Diablos rojos sobre el río Yalú , fragmento del libro: “Cien gramos de vodka”

 Nuestro asociado Manuel Parrilla Gil, envía un fragmento de su libro  “Cien gramos de Vodka”, en el que se narran las jornadas previas al llamado por la USAF “Martes negro”, y que supuso la interrupción de los bombardeos diurnos sobre el río Yalú, en la guerra de Corea. Libro en el que mantiene su peculiar estilo narrativo que introduce al lector en la escena como ya hiciera con su anterior libro “Sol y moscas”.

 


El teniente Charles Hoggue es derribado por el capitán Pavel Milaushkin al sur del río Yalú. 1951.png

El presidente Harry Truman, y el secretario de defensa George Marshall, salieron de la sala de reuniones del Gabinete de Estado, y se dirigieron al despacho oval. El Jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Omar Bradley les esperaba en el antedespacho. Una hora antes había intervenido ante el presidente y su gabinete para informar de la situación en la guerra de Corea. Mientras caminaban hacía el despacho oval, el presidente y su secretario de defensa hablaban de la ofensiva que, al mando del general Matthew Ridgway, había conseguido recuperar Seúl, y que las fuerzas chino-coreanas se retiraran hacia el norte, dejando las cosas como quedaron al final de la segunda guerra mundial, cuando se decidió partir Corea por el paralelo 38. El presidente quería aprovechar la coyuntura para convencer a los chinos de que era mejor evitar una escalada, y que estaba dispuesto a frenar su ofensiva y comenzar una negociación para fijar la frontera como se había establecido en los acuerdos de postguerra.

El presidente Truman entró en el despacho oval seguido del general Marshall, y avisó para que hicieran pasar al general Bradley.

Omar ¿Ha dicho usted que los chinos están cruzando el río Yalú con ocho divisiones para iniciar una nueva ofensiva junto a las divisiones de refresco coreanas? -preguntó el presidente a Bradley.

Así es señor, están utilizando el ferrocarril para desplegarlas hasta Pyongyang – contestó Bradley.

Hay que evitar que esos refuerzos crucen el río Yalú, y que las fuerzas en retirada sean aprovisionadas -dijo el presidente Truman.

Señor presidente, creo que debemos iniciar una campaña de bombardeos para destruir las líneas férreas y los puentes sobre el Yalú -dijo Marshall.

Luz verde para eso, Omar -le dijo el presidente a Bradley – que los bombardeos comiencen mañana mismo.

Todo esta planeado, a falta de su orden señor -dijo Bradley.

Muy bien, pasemos ahora al asunto por el que les he convocado en mi despacho – el presidente hizo una pausa y saco una carta de una carpeta de su escritorio – Ayer llegó una carta del general MacArthur, aquí esta – Truman les pasó la carta a los dos generales – El gobernador de Japón y jefe de las fuerzas aliadas en Corea quiere abrir un segundo frente desembarcando en China con el ejercito de Chiang Kai-shek desde Formosa.

Es un movimiento muy peligroso, si Mao se entera de las intenciones de MacArthur convencerá a Stalin para que entre abiertamente en la guerra -dijo Marshall.

Exacto, una invasión de China sería la excusa perfecta para Stalin -dijo Truman – pero esto no es lo más grave, hace una semana propuso la utilización de armamento nuclear táctico al norte del río Yalú.

Eso provocaría una guerra nuclear con los sovieticos -dijo el general Omar Bradley.

MacArthur esta fuera de control, cree que es un procónsul, el emperador del lejano oriente – Truman, que era moderado por naturaleza se mostró alterado – pero es solo un general, a las ordenes del presidente. Sin tener poderes diplomáticos se ha reunido con Chiang Kai-shek en Formosa, y ha hecho graves declaraciones a la prensa, continuamente lo hace. Esta mañana los titulares dicen que MacArthur exige manos libres en la guerra de Corea.

Harry, si estas pensando en destituir a Douglas, creo que es lo que hay que hacer, tienes todo mi apoyo -dijo el general George Marshall utilizando el tono más informal.

