El Cementerio de los soldados y marinos olvidados.

En el marco del Programa de Colaboración de Asociados (AEME-PCA 2023-24), el Coronel de Infanteria de Marina, r Juan Angel Lopez Diaz, nos envía este trabajo sobre el olvido de las tumbas  de tantos servidores de la  Patria en la zona de San Carlos, en Cádiz.

 

 

El Cementerio de los soldados y marinos olvidados.

 

Tras la invasión napoleónica, a finales de 1808, había en el entorno de la Bahía de Cádiz unos 20.000 prisioneros franceses, la mayoría en buques pontones fondeados en la Bahía (1).  Más de tres mil pertenecían a la escuadra del vicealmirante Rosily y había también, supervivientes de la flota  combinada franco-española derrotada en Trafalgar en 1805. El resto de prisioneros franceses, eran soldados del general Dupont derrotados en Bailén en Julio del mismo año. En las capitulaciones firmadas tras esta batalla, se estipulaba la obligación por parte española de  repatriarlos a Francia desde el puerto de Rota, pero las circunstancias lo impidieron. Los prisioneros fueron repartidos entre Canarias, la isla de Cabrera y pontones británicos y su cautiverio no finalizó hasta la derrota de Napoleón en 1814. El número elevado de prisioneros y la falta de condiciones de sus prisiones hizo que las muertes de este contingente fueran elevadas.

 

Fig.1. Vista de Cádiz y sus contornos hacia 1813. Fuente: Dominio Publico

 

El 29 de diciembre de 1808, llegó a Cádiz don Juan Antonio Fivaller, marqués de Villel y conde de Darnius, como presidente de la Junta de Defensa Militar de Cádiz. Enterado del problema del hacinamiento humano en los pontones, tomo medidas inmediatas para subsanarlo. Así, mandó construir dos hospitales para atender a los prisioneros franceses,  uno situado en la Segunda Aguada, extramuros de Cádiz (2); y otro en la Nueva Población de San Carlos, en la Isla de León (actual San Fernando) (3). Pese a las penurias económicas, el hospital de San Carlos entró en servicio el 19 de febrero de 1809 en las instalaciones del Cuartel de la Nueva Población de San Carlos, más tarde, Tercio de Armada. Las obras para acondicionar una parte del cuartel en hospital,  fueron  dirigidas por el ingeniero de la Armada don Antonio Prat (4), que tenía también a su cargo la dirección interina de la Nueva Población de San Carlos y otras obras civiles del Departamento así como la dirección de las obras de la defensa del Puente Zuazo y sus baterías y fuertes avanzadas. (5).

 

Aunque el proyecto de la creación de un camposanto, estaba incluido en el de la población naval de San Carlos, las dificultades económicas y sucesivas modificaciones del proyecto, habían pospuesto su construcción hasta que, en febrero de 1809, la necesidad se hizo imperiosa por la instalación del hospital para prisioneros franceses. A principios de marzo de 1809, a la vez que entra en servicio el hospital, se habilitó un solar para enterrar a los franceses fallecidos en el Hospital de San Carlos. Era una práctica habitual en la época, en el ámbito sanitario, civil y militar, que cada hospital dispusiera de un camposanto asociado (no necesariamente anexo) donde inhumar a sus fallecidos, y más en tiempos de epidemias o conflictos bélicos.

 

El camposanto habilitado fue un recinto rectangular de unos 87 x 32 metros, que cumplía con la Real Cédula de Carlos III, de 1787; y circulares sobre cementerios que emitió Carlos IV en 1804, es decir: estar alejado de lugares habitados, en este caso, en el extremo noroeste de la Población de San Carlos; a orillas del mar y sometido a brisas continuas. El camposanto ya aparece en la cartografía militar de ese mismo año.

Fig.2. Detalle de Plano de Cádiz (Isla del León), con indicación de la situación de sus baterías.
Pablo del Villar (1809) / Planos de ingenieros en el Archivo General Militar de Segovia.
Signatura: Carpeta 39, Plano 402. El cementerio de los franceses, con su cruz identificativa,
en el círculo rojo. Cortesía de Rafael Olvera.

 

La atención a los prisioneros enfermos, a la que nos obligamos en las
capitulaciones de Bailén, incluía además de la atención sanitaria, un entierro
digno en un camposanto reconocible. El sepelio honroso de los  prisioneros era el último acto que España ofrecía a la dignidad del enemigo. Con el
sepelio en el Cementerio de San Carlos se daba fin al gran esfuerzo que se hizo para atender con humanidad a los prisioneros franceses.(6)

 

Fig. 3. Entrada del mal llamado Cementerio de los Ingleses

 

Cinco mil cuatrocientos sesenta y nueve españoles y trescientos trece franceses fallecidos.

