CICLO AEME II/2025: EL SALAFISMO YIHADISTA EN EL SAHEL
CAUSAS DE LA SALIDA DE OCCIDENTE DEL SAHEL.

Durante esta última década, el Sahel, esa franja árida que se extiende desde Mauritania hasta Sudán, se ha convertido en uno de los escenarios más complejos y estratégicamente importantes del planeta. Conflictos armados, crisis humanitarias, golpes de Estado y la expansión del yihadismo han atraído durante años la atención de potencias occidentales, en especial Francia, y Estados Unidos y otros países de la Unión Europea. Sin embargo, en los últimos años, el proceso parece haberse invertido: Occidente se está retirando. Bases militares cerradas, cooperación suspendida y una pérdida visible de influencia marcan una transformación profunda. Pero ¿por qué Occidente está abandonando el Sahel?.
Las causas parecen múltiples, y se enredan entre si factores políticos, estratégicos, sociales y geopolíticos.
1.El desgaste de la intervención militar
El primer motivo es el agotamiento de la estrategia militar occidental. Francia, principal actor extranjero en la región, desplegó desde 2013 la Operación Serval (en Mali) y posteriormente Barkhane, con hasta 5.000 soldados. El objetivo inicial era frenar el avance de grupos yihadistas hacia Bamako. Sin embargo, con el paso de los años, el conflicto se expandió. Lejos de estabilizarse, el Sahel se fragmentó aún más: Burkina Faso, Níger y Chad se convirtieron también en escenarios de violencia.
Las fuerzas occidentales quedaron atrapadas en una guerra sin final claro, donde los avances militares no se traducían en seguridad duradera. La percepción local era que las tropas extranjeras no lograban resultados tangibles, y en algunos casos, que su presencia agravaba las tensiones internas. La muerte de soldados franceses y el alto costo económico alimentaron el cansancio político en París. Emmanuel Macron anunció oficialmente el fin de la Operación Barkhane en 2022, marcando el inicio de la retirada progresiva del dispositivo militar francés.
2.La oleada de golpes de Estado y el auge del sentimiento antioccidental
La retirada occidental coincide con una oleada de golpes de Estado en Mali (2020 y 2021), Burkina Faso (2022) y Níger (2023). En todos los casos, los nuevos gobiernos militares expresaron abiertamente su rechazo a la influencia de Francia y, en menor medida, de Estados Unidos. Estos regímenes, encabezados por juntas nacionalistas, capitalizaron un sentimiento popular creciente: la desconfianza hacia Occidente.
Durante años, muchos ciudadanos del Sahel percibieron la cooperación militar y económica francesa como una forma de neocolonialismo. La frustración por la falta de desarrollo, la corrupción de las élites locales y la persistencia del terrorismo alimentaron la narrativa de que la presencia occidental era parte del problema, no la solución. Las redes sociales amplificaron estos mensajes, a menudo impulsados por campañas de desinformación procedentes de actores externos, especialmente Rusia.
3.La entrada de nuevos actores: Rusia y el grupo Wagner
El vacío dejado por Occidente fue rápidamente aprovechado por Rusia, que vio en el Sahel una oportunidad para expandir su influencia en África y desafiar la hegemonía occidental. A través del grupo Wagner, empresa militar privada vinculada al Kremlin, Moscú ofreció a los gobiernos militares del Sahel apoyo en seguridad sin condiciones políticas.
A diferencia de las misiones occidentales, las fuerzas rusas no exigen compromisos en materia de derechos humanos o gobernanza democrática. Su discurso, centrado en la “soberanía africana”, encontró eco entre las nuevas élites militares. En Mali, los mercenarios de Wagner sustituyeron a las tropas francesas y participaron en operaciones conjuntas contra grupos yihadistas. Sin embargo, informes de organizaciones internacionales han documentado abusos graves contra civiles, lo que plantea dudas sobre la sostenibilidad del modelo ruso.
Rusia también ha desplegado una ofensiva diplomática y mediática. En 2023, el ministro Serguéi Lavrov realizó giras por Mali, Burkina Faso y Níger, presentando a su país como un socio “desinteresado” frente a la “arrogancia colonial” de Occidente. Este discurso ha calado entre sectores amplios de la población.
4.Fracaso del modelo occidental de cooperación.
Occidente no solo perdió terreno militar y político, sino también credibilidad como socio de desarrollo. Desde los años 2000, miles de millones de euros fueron destinados a programas de ayuda humanitaria, educación o gobernanza en el Sahel. Sin embargo, los resultados han sido limitados. La región sigue concentrando algunos de los peores indicadores de pobreza y desarrollo humano del planeta.
