Amor y Justicia. Vocación militar
«Honrad con los tributos postreros a esas almas egregias que con su sangre nos han legado esta Patria» (Virgilio, «Eneida»)
Con triste frecuencia aparecen en los medios de comunicación noticias relacionadas con la muerte o heridas de nuestros militares en España o en misiones internacionales. Nuestras Fuerzas Armadas están formadas por mujeres y hombres entregados y preparados para desempeñar sus deberes con la máxima profesionalidad y eficacia. Y tenemos como meta la paz y la seguridad, padres del bien común, de la justicia y de la libertad en cualquier sociedad y cultura. Los soldados al servicio de España somos conscientes de que donamos nuestra existencia a la Patria, conocedores de que esta oblación implica el desempeño de nuestro deber hasta el último aliento de nuestra alma, si es necesario hasta dar la vida por nuestra Bandera. Por este motivo que trasciende lo individual y lo material adentrándose en cuerpo y alma en los ideales más nobles del ser humano, ser militar no es una mera profesión: ser militar es una vocación.
Vocación, del latín vocatio, -onis cuyo significado es ‘acción de llamar’, es siempre respuesta a una llamada (médica, artística, mística, militar) que inclina la voluntad de una persona a comprometerse en un estado espiritual, profesional o jerarquizado que determinará su existir. Así, desde el soldado al general, ser militar es una vocación, y sólo desde ésta tienen sentido el sacrificio y donación castrense por la Patria. Y, como fruto de esta entrega, la constancia diaria en el estudio, la preparación profesional para el óptimo rendimiento personal, tecnológico e intelectual, la humildad en el servicio y la amistad que brota del compartir el amor a la Patria hasta la muerte. Vocación militar en la que la vida desafía la muerte, el amor a la guerra y la justicia al caos. Y que conlleva, como la tierra la lluvia, la cercanía espiritual a Dios, porque sólo se ama lo que se conoce, y quien como militar conoce el rostro de la muerte más amará el de la eternidad. Y porque nadie da lo que no tiene, y el militar al amar la Patria ama a su familia y, aun agnóstico, ama a su familia porque participa del Amor de Dios.
Tres amores que laten en el corazón del soldado. Del primero, la familia y los amigos lo saben bien, ya que su amoroso apoyo es vital allá donde estemos junto a nuestra bandera. Sacrificio generoso de nuestros seres queridos que es nuestro motor y reserva emocional, sea en las Academias y centros de formación, sea en España en los distintos destinos de nuestras Fuerzas Armadas y Guardia Civil, sea en misiones internacionales por los cinco continentes como Afganistán, Congo, Haití o Líbano.
Amor que los soldados volcamos en nuestra Patria, ideal sublime al que servimos hasta la muerte. Amor a la Patria que, en palabras del poeta y legionario romano Virgilio, es iluminado con la ‘Virtus, Iustitia, Patientia y Pietas’ por la devoción a lo espiritual, a Dios. Y que encarna en el héroe Eneas cuando la épica ‘Eneida’, en los bellos versos del cántico segundo, describe su huída de la caída Troya encomendándose a los dioses para liderar a su gente mientras porta sobre sus hombros a su anciano padre Anquises.
Amor a la familia, a la patria y a Dios que si Virgilio lo caracterizó en Eneas, hoy, más de dos mil años después, y como herederos de nuestros Tercios, Armada y conquistadores españoles que domeñaron el universo conocido, siguen iluminando la mirada de nuestros soldados donde sirvan a nuestra Bandera.
Nuestro globalizado orbe, a pesar de sus convulsiones sociales por la injusta repartición de bienes y justicia, no está lejos de la paz universal soñada por románticos como el alemán Lessing en su ‘Natán el Sabio’, el inglés Byron de ‘Harold’ o el libanés Gibrán del ‘Profeta’, cuando hermanan al ser humano allende las guerras y el mal. A pesar de las guerras, conflictos, terrorismo y fanatismos, Occidente y con ellos nuestras Fuerzas Armadas y Guardia Civil custodian el derecho internacional y humanitario en el orbe: Congo, Bosnia, Kosovo, Líbano, Afganistán, Haití, Pakistán… son el mejor testimonio. Reflexionó Platón en ‘La República’ que no hay libertad sin seguridad, bien común sin paz, ni libertad sin justicia. Seguridad, paz y libertad regada con el sudor y si es menester la sangre de nuestros soldados en España, Naciones Unidas o la OTAN, colmando los ideales que cantó Virgilio en la ‘Eneida’ a su Imperio de Roma cuando como militar veterano gritó poéticamente: «ése es mi amor, mi patria».
Con el dolor por nuestros heridos y caídos en el cumplimiento del deber, con la esperanza de que su sacrificio no es en vano por un mundo mejor, con la meta de cumplir cada día con nuestras obligaciones, con el fiel amor de nuestras familias y amigos, con la vocación castrense hija del amor a la Familia, a la Patria, a Dios, en nombre de la humanidad, en el Líbano, Afganistán, en los cinco continentes, en España, como soldados seguiremos comprometidos al más noble ideal militar: ser constructores de la Paz y la Justicia donde ondee nuestra Bandera.
ALBERTO GATÓN LASHERAS. CAPELLÁN CASTRENSE
Fuente:
https://www.abc.es/20110625/opinion-columnas/abci-vocacion-militar-201106250130.html