EL DESGASTE DE MACRON
Es patente que en el semestre último el Presidente de la República francesa ha tenido algún disgusto doméstico, indiscretamente contemplado por medio mundo, pero no se trata de eso; Macron viene recibiendo pocos rendimientos a sus grandes esfuerzos en torno a la Defensa Europea, a sus pretensiones por liderarla, por otra parte herencia común de todos los presidentes de la República, a sus intervenciones para representar a Europa en una visión coherente ante Putin, a la ausencia de respuestas ante su ofrecimiento de “extender” la disuasión nuclear a sus socios europeos, a sus decisiones de abandono de su influencia en la ya casi Africa ex francófona, y a las debilidades institucionales y políticas, incluidas las económicas, del Exágono.
La constitución de 1958 da plenos poderes al Presidente de la República ,quien encabeza las grandes decisiones de Francia; cuando su partido gana las legislativas el poder del Presidente se refuerza porque además “domina” el Parlamento y es capaz de poner en marcha todo su programa electoral; este no es el caso del Presidente Macron, dado que no tiene partido propio, su Gobierno depende de la posibilidad de que le sometan a mociones de censura continúas y las vaya ganando, como así ha sucedido en recientes ocasiones, dependiendo en este momento de un partido centrista inestable, acechado tanto por la extrema izquierda, comunista, como por la extrema derecha, que le ha disputado ya en dos ocasiones la Presidencia de la República al propio Macron en las presidenciales.
En estas condiciones el Presidente de la República tiene que emprender una enorme reforma presupuestaria para poder asumir un pretendido y anunciado aumento de los gastos en Defensa, que va a suponer un importante recorte en los recursos dedicados a gastos sociales. Este aspecto, difícilmente aceptable por la Asamblea Nacional, por las razones aludidas, aunque haya consenso sobre reforzar la Defensa, se une a la dificultad que supone una población poco abierta a las grandes reformas sociales, como se ha podido apreciar en la reciente iniciativa, todavía fracasada, para aumentar la edad de jubilación para recibir la correspondiente pensión.
La existencia de una comunidad extranjera, mayoritariamente musulmana, cuya tercera generación no está integrada, prácticamente, que “ocupa” la periferia de las grandes ciudades, muy organizada, y proclive al enfrentamiento con los poderes públicos con ocasión de estas reformas, dibujan un panorama político social cuando menos complejo.
Francia ha encabezado los esfuerzos organizativos en la creación de la Unión Europea, también los correspondientes a su Defensa, ha sido la responsable de muchos de sus aciertos y también de algún fracaso significativo en los tramos finales de sus reformas. Si se repasa la formulación estratégica de Francia, en el ámbito de su Seguridad Nacional, se pueden percibir, como franceses, los objetivos de una Defensa Europea siempre pendiente, de tal manera que prácticamente sus” intereses vitales” se pueden confundir con los de Europa, aspecto que, probablemente, no sea ninguna casualidad.
En este sentido, los galos, de la mano de su Presidente Macron, no han tenido ninguna intervención visible y significativa en toda la crisis de los aranceles que ha “enfrentado” in extremis a la Comisión Europea con el Presidente Donald Trump, inclusive en la adenda al acuerdo, sobre la enorme inversión europea favorable a Estados Unidos en el futuro, que se opone obviamente a la tan renombrada autonomía estratégica de la UE, en otro tiempo bandera de Macron.
En lo que respecta a la extensión de la disuasión nuclear francesa en beneficio de la Defensa Europea, asunto siempre controvertido por su naturaleza, la propuesta de Macron tampoco ha tenido la acogida necesaria, no solo por el número de socios a convencer, y a integrar en una solución, sino porque no ha tenido, al parecer, una continuación organizativa donde se clarifique este delicado asunto, en el que Francia tendría que “desmontar” algunos de los factores de la puesta en ejecución de su Force de Frappe, asunto que choca contra el consenso nacional al respecto, asumido desde las escuelas primarias francesas; tampoco los aliados europeos han mostrado un gran entusiasmo. Son significativos, sin embargo, los acuerdos de coordinación nuclear con el Reino Unido.
En lo que respecta a la Guerra de agresión de Rusia sobre Ucrania, el Presidente quiso jugar desde el primer momento, hace ya tres años, un papel relevante, visitó y habló en varias ocasiones con el Presidente Putin, sin ningún resultado detectable, y más recientemente reunió a los Jefes de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de los países europeos en un intento de coordinación general para promover una intervención militar en Ucrania, con la formación de un contingente de paz multinacional que pudiera estar previsto en caso de llegarse a un acuerdo de alto el fuego; esta intervención fue desestimada, o apartada de momento, por la mayoría de los países del Continente.
En la actualidad, en los diferentes foros de las conversaciones para la paz en Ucrania, la presencia de Europa, de la Unión Europea, es muy reducida si no inexistente, desempeñando el papel principal el presidente norteamericano que combina su política arancelaria con la amenaza de las sanciones cuando no de la fuerza; ante estas decisiones, Macron se ha mostrado impotente.
Africa, en especial los países del Sahel y los comprendidos hasta el Golfo de Guinea, eran francófonos con alguna excepción, no solo por la lengua sino por la política, las empresas públicas galas estaban enormemente involucradas en la economía de esos países, la moneda estaba avalada por la propia Francia y la Defensa de forma similar mediante acuerdos ad hoc; los lideres africanos iban y venían de Paris como si fuera su propia capital, y en ocasiones la influencia francesa superaba los límites de la soberanía.
En la actualidad estas relaciones se han acabado, al menos con la intensidad que se producían con anterioridad, y la gran consecuencia de esta retirada de Francia es que su espacio ha sido sustituido por otros países, en especial por Rusia, pero también por China y Turquía, con intereses diversos. La pérdida de estos espacios de dominio geopolítico galo, muy difíciles de revertir, dejan a Occidente sin el punto de apoyo necesario para una recuperación de la posición de presencia en el Sahel, cuya falta tanto afecta a Europa.
Francia, socio y vecino prioritario para España, enlace geopolítico con los países de Europa Central, con larga tradición de cooperación militar combinada, en todos los regímenes de ambos Estados, precisa dar señales de fortaleza, y la que emite su Presidente de la República es la más sonora. También, en momentos clave para España, es preciso que la amistad que prevalece entre sus líderes se traduzca en un claro comportamiento como Aliado.
Ricardo Martinez Isidoro. General de División, r .
Presidente de la Asociación Española de Militares Escritores.