El C.N Fernanadez Diz, Vocal de la Junta de AEME publica un interesante articulo sobre el Planeamiento Militar de la Defensa, en Cuadernos de Pensamiento Naval

El Capitán de Navío, r, D. Aurelio Fernanandez Diz, Vocal de la Junta Directiva de AEME, publica en el numero 26 de Cuadernios de Pensamioento Naval, un articulo, destacando la necesidad de una mayor presencia de los Ejércitos y Armada en la elaboración del Planeamiento de la Política Militar.

Por su interés se reproduce el articulo en esta web, recomendando que los internautas  descarguen directamente el ejemplar completo de este numero de Cuadernos de Pensamiento Naval, ya que contiene otros artículos cuya filosofía es extrapolable al Pensamiento de los Ejércitos de Tierra y Aire, lo pueden hacer de forma gratuita en el link:

https://publicaciones.defensa.gob.es/cuadernos-de-pensamiento-naval-26-revistas-pdf.html

Cuadernos de Pensamiento Naval, pagina  113 y siguientes

DEL PENSAMIENTO NAVAL AL PENSAMIENTO CONJUNTO

Aurelio FERNANDEZ DIZ Capitán de navío (RR)

Dedico este artículo a la memoria de Diego Carrara y Jesús Mariño, destacados defensores
de la necesidad y de la importancia del pensamiento naval en la Armada.

Introducción

En este artículo se da por sentado que, además del pensamiento naval (PN), propio y
exclusivo de la Armada y de los civiles que sepan y puedan pensar en «naval», debe de existir un
pensamiento terrestre (PT) y un pensa- miento aéreo (PA) que sean consecuencia de la realidad
material de cada uno de estos ejércitos, y del concepto que a su vez tengan de sí mismos, para dar
cumplida respuesta a las inquietudes e interrogantes que su propia vocación les pueda plantear.

Los pensamientos particulares de los ejércitos tienen existencia propia, alimentan su
propia estrategia y son previos a cualquier forma de planeamien- to. En cambio, el pensamiento
conjunto parece que debe de ser el resultado del consenso necesario para hacer frente a los
requerimientos del planeamiento militar conjunto, tal como está ordenado, y consecuente necesidad
de repartir entre los tres ejércitos las correspondientes capacidades militares en un
ambiente de permanente limitación de recursos. El planeamiento verdadera- mente conjunto
puede y debe ser una realidad que, una vez alcanzada, no permita que los objetivos de
obtención de los respectivos ejércitos puedan ser calificados como «cartas a los reyes megos» por
ningún estamento de la admi nistración de la defensa, especialmente si estos objetivos de
obtención se apoyan en la debida estrategia, militar o de defensa, conjunta. Para llegar de los
pensamientos individuales de los ejércitos al pensamiento conjunto parece que es necesario hacer
algo que es lo que en este artículo se intenta concretar.

Consideraciones

Empezando por referirnos al PN se puede afirmar que es un patrimonio intelectual que
adorna a todas las personas, civiles o militares, que por su cultura, por su formación, por su conocimiento de la Historia o por su experiencia vital llegan
al intimo convencimiento de que es para España imprescindible dotarse de una Armada
suficientemente poderosa que permita la necesaria, imprescindible, y tantas veces vital,
defensa y protección de sus intereses marítimos, que no son pocos, repartidos por todos
los mares del mundo.

Bien podemos considerar que el PN nace también para proteger la existencia de la Armada ante todo tipo de factores e influencias que pueden llegar hasta ponerla en duda y afectar a su propia eficacia. No debemos de olvidar que la Armada es un patrimonio heredado que las nuevas generaciones tienen la obligación de cuidar, y hasta de mimar, porque cuando la Armada es como debe ser España podrá defender sus intereses mucho mejor, en un ambiente internacional siempre incierto, y colaborar con sus aliados en la defensa de los intereses de todos. Una Armada como corresponde a nuestra tradición históri ca permitirá que España sea querida y respetada internacionalmente lo cual es imprescindible para afrontar cualquier crisis, y no digamos cualquier conflicto armado, o emprender cualquier iniciativa exterior como bien valora nuestra diplomacia.

