CARTA ABIERTA AL CC(r) FERNANDO NOVOA SANJURJO

Nuestro asociado el capitán de Corbeta Novoa Sanjurjo,  ha sido Director Tecnico del Servicio de Salvamento Marítimo de la Junta de Galicia, Piloto Naval de Helicópteros,  Director de “Consultores Aeromarítimos”, colabora con el Foro de Pensamiento Naval.

 

El pasado mes  de abril, publicó en la pagina web de AEME, un articulo titulado “Por un cambio de paradigma en la Defensa Nacional”, que fue difundido en algunos digitales y revistas. En el articulo propugnaba “un cambio de modelo que nos permita mejorar la eficacia y eficiencia de nuestro sistema de defensa, corrigiendo al menos las tres anomalías históricas que les voy a describir…”. Se lamentaba de la poca atención que que se dedica a la mar, pese a la condición marítima de España; al desfase con la Armada en el reparto de los Presupuestos de Defensa, reivindicando una Aviación Naval; y comentaba la dispersión de servicios y organismos que se dedican a la llamada “Acción del Estado en la mar”, que se resolvería con un Servicio de Guardacostas.

 

El articulo puede leerse en este enlace:

AEME PAA 1S/23: “POR UN CAMBIO DE PARADIGMA EN LA DEFENSA NACIONAL” (militaresescritores.es)

Nuestro asociado el Teniente General  Luis Feliu Ortega, con una larga experiencia en multitud de destinos en el ambito militar y diplomático  publica la siguiente “Carta Abierta”, en relacion con los temas que figuran en el articulo del CC. Novoa.

 

CARTA ABIERTA AL CC(r) FERNANDO NOVOA SANJURJO

 

Mi querido amigo y compañero:

Acabo de leer con atención e interés tu artículo “Por un Cambio de Paradigma en la Defensa Nacional”, publicado en el número 129 de la revista Militares y me vas a permitir que te haga unos pocos comentarios sobre el mismo, fruto en gran manera de mi larga vida militar y mi afición a la Historia. Con ello no pretendo contradecirte sino aportar alguna idea más, desde otro punto de vista, sin por ello considerarme en posesión de la verdad.

En primer lugar, estoy totalmente de acuerdo en la primera parte del artículo. Efectivamente debemos tener unas Fuerzas Armadas que nos permitan, en unión con el resto de las instituciones y medios del Estado, disuadir y, llegado el caso, hacer frente a cualquier amenaza  a nuestra Seguridad Nacional y la de nuestros aliados y especialmente a las amenazas militares. Así pues, deben estar en todo momento preparadas para todo tipo de guerra y venga la amenaza de donde venga.

Lo que ya no estoy tan de acuerdo es en que haya que “cambiar el paradigma de la Defensa”. Comprendo tu amor por la Armada y tu corporativismo, que te honran, pero no comparto las razones que te llevan a expresarte así.

En primer lugar, admito que España ha tenido siempre una “mentalidad continental” como dice el almirante Eliseo Álvarez Arenas, “ignorando al mar o sin concederle con acierto la atención que merece” pero esto último, que me parece excesivamente riguroso, no ha sido, a mi modo de ver, por dejadez o incompetencia sino por necesidades estratégicas e históricas.

Durante los ocho siglos que duró nuestra Reconquista, la amenaza de los reinos hispánicos estaba en tierra, había que expulsar a los árabes de nuestro suelo. Sus recursos, su expansión, estaban en tierra, no en el mar. Solamente cuando acaban la Reconquista, se deciden los reinos cristianos a buscarlos allende los mares, como le ocurrió a Portugal con su rey Enrique el Navegante y a Aragón con Jaime I, mientras Castilla concentraba todavía sus recursos en finalizarla y asegurar la unidad territorial.

Es verdad que nuestras costas sufrían ataques de corsarios de varias procedencias pero, en lugar de ir a combatirlos en el mar, lo que se hacía es defenderse con fortificaciones, lo cual le resultaba más eficiente. Así podemos ver cómo nuestros principales puertos eran fluviales o estaban en las rías y si no, los pueblos estaban hacia el interior, donde se refugiaban los habitantes, al amparo de las fortificaciones, alertados por las atalayas y torres de vigilancia.

En resumen, lo que se necesitaban eran guerreros, no marinos, los problemas principales estaban en nuestro propio suelo, no fuera. Los recursos disponibles se dedicaban a lo que era prioritario, la Reconquista.

