¿Cómo modernizar la OTAN? General Argumosa Pila

El digital La Critica publica sate articulo, de gran interes de cara a la reunion de lideres que tendra lugar en La Haya, los dias2  25 del corriente mes de junio del  Vicepresidente 2º de AEME, General de Division del ET, r Jesus Argumosa Pila.

 

¿Cómo modernizar la OTAN?

 

El actual panorama geopolítico internacional se caracteriza por la incertidumbre, la complejidad y la falta de seguridad, con un desorden general que puede desembocar en un mundo cada vez más conflictivo. Existe una gran competencia geoestratégica entre los superpoderes, las grandes potencias y las potencias emergentes cuando están estableciendo normas regionales en sus zonas de influencia, que vuelven a brotar después de haber decaído sustancialmente, originando muchas dificultades para implantar un mundo ordenado donde se respeten los principios y valores universales que sean aceptados por toda la comunidad internacional.
      Sistema de misiles Patriot en unos ejercicios militares de la OTAN.                                            (Foto: https://es.euronews.com/).

A nadie se le escapa que la Cumbre de la OTAN que se va a celebrar los días 24 y 25 de junio va a tener una gran trascendencia en el futuro de la Alianza, en la seguridad europea y en el nuevo orden mundial que se avecina. Frente a la amenaza de Rusia, la guerra en Ucrania, en Gaza y entre Israel e Irán, a lo que se añade el actual ataque de Estados Unidos a Irán, por decir solo los aspectos que más aparecen en los medios de comunicación, la OTAN debe modernizarse y tomar las medidas adecuadas para que la comunidad euroatlántica, compuesta por un millar de millones de personas esté defendida y garantizada su seguridad, de forma sólida y contundente.

En el clima bélico y de inseguridad que se respira en Europa, la Alianza tiene como mínimo, los tres (3) principales objetivos que debe conseguir si realmente quiere tener un futuro brillante en el entorno estratégico de seguridad que está afectando poderosamente a la comunidad occidental. Son los relacionados a continuación.

El primero es el gasto de defensa en el 5% del PIB. Estados Unidos parte de la premisa de exigir que los aliados asuman un compromiso firme del 5% del PIB, desglosado en 3,5% para gasto militar puro, directo, y 1,5% para capacidades relacionadas con la defensa como pueden ser infraestructuras, ciberseguridad, industria de defensa o ayuda a Ucrania. De hecho, hay un consenso casi total en llegar a esa cifra, aunque algunos países como España y Eslovaquia mantienen una posición negativa. El calendario varía entre alcanzarlo en el 2032 o en el 2035.

Alcanzar este objetivo es uno de los que más tensión va a crear en la Cumbre de La Haya. Todos sabemos que el dinero no es el único elemento que indica la participación de un aliado en la OTAN. Como se indica más abajo, hay varios elementos o aspectos que se debieran tener en cuenta a la hora de valorar el esfuerzo que desarrolla un aliado en la Alianza, aunque sin duda es uno de los más significativos. Por ello, es preciso valorarlo en el entorno estratégico de seguridad euroatlántico.

El segundo objetivo consiste en el fortalecimiento de capacidades y producción militar. La Cumbre debería aprobar una hoja de ruta para reforzar las capacidades militares y la industria de defensa europea, con mecanismos de cooperación transatlántica y contratos conjuntos. Se tiene previsto presentar un “Defence Production Action Plan” para impulsar la producción de armamento en previsión de conflictos de alta intensidad.

En este desafío se debe potenciar la inversión en capacidades de vanguardia e interoperables desarrollando un flexible, adaptable y creciente instrumento multinacional llamado Proyectos de Alta Visibilidad, coordinado e integrado, que recoja una o más prioridades fundamentales del planeamiento de defensa de la OTAN. Pero lo más relevante de estas inversiones y proyectos es que deben centrarse en aquellos que sean para disuadir a Rusia que es la principal amenaza en la actualidad.

El tercer objetivo pretende lograr la unidad en torno al apoyo sin límites a Ucrania y la disuasión frente a Rusia. Aunque se discutirá el apoyo militar y financiero a Ucrania, las expectativas de una oferta formal de adhesión a la OTAN son bajas, especialmente con la llegada de Trump y la postura reservada de Estados Unidos y Lituania. Para Rutte, la entrada de Ucrania en la Alianza no es ahora una prioridad. Se contempla reforzar las defensas híbridas y fortalecer las medidas contra la desinformación, especialmente en Europa del Este.