 

Cuando el 14 de Febrero de 1810, el mariscal Soult puso sitio a las llamadas Islas
Gaditanas, todos los prisioneros franceses, sanos o enfermos, fueron alejados
del frente. Unos, fueron reconducidos a los pontones y otros, enviados a
Baleares o Canarias. A partir de ese momento el Hospital de San Carlos sólo atenderá  marineros y soldados españoles enfermos o heridos en los combates contra los franceses. En los tres años de asedio napoleónico, y a la vez que se redactaba la primera constitución española de 1812, 905 soldados y marineros españoles (con la inclusión de una mujer) murieron en el hospital de San Carlos, por heridas de combate o enfermedad. Todos ellos fueron enterrados en el cementerio de San Carlos y, al día de la fecha, no hay nada en lo que queda del recinto que los recuerde, ni a ellos ni a los más de 300 franceses.

Fig. 4. Estado actual del camposanto de San Carlos

 

Los fondos documentales de la Vicaría General Castrense (Libros de
Defunciones del Hospital de San Carlos entre 1810 y 1911) han sido la fuente
documental para estudiar los enterramientos llevados a cabo por el camposanto de San Carlos, de los Franceses, de los Ingleses o de los Soldados (7) (que de todas estas formas se le conoce en la ciudad) hasta su clausura en las primeras décadas del s. XX.

Todos los acaecimientos militares, políticos y sanitarios del siglo XIX
español en San Fernando, se ven reflejados en los sepelios ocurridos en este pequeño y olvidado cementerio de soldados. La gráfica que relaciona estos enterramientos en el periodo 1810–1911 (a los que hay que añadir los 313 prisioneros franceses enterrados entre 1809 y 1810) demuestra cinco picos reconocibles, teniendo en cuenta que  durante el siglo de registros documentados, la mortalidad media se sitúa en torno a 54 entierros anuales.

 

Fig. 5. Picos de Mortandad en el cementerio de San Carlos en el periodo de 1810 a 1911

 

El primero, como ya se ha comentado, coincide con el asedio francés de
1810 a 1812 y recoge un total de 905 enterramientos. El segundo, en 1813 cuando una nueva epidemia de fiebre amarilla provoca un número elevado de inhumaciones: 172. El tercero y pico más agudo de todo el registro, ocurre en 1819, entre septiembre y noviembre, con 521 fallecidos a consecuencia de otra virulenta epidemia de fiebre amarilla. El cuarto sucede entre 1822 y 1824, con 277 inhumaciones, por la llegada  a la bahía de los Cien Mil Hijos de San Luis, y el asedio realista a la Isla de León y Cádiz, para reducir la resistencia liberal.  El quinto, acaece entre 1837 y 1844 debido a un depósito de prisioneros carlistas. En los cinco años que el Depósito de Prisioneros permaneció en San Fernando, más del 80% de los fallecidos en el Hospital de San Carlos (718 de un total de 892) fueron carlistas.

Fig. 6. Situación del cementerio de San Carlos

 

Finalmente, en el último tercio del siglo XIX los enterramientos en el
cementerio van descendiendo hasta que, en la década de 1890-1899, la media desciende hasta dieciséis inhumaciones anuales, con un pequeño repunte en los años 1898 y 1899 (con 34 y 28 sepelios respectivamente) a causa de los soldados repatriados de Cuba y Filipinas.  Por fin el Ministerio de Marina en su Diario Oficial de 26 de enero de 1911 publica una Circular dirigida a los Comandantes Generales de los Apostaderos para que inicien gestiones ante los ayuntamientos de su zona, para enterrar a los militares fallecidos en los cementerios católicos de las ciudades. Uno de esos municipios fue San Fernando y unos meses después, el 6 de septiembre de 1911, se registra el último sepelio en el camposanto de San Carlos.

