El Comandante del E.A. Miguel Gonzalez Molina, publicó en la revista EJERCITO numero 970, correspondiente a los meses de enero-febrero de 2022, este articulo que expone el porqué de denominarse a la Escuela Militar de Paracaidismo del Ejército del Aire “MENDEZ PARADA”
EL ARTILLERO PARACAIDISTA: Méndez Parada, un nombre para una escuela
Si José Antonio fuera americano su historia, muy probablemente, sería mucho más conocida y se habría llevado a la pantalla. Pero no, era segoviano, artillero y de raíces militares. Fue el primer paracaidista en España y da nombre a la Escuela de todos los paracaidistas de las Fuerzas Armadas: La Escuela Militar de Paracaidismo Méndez Parada.
Su gesta de heroísmo está escrita en Segovia sobre una placa en la entrada de su domicilio natal, en la calle Judería Vieja, muy próxima a la catedral y contribuye a mantener viva su memoria. Se trata de una réplica de la original de 1930, ahora desaparecida, que ubicada en el mismo lugar, se inauguró el 5 de marzo de 2016. El evento lo organizó el Ayuntamiento de la ciudad y asistieron, además de numerosos familiares, el Director de la Escuela Militar de Paracaidismo y los Directores de la Academia de Artillería y del Archivo Militar. En referencia al capitán, la alcaldesa, Clara Luquero, indicó que “salvar una vida le costó la suya. No hay adjetivo para reconocer aquel que entrega su vida por otro, no existe”. Tampoco mayor contundencia para describir un hecho.
El accidente en Madrid
El viernes 7 de marzo de 1930, sobre las 9:30 h de la mañana, el capitán Méndez Parada y el soldado-mecánico Fortunato de la Fuente, de 23 años, se disponen a despegar en un avión Havilland de reconocimiento 9-93, para efectuar un vuelo de prueba. El aeroplano había sido traído recientemente desde Logroño a Cuatro Vientos. Hace poco, y con motivo de un accidente ocurrido en el Parque de la Escuadrilla Regional de Los Alcázares, el comandante Ricardo Bellod Keller, jefe del Parque, dio la orden de que los aparatos procedentes de fuera se probaran en vuelo. El capitán, como Jefe de Escuadrilla del Parque Regional de Cuatro Vientos, era uno de los encargados de esta misión y, atendiendo a la petición del soldado, le escogió como acompañante.
El aparato voló con normalidad por los alrededores del aeródromo durante un cuarto de hora. Hallándose a unos cuatrocientos o quinientos metros del aeródromo, y en las proximidades de Leganés, el capitán notó una grave avería en el avión. Viendo que el accidente era inevitable y temiendo por la vida del soldado que le acompañaba, le dijo que se lanzase en paracaídas. Éste, sorprendido por la orden, se precipitó al abrir el paracaídas y quedó enganchado en el tren de aterrizaje. Méndez Parada se dio cuenta de la situación y, temiendo por segunda vez por la vida del mecánico, maniobró hasta liberarlo. En ese momento, el piloto se quedó sin tiempo de usar su paracaídas y cayó en barrena, con tan mala suerte que quedó atrapado bajo los restos del avión, pereciendo abrasado bajo sus restos.
En las proximidades del lugar estaba el puesto de la Guardia Civil de las Piqueñas. Parece ser que toda la fuerza se encontraba en la puerta del cuartel poco después de las diez de la mañana, cuando advirtieron a alguna distancia un aeroplano que hacía maniobras irregulares, hasta el punto de que los guardias civiles hicieron comentarios sobre el aparato. De repente, vieron que éste se inclinaba, entraba en barrena y caía a gran velocidad. Los guardias civiles corrieron inmediatamente al lugar en el que había caído el avión, pero al llegar se encontraba envuelto en llamas. Para poder dominar el incendio recurrieron a la arena y de esta manera consiguieron sofocar las llamas y acercarse al armazón del aeroplano del cual pudieron extraer el cuerpo del capitán.
El soldado fue a caer en un tejado de una granja próxima al accidente, a unos setenta metros. Éste, que había sido víctima de un desvanecimiento, fue trasladado a una casa cercana donde pudieron hacerle reaccionar y acudir enseguida para saber de su jefe.
El propio Fortunato de la Fuente confirmaba y detallaba estos extremos en sus declaraciones en el periódico El Liberal del día siguiente:
“Fuimos al campo sobre las nueve y media, e inmediatamente se puso el aeroplano en marcha. Aunque, antes de despegar, me dijo el capitán:
-Coge estos dos paracaídas y échalos por si nos hacen falta.
