AEME I CICLO 2025. IMPACTO MUNDIAL DEL RETORNO DE TRUMP
EL VACÍO GEOPOLÍTICO EN EL SAHEL
1.Antecedentes.
En la vigente Estrategia de Seguridad Nacional (ESN 2021), ya en fase de actualización, se puede comprobar la preocupación existente en nuestro nivel político por una región africana que puede afectar gravemente a nuestros intereses nacionales, por lo menos en una visión geopolítica a largo plazo. Esta visión nos ha llevado a desplegar tropas, principalmente en Mali, en directa colaboración con Francia. Es muy bueno que tratemos de defender nuestros intereses lo más lejos posible de nuestra Patria, pero parece claro que ello no podremos conseguirlo manteniendo en la zona una estrategia solo buenista y bien intencionada y, a la vez, dependiente de otra potencia como es Francia que por su conducta con relación a España permite calificarlo como un aliado siempre relativo.
Nos hemos retirado de Mali obligados por la decisión francesa de no continuar, por sus exclusivas propias razones, su permanencia en un Sahel [1]mucho más grande que Mauritania y Mali, países en los que se desarrollaron nuestras actividades en los últimos diez años con el resultado, casi único, de haber adiestrado militarmente a parte de las fuerzas armadas de estos países, pero sin tener la seguridad de que esos adiestramientos no se fueran a poner algún día en contra de nosotros mismos.
Parece ahora que queremos volver a la zona por nuestra propia cuenta, pero habremos de hacerlo con mucha prudencia porque es muy peligroso actuar como una gran potencia sin serlo verdaderamente, no por mera incapacidad propia sino más bien debido a claras carencias estratégicas de los últimos gobiernos de España.
2.Consideraciones
El título de este artículo es solo la expresión de una idea que solo puede entenderse desde el punto de vista occidental porque, como todos sabemos, el vacío es una situación inestable del espacio que, por su propia naturaleza, tiende a ser ocupado por algo o por alguien que tenga interés en ello. En el caso que nos ocupa, el Sahel, abandonado recientemente por las potencias occidentales, incluyendo tropas españolas, está siendo ocupado por Rusia y por China que, por procedimientos distintos, están tratando de implantar su propio colonialismo algo que no podemos censurar cuando el mundo

occidental se implantó en la zona con las mismas taimadas aspiraciones, salvo España. Ahora mismo hasta Turquía, país incluido en la OTAN, pero no en la Unión Europea, e Irán parecen tener aspiraciones neocolonialistas en la zona. Y, por otros motivos, hasta Argelia y Marruecos están demostrando serios intereses en la zona. Es de suponer que los EE. UU., en un mundo multipolar y amenazado por las mencionadas grandes potencias con aspiraciones internacionales, tratarán de mantener su influencia por todos los medios a su alcance.
Llama mucho la atención que Turquía, en la que tenemos desplegada una batería de misiles Patriot, desde hace muchos años, se supone que, por nuestra parte, para garantizar en lo posible la seguridad de un aliado, esté tratando de introducirse en el Sahel para defender sus exclusivos intereses, aunque estos llegasen a ir en contra de los de España y Francia. Esta compleja situación nos lleva a la conclusión de que es muy urgente para nosotros defender nuestros intereses, aunque sea en una zona tan lejana, pero habremos de hacerlo sin complejos y sin buenismo geopolítico alguno que solo facilitaría las aspiraciones de nuestros vecinos.
La región del Sahel es una región semiárida que se extiende a lo largo del borde sur del Sáhara en donde se sitúan muchos países con una gran diversidad cultural. Estos países son principalmente Mauritania, Mali, Níger, Chad, Senegal, Sudán del Sur y Eritrea. Cada uno de ellos aporta su propia singularidad y crean en el Sahel un paisaje de culturas y tradiciones en un espacio de fronteras porosas que estimulan la aparición de todo tipo de conflictos locales.
La población del Sahel, en su conjunto, es aproximadamente de ciento cincuenta millones de personas pertenecientes a diferentes grupos étnicos que poseen su propia lengua y tradiciones y que subsisten gracias al pastoreo nómada, la agricultura y el comercio.[2]
Las condiciones climáticas extremas, las sequías recurrentes y las precipitaciones impredecibles han provocado pobreza y escasez de recursos en la región. La región del Sahel se ha convertido en un hervidero de conflictos entre comunidades locales, insurgencias terroristas, crisis humanitarias e interferencias de potencias extranjeras que aun tienen aspiraciones en la zona.
La migración forzada ha provocado la desintegración de familias, ha generado pérdida de empleos y ha destruido comunidades. Esta inmigración se ha convertido en un verdadero desafío para los países de acogida que se sienten obligados a garantizar su seguridad.