En el siglo XVI, nuestros reyes, tanto  Carlos I como Felipe II, deben concentrarse en mantener las posesiones en Europa y las amenazas principales son continentales, no marítimas. Deben mantener su dominio en el continente pero, no por mentalidad sino por necesidad. A pesar del descubrimiento y conquista de América, nuestra Marina se dedica principalmente al transporte de tropas y mercaderías pero no al dominio del mar que no se considera necesario o preferente. Lepanto es, en cierto modo, una excepción, además, el combate se llevaba a cabo todavía por las tropas embarcadas en las galeras, no por los marinos. Esto quizás también influyó en que España no se dedicara a construir y preparar buques de guerra y a  marinos capaces de combatir en la mar. Así ocurre el desastre de la Gran Armada que acaba con cualquier idea de ejercer acciones  desde el mar hacia tierra, si no se es capaz de combatir con éxito en él.

En los siglos XVII y XVIII, España sigue, tanto en Europa como en América, teniendo que defender inmensos territorios y por lo tanto, que hacer frente a riesgos y amenazas terrestres y, sólo secundariamente, a los  ataques provenientes del mar. Por eso, en lugar de desarrollar una marina capaz de hacer frente a la inglesa que entonces dominaba los mares, se decide por seguir adoptando medidas defensivas. Nuestras costas y las de nuestras posesiones se fortifican y hacen frente eficazmente  a los ataques de los buques ingleses y a sus fuerzas de desembarco, a los que derrotan en casi todas las ocasiones. No olvidemos que allí infringimos las principales y únicas derrotas importantes a los ingleses, como fue Tenerife, donde Nelson perdió un brazo y Cartagena de Indias, donde la formidable escuadra inglesa, al mando del almirante Vernon, tuvo que retirarse con grandes pérdidas. En el mar, España es maestra en construcciones navales como los galeones, que no sólo son buques de transporte sino que pueden resistir y defenderse de ataques navales enemigos. Pero no tenemos barcos de guerra tan ágiles y maniobrables como los ingleses. Simplemente porque no se sintió esa necesidad como preferente.

Mientras tanto, Inglaterra tiene una estrategia distinta. No tiene importantes amenazas a sus territorios desde tierra. En cambio debe proteger su comercio  y sus establecimientos a lo largo de los cinco continentes. Por eso piensa que su mejor defensa, incluso la costera, son sus navíos y por eso busca derrotar a los buques enemigos en los mares que domina. Así concede patentes de corso para que ataquen a los mercantes y puertos españoles para arrebatarles los tesoros que transportan y busca mantener el dominio naval destruyendo a las flotas franco españolas en los combates del cabo San Vicente y  Trafalgar. Pero en tierra es casi siempre derrotada. Son dos concepciones estratégicas distintas. Fruto de geopolíticas distintas.

Así llegamos al final del siglo XIX en el que una vez más, sufrimos en Cuba y Filipinas dos derrotas navales que provocan la pérdida de nuestras últimas posesiones de ultramar. De esto se han escrito chorros de tinta que no voy a repetir aquí pero que demuestran que aunque hemos tenido en nuestra Marina de Guerra, magníficas y heroicas individualidades nunca hemos sabido o podido emplearla adecuadamente.

En resumen, mi opinión es que probablemente, por razones históricas, nuestra España tuvo que basar su Defensa en las fuerzas terrestres y aunque tengamos más siete mil kilómetros de costa y que el ochenta por ciento de nuestro comercio se realice por mar, no ha sido, salvo honrosas excepciones, tradicionalmente tierra de marinos. Nuestros aventureros eran mayormente gente de tierra y no de mar. Iban a buscar la fortuna en la tierra, no comerciando ni tampoco saqueando los buques y puertos enemigos.

Dicho esto, querría hablar del reparto del presupuesto. No sé de dónde proceden los datos del coronel López Díaz en que te basas. Desde luego no coinciden con los que yo trabajé en 1997 y 98 en que  fui Segundo JEME pero, en cualquier caso, lo que estoy, como ya lo estaba entonces, es en total desacuerdo con que el presupuesto de las Fuerzas Armadas se distribuya mediante coeficientes o percentiles. Esto no es una lonja o un centro de contratación.

