamente imposible en la de ahora), así que lo más parecido era piloto de combate. Por eso entré en la Academia General del Aire.
¿Tiene relevo familiar en la carrera de las armas?
No. Uno de mis hijos lo intentó dos años seguidos y se quedó fuera por los pelos. Creo que con este nuevo sistema, en el que prima la nota media del bachillerato y de la EVAU, entran personas que no tienen claro lo que quieren ser y, por ello, abandonan con facilidad a los pocos años. El sistema anterior, en el que se examinaba específicamente para el ingreso, era mejor. Aquellos que de verdad tenían vocación estudiaban año tras año hasta conseguirlo y la tasa de renuncia una vez dentro de la Academia era mucho menor
Háblenos de cómo fue su formación militar
Regular. Algunas luces y muchas sombras. Mucha gente piensa que las academias militares son y deben ser, lugares duros, pero mi internado fue mucho más duro: corríamos entre la nieve para entrar en calor y poder ducharnos en invierno con agua fría; nos levantábamos a las 5:30 y nos daban malta para despertarnos y entrar en calor, ya que no había calefacción; no había apenas tiempo libre, pero yo me sentía libre, sobre todo en los fines de semana. Comparado con el internado, la Academia era un hotel, pero hay algo que nunca he aguantado: el abuso, la arbitrariedad y la injusticia. Y de eso, hubo demasiado.
Superada la fase de alumno ¿cuál fue su primer destino?
La Escuela de Reactores. Fue un destino muy satisfactorio. Por una parte, culminaba el intenso deseo de ser piloto de combate y, por otra, me abría las puertas de un mundo nuevo y exclusivo que me hizo olvidar las sombras de la Academia General del Aire. Creo que fue entonces cuando sentí por vez primera la vocación militar.
Una vez superada esa primera experiencia de recién llegado, ¿Cuál fue el siguiente paso en su carrera?
Mi vida como joven oficial piloto fue muy movida. Pasé un par de años en Talavera la Real volando el Northrop F-5 como instructor. Luego, fui destinado voluntario al Mirage F-1 en el Ala 46 (Base Aérea de Gando) y a los dos años pasé destinado al Ala 15 (Base Aérea de Zaragoza), con material McDonnell Douglas F-18. En esta Unidad estuve destinado seis años y fueron sin duda los más intensos de mi carrera como piloto.
¿Se fijó alguna meta a corto plazo?
Mis metas siempre han sido las mismas: mejorar mi entorno cada día. Las claves para ello; la observación detallada y el pensamiento crítico.
¿Pudo conseguirla?
Sí. Han sido muchas las mejoras, en muchas unidades y en muchos destinos. Una forma objetiva de determinar si algo resultó bueno para el interés general es observar si permanece en el tiempo. Y veo cosas que permanecen pasados treinta años, aunque a veces me entran dudas y pienso que, efectivamente, si sigue es que era bueno, pero si nadie lo ha mejorado es que quizá falten ideas nuevas. Y me surge la duda: quizá no haya que esforzarse tanto en arreglar las cosas, pues vendrán otros que las disfrutarán sin valorarlas, y tal vez sin merecerlas. Quizá convenga a veces dejarlas estar, para dar así una oportunidad al mérito y al esfuerzo de otros.
Y con la vista puesta en un final de carrera, ¿logró subir los peldaños soñados en sus primeros años de oficial?
No sé si subí todos los peldaños, pero sé que no cambiaría ninguno. Hice siempre lo que creí justo, lo que era mejor, sin miedo a lo que pudieran pensar aquellos que viven atenazados por el miedo e impulsados por la ambición.
Haciendo un recorrido por sus diversos destinos, ¿cuál ha sido el que más le ha marcado profesionalmente?
Hay dos que fueron especiales y por los cuales valió la pena toda una vida. El primero fue de capitán en el Ala 15. Desplegamos en la base de Aviano, en Italia, para participar en la operación Deny Flight. Comenzamos como una unidad desconocida y humilde que supo mejorar día a día y labrarse un prestigio entre los aliados. La capacidad del F-18 unida al interés, al esfuerzo y a la dedicación de sus pilotos hicieron que fuera una unidad de referencia entre todas las que operaron en aquel escenario. El segundo destino fue de coronel, cuando recibí el mando una unidad antaño orgullosa y entonces desorientada. Tras un esfuerzo extraordinario, plagado de dificultades e insidias que darían para escribir una novela, la Unidad superó sus miedos, derribó sus muros y llegó a ser la mejor de todas las unidades jamás evaluadas en España y en los 10 últimos años en Europa. Solo por eso vale la pena haber servido.
¿Considera mejorable alguno de los aspectos vividos en el ejercicio de la carrera?
Me preocupa el deterioro moral de las Fuerzas Armadas, que es en el fondo el mismo que el que está sufriendo la sociedad. Ni las capacidades, ni el personal, ni ningún aspecto material, puede compensar la pérdida de valores de una sociedad que no está ya dispuesta siquiera a defenderse.
¿ Cuál debe ser a su juicio el perfil del militar del futuro?