Desde el año 2013, siguiendo nuestra propia estrategia de Seguridad y Defensa, España desplegó, bajo la sombrilla francesa, tropas en Mali, que allí permanecieron hasta el año 2024 en el que dimos por terminada la operación EUTM Mali y, por consiguiente, nuestra presencia en el Sahel, a la que oficialmente habíamos dado, probablemente una importancia exagerada. Según nuestros declarados intereses, después de más de 10 años de dedicación y permanencia en la zona consideramos que hemos conseguido mejorar el adiestramiento del ejercito maliense, pero sin la completa seguridad de que ese adiestramiento se volviese algún día en contra de nosotros mismos. La mencionada estrategia de seguridad y defensa consideraba que con nuestra presencia avanzada en la zona estamos garantizando nuestra propia seguridad algo muy relativo porque es bien conocido que nuestra propia seguridad se ve mucho más amenazada en horizontes mucho más cercanos y desprotegidos.
Según analistas no necesariamente muy acertados consideraron que Francia se situó en la zona para proceder a una gradual sustitución del colonialismo tradicional por un nuevo colonialismo que tendría el simultaneo interés de extender la lengua francesa y al mismo tiempo proteger los derechos humanos en la zona.
Pero la realidad oculta fue que, con las bendiciones de los EEUU, Francia asumió el papel de gendarme occidental, para continuar explotando recursos naturales como uranio, platino, cobalto, manganeso, oro y diamantes a los que cabría añadir las conocidas tierras raras que atraen hoy la ambición de Rusia y de China.
Es cierto que la visión occidental del mundo en que vivimos y el sano intento de ir implantando por el mundo a nuestro alcance democracias a nuestro estilo, nos lleva necesariamente a ser mucho más indulgentes con nuestras propias debilidades que con las avasalladoras ambiciones de grandes potencias, como pueden ser principalmente Rusia y China, cuando, en el fondo, pretenden hacer lo mismo que el mundo occidental hizo, cuando ha podido.[3]
El vacío geopolítico en el Sahel, que, tras la retirada de las fuerzas europeas, especialmente de Francia y España, es también militar, económico y diplomático, ha generado una transformación profunda en la dinámica de poder de esta región. Este vacío está siendo aprovechado por nuevos actores con agendas propias como se ha mencionado anteriormente y como veremos a continuación
Las causas reconocidas de este vacío geopolítico son principalmente dos:
-La retirada militar occidental:
-Francia, antiguo actor dominante en la región, se ha visto obligada a desmantelar su presencia militar (Operación Barkhane) ante el rechazo popular y los golpes militares en países como Malí, Burkina Faso y Níger.
-España abandonó EUTM Malí en 2024, y otros países europeos han hecho lo mismo, debilitando la misión de la UE.
-Los EEUU también han reducido su presencia en la zona. El declarado apoyo de los EEUU a Marruecos contrasta con el apoyo que Argelia concede a Rusia y podría conceder a China.
-La inestabilidad política interna:
-Múltiples golpes de Estado han derrocado gobiernos democráticos. Nuevos regímenes militares han tomado el poder con discursos soberanistas y anticoloniales, rechazando la cooperación con Occidente.
-Las misiones europeas no lograron frenar el avance yihadista ni mejorar las condiciones de vida, generando un profundo descontento en las poblaciones afectadas.
Las consecuencias de este vacío geopolítico que se ha establecido en la zona podrían ser las siguientes:
-Una mayor penetración de nuevos actores internacionales:
-Refuerzos de grupos yihadistas.
-Una mayor crisis humanitaria y migratoria.
-Una muy probable reconfiguración regional.
Con todo ello si Rusia, China u otros actores internacionales refuerzan su apoyo a los grupos yihadistas, podría establecerse un «nuevo orden» geopolítico en el Sahel, muy alejado de los valores democráticos y derechos humanos promovidos por la UE.
3.Conclusiones.
El vacío geopolítico en el Sahel representa un cambio de era en el equilibrio de poder en África occidental. Las potencias occidentales han perdido terreno en una región clave para la seguridad internacional, y los nuevos actores aún están lejos de ofrecer soluciones sostenibles a los problemas estructurales de la zona: gobiernos débiles, pobreza extrema y violencia crónica.
Este vacío geopolítico en el Sahel representa un riesgo claro para los países occidentales, pero también es una oportunidad para que España gane peso propio e influencia en África occidental para dejar de depender de Francia y Bruselas y reducir mejor los flujos migratorios.
Pero, para todo ello, parece que España, si quiere mantener la economía de sus esfuerzos estratégicos, tendría que replantearse las 25 misiones que está llevando a cabo en el exterior, sin retorno asegurado para cuando España llegara a necesitarlo.
Aurelio Fernández Diz Capitán de Navío, r
Asociacion Española de Militares Escritores
Foro de Pensamiento Naval.
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[1] Operación EUTM Mali
[2] LUCAS, Martin. “El Sahel y sus orígenes” El Atalayar.16 agosto 2024
[3] GORRAIZ, Germán. Analista. “Cambios en el tablero político del Sahel”. Tribuna Libre Cantabria Liberal. 26 agosto 2023.