La expiración del Tratado de Reducción de Armas Nucleares START, el próximo febrero, entre los Estados Unidos y la Federación Rusa, abre un proceso de análisis sobre la existencia y validez actual del arma nuclear que también implica a Europa.
El peso de la Guerra Fría, o la Guerra en Europa, como la llaman analistas de prestigio, la tutela nuclear de los Estados Unidos, muy rígida sobre Gran Bretaña y prácticamente inexistente sobre Francia, la autonomía nuclear de este país, que quisiera atribuirse a una Defensa Europea por hacer, la voluntad de los propios europeos a soportar la responsabilidad de ser sede de las armas nucleares de la OTAN, los nuevos datos nucleares, fruto de las modernización de cabezas y vectores, los nacientes escenarios orientales dotados también de armas nucleares, etc, son suficientes factores de reflexión, en Europa, para unos acuerdos que se plantean a corto plazo con la futura renovación , o denuncia, del Tratado START.
El enfrentamiento disuasivo OTAN-PACTO DE VARSOVIA (PAV), la Guerra Fría, dio lugar a las Estrategias de la Destrucción Mutua Asegurada y de la Respuesta Flexible, establecidas por la OTAN, compartidas por sus miembros pero protagonizadas por Estados Unidos, en lo que respecta a la componente nuclear, y produjeron la escalada de este tipo de armas con la Ex Unión Soviética, y con ella la acumulación de cabezas y vectores, incluyendo los bombarderos estratégicos, objeto de los sucesivos tratados ABM, SALT I y II, START y NEW START, que ahora culmina su validez.
La estrategia de la Respuesta Flexible, descontada la componente nuclear estratégica que aseguraba fundamentalmente el aliado norteamericano desde su territorio, se desarrollaba sobre el teatro europeo, donde la superioridad convencional del PAV era notoria; se acudió a estrategias donde lo convencional se priorizaba, como la FOFA (Follow-on Forces Attack) que adelantaba la defensa de la OTAN en Europa y se dotaba de medios de localización y destrucción de fuerzas muy precisos, era una estrategia anti fuerzas que trataba de ganar tiempo antes del desencadenamiento del fuego nuclear.
La aparición de los misiles nucleares soviéticos SS-20, móviles, muy precisos y capaces de batir todos los objetivos de los países europeos de la OTAN y los norteamericanos estacionados en el Continente, desequilibraron la relación de fuerzas, dando lugar a la posibilidad desestabilizar el vínculo transatlántico, promoviendo que Estados Unidos pudiera “desentenderse” de Europa. Estas acciones produjeron la crisis de los Euromisiles y la necesidad de desplegar los de alcance intermedio por los norteamericanos, en especial los Pershing II y los de crucero.
En el teatro europeo propiamente dicho, siempre objetivo de la estrategia militar soviética en su día, existían, y existen, dos aliados con capacidad nuclear, Gran Bretaña y Francia. Los británicos, con una componente estratégica SLBM, basada en los famosos Polaris, que fueron reemplazados por los Trident, siempre estuvieron bajo doble llave, suponiendo su disparo la autorización de EEUU.
Sin embargo los franceses, en su día con tres componentes, hoy solo permanecen la aérea y la submarina, mantuvieron y mantienen la autonomía de su empleo, de carácter estratégico, pues el alcance de sus SLBM y componente aérea así se lo permiten.
Cabe decir que tanto la capacidad nuclear británica como la gala son consideradas, y así lo manifestaron los soviéticos en su día, como armas nucleares que apuntan sobre su territorio y por lo tanto, bajo el principio de “seguridad igual”, deberían ser contabilizadas en cualquier proceso de desarme. En el caso del despliegue de los SS-20 constituyó, para los rusos, una de las razones que lo justificaban.
Ni que decir tiene que este principio, dado el número exagerado de cabezas y vectores de los “Dos Grandes”, incluyendo bombarderos estratégicos, no fue aceptado por Francia que siempre fue intransigente en el concepto de la autonomía de su ”Force de Frappe”; incluso existió un profundo debate en torno a la necesidad de que las armas nucleares de la OTAN que operaran en Europa se pusieran a disposición de los países europeos en los que se desplegaran, en lo que respecta a la decisión de su empleo, convergiendo los deseos de una Defensa Europea con la gravedad del momento de la crisis de los Euromisiles.(Michel Manel, L’Europe Face aux SS-20. Stratégies. 1982).