La ayuda internacional se vio atrapada en una red de burocracia, corrupción y dependencia. Además, muchos proyectos se diseñaron desde despachos europeos sin adaptación real a las condiciones locales. La población, que esperaba mejoras concretas en su vida cotidiana, percibió la cooperación como una herramienta más del control occidental.
Por otro lado, la insistencia europea en condicionar la ayuda al respeto de los derechos humanos o la democracia fue interpretada por los regímenes militares como una injerencia política. Rusia y, más recientemente, China ofrecieron alternativas sin esas exigencias, ganando terreno en el ámbito diplomático y económico.
5.El contexto global: Ucrania, Oriente Medio y la pérdida de prioridad estratégica
Otro factor crucial es que el Sahel ha dejado de ser una prioridad estratégica para Occidente. Desde 2022, con la invasión rusa de Ucrania, la atención y los recursos europeos se han concentrado en el flanco oriental del continente. La competencia geopolítica con Rusia y China en Europa y Asia ha desplazado a África del centro de las preocupaciones de seguridad.
Estados Unidos, por su parte, ha reorientado su política exterior hacia el Indo-Pacífico, buscando contener a China. La consecuencia es un repliegue general de medios diplomáticos y militares en el continente africano. Incluso las misiones europeas, como la EUTM Mali o la MINUSMA (de la ONU, con fuerte participación occidental), se redujeron o finalizaron.
En resumen, el Sahel ya no figura entre las “prioridades vitales” de Occidente, lo que ha facilitado la retirada tanto por razones tácticas como presupuestarias
6.Factores internos africanos: soberanía y nuevas alianzas
El proceso también refleja un cambio profundo en la política africana. Muchos países del continente buscan redefinir su papel internacional y liberarse de la dependencia de las antiguas potencias coloniales. Los gobiernos del Sahel, aunque autoritarios, se presentan como defensores de la soberanía africana frente a las imposiciones extranjeras.
Estos Estados están construyendo alianzas regionales alternativas, como la Alianza de Estados del Sahel (AES) formada por Mali, Burkina Faso y Níger en 2023. Esta unión pretende coordinar la defensa común, la cooperación económica y la política exterior independiente de Occidente. Paralelamente, estos países intensifican sus lazos con Rusia, Turquía, Irán o los Emiratos Árabes, diversificando sus socios estratégicos.
7.Consecuencias de la retirada occidental
La salida de Occidente del Sahel no es solo un cambio geopolítico, sino también una apuesta arriesgada. A corto plazo, la retirada ha debilitado la capacidad de respuesta frente al terrorismo yihadista, que sigue activo en amplias zonas rurales. La ausencia de fuerzas entrenadas y recursos aéreos occidentales ha permitido a grupos como Jama’at Nusrat al-Islam wal-Muslimin (JNIM) o el Estado Islámico en el Gran Sáhara expandirse hacia el sur, amenazando incluso a los países costeros del Golfo de Guinea.
Además, la presencia de mercenarios rusos y el cierre de medios independientes en los países del Sahel indican un deterioro de las libertades civiles. El declive del modelo democrático occidental deja espacio a regímenes militares con escasa rendición de cuentas.
A largo plazo, Europa enfrenta también un impacto indirecto: el riesgo de nuevas oleadas migratorias, el aumento del tráfico de armas y la pérdida de influencia en una región que históricamente servía de “frontera de seguridad” frente al Mediterráneo.
Conclusión
Un cambio de era en el Sahel La salida de Occidente del Sahel no es fruto de una decisión repentina, sino el resultado acumulado de errores estratégicos, fatiga política y el ascenso de nuevas potencias. El fracaso de las intervenciones militares, la incapacidad de transformar la cooperación en desarrollo real y la falta de sensibilidad hacia las aspiraciones soberanas africanas crearon un terreno fértil para la expulsión simbólica de Occidente.
Hoy, el Sahel se convierte en un laboratorio de la nueva geopolítica mundial: un espacio donde las potencias tradicionales pierden influencia y actores emergentes ganan terreno bajo el discurso de la independencia y la soberanía. Sin embargo, si la historia enseña algo, es que la retirada no equivale a olvido: la inestabilidad del Sahel seguirá afectando al resto del mundo, y el papel de Occidente, aunque transformado no ha desaparecido por completo.
Juan J. Pérez Piqueras, coronel E.T (Retirado), Miembro de la Tertulia Cívico-Militar “Carlos Ramos Aspiroz ” y de la Asociación Española de Militares Escritores. Exconsejero en la Embajada de España en Argelia 2007-2009.