Yo mismo cogí los paracaídas, los coloque en el avión y empezamos a volar. Dimos una vuelta para tomar altura, y altos ya tomamos dirección hacía Leganés, sin que advirtiéramos nada anormal. Llevaríamos un cuarto de hora en el aire, a unos mil metros de altura, cuando me dijo el capitán:
-Tírate que tenemos avería; vamos sin dirección.
Esta orden tan inesperada de mi jefe me produjo el espanto consiguiente. Cogí el paracaídas y una vez abierto me lancé al aire. Quedé prendido por el cuerpo en el tren de aterrizaje. ¡Qué angustia! Estuve así varios minutos y noté que el avión daba varias vueltas. Quedé en el aire pendiente del paracaídas, mientras el aparato entraba en barrena y caía vertiginosamente a tierra. Se incendió el motor a causa del topetazo. Yo caí sobre el tejado de un edificio de planta baja, y destrocé con el cuerpo algunas tejas. Ya en el suelo, haciendo un esfuerzo, al ver que ardía el aparato, acudí presuroso en auxilio de mi jefe, y en unión de las autoridades allí presentes echamos tierra para apagar el fuego.
Recuerdo que me dijo el capitán que se nos habían roto los mandos, lo que motivaba la falta de dirección. El aparato comenzaba a descender, entonces fue cuando oí funcionar a toda marcha el motor. Por este motivo dimos unas vueltas y yo me desprendí. Enseguida el avión entró en barrena”.
Las declaraciones que publicaba El Heraldo de Madrid el propio día 8 de marzo eran más lacónicas:
-Me dijo que me tirase, que se había roto no sé qué cosa, y que me tirase.
-¿Y usted?
-Abrí el paracaídas enseguida, me lancé al aire y pegué un trastazo contra la cola del aparato. Por eso me hice esto que no es nada.
-¿Usted vio al aparato bajar violentamente? ¿Se percató de la desgracia?
-No: yo no vi nada. Me sentí de pronto en el aire sin ver el avión, y luego, enseguida di con las piernas en el suelo.
José Antonio Méndez Parada
Las crónicas de la época le describen como” una persona de arrolladora simpatía, con un rostro vivo, expresivo, de fácil sonrisa; de voz bien timbrada y acentuada, flexible a todos los matices de la ternura, la emoción, la confidencia o el arrebato”. Dotado además de un gran talento para la aeronáutica y de gran iniciativa, como demostró en su breve pero intensa carrera militar, especialmente en lo concerniente al paracaidismo. De orígenes militares, también dos de sus hermanos son artilleros, Gonzalo y Pedro. La muerte le llegó muy joven, con 30 años, cuando apenas llevaba un año casado y estaba a la espera de ser padre. El comandante Gallarza, ayudante en aquel momento de Su Majestad El Rey y años más tarde Ministro del Aire, fue el encargado de transmitir la noticia a su viuda y familiares en su domicilio madrileño de la calle Serrano. Le enterraron en el cementerio de Carabanchel Bajo, acompañado de un numeroso cortejo fúnebre y del vuelo de aeroplanos, que arrojaron flores. Allí descansan otros tantos héroes militares. En Madrid también hay una pequeña plaza con su nombre, en Carabanchel.
Regresando al presente, hace unos días hablé con una chica, Lorena de la Fuente, a la cual le pedía una foto de su abuelo conocido en la zona de Palencia, y especialmente en su pueblo, “Barruelo de Santullán, como “El paracaídas”. Al despedirme le dije: “no olvides que estás en este mundo, entre otras circunstancias, gracias a un gesto de heroísmo y a un paracaídas”. Ella me asintió con la cabeza mientras esbozaba una sonrisa. La foto acompaña este texto y corresponde a Fortunato de la Fuente, el primer soldado español que salva la vida con un paracaídas en un accidente de aviación, en la mañana del viernes 7 de marzo de 1930. Un paracaídas y la indispensable ayuda del piloto, que sacrificó su vida por salvarle. Es la primera gran gesta de heroísmo del paracaidismo militar español. Aunque cuando él lo contaba en su pueblo, en 1930, la mayoría pensaban que era una “fantasmada”. Crescente Alonso, amigo de Fortunato, recientemente me decía: “a él yo le oía decir que gracias a un capitán que tuvo se salvo…nos sonaba a todos que nos estaba mintiendo. Por eso todo el mundo le llamaba el paracaídas”.
Fortunato quedó marcado de por vida. Tanto es así que tras licenciarse, en su pueblo regentó diversos locales a los que denominó “El Paracaídas”, haciendo pintar en las fachadas este útil artefacto y a su lado la conocida frase: “Si una vez me necesitas y no me tienes, nunca más volverás a necesitarme”.