Para poder situarnos y situar a la Armada ante un ambiente de cambio permanente, no
solo internacional sino también político y normativo, el PN debe de actualizarse y
ejercerse con la mayor precisión posible como a conti- nuación cualquier lector interesado podrá
comprender quizá un poco mejor.

Conscientes de esta situación, se está produciendo en la Escuela de Guerra Naval, en su Centro de
Pensamiento Naval (CPN) y en su Foro, una profunda y necesaria reconsideración y reflexión sobre
qué es, para qué vale, y cómo puede organizarse mejor, el PN en la Armada, reconsideración
y reflexión estimuladas por una profunda y coincidente renovación de las personas encar- gadas de
mantener encendida la llama del PN.

Como resultado de todas estas inquietudes y de los debates habidos en sucesivas
reuniones del Foro de PN se ha llegado a la necesidad de definir una estrategia naval que facilite
la obtención de las imprescindibles capacidades de la Armada al poder ser debidamente tenidas en
cuenta a la hora de desarro llar el planeamiento militar conjunto. A mi juicio estas
reuniones han sido todo un éxito por el número de participantes y el extraordinario nivel de sus
comentarios que, aun con estimulantes diferencias de criterio, permitirán aqui- latar una necesaria
estrategia naval con la piedra de toque, que no otra cosa es, el PN.

El PN es un reto en sí mismo. Es más difícil de definir que de comprender. Pero, después de más
de 15 años de participación por mi parte en el CPN, creo sinceramente que ambas cosas son
posibles. Sin contradecir en nada todo lo mucho y bien que ya se ha escrito sobre el particular en
nuestro Cuaderno semestral, fiel a la memoria de insignes almirantes y políticos destacados que
impulsaron los grandes programas de modernización de nuestra Armada a lo largo de la Historia, me atrevo a definir el PN como esa íntima convicción, esa certeza que se apoya en nuestro conocimiento, en nuestra experiencia, en nuestro mejor saber y entender en virtud de las cuales España, para poder defender sus intereses marítimos allí donde se encuentren amenazados, como viene sucediendo desde los principios de nuestra Historia, necesita una Arma- da fuerte, poderosa, militarmente disuasiva y doctrinalmente eficaz.

Como ya he mencionado anteriormente, el PN viene a ser como la piedra de toque que nos permitirá aquilatar y comprender mejor cualquier situación estratégica, histórica, política, orgánica o decisión administrativa o documen- tal que implique a la Armada en su conjunto, no solo como fuerza naval sino también como institución organizada desde hace muchos años al servicio de España. La Armada, la institución a cuyo servicio hemos dedicado lo mejor de nuestras vidas, nos hace sentirnos fuertemente inclinados a defenderla y prote gerla, en la medida de lo posible. Este aquilatar y comprender que el PN faci- lita nos ayudará a comprender mejor la realidad que rodea e implica a la Armada. El PN se convierte así en un instrumento necesariamente crítico que nos permitirá conocer anticipadamente lo acertado de las decisiones que adop temos para dotarnos de una fuerza naval realmente efectiva.

El conocido historiador británico Geoffrey Till dejo escrito (1) que los oficiales de la
Marina británica deberían de aumentar su PN (Naval Thinking) estudiando científicamente la historia
y la estrategia de su país. Todo análisis científico es un ejercicio de permanente criticismo
sobre la cuestión que se está estudiando, o analizando, porque no hay otro camino
para encontrar conclusiones que puedan ser válidas. El estudio científico que propone Geof frey
Till es para mí un estudio sencillamente crítico porque es bajo esta condi ción como se hacen
evidentes las ventajas o los inconvenientes de cualquier decisión, las lecciones que pudieran
aprenderse derivadas del análisis de cual- quier acontecimiento histórico o de los resultados de la
aplicación práctica de tal o cual estrategia, en nuestro caso naval. El PN debe de ser pues crítico
y constructivo en el sentido más genuino del vocablo que nos enseña nuestra Real
Academia:

«Analizar pormenorizadamente algo y valorarlo según los criterios propios de la materia de que se
trate».

