El coronel Dominguez Martinez-Campos, fundador de la Asociación Española de Militares Escritores (AEME) y cofundador de la Academia de las Ciencias y las Artes Militares (ACAMI), nos relata su experiencia al ser designado Jefe del tercio Duque de Alba , 2º de la Legión. Relato de la historia reciente de este Cuerpo que fundara el teniente coronel Millán Astray en el año 1920, tomando como ejemplo: los viejos Tercios españoles de la Infantería de Flandes, los samuráis japoneses y el evidente ejemplo de la Legión Extranjera Francesa.
Cuarto y ultimo articulo de la serie que publica el digital: www.lacritica.eu
EL TERCIO “DUQUE DE ALBA”, 2º DE LA LEGIÓN Recuerdos de un mando inolvidable
La Legión es un Cuerpo Especial del Ejército que se diferencia de otras Unidades por una serie de características que le son propias e inconfundibles. Una de ellas, desde su creación en 1920, es el culto y honor que rinde a sus muertos. Y eso se traduce en lo que se conoce como el “Sábado Legionario”.
En aquel periodo (1992/1994), el Tercio Duque de Alba, Segundo de la Legión, recibió otras condecoraciones además de la Medalla de Plata de la Ciudad de Ceuta. Por ejemplo:
-El Escudo de Oro de la Cofradía del Cristo de la Buena Muerte y Nuestra Señora de la Soledad de Málaga, el más preciado galardón de la cofradía. Me fue entregado para el Tercio en la celebración del 20 de septiembre de 1993 por su Hermano Mayor don Álvaro Mendiola.
-El Escudo de Oro de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Sacratísima Virgen de la Esperanza de Ceuta o Cofradía del Encuentro. Me fue entregado para el Tercio también aquel 20 de septiembre por su Hermano Mayor don Julio Llerena Hoyos.
La Legión es un Cuerpo Especial del Ejército que se diferencia de otras Unidades por una serie de características que le son propias e inconfundibles. Una de ellas, desde su creación en 1920, es el culto y honor que rinde a sus muertos. Y eso se traduce en lo que se conoce como el “Sábado Legionario”. El primero que tuve el honor de dirigir en el Tercio, fue el 12 de septiembre de 1992. Coincidió que en Ceuta se celebraba el evento de “Maja de España 92”. Su comité organizador y las 22 candidatas al título fueron invitadas a presenciar aquel acto en “García Aldave”. Me pareció que los legionarios crecieron en estatura. Se estiraron como nunca.
Excepcionalmente el viernes 3 de junio de 1994 celebramos un “Sábado Legionario”. Ofrecí a mi Promoción (la XVIII de la Academia General Militar) celebrar nuestra habitual reunión anual en Ceuta. La oferta fue calurosamente aceptada. Casi 70 coroneles de todas las Armas y Cuerpos, junto con sus esposas nos reunimos del 2 al 5 de junio en la ciudad que fue y sigue siendo la “cuna de la Legión”.
El hecho más curioso y relevante era reunir allí a los cuatro coroneles de los cuatro Tercios de la Legión. Todos de la XVIII Promoción: coronel Rodríguez Rodríguez del Primero de Melilla; quien esto escribe, del Segundo de Ceuta; el coronel Joaquín Calleja del Tercero de Fuerteventura; y el coronel Javier Zorzo del Cuarto de Ronda.
No recuerdo ninguna otra ocasión en la que, en tiempo de paz, los cuatro Tercios fueran mandados por coroneles de la misma Promoción.
La emotividad de aquel acto fue inolvidable e hizo que muchos ojos se cuajaran de lágrimas cuando se escucharon los compases de nuestras canciones legionarias, se rindió homenaje al Cristo de la Buena Muerte y a nuestra Bandera, se oyó con enorme respeto el toque de oración y vimos desfilar a los legionarios.
Cuando llegué destinado a Ceuta, me llamó la tención un hecho que me pareció debía ser resuelto. Todo el mundo sabe que el día de la Legión es el 20 de septiembre aniversario de su nacimiento en Ceuta. Pero la Legión es también Infantería, una Infantería especial pero Infantería al fin y al cabo.
Pues bien, cuando llegaba el 8 de diciembre día de la Inmaculada Concepción, patrona de la Infantería, la Legión y el segundo Tercio no celebraba esa fecha con los honores debidos a la patrona del Arma. Por este motivo, en el otoño de 1993 me puse en contacto con el coronel del Grupo de Regulares en Ceuta, don Luis Collado Espiga. Le propuse que el Tercio y Regulares celebraran conjuntamente el ocho de diciembre de cada año. Accedió encantando y se lo propusimos al Comandante General, general Miranda, que aprobó la propuesta.