A partir de entonces fueron olvidados aquellos que allí reposaban: marineros e inválidos, soldados y cadetes de Infantería de Marina, grumetes, gavieros,
cabos de mar, artilleros, fogoneros, escopeteros, granaderos, rondines del arsenal, guardias del Puente Zuazo, cornetas, bombarderos y buzos. Tripulantes,
paleadores de faluchos y bogadores de lanchas sutiles. Sargentos, subtenientes,
tenientes, músicos, contramaestres y capitanes de las distintas dotaciones de tierra y buques de la Real Armada. Despenseros, enfermeros, cabos de sala, topiqueros,
practicantes de farmacia, de medicina y de cirugía, cocineros, médicos, escribientes y sirvientes del hospital. Maquinistas, carabineros de mar y ordenanzas
de semáforos de la Armada. Carpinteros de rivera, peones, hiladores, toneleros, operarios de la draga y del martinete del Arsenal, canteros y personal civil
de la maestranza y capellanes castrenses. (8)

Pero también, paisanos que se ahogan o presos de la jurisdicción ordinaria.
Sirvientes del colegio naval militar. Prisioneros carlistas, cabos de vara, presos,
desterrados y confinados políticos en el Penal de Cuatro Torres. Insurgentes cubanos, marinos mercantes, hermanas de la caridad, mujeres, niños, militares y paisanos transeúntes en la Población Militar de San Carlos, muertos en accidentes laborales, y ahogados o quemados con pólvora en los Polvorines de Fadricas, en los Mixtos o heridos en los cuarteles, o en explosiones de las calderas en el Arsenal de la Carraca,  o fallecidos por las ya citadas epidemias o por distintas patologías. Todos ellos inhumados en un camposanto que se cae a pedazos víctima del olvido. Trescientos trece franceses y cinco mil cuatrocientos sesenta y nueve españoles, todos ellos con nombres y apellidos conocidos, vinculados muchos a la Armada y que deberían ser honrados y recordados, cerrando, el actual espacio y construyendo un monumento y una lapida que recuerde su memoria y la muerte por su patria de los soldados y marineros, incluidos los 313 franceses, que allí reposan

 

Juan Angel  Lopez Diaz    Coronel de Infanteria de Marina.
Asociacion Española de Militares Escritores.
Foro de Pensamiento Naval

 

 

Notas
        1 Para conocer las enormes penurias padecidas por estos prisioneros véanse: MÁRQUEZ CARMONA, Lourdes. Recordando un olvido: Pontones Prisiones en la Bahía de Cádiz. 1808-1810. 2013; y RUÍZ GARCÍA, Vicente. Los pontones de Cádiz y la odisea de los prisioneros franceses derrotados en la batalla de Bailén (1808-1814).2014.
         2 Véase RAMÍREZ MUÑOZ, Francisco J. El Hospital de la Segunda Aguada. (1793-1854). Diputación de Cádiz. 2013.
  1. Véase GARCÍA-CUBILLANA DE LA CRUZ, J.M. El antiguo Hospital de San Carlos (1809-1981) y la ciudad de San Fernando. 2007.
  2. Archivo General de Marina Álvaro de Bazán, en adelante AGMAB. Legajo 7220. Hospitales. Nº 1. Carta de Francisco García Espinosa al marqués de Villel. Isla de León, 17 Febrero 1809.
    5. AGMAB. Legajo 620. Expedientes personales. Antonio Prat. Relación que manifiesta los méritos y servicios del Teniente de navío Ingeniero ordinario de la Real Armada don Antonio Prat. Isla de León, 1 de mayo de 1809.
  3. AGMAB. Legajo 3079. Hospitales. Relación de los individuos prisioneros franceses que fallecieron en el Hospital de la Nueva Población de San Carlos y Segunda Aguada desde 1809 hasta 1810. 19 agosto 1831.
  4. En los Libros de Defunciones del Hospital de San Carlos (AMNM) se le denomina Cementerio del Hospital de San Carlos. La Junta de Andalucía lo identifica como Cementerio de los Ingleses cuando lo declara Sitio Histórico BIC vinculado al Legado Patrimonial de los Lugares de las Cortes y la Constitución de 1812 en San Fernando, Cádiz y la Bahía. José Casado Montado lo identifica como Cementerio Militar en su libro Trigo tronzado, 1992. Se le nombra Cementerio de los Franceses puesto que al menos 313 prisioneros galos fueron allí inhumados. Cementerio de los Soldados es una denominación popular sin respaldo documental. La denominación Cementerio de los Ingleses, recogida por los medios de comunicación y en la declaración de BIC, es totalmente errónea. Los soldados aliados británicos se enterraron en un recinto cercado por tapias en el interior del Depósito Común de Casa Alta, actual cementerio municipal de San Fernando. La inhumación de un hereje en un cementerio católico estaba estrictamente prohibida y habría supuesto el interdicto del mismo.
  5. Todos ellos están relacionados en los Libros de defunciones del Capellán del Hospital de San Carlos (Archivo del Museo Naval de Madrid) y en el libro Un camposanto sin epitafios: Isla de León anotaciones para la historia del Cementerio de San Carlos, Miguel Ángel López Moreno, 2016