La Junta de Jefes del Estado Mayor Conjunto también siente la necesidad de sustituir a MacArthur, esa es la verdad -dijo Bradley.

Muchas gracias, es un verdadero alivio. Vamos a mantenerlo en secreto mientras buscamos un sustituto, hagan una propuesta antes de la ultima hora de mañana por favor -dijo el presidente.

 

No había mucho que discutir, de hecho, tanto Marshall como Bradley, y el resto de los jefes del Estado Mayor Conjunto, tenían claro que el hombre que podía terminar la guerra era el mismo que estaba ganando la ofensiva en la “Operación Dauntless” y había conseguido retomar Seúl. El general Mathew Ridgway ya era jefe del octavo ejército desde diciembre, y sería nombrado gobernador de Japón, y por tanto, máximo responsable militar en extremo oriente. Al día siguiente ya tenían al general que sustituiría a Ridgway al frente del octavo ejército en Corea. El general James Van Fleet que en ese momento se encontraba tranquilamente disfrutando de unas vacaciones en Florida, y que no iba a ser informado hasta destituir a MacArthur.

Bradley llamó al general Stratemeyer a las tres de la tarde hora de Washington, eran las cinco de la mañana en Tokio y el general jefe de la Fuerza Aérea del Lejano Oriente estaba durmiendo. Una hora más tarde, las unidades de bombardeo de la Base Aérea de Kadena, en Okinawa, preparaban los B29 para un raid sobre los puentes del río Yalú. Las unidades de caza de la Base Aérea de Kimpo en Corea del Sur también fueron alertadas. Cuando el presidente Truman recibió la confirmación por parte de Bradley de que las operaciones de bombardeo sobre los puentes del río Yalú estaban en marcha eran las siete de la mañana, y Truman había madrugado y estaba con el Secretario de Estado, James Acheson, tomando un café.

 

MacArthur va a hacer ruido cuando sea destituido -dijo Acheson.

No lo dudo, pero le voy a destituir porque no respeta la autoridad del presidente – Truman tomó un trago de su café antes de continuar – No le voy a destituir por ser un entupido cabrón, aunque lo sea. No hay ninguna ley para encarcelar a los generales por ser entupidos cabrones, si la hubiera, más de la mitad estarían en prisión -Acheson soltó una carcajada.

Sabemos que es un cabrón, pero en parte lleva razón -dijo Acheson- los sovieticos son ahora nuestra mayor amenaza, y los chinos de Mao sus aliados. Tenemos que frenar sus deseos de expansión en Asia, hay que mantener la flota en el mar de la China, tendremos que armar a Chiang Kai-shek, y proteger a Japón y a Corea del Sur. Para eso hay que poner muchos millones en el Pentágono.

Es lo que estamos haciendo James, hemos duplicado el presupuesto de defensa para los próximos dos años – dijo Truman.

Esto es una guerra mundial, pero es una guerra fría, hay que ganarla pero tenemos que evitar que gente como MacArthur la conviertan en un holocausto nuclear – dijo Acheson.

¡Guerra Fría! Me gusta ese termino – dijo el presidente Truman.

 
 

A las ocho de la mañana de aquel 7 de abril de 1951, los dieciséis bombarderos B29 volaban a 9000 metros sobre la península de Corea, aproximándose al punto de encuentro con la escolta de cazas. Media hora después de que el general Omar Bradley colgara el teléfono con Stratemeyer, los B29 despegaban de Kadena. El avión lider inició un suave viraje a la izquierda sobre Suwon, a su derecha por debajo se fue acercando una nube de 48 cazas F84 Thunderjet que se colocaron en seis formaciones de ocho aviones por detrás de los bombarderos y unos mil metros por debajo. Desde la posición del artillero de cola, la imagen de una nube de cazas colocandose justo debajo de los bombarderos era impresionante. Quedaba poco menos de una hora para llegar al río Yalú, el puente de ferrocarril situado al norte de Sinuiju pronto aparecería a la vista de los bombarderos, justo al otro lado de la mira telescópica del sistema de puntería Norden. Una vez adquirido el objetivo, el piloto automático se encargaría de llevar el avión hasta el punto de lanzamiento y las bombas saldrían automáticamente de las bodegas.

