Trump ante el nuevo orden mundial. ¿El ocaso de Occidente?. General Argumosa

Trump ante el nuevo orden mundial. ¿El ocaso de Occidente?

 

El pasado día 12, miércoles, el presidente estadounidense, Donald Trump, y su homólogo ruso, Vladimir Putin, hablaron por teléfono para iniciar “de inmediato” negociaciones de paz en Ucrania. Trump también ha confirmado que se había puesto en contacto con el presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky. Tres días después, el día 15, en la Conferencia de Seguridad de Munich, el vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance, declaraba que “el enemigo de Europa no es ni Rusia ni China, sino la propia Europa y la pérdida de algunos de sus valores”.

Por otro lado, el secretario de Defensa estadounidense, Pete Hugseth, declarò, el mismo día 12, que “el retorno de Ucrania a las fronteras anteriores a 2014 y su posible adhesión a la OTAN son objetivos poco realistas”. Esta declaración supone un desengaño y una frustración para Ucrania y un impresentable abandono de un valiente aliado, orgulloso de su tierra y defensor de Occidente. Con mucha probabilidad, constituye un grave e inconcebible error estratégico estadounidense.

A mayor abundamiento, el Secretario General de la OTAN, Mark Rutte, señaló el pasado día 16 que, aunque es cierto que en Washington la OTAN se comprometió a la membresía futura de Ucrania nunca se prometió a Kiev que entraría en la OTAN como parte de un plan de paz. Apuesta por negociar la paz con Ucrania de forma que “no se vea como una derrota de Occidente”.

Las ambiciones territoriales enunciadas por Trump públicamente –comprar Groenlandia, controlar o hacerse con el canal de Panamá y unir Canadá con los EE.UU.– proporciona un marco de referencia importante, cercano a la teoría del “espacio vital” de Ratzel, al expansionismo ruso de tal manera que lo “normaliza” en la nueva era geopolítica, al mismo tiempo que impulsa las apetencias de Pekín sobre Taiwán.

Lo cierto es que el mundo está asistiendo a un retorno de las “esferas de influencia” al mismo tiempo que existe una tendencia de debilitamiento de las instituciones internacionales como puede ser la Organización de Naciones Unidas (ONU), la Organización de Estados Americanos (OEA), la Unión Africana (UA) o la Unión Europea (UE) que eran y siguen siendo obstáculos para la emergencia de conflictos al mismo tiempo que son actores importantes para encontrar una solución de los ya existentes.

 

 

En la Conferencia sobre la Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE) realizada en Helsinki en 1975, todos los Estados asistentes (principalmente, los integrantes del bloque soviético y países occidentales) adoptaron el principio III “los Estados participantes consideran mutuamente como inviolables todas las fronteras, así como las fronteras de todos los estados de Europa y, en consecuencia, se abstendrán ahora y en el futuro de atacar dichas fronteras. De la misma forma, se abstendrán también de toda exigencia o de todo acto encaminado a apoderarse y usurpar todo o parte del territorio de cualquier estado participante”.

El caso de Rusia con Ucrania a partir de 2014 mostró que hasta los más sólidos y principales acuerdos internacionales de reconocimiento de fronteras inamovibles corren el peligro de resquebrajarse si llegan al poder líderes autoritarios radicales en Estados que aparentemente están cómodos con sus lindes reconocidos. Otros actores como China con Taiwán, Turquía con tierras sirias o Marruecos con el Sahara pueden tomar el mismo camino.

En lugar de una gobernanza global eficaz, hoy se observa una competencia geoestratégica feroz por el poder entre las superpotencias, las grandes potencias y las potencias emergentes. Se ha roto el orden internacional liberal que nació a comienzos de los años 90 del siglo XX, cuando se derrumbó la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Realmente, en dicho orden el país más beneficiado ha sido China.