La unidad de los aliados es uno de los resultados más importantes que se deben alcanzar en la Cumbre a la que todavía no es seguro que acuda el presidente ucraniano Vlodimir Zelenski. Lo que si es cierto es que hay dos posturas tanto hacia el apoyo político y militar aliado a Ucrania como a la postura en relación con Rusia. Por un lado, se halla la posición todos los aliados europeos – excepto Hungría y Eslovaquia -, además de Canadá, apoyando claramente a Ucrania y, por otro, la actitud de Estados Unidos de no apoyar a Ucrania ni política ni militarmente desde que Donald Trump, se hizo cargo de la presidencia de Estados Unidos.

Con referencia a la disuasión a mantener con Rusia, es otro asunto complicado ya que Trump está negociando directamente con Rusia un posible alto el fuego en la guerra en Ucrania, ninguneando al resto de aliados, a la Unión Europea y al propio Zelenski. En este asunto la OTAN corre el riesgo de cuestionar el vínculo transatlántico, la base y fundamento de la Alianza Atlántica, que está pasando por una situación extremadamente compleja y difícil. Mientras la UE sigue aumentando las sanciones a Rusia, Estados Unidos adopta una actitud sorprendentemente pasiva.

A la hora de valorar la aportación de los diferentes aliados a la OTAN, se evalúan cuatro importantes elementos medulares. En primer lugar, cuanto dinero debe ser gastado. En segundo lugar, en qué tipo de capacidades se gasta. En tercer lugar, el grado de compromiso en el cumplimiento de misiones. Por último, el elemento intangible de la voluntad y credibilidad del aliado, algunas veces adjetivado con la solidaridad y la lealtad. Un análisis objetivo del conjunto de estos cuatro elementos proporciona una valoración ajustada y equilibrada de la participación de un país en la OTAN.

El teatro de la guerra en el que se está operando en la guerra en Ucrania, nos indica los grandes movimientos de tropas que exige una guerra de alta intensidad a la que tenga que hacer frente la Alianza al objeto de defender el territorio euroatlántico contra la amenaza rusa. Estamos hablando de disponer de una Fuerza de Respuesta Rápida cercana a los 100.000 efectivos que sea capaz de desplegar en menos de 10 días, así como de una Fuerza de Respuesta de la OTAN de unos 300.000 efectivos que pueda estar desplegada en unos 30 días.

Se entiende que estas fuerzas deben ser integradas, centradas en las amenazas y con una adaptación y disponibilidad permanente para el combate en los dominios terrestre, marítimo, aéreo, espacial y cognitivo. Es decir, tienen que estar preparadas para realizar operaciones multidominio para lo que no solo deben disponer de las imprescindibles tecnologías disruptivas más avanzadas como inteligencia artificial o la computación cuántica sino también de las actuales más sólidas, eficientes y resolutivas.

Con la consecución de los objetivos señalados y teniendo en cuenta las consideraciones expuestas, la OTAN se modernizará y se hará más operativa sellando el compromiso del 5% del gasto de defensa, muy probablemente alargando los plazos, en su caso, consolidando los planes para reforzar y fortalecer la industria militar, reafirmando el apoyo a Ucrania, integrando y adaptando las fuerzas aliadas a los nuevos tiempos de las operaciones multidominio. No se espera ni el abandono de la OTAN por parte de Estados Unidos ni el bloqueo de España.

Con independencia de la imprevisible intervención de Trump, el éxito de la Cumbre dependerá del equilibrio entre el aumento de gasto de defensa, la cohesión interna materializada en el reforzamiento del vínculo transatlántico y la capacidad de responder eficientemente al nuevo contexto geopolítico, fundamentalmente a la guerra en Ucrania, a la acertada disuasión y defensa con Rusia y al cambio del rol de Estados Unidos, incluido el reciente ataque a Irán.

 

GD (R) Jesús Argumosa Pila
Asociación Española de Militares Escritores
Director de la Catedra de Estudios Estratégicos del Instituto Europeo de Estudios Internacionales (IEEI)