Luis V. Pérez Gil, Teniente Reservista Voluntario, Doctor en Derecho con premio extraordinario por la Universidad de La Laguna, Asociado de AEME publica en su blog la siguiente reseña sobre la “capacidad nuclear en la Guerra de Ucrania.
AMENAZAS DE EMPLEO Y PRUEBAS DE MISILES CON CAPACIDAD NUCLEAR EN EL CONTEXTO DE LA GUERRA EN UCRANIA
Durante los meses de mayo y junio de 2024 funcionarios, académicos y medios rusos han arreciado en sus amenazas de guerra nuclear en caso de escalada de los países de la OTAN en el conflicto en Ucrania -asunto que hemos analizado recientemente en la entrada GUERRA EN UCRANIA, FRACASO DE LA INSTITUCIONALIDAD EUROPEA Y ARMAS NUCLEARES, de mayo de 2024-. Es más, esos propios actores proclaman abiertamente los probables objetivos de las armas nucleares rusas (y no están en el territorio de Ucrania), en el caso de que los dirigentes del Kremlin decidieran dar el paso que pide enfáticamente el académico y exasesor presidencial Sergey Karaganov para restaurar el funcionamiento de la disuasión (“despertando el sentimiento de supervivencia en Occidente” a golpe de detonación nuclear, como escribió dramáticamente en junio de 2023) y acabar inmediatamente con la guerra en Ucrania -véase la entrada EL RIESGO DE UNA GUERRA NUCLEAR CON RUSIA, de febrero de 2024-.
Esos mismos actores destacan que se trataría del empleo de armas nucleares tácticas (es decir, de teatro), dejando de lado las estratégicas, que son aquellas que están destinadas a disuadir a las grandes potencias (a los Estados Unidos) mediante la aplicación de la estrategia de la destrucción mutua asegurada (a la que se adhirieron fervientemente los dirigentes soviéticos y después los rusos). Para dar el máximo valor a estos puntos de vista, durante la celebración del Foro Económico Internacional de San Petersburgo (que contó con 21.300 asistentes de 139 países y 4200 periodistas), Karaganov moderó un debate sobre el tema de la doctrina y empleo de armas nucleares en el contexto de la guerra en Ucrania en el que participó el propio presidente Vladimir Putin, que lanzó un mensaje estratégico inapelable a los dirigentes europeos: solo la valoración de nuestros propios intereses es lo que determina (léase “frena”) nuestras decisiones.
Precisamente, unos días antes, el 4 y 6 de junio de 2024, el Mando Estratégico de los Estados Unidos llevó a cabo sendas pruebas de lanzamiento de misiles balísticos intercontinentales (ICBM) LGM-30 Minuteman III desde la base aérea de Vandenberg, en California, hasta alcanzar los objetivos establecidos en el campo de pruebas Reagan, en el océano Pacífico occidental. Según indicaron autoridades militares americanas, la ejecución de estos lanzamientos fue comunicada formalmente a la contraparte rusa, en el marco del acuerdo de intercambio de información sobre lanzamientos de misiles balísticos destinado a evitar un incidente no deseado debido a una interpretación errónea sobre las intenciones de dichas pruebas (mecanismo que se acordó al final de la Guerra Fría y que no ha sido suspendido por ninguna de las partes, a pesar de la creciente pérdida de medidas de confianza entre ambas).
Tras finalizar la segunda prueba, el Mando Estratégico americano publicó que “el lanzamiento mostró que el grupo de misiles balísticos intercontinentales de los Estados Unidos está listo, es fiable y efectivo para su uso y disuasión”. Como hemos dicho en reiteradas ocasiones, estas pruebas forman parte del programa de adiestramiento de las fuerzas de disuasión nucleares, se planifican con muchísima antelación y el resultado de las mismas permite evaluar el funcionamiento y eficacia de los sistemas de armas. Pero, además, a veces se ejecutan en momentos de tensión internacional con el objetivo de enviar un mensaje político estratégico a otras grandes potencias sobre el grado de preparación y disponibilidad nuclear de sus arsenales.
En realidad solo dos grandes potencias son capaces de planificar, preparar y ejecutar este tipo de ejercicios: los Estados Unidos y Rusia, a los que se suma Francia, pero con un arsenal y unas capacidades nucleares muy inferiores a las de las otras dos (5044 y 5576 ojivas frente a 290 respectivamente). Además, al día siguiente (7 de junio de 2024), se anunciaron planes del Departamento de Defensa sobre la preparación de una nueva estrategia de disuasión nuclear americana en la que se pondría más énfasis en el peso de las armas nucleares para disuadir un conflicto o para su empleo en caso de inicio de hostilidades con otras grandes potencias o con países abiertamente hostiles. Estas intenciones se basan en el deterioro del régimen de no proliferación nuclear (lo que no es una novedad), el fracaso del régimen de control de armamentos (del que acusan a otras potencias, pero que ha sido provocado por los mismos Estados Unidos y su denuncia y abandono de los principales tratados internacionales que existían en la materia), en la posición cada vez más asertiva de Rusia y la China comunista en los asuntos globales y, finalmente, en sus intentos de mantener su hegemonía a toda costa en un sistema internacional que se encuentra inmerso en un proceso de cambio acelerado -véase la entrada «LA TRANSICIÓN DE UNA HEGEMONÍA IMPERFECTA A UN SISTEMA MULTIPOLAR INESTABLE», de marzo de 2024-.
Desde la Administración Biden advierten que negarse a negociar con los Estados Unidos tendrá consecuencias (la principal, y que es dañina para todos, es el deterioro de la seguridad internacional). Sin embargo, ante el inminente inicio de las elecciones presidenciales americanas, es probable que la publicación del documento se retrase hasta después de febrero de 2025 (tras la toma de posesión del presidente electo). También corresponderá al nuevo presidente decidir si se mantiene el régimen de estabilidad estratégica con Rusia (el Tratado de Limitación de Armas Estratégicas o Nuevo START vence el 5 de febrero de 2026) o se completa la ruptura de la superestructura del régimen de seguridad mundial en aras de su preparación para el próximo enfrentamiento a gran escala, que tendrá su epicentro en el área del Pacífico. Todas estas cuestiones responden al viejo aforismo latino: Si vis paquem, para bellum, que mantiene toda su vigencia. Y es muy diferente al “mundo Alicia” europeo (por el cuento de Lewis Carroll) donde las constantes y ridículas declaraciones en favor de la paz no tienen más sustento que el sentimiento de considerarse depositarios de una verdad absoluta que estaría basada en una suerte de ideología denominada “europeísmo”.
Sin embargo, en el contexto de una guerra entre grandes potencias esta concepción puede arrastrar a Europa a su propio final, bien por el inicio de una guerra nuclear en su propio suelo (todos dicen enfáticamente “no querida por nadie”, incluido el primer candidato a apretar el botón, el presidente ruso) o por la propia implosión política de una organización que fue creada para garantizar la paz, pero cuyos responsables no dudan en empujar una guerra en el Este de Europa que no conduce a nada más que a la destrucción y a la muerte de miles y miles de personas (por ahora). Una guerra en la que, como siempre, los intereses de las grandes potencias predominan y el resto son objetos de esos intereses.
Fuente:
https://ullderechointernacional.blogspot.com/2024/06/amenazas-de-empleo-y-pruebas-de-misiles.html