El militar del futuro debe buscar el ejemplo de aquellos buenos militares del pasado, de aquellos que supieron estar a la altura de las circunstancias que les tocó vivir porque tenían el conocimiento necesario para ello, el coraje que hacía falta en ese momento, y los valores y los principios necesarios para encontrar la verdad a pesar de las dificultades de su tiempo. La milicia no es obediencia ciega, sino entrega al interés general. La milicia es exigirse entrega y competencia profesional a uno mismo, y exigirla a los subordinados y a los superiores también. Quien tan solo exige a los subordinados lo que a sí mismo y a sus superiores disculpa, no es un líder sino un cacique.
¿Qué les dice el veterano a los jóvenes que desean iniciar ahora la carrera militar?
Que sirvan a una causa, nunca a una persona. Que se respeten a sí mismos y a los demás. Y que entiendan que sirven al interés general y que todos los compañeros, subordinados y superiores, lo sirven por igual, cada uno en su ámbito de responsabilidad. El respeto y la camaradería son la esencia de este proyecto permanente de defensa de la nación, de lo nuestro, de lo que hemos recibido de nuestros antepasados, de lo que dejaremos a nuestros nietos.
¿Volvería a ser militar si se pudiera dar la vuelta al tiempo?
Volvería a ser piloto, si es que todavía está este trabajo disponible. Ahora está de moda lo de los vehículos no tripulados y algunos dicen que el de piloto es un empleo en extinción. Quizás volvería también a ser militar, pero menos tiempo. Creo que es interesante que haya programas de empleo que faciliten el paso de los militares a la vida civil. Eso tendría efectos beneficiosos dentro de las Fuerzas Armadas, al reducir la pirámide de cuadros de mando dentro de la estructura militar, y facilitaría poblar la sociedad con personas que tienen una formación especial, junto con unos fuertes valores y vocación de servicio a los demás.
¿Cuál considera que ha sido su mayor logro profesional? ¿Y su recuerdo más grato?
Hay muchos. Los logros constituyen, en el fondo, una íntima y secreta satisfacción. Miro a veces al Ejército del Aire y observo muchas cosas que suceden porque así las escribí. Y pienso que esta aportación anónima, que ha sucedido y sucede a lo largo del tiempo y en todos los campos de la sociedad: en el derecho, en la industria, en el urbanismo, realizadas por muchos hombres anónimos y que nadie reconocerá jamás, porque son difícilmente atribuibles, es sobre la que de verdad descansa el progreso y la civilización. Sé que a muchos les gustan los reconocimientos y las medallas, aunque sepan que en el fondo no hicieron nada y son méritos que pertenecen a otros, pero a mí sólo me satisface saber que realicé mi pequeña contribución y eso me resulta suficiente, pues pienso que mi esfuerzo tuvo un sentido y que supe cumplir con mi deber.
Recuerdos gratos hay muchos. Quizá, puesto a elegir, el haber obtenido el número uno del Curso de Estado Mayor, porque lo hice fiel a mis principios, sin buscarlo. Se me dejó libertad para pensar y, como justo precio, aporté durante el curso todo aquello en lo que creía. Lo que dije, atrajo, sin pretenderlo, la atención de los profesores, que lo valoraron en su justa medida. Fue un trato justo.
Su proyecto no conseguido
No conseguido… todavía. Solo pierde el que se rinde, y yo nunca me rindo. Busco la regeneración de las Fuerzas Armadas y de la sociedad. He visto durante toda mi vida militar una progresiva decadencia en las ideas, en la moral y en los resultados. No ha habido una gran tragedia que lo justificara, sino tan solo una degeneración progresiva y constante. Contra esta degeneración que derrumba las murallas que nos protegen y la sustancia que nos une, hace falta iniciar, tanto en las Fuerzas Armadas como en la sociedad española, un proceso de regeneración, urgente y necesario pues, de lo contrario, la convivencia de los españoles y la propia existencia de la nación están en peligro. Por eso, fundé hace dos años la Asociación profesional militar “Tercios Viejos españoles”, porque hay que luchar cada día contra la degeneración producida por el compadreo, la arbitrariedad y la impunidad del que sabe que nadie le pide cuentas.
Una experiencia que no hubiera querido vivir
Un día hubo una tragedia. Fue solo imputable a la actuación de una persona, pero algunos, movidos por el amor y por el dolor, quisieron adaptar la verdad a su necesidad, y otros lo consintieron. Ahora, estos últimos se lamentan, pues como nada rellena la sensación de pérdida de aquellos, no reciben el agradecimiento que esperaban. Y, además, se enfrentan a la amenaza de la verdad, conocida ya por muchos, y que pugna por manifestarse. Creo que jamás debe ocultarse la verdad, por dura que sea una experiencia. Nada bueno surge nunca del engaño y de la manipulación.
¿Qué lugar ocupa la familia en su vida diaria?
Son el centro de mi universo. Amo a España por ellos y por sus descendientes.
Optimista sobre el futuro
No.
Y para terminar: Unas últimas palabras para los españolitos del siglo XXI
Luchad por lo que es vuestro. Si no lo hacéis, no sólo perderéis los muchos o pocos bienes materiales que poseéis, sino, como decía Cervantes: La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.