Si en un determinado momento alguien nos hace una exposición de un sistema de armas,
cualquiera que éste sea, una fragata, un submarino, un torpedo o un misil solo tenemos dos opciones ante tal exposición: o regresar a nuestra casa siendo un poco más sabios y conocedores de los sistemas de armas que se despachan por el mundo o analizarlo según los criterios de nues- tro PN para llegar a conocer si ese sistema de armas se adapta o no, por sus características, a las necesidades, objetivos y fines de la Armada.
El conocimiento obtenido en la mera descripción de algo en concreto no produce, por sí solo, PN
alguno. Esta es para mí la importancia y la trascendencia del PN. Los historiadores tienen a gala,
y de ello se precian, de ser mudos testigos de la Historia. Ellos son los depositarios del pasado,
del acontecer histórico. Pues bien, al PN le interesa no solo conocer qué pasó en el pasado sino
también, y esto es quizá lo más importante, por qué motivos, por qué razones este pasado se
produjo. Y esta es la importancia del PN que cobra toda su trascendencia cuando a acontecimientos
navales se refiere.

Todos los ciudadanos que se preocupen por las necesidades de una España volcada al mar pueden tener
su propio concepto de PN porque este no es, y es bueno que así sea, privativo de los profesionales
del mar. En los siglos XVIII y XIX, como bien se puede comprobar en trabajos publicados
recientemente en las páginas de este Cuaderno (2), hubo grandes debates sobre cómo se podría detener el declive o evitar el estancamiento en el que se encontraba la Armada después de las derrotas sufridas ante sus adversarios. Cuando en 1840 aparece la máquina de vapor, y aun sin resolver el problema
anteriormente menciona- do, la Armada no pudo adoptar las decisiones oportunas, perdidos como esta-
ban nuestros gobernantes en discusiones estériles sin ser verdaderamente conscientes de la
gravedad de los problemas al otro lado del Atlántico. Como todo el mundo conoce la invasión de los
franceses del territorio metropolitano tuvo un efecto multiplicador de los afanes independentistas
en territorios que enseguida detectaron y aprovecharon la debilidad de España. Y Cuba no fue una
excepción. Y los Estados Unidos tampoco lo fueron. El conflicto estaba servido.

El almirante Cervera recibe la orden de dirigirse a Cuba con barcos que, como bien conocen los
especialistas, y hasta los simples aficionados a la Historia, no reunían las condiciones
necesarias para enfrentarse con la potente marina de los Estados Unidos que ya habían aprendido a
dar la importancia que corresponde a una marina efectiva. El caso es que Cervera, refugiado en
Santiago de Cuba para tratar de resolver los problemas materiales de los buques bajo su
mando y, sin tenerlos aún resueltos, recibe la orden de salir de puerto para enfrentarse a los
buques de la marina americana que patrullaban por la zona. Según el PN del almirante Cervera, según
la información que él mejor que nadie conocía, sus buques no estaban preparados para tal enfrenta-
miento y así lo informó a sus superiores en España. Pero, aun así, se le confirmó la orden de
salir porque, al parecer, desde el gobierno creyeron que con ello podrían aliviar así los problemas
que el Ejército de tierra estaba teniendo en su propio frente. Es decir, hubo de hecho una
imposición del pensamiento militar sobre el naval no debidamente justificada lo que dio lugar al
desastre que todos conocemos con las nefastas consecuencias que llevaron a nuestra España
a la gran depresión del 1898. No respetar el PN del almirante Cervera, sus criterios y propuestas,
fue una decisión grave y extraordinariamente perjudicial para los intereses de nuestra Patria
sometida desde entonces a una crisis de identidad que aun hoy parece no estar resuelta. De ahí la
trascendencia e inevitable importancia del PN y, en este caso concreto, también del
todavía inexistente pensamiento conjunto. Si este pensamiento existiese entonces
probablemente la historia fuese distinta. Pero una cosa es el pensamiento conjunto y
otra, si bien directamente relacionada, el planeamiento militar conjunto tal como está
establecido oficialmente.