Todos los paracaidistas, sean del Ejército que sean, han de “pasar” por la única Escuela y que ésta, a su vez, es la única Unidad del Ejército del Aire que adopta el nombre de una persona, publicado en el Boletín Oficial del Aire, 112 de 17 de septiembre de 1959. Casi 30 años después de su muerte, hecho que también me sorprendió enormemente y que no entendía muy bien hasta que, hurgando en los archivos del Servicio Histórico y Cultural del Ejército del Aire, descubrí la documentación de las diferentes gestiones llevadas a cabo por su hermano, el General de Ingenieros de Armamento del Ejército de Tierra, Don Pedro Méndez Parada, Director General de Industria y Material del Ejército con el Ministro del Aire, Don José Rodríguez y Díaz de Lecea, para que la Escuela Militar de Paracaidismo adoptará el nombre de Escuela Militar de Paracaidismo “Méndez Parada”, como reconocimiento a los hechos mencionados. La fecha concreta de la nueva denominación es el 16 de septiembre de 1959. Su hermano no le había olvidado.
Méndez Parada no sólo destaca por su heroísmo, fue también pionero y director del primer curso de paracaidismo militar español. De hecho, su afición grande le llevó al salto con paracaídas para arrumbar falsos prejuicios sobre la ineficacia del mismo. Y fue en noviembre de 1927 cuando realizo el curso, en el Aeródromo de Cuatro Vientos, con el modelo de paracaídas empleado por la aviación americana, automático, que se abre a voluntad del aviador tirando de una argolla (según la revista Aérea de diciembre de 1927). El objetivo estaba aún lejos de las actuales tácticas paracaidistas y su único fin era garantizar la vida del piloto en caso de que fallara el aparato.
Pero, ¿quién era Méndez Parada? Era un segoviano nacido el 14 de septiembre de 1899. De El 1 de mayo de 1916 ingresa como alumno en la Academia de Artillería. El 9 de julio de 1921 es nombrado teniente de artillería por promoción y el 9 de julio de 1926 capitán por antigüedad. En enero de 1925 obtuvo el nombramiento de piloto y desde ese momento ejerce funciones como tal.
Es condecorado en diferentes ocasiones:
- 1923 Medalla Militar de Marruecos con los pasadores de Melilla y Tetuán.
- 1923 Cruz del Mérito Militar con distintivo rojo.
- 1926 Cruz de la Orden Militar de María Cristina por los distinguidos servicios que prestó en nuestra zona de Protectorado de Marruecos por el lapso comprendido entre el día 1 de agosto de 1924 y el 1 de octubre de 1925.
- 1927 Cruz de la Orden Militar de María Cristina por los distinguidos servicios en nuestra zona del protectorado de Marruecos entre el 1 de octubre de 1925 y el 30 de septiembre de 1926.
Después de todo, quién hace mayor justicia al lema del Escuadrón de Zapadores Paracaidistas (EZAPAC), situado también en la misma Base Aérea de Alcantarilla: “Solo merece vivir quien por un noble ideal está dispuesto a morir”.
Fortunato De La Fuente
Parece que a veces los nombres son algo más que simples nombres, que esconden algo más, al menos eso parece en el caso de Fortunato de la Fuente. Fortunato, el hombre afortunado, el hombre que nunca olvidó su suerte y lo resumió todo en una única palabra, que encierra muchas otras cosas: “paracaídas”. Incluso ahora, tantos años después de su muerte, esa palabra nos lo recuerda y le vincula con la historia del paracaidismo en España, eso sí, de forma fortuita.
Fortunato tuvo un hijo llamado Carlos de la Fuente del Amo, nacido de su primera esposa, Senida del Amo Merino, que falleció. Se volvió a casar con Carmen Martín Bañes. Todo su tiempo lo tenia ocupado con los bares, cines y minas de carbón que regentaba; los tres bares se llamaban Paracaídas en Guardo, Cervera de Pisuerga y Barruelo de Santullán, al igual que la mina de carbón en Perapeetu (Palencia). También tuvo dos cines, uno en Cervera de Pisuerga llamado Capitol y otro en Barruelo de Santullán el cine Moderno.
Fortunato fue emprendedor, trabajador, noble, honrado y muy querido por sus amigos. Iba elegante, bien arreglado y, casi siempre, con traje y corbata negra. Le gustaba mucho montar en moto, pescar y criar animales domésticos en una pequeña finca. También era un gran jugador de mus y muy aficionado al mundo de los toros. De hecho, en julio de 1942, en el cartel anunciador de las Fiestas de Cervera en honor de la patrona, Nuestra Señora del Castillo, aparece “el paracaídas” como participante en una gran becerrada y como veterano en el arte taurómaco.