El cabo Hood, sentado en su puesto de ametrallador de cola, pudo ver como uno de los Thunderjet se acercaba a una distancia de unos cien metros de su avión. Su B29 era el más retrasado de la última formación de bombarderos del 370 escuadrón de bombardeo. El F84 brillaba en el reflejo del sol de la mañana, en su morro los seis cañones de 12,7 mm, era un cazabombardero a reacción que además de su capacidad de combate podía utilizarse para apoyo a las tropas en tierra, armado con 32 cohetes y 1800 kg de bombas. También podía llevar una bomba nuclear táctica Mark7 de 760 kg, precisamente las que el general MacArthur había propuesto utilizar en la invasión de Manchuria con las fuerzas chinas de Chiang Kai-shek.

En Antung, la sirena de alerta sonó cuando faltaba un cuarto de hora para las nueve, el 176 GIAP (Regimiento de caza de la Guardia Republicana) fue activado al completo.

En la pista de Antung, Luis Lavín alineó con el primer escuadrón del 176, como punto del capitán Boris Chuikov, seguían al elemento formado por el capitán Suchkov y el teniente Fedorov. Los ocho aviones del primer escuadrón estuvieron en el aire a las 8:59, ocho minutos después del despegue de los seis MiG 15 del segundo escuadrón al mando del capitán Vas’ko que fueron los primeros. El tercer escuadrón con ocho aviones estaba mandado por el capitán Murashov.

Chuikov y Lavín ascendían en formación al norte del elemento formado por Suchkov y Fedorov, por delante, los otros cuatro aviones mandados por el comandante Sheberstov ya habían visto al enemigo, al sureste, y viraban directos. Era evidente que no podrían actuar como habían planeado. Era imposible ascender por encima de los B29 antes de que estos alcanzaran los objetivos del río Yalú.

Al sur del río, a unos diez kilómetros, Lavín pudo ver un gran combate de cazas, dos formaciones de Thunderjet habían enzarzado a los seis MiG del tercer escuadrón. Vas’ko trataba de quitárselos de encima coordinando maniobras verticales por elementos, subían y volvían a bajar sobre los F84, pero no conseguían derribar a ninguno, ni separarse de ellos, eran dieciséis contra seis, no iba a conseguir llegar a los bombarderos que se iban acercando al puente de Sinuiju.

El escuadrón de Murashov, con ocho aviones se alejó de los Thunderjet enzarzados con los hombres de Vas’ko y trató de subir por encima de los B29 al norte del Yalú pero sin alejarse mucho de Sinuiju. También fueron detectados y atacados por otras tres formaciones de Thunderjet, eran veinticuatro F84, era imposible evitarlos, aunque el teniente Obraztsov consiguió un rápido derribo de uno de ellos. Los hombres de Murashov y los de Vas’ko estaba enredados en dos pelotas de cazas, ocho contra veinticuatro y seis contra dieciséis. Pero gracias a eso, el primer escuadrón de Sheberstov pudo cruzar la barrera de cazas y acercarse a los bombarderos. Lavín abierto con Chuikov hacía el norte pudo ver las cuatro formaciones de bombarderos que volaban en caja desplazada con una separación de unos ochocientos metros entre formaciones. Las dos primeras formaciones estaban lanzando sus bombas, Lavín pudo ver las bodegas abiertas y una lluvia de bombas saliendo de las panzas de los bombarderos.

 

Atacamos a las dos formaciones que no han lanzado aún – dijo Sheberstov por la radio – nos quedamos con la tercera y vosotros atacar a la más retrasada.

Copiado -dijo Suchkov escuetamente.

 

Una de las formaciones de F84 que había terminado el combate contra los hombres de Vas’ko y la otra que estaba libre, acudieron al rescate de los bombarderos, pero era tarde. Los hombres de Sheberstov ya estaban por encima de los bombarderos y con una importante ventaja en velocidad.

Cazas subiendo desde el sur – cantó Lavín por la radio.

Nos quedamos arriba – dijo Chuikov, que sabía que debían dar cobertura a Sheberstov y Suchkov en ese momento para que no fueran molestados.