De acuerdo con este planeamiento la Armada ha perdido hoy gran parte de la capacidad y autonomía
que en tiempos pasados tenía para elegir los buques de los que dotarse de acuerdo con
su propio pensa- miento estratégico. Esta situación, justificada documental- mente, choca
con el más elemental de los PN,s porque

¿quién mejor que la Armada puede conocer los buques que deben de constituir el núcleo duro
de su Fuerza Naval, la razón última de su propia existencia? Lo mismo se podría decir de
los ejércitos de tierra y aire.

Pero ¿cómo se ha llegado a ésta situación? Si analizamos desde la óptica de la Armada toda la normativa referente a las Fuerzas Armadas promulgada desde nuestra Constitución de 1978 y
en especial toda la documentación promulgada sobre el planeamiento militar conjunto podremos
comprender un poco mejor todo lo que hoy le está sucediendo a las Fuerzas Armadas.

La primera Ley Orgánica de la Defensa Nacional, después de promulgada la Constitución en 1978, fue la Ley Orgánica 6/1980, de 1 de julio, que reguló los Criterios Básicos de la Defensa Nacional y la Organización Militar. Esta Ley, leída con los ojos de hoy, se podría calificar como muy buena y, a mi juicio podría estar aún en vigor, al menos en sus partes más trascendentes, sin daño o menoscabo alguno de la eficacia administrativa y militar. Uno de los principales órganos definidos por esta Ley fue la Junta de Jefes de Estado Mayor a la cual se le asignaba un papel preponderante en el cumplimiento del objetivo de «formular y proponer, para su aprobación por el Gobierno, el Plan Estratégico Conjunto,
determinando, dentro de él, el Objetivo de Fuerza Conjunto» entre otros importantes
cometidos. La Ley crea el Estado Mayor Conjunto pero aún no se menciona al JEMAD (3).

Después de la promulgación de esta LO 6/1980 y durante los 25 años que van hasta que se publica su
sucesora la LO 5/2005 de la Defensa Nacional, de 17 de noviembre, se van publicando distintos
documentos que van complementando toda la orgánica relacionada con la estrategia, la política
y, en gene ral, con todo el planeamiento de la Defensa. Las Directivas de Defensa Nacional
comenzaron a dictarse en 1980, pero sólo dejaron de ser reservadas las aprobadas a
partir de 1992, permitiendo así conocer los objetivos del Gobierno en materia de defensa. Entre
estos documentos destacan:

— La Revisión Estratégica de la Defensa 2003. Establece el planeamiento militar a través de las
capacidades necesarias que han de tener las ejércitos y la Armada para el cumplimiento de sus
misiones. SEDEF es el responsable de dotar a las FF. AA. de estas capacidades.—

– Directiva de la Defensa Nacional DDN 1/ 2004, de (4) de 17 de 30 de diciembre, que inicia y concreta el planeamiento de la Defensa.—

– Ley Orgánica de la Defensa Nacional LODN 5/2005 noviembre. Los Jefes de Estado Mayor de los Ejércitos y la Armada son los responsables de la preparación de la fuerza y el JEMAD es el responsable de su empleo. La LODN 5/2005, todavía en vigor, anula y sustituye a la LODN 6/1980 pero, curiosamente, lo hace sin mencio- nar o referirse a todos los conceptos que se definían en ella, como por ejemplo, la estrategia de los Ejércitos o de la Armada, ni a la estrategia conjunta ni a la estrategia militar motivo por el cual hubo asuntos que tuvieron que desarrollarse si no con la letra si al menos en el espíritu de la ley derogada.— 11 de julio. «Por una Defensa necesaria, por una Defensa responsable». Es el documento base del planeamiento de la defensa tras la promulgación de Ley Orgánica de la Defensa Nacional 5/2005. Esta directiva considera necesario realizar una Revisión Estratégica para afrontar los riesgos y amenazas que se presentan en el inicio del siglo XXI momento, la máxima eficacia operativa conjunta en relación con los recursos que le hayan sido proporcionados.