Una anécdota que da muestra de lo importantes que eran para Fortunato sus amigos es que en su cine en Cervera de Pisuerga, para su amigo Manolo Nestar, hizo una butaca doble, solamente para él, porque era muy grueso (160 kg).
Durante la Guerra Civil, curiosamente, otra anécdota le relaciona con el Ejército, aunque en esta ocasión los hechos no eran tan favorables para él. Se cuenta que una tarde, en plena Guerra Civil, paro un vehículo militar delante de la puerta de su bar en Guardo del que bajó un general. Éste pidió una cerveza y preguntó por el servicio. Fortunato, sin darse cuenta de su graduación, le contestó de mala gana: “¡A mear a la calle!” Conviene mencionar que en aquellos días disponer de aseos era algo al alcance de pocas personas. El general, enojado, le contestó: “Voy al frente a Asturias, si mañana por la mañana cuando regrese al frente de Aguilar no tiene usted un baño en este local, le fusilo aquí mismo” El general nunca regresó, pero el aseo estaba hecho, ya que Fortunato pasó toda la noche trabajando con un amigo albañil.
Falleció el 3 de Diciembre de 1974 en Barruelo de Santullán.
La placa de Segovia en 1930
Segovia, la ciudad que le vio nacer, en la calle Judería Vieja, muy próxima a la catedral, albergó una lápida en su homenaje que desapareció.
En escrito de fecha 6 de junio de 1930, el alcalde de la ciudad, José Carretero, propone a la Comisión Municipal Permanente que “la hazaña realizada por Méndez Parada en el cumplimiento de su deber, se perpetuase en una lápida costeada por el ayuntamiento, y que fuera colocada en la casa que ese bravo artillero y aviador nació, la cual sería inaugurada con la solemnidad que el caso requería”.
La Comisión Municipal Permanente de 18 de julio de 1930, resolvió aprobar unánimemente esta propuesta para su puesta en ejecución, notificando este acuerdo al padre del malogrado capitán de Artillería y heroico piloto aviador.
Recorte de prensa del Adelantado de Segovia en el que se informa del descubrimiento de una placa en memoria del capitán.
El padre de Méndez Parada agradeció en una sentida carta la comunicación del acuerdo adoptado por la Corporación segoviana “para honrar la memoria de su infortunado hijo, que sacrificó conscientemente una vida rodeada de felicidad en cumplimiento de su deber”.
Pozuelo de Alarcón, 12 de julio de 1930
Sr. D. José Carretero:
Mi muy querido amigo; recibo la comunicación que tiene la intención de mandarme en la que consta el acuerdo adoptado por esa corporación a propuesta de su digno Presidente para honrar la memoria de mi infortunado hijo que sacrificó conscientemente una vida rodeada de felicidad al cumplimiento de su deber, a mi dolor que hoy es tan agudo como el primer día y que durará lo que dure mi vida, le sirve de consuelo esta prueba de afecto y me liga aún más a esa ciudad donde he pasado lo mejor de mi vida y donde nacieron la mitad de mis hijos; hago presente a todos sus compañeros de trabajo mi gratitud y ofrecimiento de incondicional amistad y ud ya sabe de antiguo es suyo. Su buen amigo que lo es.
Pedro Méndez
El acto se celebró el 22 de octubre de 1930, descrito con gran detalle en la crónica del Adelantado de Segovia de ese día con el título: “SEGOVIA HONRA LA MEMORIA DEL AVIADOR SEÑOR MÉNDEZ PARADA”, en los siguientes términos: “Esta mañana se celebró el acto de descubrir la lápida que el excelentísimo Ayuntamiento de esta capital dedica al aviador militar, hijo de esta ciudad, el capitán de Artillería don José Méndez Parada, para perpetuar la gloriosa hazaña que realizó en 7 de marzo de este año, a consecuencia de la cual perdió la vida por salvar la de su compañero de vuelo.
El acuerdo de dedicar esta lápida al bravo aviador segoviano fue justamente elogiado por la opinión segoviana, ya que el mismo tiene como fin principal el de honrar la memoria de un heroico hijo de esta ciudad, procedente del Arma de Artillería, al que Segovia está unida por los vínculos de fraternal cariño.
La lápida es de mármol blanco y tiene grabada en alto relieve, sobre fondo dorado, la siguiente inscripción: “La ciudad de Segovia a su hijo ilustre nacido en esta casa, don José Méndez Parada, bravo aviador del Ejército Español, que en 7 de marzo de 1930 perdió gloriosamente su vida por salvar la de su compañero de vuelo”.