La OTAN se tambalea, como los Acuerdos de París sobre el cambio climático o la Organización Mundial de la Salud (OMS) en un mundo donde Trump habla de “zonas de Influencia”. ¿Se propone Trump repartirse el mundo con Putin y Xi Jinping, dejando a Europa en tierra de nadie? En todo caso, a Europa le toca reinventarse en el tablero geopolítico hacia el poder duro, para lo cual tiene que llegar a ser totalmente independiente y autónoma en seguridad y defensa, fundamentalmente. Dicho en otras palabras, disponer finalmente de una autonomía estratégica plena. Lo peor de la Reunión de ayer en París, promovida por Macron, fue que se constató que Europa está dividida.

El final de la guerra de Ucrania constituye un excepcional desencadenante de una reconfiguración geopolítica del mundo donde el nuevo orden mundial no será un clásico y tradicional orden basado en reglas –impulsado a iniciativa de Occidente– que ha guiado y moldeado la política internacional desde el final de la guerra fría.

Con la actual política expansionista de Trump, sus negociaciones con Putin sobre el fin de la guerra en Ucrania que ya han comenzado con la reunión de ayer en Riad, de los equipos de Estados Unidos y de Rusia, liderados por sus ministros de Asuntos Exteriores, respectivamente, sin contar con los aliados y abandonando al país del Dnieper, Occidente puede extinguirse, la OTAN romperse y Europa quedar fuera de juego y sola frente a Rusia. Trump, Putin y Xi Jinping diseñando un nuevo Yalta. China dando palmadas de alegría y regocijo.

En román paladino, con las recientes decisiones de Trump, Occidente está desapareciendo. El mundo occidental basado en reglas y valores universales como democracia, derechos humanos, derecho internacional o libertad se ha quebrado. Mientras el bloque autoritario, liderado por China y Rusia se halla cada vez más unido y compacto, el bloque democrático encabezado por Estados Unidos y la UE se está hundiendo.

Según Ursula van der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, China está impulsando una agenda que resta importancia a las reglas universales occidentales mientras defiende la primacía de sus intereses nacionales. Y Estados Unidos confirma que su prioridad estratégica es el Pacífico. En la Estrategia de Seguridad de Estados Unidos de 2022, ya se describió a China como “el único competidor con la intención de remodelar el orden internacional y, cada vez más, dispone del poder económico, diplomático, militar y tecnológico para hacerlo.

¿Será posible que Occidente pueda desaparecer? No tengo la bola de cristal, pero me preocupan las tendencias autoritarias que están avanzando en el mundo con cierta frecuencia y asumidas con gran naturalidad por la comunidad internacional. Hasta ahora, el mundo occidental con sus principios y valores universales ha liderado las más importantes iniciativas de paz y seguridad del panorama internacional, apostando siempre por el multilateralismo en las relaciones internacionales.

Estamos en unos momentos cruciales que se van a derivar, fundamentalmente, de la solución que se adopte para el final de la guerra de Ucrania. No es lógico ni razonable que no participen en las negociaciones ni Ucrania, sujeto clave ya que es el país invadido, ni la UE que ha proporcionado el mayor apoyo económico a Ucrania de unos 145.000 millones de dólares aparte de imponer sanciones a Rusia.

En definitiva, termino con dos mensajes claves para que el nuevo orden internacional que se avecina sea el más sólido, eficiente y razonable posible. El primero se refiere a la UE: es preciso que lleve a cabo su propia autonomía estratégica garantizando su seguridad al mismo tiempo que aumenta los gastos defensa. El segundo se dirige a Estados Unidos: es totalmente imprescindible que no se rompa el vínculo transatlántico y que Occidente permanezca unido ante el bloque autoritario. Hay que diseñar un nuevo orden mundial cuyos principios y valores los señale el bloque democrático. Para ello, Estados Unidos y la UE deben permanecer estrecha y firmemente unidos. En otro caso, asistiremos a la decadencia de Occidente más pronto que tarde. Trump tiene la palabra.

GD (R) Jesús Argumosa       Vicepresidente 2º de la Asociacion Española de Militares Escritores.