Dos. Está encuadrado orgánicamente en el Ministerio de Defensa y depende del Presidente del Gobierno, quien ejerce su autoridad a través del Ministerio de Defensa, salvo en aquellas materias que expresamente se reserve para sí.

Tres. Constituyen esta Junta los Jefes del Estado Mayor del Ejército de Terra, de la Armada y del Ejército del Aire, y un Presidente con categoría de teniente General o Almirante, designado por Real Decreto. La Junta cuenta con un Estado Mayor Conjunto, como órgano auxiliar de mando y
de trabajo. (4)

-LODN 5/2005. Artículo 12. Corresponde al JEMAD.

d) Proponer al Ministro de Defensa las capacidades militares adecuadas para ejecutar la
política militar. e) Elaborar y definir la estrategia militar. (5)

.— La OM 37/2005 de 30 e marzo se publica casi un año después de la promulgación de la LO 5/2005 y en ella se regula el Planeamiento de la Defensa, según la última DDN en vigor, y se describe con todo detalle cómo debe de ser este planeamiento (6).—
-La  OM 06/2015 de 3 de diciembre, que también regula el proceso de Planeamiento de la Defensa, se promulga para hacer más ágiles algu- nos procedimientos establecidos en la OM anterior 37/2005. Esta OM 06/2015 es la que se está siguiendo actualmente para llevar a cabo el planeamiento militar que siempre es conjunto y se resuelve al más alto nivel entre el JEMAD, como responsable del planeamiento, el SEDEF, como responsable de los recursos financieros y materiales y el SUBDEF, como responsable de los recursos humanos mientras queda para los Jefes de Estado Mayor de los Ejércitos y de la Armada darse por enterados de las decisiones adoptadas o informar, en su caso, de acuerdo con lo dispuesto en el Real Decreto 872/2014 de 10 de octubre.

El planeamiento militar adquiere así una verticalidad que hace difícil de comprender
como, en nuestro caso la Armada, podrá incidir para que los obje- tivos de fuerza a obtener
sean los que se correspondan con su estrategia, aunque esta no esté formalmente escrita. Las
capacidades de la Armada son difíciles de adquirir y muy fáciles de perder como le puede suceder a
la guerra antisubmarina. Afortunadamente la configuración prevista que ha de tener la Fragata F-110
incluye un sonar de casco a proa y un sonar remolcado a popa que nos hace pensar que aunque la
fragata incluya capacidades de operar en el litoral y tierra adentro, según el pensamiento
estratégico en vigor, todo parece indicar que lo que verdaderamente se desea es una fragata F-110
multipropósito lo que se puede considerar un acierto habida cuenta de lo inestable de la
situación internacional por lo menos en las zonas que más nos pueden afectar.

Y esta es, brevemente, la realidad actual del planeamiento militar de la Defensa. Para
llevarlo a cabo el JEMAD necesita una estrategia militar que, si ha de ser conjunta como se
pretende, debe de incluir las aportaciones de los tres Jefes de Estado Mayor en forma de
estrategias particulares de los Ejércitos y de la Armada. Es fácil deducir que estas estrategias deben de incluir los objetivos de fuerza que cada ejército necesita obtener para llevarlas a cabo. Pero, según la
información disponible, el procedimiento que se está siguiendo no es exactamente así (7). El JEMAD,
a falta de una Revisión Estratégica de la Defensa (RED) debidamente actualizada, utiliza como
tal el concepto de empleo de las Fuerzas Armadas, CEFAS 2017 de 6 de marzo que no es verdaderamente una estrategia sino, como su propio nombre indica, es un concepto de empleo como lo es el concepto de las operaciones navales de la Armada, COPNAV 2015 de 23 de enero. Ambos documentos son muy buenos en su concepción y en su redacción pero no pueden considerarse en sí mismos sustitutos validos de una RED bien estudiada.