Claramente, los bombarderos de la tercera caja habían desconectado el piloto automático y trataban de defenderse del ataque ruso. Suchkov consiguió atacar al lider de la tercera caja, alcanzando el fuselaje con varios impactos. El bombardero se incendió y comenzó un fuerte picado rompiendo la formación. En el primer elemento del primer escuadrón, el capitán Subbotin junto a su punto, Pavel Milaushkin atacaron a la otra formación, sus artilleros no dispararon en la primera pasada, probablemente no esperaban el ataque. Ambos alcanzaron al punto derecho, Milaushkin daño seriamente el encastre del ala derecha y los dos motores del lado derecho estaban en llamas:

Rompe fuerte a la derecha -dijo Subbotin, al ver que Milaushkin, a más de 900 km/h se iba a comer el bombardero.

 

Los dos aviones rompieron y volvieron para atacar a los otros tres bombarderos, pero esta vez el fuego de defensa de los bombarderos era muy intenso, y rompieron el ataque para volver.

Mientras tanto, Chuikov y Lavín atacaban una formación de Thunderjets que trataban de entorpecer los ataques de Sheberstov y Suchkov. Los cazas trataban de esquivarlos pero no conseguían evitar que Subbotin y Milaushkin volvieran a atacar.

Esta vez Subbotin atacó al líder, y Milaushkin al punto derecho. El fuego de los artilleros no era tan intenso esta vez. Milaushkin comprobó como sus impactos alcanzaban el ala derecha y los dos motores del lado derecho del B29, entrando desde arriba sin cortar motor, la velocidad de acercamiento era excesiva. Para evitar la colisión con el bombardero, Milaushkin cedió palanca, el MiG quedó en ingravidez, los g’s negativos dejaron flotando en la cabina un bolígrafo, y un manual de emergencias. Estaba a siete mil metros de altitud. Pasó por debajo del B29 y una vez sobrepasado inició un fuerte viraje en ascenso, había perdido contacto visual con Subbotin, que había abandonado el combate en un fuerte picado seguido de Lavín y Chuikov. Milaushkin había quedado aislado, con un agujero en la cúpula, su cabina se había despresurizado, aunque no tenía problema de mandos. Intentó atacar el B29 que aún no había recibido impactos, pero ya no tenía munición. Volvió a la base de Antung, parecía que los daños eran algo más que un impacto en la cúpula. El tren de aterrizaje no salía, activó el sistema de emergencia y pudo aterrizar sin problemas.

Un escuadrón del 196 IAP al mando del capitán Antipov, con seis MiG 15, despegó para cubrir la vuelta de sus compañeros del 176 GIAP. Intentaron llegar a los B29 de las primeras formaciones, pero fueron interceptados por los F84. En el combate, fue derribado el teniente Andrushko, que se lanzo en paracaídas y llegó a Antung a las dos horas.

Una vez en tierra, el coronel Kozhedub les convocó para un análisis exhaustivo de la misión. Supieron que habían derribado dos B29, uno el capitán Suchkov y el otro, el capitán Subbotin. De este último, recibieron noticias de que cinco tripulantes que se habían lanzado cayeron prisioneros de una unidad norcoreana. En total, fueron derribados dos B29, y otros dos fueron seriamente dañados, aterrizando de emergencia en Okinawa y siendo dados de baja de forma permanente. Dos formaciones de B29 pudieron atacar el puente de Sinuiju, que fue destruido parcialmente en la parte china, y reparado en tres días, al cabo de los cuales se recuperó el trafico ferroviario entre China y Corea del Norte.

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Fuente:

https://www.solymoscas.com/post/diablos-rojos-sobre-el-r%C3%ADo-yal%C3%BA?postId=81028dda-b620-4b97-94d0-9e7d6fa9fc4a&utm_campaign=3ca3fedf-210c-4602-a595-54fc2ecd8d1e&utm_source=so&utm_medium=mail&utm_content=0a6be866-4850-4f4d-b27c-37ac97855300&cid=a21c32cd-bad5-4a72-a14f-22d81bfe7010