Contexto histórico y estratégico
La segunda guerra macedónica (200 a 197 a.C.) fue una guerra entre Macedonia, gobernada por Filipo V y la República Romana, que acepta como sus aliadas las ligas etolia y aquea, Pérgamo, Atenas y Rodas.
Tras vencer a los cartagineses en Zama (202 a.C.), Roma inició el dominio total del Mediterráneo occidental, que se materializó definitivamente tras la tercera guerra púnica cuando destruyó Cartago. Era el momento de continuar con sus conquistas en el Mediterráneo oriental y fraguar su objetivo estratégico de conseguir un Mare Nostrum.
Cartago había recibido el apoyo de Macedonia en su guerra contra Roma, materializado en el envío de tropas. Estas dos fueron las razones que movieron a Roma a iniciar una segunda guerra contra Filipo V.
Tras la Paz de Fénice, gracias a la cual se llegó al fin de la primera guerra macedónica, la situación permaneció estable hasta que Atenas decidió declarar la guerra a Macedonia. Filipo inició la invasión de Ática y, tras un ultimátum de los embajadores romanos, les hizo caso omiso y comenzó una campaña en los Dardanelos, que comenzó sitiando la ciudad de Abidos. Es aquí donde los embajadores romanos comunican a Filipo un segundo ultimátum, que es desoído igualmente.
A la vez que se comunicaba este segundo ultimátum, las legiones romanas desembarcaban en Iliria, dando comienzo a una nueva guerra.
La campaña fue iniciada por dos cónsules romanos, Publio Sulpicio Galba al que sucedió Publio Vilo. Ambos tuvieron poca fortuna, teniendo que enfrentarse incluso el último a un motín de sus tropas. En 198 a.C., el Senado de Roma designa cónsul a Tinto Quintio Flaminino, que obligó a Filipo a retirarse a Tesalia.
A instancias de Flaminino, inició unas negociaciones que demostraron la debilidad de Filipo, quien abandonado por sus aliados, se vio forzado a alistar 25.000 mercenarios. Tras perder el macedonio la batalla de Alos, se preparó para afrontar una batalla decisiva.
El objetivo estratégico romano fue la expansión e inicio de la conquista del Mediterráneo oriental. El de Macedonia, lograr su supervivencia y hegemonía en Grecia.
Los objetivos tácticos, al enfrentarse en una batalla decisiva, para ambos contendientes fueron las de derrotar al adversario, obteniendo una ventaja táctica que les permitiese dominar al enemigo, imponiendo su voluntad por la que se exigiese las condiciones necesarias para alcanzar sus objetivos estratégicos.
Ejércitos contendientes
Ejército romano.
El ejército romano, al mando de Tito Quintio Flaminino, contaba con 22.000 infantes, 8.000 infantería ligera, 2.500 jinetes y 20 elefantes de guerra.
Flaminino fue tribuno en 208 a.C., a las órdenes de Marcelo, que conquistó la ciudad de Siracusa durante la segunda guerra púnica. Hacia 205 a.C, ocupaba un puesto de cuestor (magistrado) en Tarento. En 201 a. C., fue nombrado decenviro para la organización del reparto de tierras entre los veteranos de Escipión el Africano, y posteriormente fue elegido triunviro para reforzar la colonia romana de Venusia (200 a. C.). Fue nombrado cónsul en 198 a.C., asignándosele Macedonia. Poseía experiencia militar y en la administración.
Tras la invasión gala en 390 a.C., en la que invadieron la provincia etrusca de Siena y atacaron Clusium, y tras el auxilio romano y su derrota en la batalla de Alia, Roma fue saqueada. Esta humillación supuso un revulsivo para un cambio de mentalidad y una reorganización del ejército. Se incrementó la cohesión social y la estrategia derivó a una voluntad de expansión, lo que supuso una evolución del ejército para adaptarse a las nuevas misiones que debería cumplir.
Las legiones abandonaron la organización en falanges para constituirse como una formación de manípulos, pequeñas unidades que permitían a la legión adaptarse a un combate más móvil, siendo capaz de operar con eficacia en cualquier terreno.
Según Tito Livio, hacia 311 a.C., el ejército se componía de dos ejércitos consulares, cada uno con dos legiones romanas y dos aliadas. Además, contaban con caballería, reforzada con 1.000 jinetes campanos.
Cada legión se componía de 45 manípulos, formado cada uno por dos subunidades llamadas centurias. Cada una de éstas estaba comandada por un centurión, auxiliado por un optione, que hacía las funciones de segundo jefe. Las centurias formaban en tres, seis o nueve filas de legionarios.
Para el combate, la legión se distribuía en tres líneas de manípulos, 10 en cada línea. La primera línea se situaban los hastati, equipados con una lanza de choque (larga y con punta de hierro corta) conocida como “hasta”, que les daba el nombre; se trata de infantería ligera. La segunda línea la formaban los príncipes o “los primeros”, debido a que eran veteranos que habían combatido en vanguardia; era infantería pesada. La tercera línea estaba formada por los más veteranos, los triarii. A vanguardia de las líneas, desplegaban los velites, con funciones de infantería ligera y exploración; disponían de armamento ligero, entre el que estaba la espada (gladius) y jabalinas, además de escudo redondo. Por último, en las alas desplegaba la caballería, cuyos jinetes recibía en nombre de socii.
Figura 1. Disposición de los manípulos.
En números, la legión se componía de 1.000 velites, 1.200 hastati, 1.200 príncipes y 600 triarii. 300 eran los socii.
Los legionarios eran tropas permanentes, que cobraban su soldada o stipendium.