La Defensa militar de España que es la misión fundamental de las FAS se debe articular teniendo en cuenta los  riesgos y amenazas y las obligaciones con nuestros aliados, tal como dijimos al principio de esta carta. Como consecuencia de ello, se definirán, por parte del JEMAD los objetivos estratégicos militares y para cumplirlos se decidirán las capacidades terrestres, aéreas y navales necesarias que deben dar origen a las oportunas asignaciones financieras a los ejércitos y armada. Como no suele haber suficientes recursos para cubrir todas las necesidades, habrá que establecer prioridades según las necesidades estratégicas del momento pero nunca por percentiles.

Actualmente, creo sinceramente que los tres componentes de las FAS, tenemos grandes carencias para lograr las capacidades que nos demandan y ello nos induce a pensar que esto nos ocurre más en el ejército o armada desde la que lo consideramos. Tampoco creo que esto sea así desde 1939. En ese año y posteriores, ante el peligro de invasiones, tuvimos que concentrarnos en fortificar la frontera pirenaica y los puntos más débiles de nuestras costas y por eso, hubo que mantener un importante Ejército de Tierra que probablemente se llevó la mayor parte del presupuesto. Sin embargo, en los tratados con Estados Unidos de 1951 y posteriores, los grandes beneficiados fueron la Armada y el Ejército del Aire y cuando entramos en OTAN, el que estaba en peores condiciones era el Ejército de Tierra y en los acuerdos de coordinación fue el último. En ese momento, las prioridades eran otras.

Unos últimos, comentarios. Comprendo vuestra, en cierto modo, frustración al haber “perdido” la Armada las competencias que han pasado a la Guardia Civil y otras organizaciones pero, creo sinceramente que las FAS debemos concentrarnos en nuestra misión fundamental y las cuestiones de policía y orden público, sean en tierra o mar, no deben ser de nuestra competencia, salvo cuando estos cuerpos y fuerzas se vean desbordados o necesiten nuestro apoyo.

Finalmente, Hay que optimizar los recursos y para ello hay que evitar la tentación de que los ejércitos sean autónomos en todo, tratando de cubrir, cada uno de ellos por sí solo, todas las necesidades. Al mismo tiempo se debe tratar de no mantener, ni crear o mantener redundancias, olvidando que, hoy en día más que nunca, es necesaria la acción conjunta y los recursos los debe proporcionar quien está mejor preparado y organizado para ello.

Sé que voy a sacar a relucir varias cuestiones muy candentes pero ahí van varios ejemplos. Por qué, una potencia media como España tiene que permitirse una aviación naval, con sus propios talleres de mantenimiento y escuela de pilotos y por supuesto un portaaviones, sólo porque vuelan sobre el mar y actúan en coordinación con los buques. Menos mal que al Ejército de Tierra no se le ocurrió reclamar –como ya lo fue en el pasado– que le pertenezcan  los aviones de bombardeo y ataque a tierra, porque vuelan sobre ella y en coordinación con las unidades terrestres. Tampoco se comprende bien que los del Ejército del Aire y del Espacio sigan teniendo un escuadrón de paracaidistas, con misiones de combate en tierra, con la excusa de que se lanzan desde aviones y tampoco que tengan fuerzas terrestres de protección lejana de sus bases. Afortunadamente se acabó la anomalía de que el Ejército de Tierra no sólo adquiriera sino que incluso equipara y gestionara sus propios buques de transporte. Y no digamos que la Infantería de Marina, aparte de la unidad de guerra naval especial,  tenga una Brigada, que se esté empleando en misiones puramente terrestres, en zonas sin costa, cuando el ET no puede mantener sus brigadas al completo y que, en caso necesario, poco probable de un desembarco en fuerza, cualquier Brigada Ligera del ET,  con un corto periodo de adiestramiento estaría alistada. Sin necesidad de mantener otra Brigada en la Armada, con sus centros de instrucción, mantenimiento y especialidades que ya existen en el Ejercito. La mayor operación anfibia de la Historia, como fue Normandía, se hizo con unidades terrestres.

En fin, son ejemplos discutibles pero que nos llevan a pensar, más que en cambiar el paradigma, a que lo que hay que hacer es tener más mentalidad de acción conjunta, concentrarnos cada uno en las capacidades que se nos requieren, optimizar los recursos, cooperar y confiar más en los demás.

Enhorabuena por tu artículo y espero que esta carta te haga quizás reflexionar en algunos puntos a ti y a nuestros lectores. El tuyo me lo ha hecho a mí.

Recibe un fuerte abrazo de

LUIS FELIU ORTEGA    Teniente General del Ejército (R). De la Asociación Española de Militares Escritores