Establecimos que alternativamente cada año, celebraríamos el ocho de diciembre, una vez en el Tercio y otra en Regulares. Este año tocaba la celebración de la Patrona en el acuartelamiento de Regulares “González Tablas”. En los días previos organizamos un calendario de competiciones deportivo-militares entre regulares y legionarios instituyendo el “Trofeo de la Inmaculada”. Creo que fue la primera vez en la historia de ambos Cuerpos en la que se celebró tan señalada fecha en la Infantería española.
Respecto de la operatividad del Tercio, debo señalar que el mayor rendimiento en la instrucción del mismo lo obteníamos cuando se realizaban las maniobras en los campos de la Península –Córdoba, los Llanos o Viator–. Afortunadamente la IV y V Banderas se desplegaron en esos campos hasta en cuatro ocasiones en el periodo 1992/1994 en cada uno de ellos. Además, la Comandancia General de Ceuta agregó a la Bandera en ocho ocasiones pequeñas unidades especializadas de Caballería, Artillería e Ingenieros para actuar junto con la Legión. El Tercio utilizaba también para instrucción el llamado “Campo Exterior de Ceuta”.
Y así llegamos al final de este apretado resumen de unos recuerdos inolvidables de mi paso por el Segundo Tercio.
Mi despedida de organismos e instituciones de Ceuta, tuve que programarla con tiempo para no olvidarme de nadie. Mi mujer y yo procuramos despedirnos de todos de forma personal. Y ello era consecuencia de la excelente acogida que después de aquel 20 de septiembre de 1992 tuvimos por parte de todos, incluidos medios de comunicación y especialmente el pueblo de Ceuta. Hablo en estos términos porque el coronel del Tercio en Ceuta, siempre ha sido una persona muy conocida y querida en todos los ámbitos de la ciudad.
Me despedí del señor alcalde, Basilio Fernández, que había sustituido a don Francisco Fraiz. Lo hicimos también del Centro de Hijos de Ceuta, de la recién creada Hermandad de Caballeros Legionarios de Honor de la ciudad, de los Hermanos de la Cruz Blanca a los que procuré ayudar todo lo que pude, de mis amigos y compañeros coroneles de las Unidades de la Plaza, etc.
El 27 de julio d 1994 me despidieron en “García Aldave” los Jefes, Oficiales y Suboficiales del Tercio. El teniente coronel Andreu, Jefe de mi Plana Mayor, me entregó en nombre de toda la Unidad, un regalo que no esperaba: el bastón de Mando de Coronel con cuatro emblemas en su empuñadura (Infantería, Estado Mayor, Logística y la Legión). Reconozco que me emocioné al recibirlo.
El 1 de agosto de 1994 entregué el mando de la Unidad al coronel don Joaquín González Ruiz. Presidió el acto el Comandante General. Sabía que aquellos legionarios habían superado con creces las consecuencias de lo sucedido en junio del 92. Su moral no era ya, ni de lejos, la de aquella fecha. Porque sabían que se sentían respaldados tanto por sus superiores como por la sociedad a la que servían.
Cuando fui a despedirme del delegado del Gobierno, estaba ausente de la ciudad. Lo hice del delegado accidental Pedro García Vicente. La comisión del Tercio que estudiaba la concesión de títulos de Legionarios de Honor, se opuso reiteradamente a concedérselo al delegado del Gobierno.
En aquellas despedidas pasaron por mi mente muchas cosas, vivencias y recuerdos. Y pensé en este asunto. No entendía como en el ministerio de Defensa alguno o algunos estaban más preocupados por la concesión del título de Legionario de Honor al delegado del Gobierno, que de la situación en que se encontraba el Tercio Duque de Alba tras el varapalo recibido de la práctica totalidad de los medios de comunicación de España, promovido seguramente por algún interés personal.
Pues bien, sin intereses personales de ningún tipo, yo me iba con la conciencia tranquila porque creía haber cumplido con mi deber: el de que el nombre del Segundo Tercio fuese querido y respetado por todos, en especial por sus propios legionarios.
Por ello mi mujer y yo regresamos a Madrid felices. Aquellos dos años fueron los mejores de mi vida militar en activo. No los podré olvidar mientras viva.