Normalmente, la organización para el combate era la infantería en el centro y la caballería en los flancos, para evitar envolvimientos.
El legionario estaba dotado de la siguiente panoplia:
- Coraza de escamas, conocida como loriga scamata, que estaba formada por pequeñas piezas de metal o hueso superpuestas, unidas con alambre. O bien por la lorica segmentata, formada por hojas de metal alargadas.
- Cinturón de cuero para proteger el vientre y tirar colgantes de cuero para proteger los muslos.
- Escudo de bronce o madera, recubierto de cuero, de forma semicircular.
- Casco para proteger cabeza, nariz, mejillas y cuello.
- Muñequera de metal para protegerse en el combate cuerpo a cuerpo, conteniendo un cuchillo para ser empleado en las distancias cortas.
- Las armas que portaban eran un pilum pesado o pilum ligero, el gladius y un puñal de doble filo.
- Mochila con objetos personales, agua y raciones de campaña para tres días.
Ejército macedónico.
Al mando de Filipo V, contaba con 16.000 infantes, 2.000 infantería ligera, 2.000 jinetes y 5.000 mercenarios de infantería.
Filipo V fue coronado en 221 a.C. a la edad de 17 años. Sus pretensiones fueron la de hacer de Macedonia el estado más poderoso del Mediterráneo, para lo cual se enfrentó con la oposición de los estados griegos y de Roma. Cooperó con Cartago para debilitar a Roma, aportando fuerzas que se pusieron al mando de Aníbal. Inició una expansión por el Egeo, que se frustró tras su derrota en Cinoscéfalos. Se considera como un gran líder, aunque de carácter impetuoso.
La falange macedónica es una evolución de las helénicas, cuya base era el soldado profesional. Así, conseguía una preparación que aseguraba su eficacia en combate.
Se introdujo el uso extenso de la caballería, cuya arma principal era la lanza. Al combatir los jinetes sin silla, para evitar desmontar de su cabalgadura en el momento del impacto contra el enemigo, empleaban la técnica de soltar la lanza en ese preciso momento e intentar recuperarla con un agarre firme posterior o, renunciar a ella y emplear la espada.
El hoplita macedónico empleaba protecciones más ligeras, lo que facilitaba su desempeño en combate y reducía su fatiga, y empleaba como arma fundamental una lanza de seis metros llamada sarissa. El uso de esta arma permitía mantener la distancia con el enemigo para incrementar la supervivencia de las fuerzas propias, consiguiendo romper el despliegue enemigo y propiciar el movimiento por las brechas causadas y el ataque posterior a flancos y retaguardia.
La falange se organizaba en subunidades llamadas Syntagmas, formadas por 256 hoplitas en cuadros de dieciséis por lado. De este modo, en función de la posición de los Syntagmas en el campo de batalla, variaba la formación de la falange, propiciando además su movilidad, sin perder la cohesión.
La infantería se diferenciaba entre ligera o Psiloi, y pesada de élite o Hypaspistes. La caballería entre ligera y pesada; diferenciándose esta última entra la de Tesalia y macedónica o Hetairoi.
El despliegue en combate de estas unidades se puede resumir en la infantería en el centro y la caballería en las alas. En el choque entre formaciones enemigas, la infantería macedónica fijaba en el centro y la caballería envolvía, atacando de retaguardia. Además, la caballería ligera facilitaba el reconocimiento del despliegue enemigo y la infantería ligera, establecer el contacto con la infantería enemiga para identificar sus puntos débiles. Todo esto unido a un sistema eficaz de transmisión de órdenes, lograba la flexibilidad necesaria y el empleo de las fuerzas en función de la evolución del combate.
Figura 2. Formación de combate macedónica.
Estudio del factor geográfico
La Zona de Operaciones se situó en el NE de la península griega, en Tesalia, al oeste de la ciudad de Volos (imágenes 1 y 2).
Imagen 1. Zona de operaciones. NE de Grecia.
Imagen 2. Zona de operaciones. Volos señalado.
El campo de batalla (imagen 3) se encontraba limitado al:
- Este: Feras.
- Oeste: Farsalia.
- Norte: Escotusa.
- Sur: Templo de Thetis.
Imagen 3. Campo de batalla.
El combate se desarrolló (imagen 4) en las estribaciones de unos montes conocidos como Cinoscéfalos (“cabezas de perro”). El campamento macedonio, situado al norte del monte, en Malambium, es de donde partieron todos los movimientos del ejército de Filipo. El campamento romano, al sur del monte, emplazado en las inmediaciones del Templo de Thetis, de donde partieron sus movimientos tácticos.
El terreno impedía la visión directa entre campamentos, por lo que los movimientos iniciales de los ejércitos permanecieron desapercibidos para ambos. La visión sobre las fuerzas enemigas y, el consiguiente control efectivo de las fuerzas propias, se lograba con una adecuada situación en el despliegue y una posición relativa elevada sobre el enemigo.
Imagen 4. Campo de combate. Campamento romano en azul.
El terreno, dominado por las alturas del Cinoscéfalos, de naturaleza compacta, era apto para el movimiento de infantería y caballería.
La batalla se desarrolló en junio, época estival, con temperaturas elevadas al mediodía que acentuarían el desgaste de los combatientes. Según los cronistas, el día amaneció con una intensa niebla, lo que impidió la observación entre fuerzas enemigas, propiciando el combate de encuentro que tuvo lugar. El suelo, ligeramente húmedo, no impedía el movimiento de los contendientes.
Manuel Miguel Alcalde Robles. Coronel de Infantería
Asociación Española de Militares Escritores