Por otro lado debemos de reconocer que incluir a los tres ejércitos en el mismo y único
procedimiento de planeamiento tiene una indudable eficacia política pero no tanta eficacia
militar por la sencilla razón de que no todas las operaciones pueden, ni deben, ser necesariamente
conjuntas para las cuales se debe de reservar la estrategia conjunta. Para el resto de las
operaciones a mí me parece que deben de tratarse con las estrategias particulares de cada ejército. Lo que ayer era litoral hoy puede ser oceánico, algo que solo se puede afrontar
con una «marina azul». Lo mismo para el ejército de tierra como para el ejército del aire.

Ahora bien, para llevar a cabo operaciones conjuntas parece necesario desarrollar un
pensamiento conjunto que alimente la correspondiente estrategia conjunta. Para lograrlo se podría
organizar un Foro de pensamiento con representantes de los tres ejércitos, análogo al que hoy se
reúne en la Escuela de Guerra Naval, que pueda alimentar, con el fundamento debido, la estrategia
militar cuya redacción el JEMAD tiene asignada y, a un más alto nivel, una nueva Revisión
Estratégica de la Defensa y una nueva Directiva de Defensa Nacional y consiguiente Directiva de
Política de Defensa.

Conclusiones

Parece que se necesita una actualización de la OM 06/2015 en el sentido de establecer una mayor
participación de los Jefes de Estado Mayor en su función de asesoramiento al JEMAD, cuando tenga lugar el Planeamiento militar de la Defensa.

Para poder ejercer este asesoramiento con el fundamento debido cada ejér- cito debe tener estudiada
y actualizada su propia estrategia particular aunque sea en documentación interna.

Conviene organizar un Foro de pensamiento conjunto que pueda actuar como fuente de
doctrina que el JEMAD pueda tener en cuenta en su importan- te función de llevar a cabo el
Planeamiento militar de la Defensa.

 

(1) TILL, Geoffrey: The Development of British Naval Thinking: Essays in Memory of
Bryan Ranft. 20 April 2006.

 

(2) CHOCANO HIGUERAS, Guadalupe: La Armada, Política Exterior y la prensa en el XIX.

«Evolución del pensamiento naval en Antonio Maura».

 

(3) LO 6/1980. Artículo once.

Uno. La Junta de Jefes de Estado Mayor es el órgano colegiado superior de la cadena de mando
militar de los tres Ejércitos, responsable de que los Ejércitos mantengan, en todo

 

(4) LODN 5/2005. Corresponde al JEMAD:

d) Proponer al Ministro de Defensa las capacidades militares para ejecutar las política militar

e) Elaborar y definir la estrategia militar

 

(5) DDN 1/2012. 4.1. Para racionalizar las estructuras que se relacionan con diferentes
aspectos de la seguridad nacional:

Se contribuirá a la revisión de la Estrategia Española se Seguridad. Se llevará a cabo una Revisión
Estratégica de la Defensa.

 

(6) FRANCO GARCÍA, Miguel Ángel. De las directivas de defensa nacional a la Estrategia de

Seguridad Marítima Nacional: Tendencia a la integración de capacidades.

 

(7) ARTEAGA MARTÍN, Félix y Fojón LAGOA, Enrique: El planeamiento de la política de
defensa y seguridad en España, Madrid, Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado,
2007. «La política fija los fines de la estrategia y le asigna los medios necesarios, pero se nece-
sita un proceso de planeamiento para evaluar el problema de defensa, definir los
objetivos estratégicos y ejecutar la estrategia».