Es necesario reconocer que a Estados Unidos le interesaba la ambigüedad de las opciones de respuesta nuclear de Occidente, pues ello perturbaba el cálculo soviético; hasta tal punto que existen teorías del posible “impulso norteamericano” al desarrollo nuclear francés.
Pasados los años, y más desarrollada la opción de “una Defensa Europea”, se ha visto como Francia podría ofrecer sus dispositivos nucleares (aviones y submarinos) para que fuera la columna central de una disuasión autóctona puramente europea, aunque es necesario admitir que ese “préstamo” no lo sería en términos de decisión ya que la doctrina gala es muy estricta al respecto; una sola mano para el botón nuclear.
En cualquier caso todas estas cuestiones sirven a la Federación Rusa para, en su momento, enrarecer las negociaciones START y las de un hipotético nuevo tratado INF, dado que lo que es evidente es que los dispositivos europeos son estratégicos, por los orígenes de los posibles lanzamientos, y que los destinos son evidentemente objetivos situados en la “Gran Rusia”.
El tercer elemento de la Triada nuclear, las armas nucleares tácticas, no se puede desvincular de lo analizado hasta ahora, pues forma parte de la estrategia de respuesta flexible; están desplegadas, y de algún modo vinculan a los países que las detentan, y lo hacen por su situación con respecto a la Federación Rusa y por la voluntad de recibirlas en su suelo, aspectos que la política, y el fomento del pacifismo y la influencia política, podrían hacer variar las decisiones iníciales tomadas (Nuclear Sharing) por los europeos.
Recientemente se ha cuestionado en Alemania su actitud en torno a abandonar la decisión de que su territorio albergue armas nucleares tácticas de la OTAN, esencialmente la posibilidad de que aviones germanos asignados a la Organización Atlántica, los denominados DCA (Dual Capable Aircraft), puedan ser suprimidos.
Los analistas de los países afectados, principalmente, Francia, Holanda, Italia, Bélgica, Polonia y los bálticos, no han tardado en reaccionar, emitiendo juicios claros sobre el significado de dicha renuncia:
Se debilitaría el flanco norte de la Alianza; se renunciaría a una opción importante sin contrapartidas de la Federación Rusa; se fomentaría que Polonia pudiera relevar a Alemania en ese cometido, aspecto que provocaría a los rusos(Tratado NATO-Rusia de 1997); se favorecerían los movimientos antinucleares; se perjudicaría la posición de Francia en el Grupo de Planeamiento Nuclear de la OTAN; no se sería coherente con la doctrina militar rusa, que propugna una ataque nuclear, incluso ante una agresión convencional; se produciría un fomento de la proliferación, al buscar cada Estado su solución nuclear; se podría fomentar la defección de otros Aliados, como Italia, etc.
La Federación Rusa ha modernizado su arsenal nuclear, en todos los órdenes (ICBM RS-28, Misil Hipersónico Avanguard), y ha desplegado misiles nucleares con capacidad de alcanzar territorio europeo (Iscander, en Kaliningrado), además de misiles crucero de alcance próximo a los contemplados en el tratado INF, aspecto considerado por la OTAN como la clave de la renuncia de EEUU a la continuidad del Tratado.
La irrupción de China en el “gran juego nuclear”, con capacidades intercontinentales que pueden afectar a la OTAN en términos de disuasión, y la posesión por este país de dispositivos incluibles en un futuro e hipotético tratado INF, complican no solo el futuro del NEW START, sino cualquier solución global de desarme, al estar este pujante país en pleno desarrollo de sus posibilidades armamentísticas, en apoyo de sus pretensiones económicas y sociales.
Es evidente que el objetivo, y el escenario de la Federación Rusa, es Europa, y que las estrategias de respuesta se juegan sobre nuestro Continente, muy afectado por la reciente renuncia a continuar con el Tratado INF; ninguna solución definitiva en las conversaciones START podría ser totalmente válida si no se contemplaran los demás elementos de la Triada.
General de División (R) Ricardo Martínez Isidoro
Asociación Española de Militares Escritores
Fuente:
https://www.elradar.es/el-tratado-start-y-el-razonamiento-nuclear-estrategico-en-europa/