«Nuestro país debe contar con unas Fuerzas Armadas que puedan disuadir a quien desee o intente poner en peligro la tranquilidad y la paz de los españoles. Con los presupuestos actuales esa disuasión es imposible»
Es evidente que en España no existe lo que se denomina «conciencia de Defensa». Me refiero a que una inmensa mayoría de españoles no sabe ni lo que significa. Sobre todo porque, como dijo el jefe del Estado Mayor de la Defensa (Jemad) en su comparecencia ante la Comisión de Defensa del Congreso hace unos días, es un grave problema que los españoles no perciban que estamos amenazados. Y alguien preguntará, ¿y por quién? Por multitud de factores. Entre ellos por la lucha por los recursos naturales, las diferencias sociales y religiosas, las brutales diferencias económicas entre naciones y continentes, las reivindicaciones territoriales, el crecimiento del populismo y de los extremismos, las migraciones masivas, la amenaza del salafismo yihadista, la criminalidad organizada, las guerras asimétricas, la lucha por disponer de los avances tecnológicos, la amenaza latente de países de nuestro propio entorno…
¿Son éstas suficientes muestras de que sí existen amenazas que pueden suponer para España graves riesgos? Esas amenazas proceden del exterior y también del interior de nuestro país. Lo grave de este desconocimiento y pasotismo del español de a pie es la labor de determinados grupos políticos en relación con la Defensa. No por casualidad en aquella comparecencia del Jemad rogó a sus señorías que informen a la sociedad sobre estos riesgos. Y que la tranquilidad y felicidad de los españoles se basa en una seguridad eficaz.
Pero, esa seguridad, cuyo brazo armado fundamental es la Defensa, ¿está realmente asegurada? ¿Los Presupuestos del Estado dedican los suficientes recursos económicos para que la Defensa en España sea plenamente eficaz? Voy a intentar aclarar a los grupos políticos la situación real. El CIS (2017) daba a conocer la idea de los españoles de lo que se gasta en Defensa: el 33% de ellos lo «desconocía»; el 26% decía que el gasto era «insuficiente»; el 25% aseguraba que el gasto era «ajustado» y solo al 8% le parecía «excesivo».
Estoy convencido de que los encuestados no tenían idea de cuál es nuestro lugar en la clasificación de los 28 países de la OTAN. Ni tampoco saben el compromiso adquirido por todos (incluida España) en la cumbre de Cardiff en 2014. Allí se decidió que todos los países de la OTAN alcanzarán un 2% del PIB de su país para el gasto en Defensa en 2023. ¿Saben cuál es nuestro gasto presupuestado en Defensa para 2018? El 0,92% del PIB. Sólo dos países están por detrás de nosotros: Bélgica (0,91%) y Luxemburgo (0,44%). Pero hay mucho más. Si en otros ámbitos de los organismos ha habido «recortes», en Defensa ha habido «tajos». Fijémonos en el Ejército de Tierra. En 2014 y 2015 su presupuesto supuso el 54% del de 2008. Y en 2016 se redujo a la mitad (50%) del año 2008. En sólo cuatro años, Tierra ha sufrido una brutal reducción acumulada en recursos económicos del 180%. Hoy es la «cenicienta» de las FF.AA. ¿A esto alguien puede atreverse a llamarle «recortes»? ¿O es, más bien, una «barbaridad» el dinero detraído a una institución fundamental del Estado?
Más datos. De la pequeñita tarta del presupuesto de Defensa no llegan a 100 millones de euros los destinados a inversiones de nuevo material. Este es el reparto: para el Ejército del Aire, el 36,88%; para la Armada, el 31,12%; para el Ejército de Tierra, el 20,93%, y para los otros organismos de Defensa, el resto. ¿Puede decirme algún «experto» de los que se escandalizan por el «gasto excesivo» en Defensa qué puede adquirir el Ejército de Tierra con unos 21 millones? Para que se hagan una idea: un batallón de carros de combate cuesta 484 millones. Pero hay otros graves problemas en el Ejército que no son inversiones. El primero, el del personal militar profesional, el combatiente, la tropa para entendernos. ¿Saben cuál es la media de edad de la tropa en nuestro Ejército? Se acerca a los 33 años. ¿Es esto un Ejército joven? ¿Y por qué esa media de edad? Por la imposibilidad económica de convocatorias de tropa joven que cubra las unidades más operativas y releve a los de más edad. A esto debe añadirse el desierto demográfico y la valentía y el patriotismo de nuestros jóvenes cuando, según el CIS, un 61% de ellos no defendería a su Patria ni aun en el caso de ser invadida.
Otro grave problema en el Ejército: el mantenimiento de nuestras infraestructuras (acuartelamientos, centros militares, depósitos, etc.). Y no voy a olvidarme de los sueldos. Un teniente de cualquier arma cobra lo mismo que un sargento de la Guardia Civil, cuyo sueldo es inferior al de un Mozo de Escuadra, por ejemplo. Un dato más: si las FF.AA. han participado desde 1989 en 86 operaciones que forman la vanguardia de la Defensa de España, en 67 de ellas ha sido protagonista el Ejército de Tierra. Por éstas han pasado 125.000 soldados. Y, al poner «botas sobre el terreno», el Ejército ha sufrido el 75% de los muertos de esas 86 operaciones. En parte debido al envejecimiento de los medios que tiene que utilizar.
Tenemos que proclamar, alto y claro, que con mucho menos se hace menos, por mucho que se intente optimizar más. Ésta es la realidad, la verdad. Y, si nuestro país desea ser respetado a nivel internacional, debe contar con unas Fuerzas Armadas que puedan disuadir a quien desee o intente poner en peligro la tranquilidad y la paz de los españoles. Con los presupuestos actuales esa disuasión es imposible. Para el Ejército de Tierra, impensable. Y los riesgos se acumulan. Cada día que pasa, más.
ENRIQUE DOMÍNGUEZ MARTÍNEZ CAMPOS ES CORONEL DE INFANTERÍA DEM (R)